La relevancia estratégica del tres en raya
Mayor Amos C. Fox, Ejército de EUA
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La competencia entre grandes potencias y la lucha entre Estados, actores no estatales y otros sistemas de Gobierno menores requiere una sólida comprensión de los conceptos teóricos estratégicos. Al comentar sobre la relevancia de los conflictos armados estratégicos para resolver los problemas políticos internacionales, el historiador británico Sir Michael Howard escribió: «Lamentablemente, hay pocas razones para suponer que este proceso de establecimiento y preservación de Estados mediante el uso o la amenaza de la fuerza armada pertenezca a una época pasada de la que no se puede extraer ninguna otra conclusión aplicable al sistema internacional contemporáneo»1. A pesar de la continua relevancia de los conflictos armados en el sistema internacional, Estados Unidos se ve regularmente mal preparado estratégicamente en conflictos modernos.
El estudio relevante del autor Tom Ricks sobre el alto liderazgo militar de EUA captado a lo largo de tres obras —Fiasco, The Gamble y The Generals— pone de relieve la falta estratégica que dominó el Ejército de EUA en los años posteriores a la desaparición de la Unión Soviética2. Ricks fue uno de los primeros en la era después del 11 de septiembre en sacar a la luz este punto, pero ciertamente no fue el último. En los últimos años, varios informes, que reflejan la incapacidad de los Estados Unidos para lograr sus objetivos políticos y estratégicos en Afganistán, Iraq, Siria y otros lugares, demuestran este punto.
Gran parte de los escritos contemporáneos sobre esta situación argumentan que el problema radica en un pobre pensamiento estratégico. Podría decirse que esto es en gran parte el resultado de modelos teóricos insuficientes y anticuados. A su vez, esto da lugar a una mala comprensión del entorno estratégico, que socava la capacidad de ver adecuadamente las relaciones, los métodos de guerra y los objetivos de un actor. Por ejemplo, el historiador Donald Stoker sostiene: «Vemos un peligroso ejemplo de claridad en el pensamiento de EUA con respecto a la guerra y las cuestiones estratégicas […] demasiados intelectuales de defensa y seguridad nacional no entienden las diferencias entre las tácticas, operaciones, estrategia y el objetivo político»3.
Mientras tanto, el teórico estratégico Sean McFate sostiene que Occidente ha estado perdiendo guerras porque sufre de atrofia estratégica4. La atrofia que describe es el subproducto de nociones anticuadas sobre la estrategia y la subcontratación del pensamiento estratégico a falsos profetas y doctores de filosofía que nunca han olido el humo de las armas en el combate5.
La era actual de competencia entre grandes poderes requiere una sólida comprensión de los conceptos estratégicos teóricos. Lo hace porque una base teórica sólida permite a un actor navegar y manipular mejor el ambiente estratégico. En el presente artículo, se utiliza una metáfora, un juego de tres en raya entre un padre y su hija, para extraer varios conceptos estratégicos clave que frecuentemente se pasan por alto en los debates sobre estrategia.
La metáfora del juego de tres en raya
Un padre llega a casa después de un largo día de trabajo y se sienta a pasar tiempo con su hija. El padre, un profesional dedicado con más de quince años en su campo elegido, no tiene mucho tiempo discrecional debido a las exigencias de su trabajo. Al mismo tiempo, se dedica a su familia y se esfuerza por encontrar un equilibrio entre las exigencias del trabajo y ser el marido y padre que quiere ser.
El tres en raya es uno de los juegos favoritos de su hija. Por lo tanto, no se sorprende cuando la hija pide jugar cuando él está en casa después del trabajo. A lo largo de los años, el padre ha aprendido que puede extender el tiempo que pasa con su hija si voluntariamente pierde más de lo que gana. Extender la duración del juego es importante para el padre porque al hacerlo le da más tiempo para estar con su hija. De hecho, maximizar el tiempo que pasa con su hija es su verdadero objetivo; el juego es solo el vehículo por el cual él logra su objetivo.
