Comando «de hormigón»
Por qué deben los centros de adiestramiento de combate priorizar la capacitación en puestos de mando urbanos
Teniente coronel Craig A. Broyles, Ejército de EUA
Charlotte Richter
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Uno de los retos más difíciles de superar que afrontan los equipos de combate de brigada (BCT por sus siglas en inglés) del Ejército de EUA que asisten a los centros de adiestramiento de combate (CTC, por sus siglas en inglés) en preparación para operaciones de combate a gran escala (LSCO, por sus siglas en inglés) es mantener el mando y el control contra adversarios equipados con una sofisticada vigilancia aérea complementada con tecnología de guerra electrónica que localiza rápidamente y facilita el ataque a los puestos de mando. Para ejecutar con efectividad las operaciones de mando y control, un cuartel general debe garantizar su capacidad para recibir y transmitir datos al tiempo que colabora en todas las funciones bélicas para dirigir las operaciones. Tradicionalmente, los comandantes optan por sincronizar las operaciones multidominio colocando físicamente a los planificadores del estado mayor en un lugar fijo encubierto como medio de continuidad. Sin embargo, aunque el hecho de colocar al estado mayor en un mismo lugar favorece un buen mando y control, la gran cantidad de huellas electrónicas modernas de las comunicaciones que emanan de este cuartel general a las unidades subordinadas entraña un riesgo cada vez mayor de que las fuerzas contrarias (OPFOR, por sus siglas en inglés) las detecten fácilmente.
Para mitigar esta vulnerabilidad, algunos comandantes han experimentado con la dispersión y frecuente reubicación de los elementos que componen el cuartel general táctico para mitigar las huellas electromagnéticas concentradas. Aunque la dispersión puede incrementar la capacidad de supervivencia de los puestos de mando móviles, algunas unidades consideran que la técnica es insatisfactoria porque la interrupción constante de las comunicaciones entre los elementos componentes a menudo resulta en una planificación compartimentada. En consecuencia, el debate continuo sobre la experimentación que realiza el Ejército durante el adiestramiento para mitigar el problema de las vulnerabilidades de los puestos de mando gira en torno a la integración de una alternativa a los puestos de mando rurales fijos, móviles e híbridos: aprovechar la infraestructura urbana existente para un mando y control efectivos.
Mando fijo versus mando móvil
Los profesionales militares que mantienen la perspectiva tradicional conciben las operaciones óptimas de mando y control en el sentido de que los elementos del estado mayor deben estar en el mismo lugar y mantenerse relativamente estacionarios, ya que un cuartel general efectivo requiere condiciones estables para la colaboración del estado mayor, facilitada por una frecuente comunicación directa, la conciencia situacional, la producción de órdenes y los ensayos que se realizan mejor bajo lonas y redes camufladas con mesas, sillas, computadoras, proyectores, impresoras, etc. En la práctica, la experiencia demuestra que los cuarteles generales estáticos pueden desplazarse, pero sólo con una planificación deliberada, ensayos y un puesto de mando alternativo. Estos desplazamientos duran un promedio de doce horas desde que se inicia el movimiento hasta que están operativos en un nuevo emplazamiento. Quienes apoyan la necesidad de puestos de mando fijos también mitigan la posibilidad de ser detectados por la OPFOR mediante el uso adecuado del terreno, el camuflaje y otras prácticas de seguridad operacional ya enseñadas regularmente en los CTC.
Sin embargo, como lo demuestra la figura, estos puestos de mando aparecen como anomalías que sobresalen en el terreno cuando se observan con sensores de detección electromagnética y térmica de reconocimiento aéreo y espacial avanzados, a pesar de las mejores prácticas de camuflaje y seguridad operacional. Por un lado, los detractores de los puestos de mando fijos afirman que, aunque estos cuarteles generales proporcionan un mejor mando y control al comienzo de las operaciones de combate, un puesto con una huella electrónica evidente no puede escapar rápidamente de la amenaza de ser detectado, lo que reduce la capacidad de supervivencia en una LSCO.