Las pérdidas deliberadas, el enfoque táctico del padre, no son acordadas cuando cada parte se sienta, sino que son una pieza crítica de información privada. La información privada es cualquier información que un jugador o actor posee que no es de conocimiento común entre los demás actores en un contexto determinado6. Cuando múltiples actores se reúnen en un contexto de confrontación, la convergencia de la información privada de cada parte da como resultado lo que los teóricos del juego llaman la información incompleta. La información incompleta, o la información que no está disponible para todos los jugadores o actores en cada situación, son de importancia fundamental en la dinámica del tres en raya del padre y la hija7.
El padre guarda su información privada para lograr su verdadero objetivo. La información privada del padre es el sustrato de su planteamiento táctico porque es lo que mejor le hace avanzar hacia su objetivo estratégico. Emplea un planteamiento táctico negativo para lograr un objetivo positivo. O, para decirlo de otra manera, el padre gana a través de lo que un observador percibiría como una pérdida.
A lo largo de los años, el padre ha jugado innumerables rondas de tres en raya con su hija. Cuando era más joven, le enseñó a su hija las reglas del juego, y ella rápidamente las aceptó. Él siempre era O azules y ella siempre era X rojas, y tres X rojas o tres O azules seguidas significaban la victoria (véase la figura 1). Sin embargo, en los últimos meses, percibe una regresión en su juego. Por ejemplo, ella anuncia, «¡Gané!» en momentos ilógicos.
De vez en cuando, el juego errático de la hija irritaba a su padre. Su irritación se manifestaba normalmente en una conferencia sobre las reglas del juego, seguida de uno o dos juegos en los que repasaba minuciosamente esas reglas con su hija. El padre asumió que su hija no entendía las reglas del juego o no las seguía. Sin embargo, a los ojos del padre, la hija debe seguir las reglas y jugar fielmente el juego.
Sin embargo, lo que el padre no se dio cuenta es que su hija estaba jugando el juego con su propia información privada. La hija, una niña creativa a la que le encantaba pasar tiempo con su padre, se dio cuenta años antes de que las rápidas victorias tradicionales hacían que su padre abandonara el juego antes de lo que a ella le gustaría. Además, el juego le permitió experimentar y crear diferentes patrones y arreglos de colores en el tablero con los iconos de colores de ella y su padre.
Para la hija, el tiempo continuo con su padre y la experimentación eran los verdaderos objetivos del juego, no conseguir tres X rojas consecutivas. Como resultado, ella comenzó a jugar el juego con sus propias reglas, las cuales no compartía con su padre, para permitirle cumplir sus objetivos. Por ejemplo, comenzó el juego de varias maneras que incluían la alineación de sus X en una variedad de formas en el tablero, usando su forma para crear patrones de color únicos (véanse las figuras 2 y 3). Además, molestar un poco a su padre le garantizaba al menos dos juegos más con él, lo que aumentaba el tiempo que pasaban juntos.
Inevitablemente, el padre tuvo que ir en otro viaje de negocios. Le dio un beso de despedida a su hija una vez más, feliz de haber podido pasar tiempo con ella. Al partir, reflexionó sobre la última ronda del tres en raya, curioso por el hecho de que su hija parecía ya no entender las reglas del juego.
El propósito de la metáfora del tres en raya es ayudar a iluminar tres conceptos estratégicos que a menudo se pierden en los debates actuales sobre estrategia, y que a menudo están dominados por la interpretación formulista de la estrategia de Arthur Lykke y las interpretaciones emotivas de Lawrence Freedman sobre la estrategia «buena» o «mala»8. En el presente artículo, se proponen tres conceptos como componentes importantes de una estrategia efectiva. Primero, la información privada e incompleta domina la interacción estratégica porque protege la estrategia de una parte de la derrota. Segundo, el logro de metas estratégicas a través de la pérdida táctica es un método viable para avanzar la agenda estratégica de una parte. En último lugar, la obediencia a un sistema basado en reglas puede dar lugar al desarrollo de estrategias no lineales que se formulan con el propósito de explotar esas reglas para promover los objetivos propios.
Protegerse contra el golpe decisivo
El estratega ruso del siglo XX, Aleksandr Svechin, ofrece lo que podría ser el consejo más sagaz para cualquier estratega. Afirma que la primera regla de la guerra es protegerse del golpe decisivo9. El teórico británico J. F. C. Fuller ofrece un argumento similar, afirmando: «La autopreservación es la piedra angular del arco de la guerra»10. El postulado compartido por Svechin y Fuller parece bastante simple pero a menudo se pasa por alto en el discurso estratégico. Se puede suponer que se pasa por alto porque los estrategas están demasiado ansiosos por hacer que su estrategia funcione y, por lo tanto, adaptan a la fuerza el curso de acción del enemigo en su estrategia.
El principio de Svechin y Fuller es el primer paso para comprender la importancia de la información privada e incompleta. Poseer información privada —cualquier información que un jugador o actor posea y que no sea de conocimiento común entre los demás actores dentro de un contexto determinado— es vital para proteger la estrategia propia de las intenciones malignas del adversario. Aunque los objetivos o metas pueden ser discutidos abiertamente, el método por el cual se busca esa meta frecuentemente es camuflado.
Relacionando esto con la metáfora del tres en raya, el padre y la hija acordaron tácitamente jugar el juego en busca de la victoria, pero ninguno de los dos actores declaró abiertamente su definición de victoria ni tampoco declararon cómo pretendían buscar la victoria. Tanto el padre como la hija poseían información privada, lo que a su vez resultaba en una información incompleta.
La información privada e incompleta domina la interacción estratégica. La información privada e incompleta sirve como una mano invisible que manipula el entorno competitivo desde el nivel estratégico hasta el táctico del conflicto. La falta de apreciación e incorporación de información privada e incompleta en las representaciones estratégicas puede resultar en un análisis engañoso, como el padre malinterpretando el juego de su hija, y pasos en falso que se extienden a lo largo de los niveles de la guerra. Como resultado, el discurso estratégico, incluso entre amigos o aliados, no debe ser tomado como un valor nominal. El discurso estratégico y el análisis estratégico deben estudiar más allá de lo que se declara públicamente y leer entre líneas los pronunciamientos, operaciones y tácticas de un actor para discernir su intención.
Además, los actores estratégicos, o al menos los que están interesados en mantener su relevancia, deben pacificar al público internacional y nacional mientras persiguen sus objetivos. A veces lo harán ofreciendo narraciones que parecen desalineadas, exponiendo un argumento en el exterior mientras que en el interior argumentan otra cosa. Por ejemplo, un agente estratégico puede afirmar que está comprometido con un socio en la búsqueda de la derrota de un enemigo común, mientras que en el plano interno argumenta que ese enemigo ha sido derrotado y que es hora de suspender la operación. El teórico político Robert Putman define esta situación como un «juego de dos niveles», y es esencial para comprender la interacción estratégica porque complementa los conceptos de información privada e incompleta en la teoría estratégica11.
La sustractivismo estratégico—el arte de ganar a través de la pérdida percibida
En la metáfora del tres en raya, tanto la hija como el padre jugaron el juego de varias maneras. El padre perdía intencionadamente para mantener el interés de su hija, aumentando subsecuentemente la duración del tiempo que pasaban juntos, cumpliendo así su verdadera intención. La hija, por otro lado, a veces también jugaba por adquirir más tiempo con su padre. En muchos casos, sin que su padre lo supiera, también jugaba con el objetivo de crear formas y alinear colores. En los dos casos, la pérdida táctica basada en reglas percibidas dominó el juego entre los dos. Sin embargo, la práctica de su interacción estratégica demostraba que la pérdida percibida era a menudo irrelevante para el objetivo estratégico general. De hecho, la pérdida táctica se convirtió en una herramienta para el logro y mantenimiento de sus objetivos.