Por otro lado, algunos soldados afirman que un cuartel general táctico óptimo es totalmente móvil. Estas unidades adoptan condiciones de trabajo menos ideales, amontonando a los oficiales ejecutores del estado mayor en la parte de atrás de camiones y furgonetas para incrementar su supervivencia con la capacidad de desplazarse en cuestión de minutos en lugar de horas. Para ellos, las tiendas de campaña, las lonas y los refugios temporales representan una pérdida de tiempo que podría poner en peligro vidas en caso de ataque o detección. Aceptando el riesgo de cierto nivel de degradación en la acción del estado mayor y de una planificación compartimentada impuesta por las limitaciones de tamaño y portabilidad de los vehículos, los cuarteles generales móviles también pueden mantenerse a la par de las formaciones de blindados y Stryker en rápido movimiento en el entorno de la LSCO, proporcionando la mejor oportunidad para ejercer el control operacional.
A pesar de esto, otros soldados afirman que los cuarteles generales móviles sacrifican la comunicación, la recepción estable de datos y una parte esencial de la interoperabilidad: sincronizar colectivamente un proceso metódico del estado mayor para apoyar la toma de decisiones del comandante y la difusión efectiva de órdenes. Los líderes militares de todas las ramas están de acuerdo en que el adiestramiento, incluso desde el punto de vista doctrinal, debe dar prioridad a una comunicación clara para responder adecuadamente a los cambios que se produzcan en el campo de batalla1.
Por innovadora que sea, independientemente de la movilidad, cualquier reconfiguración de los puestos de mando (incluida la adición de vehículos para hacer más móviles las configuraciones estáticas en alguna combinación híbrida) resultará inútil a menos que los BCT oculten la huella electrónica de un cuartel general a la vez que propician un entorno de mando adaptable y colaborativo. En consecuencia, la solución al problema de la vulnerabilidad de los puestos de mando radica en encontrar formas de ocultar efectivamente las huellas electrónicas.
Cuartel general de campaña en contexto
La creencia generalizada de que los cuarteles generales tácticos deben situarse «sobre el terreno» o en un entorno rural, alejados de edificios y civiles, es un factor cultural de la mentalidad militar que impide encontrar soluciones para encubrir con éxito las huellas electrónicas. Esta creencia se deriva de la suposición de que la austeridad de una ubicación fomenta intrínsecamente la seguridad. Esta opinión debe corregirse.
Durante conflictos anteriores con menor dominancia tecnológica en los ámbitos aéreo y espacial, los cuarteles generales tácticos rurales crearon una ventaja o una plataforma confiable desde la cual ejercer el mando. El combate en una era de menor desarrollo urbano ofrecía más opciones para ocultarse de la interferencia civil, más protección frente a las acciones de la guerrilla o de las fuerzas de operaciones especiales, y la capacidad de atrincherarse para protegerse del fuego aéreo e indirecto. Además, era posible ocultarse de los adversarios utilizando técnicas tradicionales de cobertura y encubrimiento, como el camuflaje de vehículos y tiendas de campaña, la imposición de una disciplina de ruido y restricciones en el uso de luces, una dispersión adecuada y una vigorosa patrulla de contrarreconocimiento. Ahora bien, los modernos sensores de detección combinados con municiones guiadas de precisión de largo alcance son tan efectivos que los campos de batalla actuales son, en muchos aspectos, mucho más parecidos a la guerra submarina que a las épocas anteriores de combate terrestre: si se puede ver, se puede eliminar rápidamente. Como observa el teórico militar Robert Leonhard sobre el entorno operacional moderno, «la verdadera batalla radica en la detección»2.
Eludir la detección empieza con la comprensión de la magnitud de las huellas de los BTC. Integrarse en el campo de batalla actual significa que la huella electromagnética del BTC no puede ser ni más oscura ni más brillante que el entorno existente. Por lo tanto, la ubicación más plausible para operaciones de puestos de mando efectivas elimina los fuertes contrastes observados en la tecnología de reconocimiento al establecerse en la zona urbana de una ciudad, donde la infraestructura establecida y las huellas civiles aparecen dentro del mismo espacio de operaciones.
Utilización de la infraestructura civil existente
Al 2020, más de la mitad de la población mundial reside en zonas urbanas, y el Ejército de EUA anticipa que el combate del siglo XXI se llevará a cabo dentro o alrededor de las ciudades3. Convenientemente, los entornos urbanos ofrecen encubrimiento electromagnético y térmico para ocultar las emisiones de los cuarteles generales tácticos. Las ciudades también ofrecen la ventaja de contar con edificios, carreteras e infraestructuras urbanas que un BCT puede adaptar y utilizar como cuartel general táctico de supervivencia y modificar en torno a las actividades de la población que las habitan.
Por ejemplo, durante mi periodo al mando del Grupo de Combate Polonia, destacado cerca de la brecha de Suwalki, consideramos la posibilidad de crear un cuartel general urbano al descubrir fallos en nuestras operaciones de campaña. Teníamos un puesto de mando en una zona rural, alejado de los campamentos de las Fuerzas de Defensa Territorial polacas, de las poblaciones locales y de las fronteras con Rusia y Bielorrusia. Una de las cosas que dificultaba la comunicación sobre el terreno era la instalación de una antena de FM lo suficientemente alta como para soportar las transmisiones de radio. El Grupo de Combate Polonia se encontró con que las comunicaciones de FM eran casi imposibles más allá de un radio de tres a cinco kilómetros, incluso utilizando varias antenas OE-254. El hecho de que no hubiera terrenos elevados y que los bosques fueran densos impedía el uso de las comunicaciones de FM. En consecuencia, tuvimos que recurrir a otras formas de comunicación, cada una de las cuales presentaba dificultades únicas debido al entorno.
Un cuartel general táctico que utilice terreno urbano podría ocupar edificios para aprovechar sus capacidades, como las antenas colocadas en la parte superior de edificios de gran altura, las líneas de fibra óptica existentes y las conexiones a Internet. Por ejemplo, un cuartel general con capacidad de supervivencia podría ser un estacionamiento bajo techo, dado que la enorme estructura de hormigón proporciona una base sólida en cuanto a señales, almacenamiento para vehículos y personal, además de acceso a las carreteras. El estacionamiento también se considera una zona diseñada en torno a las necesidades de muchas personas que también estarían a disposición de un cuartel general táctico.
Utilización de las redes de comunicación civiles existentes
Para mitigar aún más los problemas de comunicación durante un conflicto, Estados Unidos podría aprovechar la densa red de capacidades de comunicaciones urbanas existentes en Europa y los CTC para el mando y control de las fuerzas amigas. Conseguir que el país anfitrión esté de acuerdo en utilizar dichas capacidades, acompañado de una planificación previa y ejercicios posteriores, agilizaría el mando y control en una fase crítica durante el reposicionamiento y desplazamiento de fuerzas para hacer frente a un adversario. En virtud de las restricciones impuestas en tiempos de paz, la utilización de las capacidades de comunicación civiles existentes se considera inaceptable por motivos de seguridad y privacidad4. Sin embargo, anticipándose a un posible conflicto que sin duda requeriría soluciones innovadoras y rápidas, la planificación de este tipo de compatibilidad entre los sistemas de comunicaciones militares y civiles antes de que se desate una crisis debería ser una iniciativa prioritaria del Ejército de EUA y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) para permitir que los cuarteles generales tácticos asuman rápidamente la responsabilidad de las operaciones tras el inicio de las hostilidades.
Ventajas del sostenimiento urbano
Los cuarteles generales tácticos que se instalan en estructuras existentes en entornos urbanos ofrecen ventajas de sostenimiento en contraste con los grandes requisitos de sostenimiento para apoyar puestos de mando en zonas rurales. Las operaciones de campaña dependen en gran medida del reabastecimiento a través de líneas de comunicación ininterrumpidas. Históricamente, los enemigos atacan las líneas de abastecimiento y los puntos vulnerables de las comunicaciones al inicio de un conflicto. Las operaciones en las ciudades permiten a los cuarteles generales urbanos planificar sus operaciones en torno a líneas susceptibles o comprometidas, utilizando redes públicas y privadas o rutas de emergencia.
Tal y como establece el Field Manual (FM) 3-0, Operations (Manual de Campaña 3-0, Operaciones), las fuerzas estadounidenses deben «combatir y vencer aunque estén en inferioridad numérica y aisladas»5. Los cuarteles generales tácticos en entornos urbanos pueden utilizar las capacidades existentes de agua, combustible, alimentos y alcantarillado con múltiples líneas de sostenimiento para abastecer a las poblaciones metropolitanas. Esta red representa una ventaja a corto plazo porque alivia la presión de tener que elegir líneas de comunicación vulnerables.
Para destacar esta ventaja en el contexto más actual, las fuerzas rusas y ucranianas han acaparado la atención por su utilización de zonas urbanas. Ahora bien, la invasión condujo al inevitable uso de vecindarios y centrales eléctricas como campos de batalla. Durante todo el conflicto entre Ucrania y Rusia, las fuerzas ucranianas y rusas utilizan con frecuencia puestos estratégicos de mando y control en zonas urbanas y residenciales, entre ellas el aeropuerto de Chornobaivka, para sobrevivir y reubicar recursos del terreno urbano con el fin de organizar operaciones ofensivas eficaces6.
Defensa de los puestos de mando en entornos urbanos
Los entornos urbanos ofrecen a los cuarteles generales tácticos más opciones de seguridad que los entornos de campaña austeros. Los cuarteles generales tácticos son blancos muy vulnerables para las OPFOR, y protegerlos siempre es problemático. Rara vez los cuarteles generales tácticos cuentan con personal dedicado a la seguridad, por lo que deben sacar soldados del cuartel general para establecer listas de turnos de guardia, lo que complica la defensa. Cuando los soldados se reorganizan, es común que las destrezas de combate del personal del cuartel general se hayan atrofiado debido a la falta de formación de actualización y experiencia. Sin embargo, estos soldados del cuartel general son los mismos que, a pesar de su poca experiencia reciente y su escaso adiestramiento en el manejo de armas, deben defender el objetivo más lucrativo de los mejores soldados y armas de que dispone el enemigo si se detecta el puesto de mando. Se trata de una lucha desigual con muy pocas posibilidades de éxito.
El hecho de que los cuarteles generales tácticos operen en ciudades incrementa las probabilidades de éxito de los soldados con escasa destreza con las armas, debido a las ventajas defensivas del entorno urbano. Por un lado, las fuerzas ofensivas están en desventaja cuando atacan un cuartel general urbano. Unos pocos soldados (con un liderazgo y una organización efectivos) que utilicen adecuadamente las posibilidades de los 720 grados (360 horizontales, 360 verticales) pueden repeler a unos atacantes muy superiores en número. Además, los cuarteles generales tácticos pueden reforzar la seguridad y la defensa con organizaciones civiles de interés mutuo, como la policía, los bomberos y los voluntarios.
Cultivar el apoyo de la población urbana
Otra dimensión que ofrecen las zonas urbanas en ciertas condiciones es el apoyo de la población local. El apoyo local puede apoyar la defensa, la comunicación y la credibilidad dentro y alrededor del cuartel general, partiendo de dos suposiciones: la voluntad de otorgar autoridad a los militares y las interacciones amistosas resultantes. Las cicatrices psicológicas de la guerra contra el terrorismo crearon una suposición de planificación común de que las poblaciones civiles son hostiles a la presencia de fuerzas estadounidenses. Sin embargo, las relaciones civiles son condicionales y probablemente serán más neutrales, incluso amistosas, en muchos escenarios bélicos futuros en los que participen las fuerzas estadounidenses. Tal y como demostró el Grupo de Combate Polonia, los líderes de los poblados y los alcaldes de las ciudades próximas a la brecha de Suwalki apoyaron firmemente a las fuerzas norteamericanas y nuestros esfuerzos, puesto que creían que su colaboración le beneficiaría a la hora de enfrentarse a posibles amenazas rusas. Nos dijeron que, en caso de invasión rusa, las fuerzas de la OTAN podrían contar con la ayuda de los líderes civiles polacos, incluyendo el apoyo para ofrecer y obtener acceso a lugares deseables para cuarteles generales tácticos en zonas urbanas.
Estas relaciones también obligan al enemigo a aceptar las justificaciones logísticas y discursivas de atacar un cuartel general urbano donde hay población activa. Si los militares pueden incorporar a la población civil en lugar de convertirla en un «escudo humano» obligando a los civiles a ponerse delante del fuego enemigo, los adversarios que decidan atacar en un entorno urbano arriesgarán intrínsecamente una mayor parte de sus fuerzas.
Si bien la presencia de cuarteles generales tácticos que operan en las ciudades está asociada a cierto riesgo para la población local, no existe necesariamente una expectativa de apoyo. Una amenaza real a menudo impulsa a los ciudadanos en peligro a huir como puedan. Según el CIA World Factbook, más de veinte millones de personas huyeron de Ucrania y se calcula que 5,3 millones de ciudadanos se vieron desplazados internamente a causa de la invasión rusa en 20227. Los ciudadanos que deciden quedarse en su país durante un ataque normalmente no tienen otra opción o deseo de resistir. Se puede eludir al primer grupo, mientras que del segundo se puede sacar provecho a través de sus agravios contra el adversario.
Conclusión
Aunque la técnica de campaña en zonas rurales sigue siendo pertinente, los cuarteles generales tácticos deberían prestar al menos el mismo grado de atención al adiestramiento que desarrolla la «técnica de ciudad» por la sencilla razón de que hay más probabilidades de que la mayoría de los campos de batalla a los que se enfrentarán las fuerzas estadounidenses en el futuro sean combates urbanos.
La formación para aprovechar una estructura existente permite que los soldados se adiestren tal y como lucharían si se adaptaran al entorno, lo que elimina la premisa de «perder doctrinalmente».
Es posible que en el transcurso de sus carreras, los soldados en servicio activo no tengan muchas oportunidades de recibir adiestramiento en una rotación del CTC y crear un modelo mental de la guerra que puedan integrar en la experiencia de combate. Capacitarse para mantener el mando y control en entornos urbanos y rurales puede representar una ventaja interdisciplinaria durante lo que puede ser una oportunidad única para comprender estas complejidades en persona.
Es posible que los soldados de la Guardia Nacional sólo tengan una oportunidad en el CTC para ampliar su experiencia en la práctica de las LSCO. En situaciones de conflicto real, si los escalones iniciales se pierden al comienzo, la fuerza siguiente debe haber sido expuesta a otra opción para realizar operaciones tácticas del cuartel general fuera de las operaciones en campaña tradicionales.
Además, durante las rotaciones del CTC debería buscarse la manera de reducir la fricción en el puesto de mando, ya que los desplazamientos de un puesto de mando táctico son de por sí muy difíciles. El resultado de los repetidos desplazamientos, el establecimiento de comunicaciones y el camuflaje es que una unidad de adiestramiento nunca logra dominar por completo el mando y control de las operaciones, aunque sí desarrolla su capacidad de resiliencia y respuesta. Los desarrollos estructurales (aunque en la actualidad son más que todo un aspecto indeseado de los CTC) deberían utilizarse para practicar la adaptación de las infraestructuras al combate.
Según mi experiencia durante los ejercicios en Europa, utilizar el entorno urbano para el despliegue de cuarteles generales tácticos parecía la solución más factible para establecer un cuartel general efectivo y con capacidad de supervivencia en el este de Polonia. Sobre el terreno, las líneas de comunicación son muy vulnerables a la interdicción y consumen mucho tiempo. Pudimos comprobar de primera mano la facilidad con la que los drones podían detectar a nuestras fuerzas. Además, los densos bosques y la ausencia de montañas dificultaban las comunicaciones. En cambio, era mucho más difícil detectar y rastrear tropas en ciudades y pueblos y más fácil ocultar nuestra huella electrónica.
En la actualidad, los cuarteles generales tácticos del siglo XXI ya no pueden contar con encontrar refugio en la «jungla rural», sino en la «jungla urbana». Si lo vemos desde el punto de vista práctico, hasta que no afloren futuros avances tecnológicos en materia de camuflaje y encubrimiento, la densidad creada por la plétora de huellas electromagnéticas y térmicas civiles que emanan de las extensas junglas urbanas de las ciudades y pueblos ofrecen el único «camuflaje electrónico» actualmente factible y efectivo con que cuentan los puestos de mando que intentan eludir la detección de la vigilancia electrónica y aérea enemiga. Un «camuflaje electrónico» adecuado significa no emitir una huella electromagnética demasiado brillante o tenue de modo que pueda mezclarse y ocultarse entre la plétora de huellas electrónicas civiles ya presentes.
Al tiempo que el Ejército se prepara para las LSCO en un mundo cada vez más urbano, debería replantearse cómo se capacita a las unidades para que aprovechen las oportunidades que los entornos urbanos pueden ofrecer a los cuarteles generales tácticos, en lugar de resistirse a ellas. Hacerlo constituye la única metodología práctica con que contamos en la actualidad, por imperfecta que sea, para que los cuarteles generales tácticos sean a la vez efectivos y capaces de sobrevivir en los entornos de LSCO densamente poblados de las regiones en las que, por desgracia, es más probable que el Ejército tenga que combatir, por ejemplo, en Asia o Europa central.
Deberíamos aprovechar las estructuras existentes y practicar de esa manera, ya que es más probable que esto sea más realista que transportar grandes cargas de material para establecer puestos de mando en entornos rurales austeros. Para ello, los CTC del Ejército deben invertir en la preparación de instalaciones urbanas simuladas para adiestrar a las unidades con mayor efectividad e impulsar soluciones innovadoras para superar las desventajas de la guerra urbana.
Notas
- David Vergun, «Multi-Domain Battle Requires Non-Stovepipe Solutions, Say Leaders», Army.mil, 25 de mayo de 2017, accedido 26 de marzo de 2023, https://www.army.mil/article/188282/multi_domain_battle_requires_non_stovepipe_solutions_say_leaders.
- Robert R. Leonhard, The Principles of War for the Information Age (Novato, CA: Presidio Press, 2000), 71.
- «Urban Development: Overview», The World Bank, última actualización 3 de abril de 2023, accedido 28 de abril de 2023, https://www.worldbank.org/en/topic/urbandevelopment/overview.
- Army Doctrine Publication 3-0, Operations (Washington, DC: U.S. Government Publishing Office, julio de 2019), 1-41.
- Field Manual 3-0, Operations (Washington, DC: U.S. Government Publishing Office, octubre de 2022), 1-4.
- Jay Beecher, «UPDATE: Ukrainian Rocket Strike Killed Twelve Russian Officers Near Kherson», Kyiv Post (website), 13 de julio de 2022, accedido 8 de mayo de 2023, https://www.kyivpost.com/post/2295.
- «Ukraine», The World Factbook, última actualización 26 de abril de 2023, accedido 28 de abril de 2023, https://www.cia.gov/the-world-factbook/countries/ukraine/.
El teniente coronel Craig Broyles, del Ejército de EUA, es oficial de infantería e instructor en el Senior Service College de la Escuela de Estudios Militares Avanzados. Anteriormente estuvo al mando del Grupo de Combate Polonia, parte de la misión Presencia Avanzada Reforzada de la OTAN y el Batallón de Infantería 3-161, «Dark Rifles», del 81.o Equipo de Combate de Brigada Stryker de la Guardia Nacional del Ejército en Washington.
Charlotte Richter se especializa en cobertura multimedia. Es licenciada en Periodismo y Estudios Globales e Internacionales por la Universidad de Kansas, y ha trabajado como corresponsal y estratega independiente.
Army University Press agradece al Instituto de Cooperación para la Seguridad del Hemisferio Occidental (WHINSEC), División de Traducción e Interpretación, el apoyo prestado a través de la traducción de este artículo de la edición hispanoamericana de Military Review. Traducción de María Marrero, WHINSEC, División de Traducción e Interpretación.
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