En este punto, es instructivo tomar prestado un concepto de la escultura. La escultura sustractiva es una técnica en la que un artista comienza con un objetivo en mente y un medio en mano. El artista entonces usa la fuerza física para erosionar piezas del medio hasta que éste alcanza la forma deseada—el artista gana su objetivo a través de la pérdida. No es una exageración ver un paralelismo entre el escenario de «ganar estratégicamente a través de la pérdida táctica» descrito en el juego del tres en raya y el método de escultura sustractiva. A su vez, esta idea —ganar objetivos operacionales y estratégicos a través de la pérdida táctica percibida o real— se clasifica mejor como sustracción estratégica. Solo hay que considerar las recientes actividades de Rusia en Europa del Este para ver la sustracción estratégica en acción.
Muchos analistas estratégicos sostienen que el enfoque de Rusia en Ucrania (incluyendo Crimea) fracasó porque no logró una victoria política decisiva y ha dado lugar a un estancamiento en Donbas12. Sin embargo, si se tiene en cuenta la sustracción estratégica, o la ganancia a través de la pérdida percibida, y los objetivos estratégicos de Rusia para Ucrania, entonces parece mucho más plausible que Rusia esté en una base sólida.
Para un observador, Rusia logra sus objetivos con respecto a Ucrania mediante la destrucción táctica, la ocupación de territorio y una capacidad transfronteriza disuasiva. Por ejemplo, si los objetivos estratégicos de Rusia se centran en mantener débil a Ucrania, desacreditar a Kiev y mantener al país fuera de la OTAN, entonces Rusia logró sus objetivos (y sigue haciéndolo). Rusia lo logró mediante la creación de un ejército rebelde proxy en la región de Donbas, dirigiendo ese ejército en un golpe regional contra Kiev, destruyendo la infraestructura en los enclaves de Donetsk y Luhansk, ocupando físicamente prodigiosas franjas de tierra en ellas, matando a un número considerable de soldados ucranianos y manteniendo fuerzas de primera clase en Rostov y otras regiones fronterizas que pueden ser y han sido utilizadas para frustrar los intentos ucranianos de derrotar a los rebeldes y recuperar el territorio13.
Este concepto, la sustracción estratégica, puede ser reducido a nivel operacional y táctico también. Por ejemplo, la destrucción de los aeropuertos de Luhansk y Donetsk en 2014 y 2015, respectivamente, garantizó que las fuerzas armadas ucranianas no intentaran de nuevo retomar esos aeropuertos, solidificando así el poder de los rebeldes proxy y las ganancias territoriales rusas en Ucrania14. Además, la victoria rusa y del ejército proxy desacredita aún más al Gobierno ucraniano al demostrar la incapacidad de Kiev para poner una fuerza creíble en el terreno, elaborar un plan militar eficaz para derrotar a las fuerzas rusas y proxy y proteger a la población y la infraestructura contra la muerte y la destrucción.
La estrategia de Rusia le da la vuelta a la victoria. Para que Rusia pierda, Ucrania tiene que anular el estatu quo: debe derrotar al ejército rebelde, desalojar a las fuerzas rusas de Donbas y Crimea, ser capaz de frustrar contraataques transfronterizos rusos y calmar la situación política e interna que permitió a Rusia desarrollar un movimiento rebelde.
En resumen, las victorias y las derrotas tácticas con frecuencia son solo una herramienta para el estratega en la búsqueda de su verdadero objetivo. Al igual que el padre que perdió intencionadamente en el tres en raya para mantener el interés de su hija y por lo tanto aumentó el tiempo que pasaron juntos (es decir, su verdadero objetivo), la pérdida percibida es a menudo una herramienta útil en la sustracción estratégica. Por consiguiente, es importante no reflejar la propia estrategia o emplear términos emotivos como «bueno» o «malo» al evaluar la estrategia de otro actor, sino evaluar si, de hecho, lo que el adversario está haciendo logra el objetivo deseado.
Entornos basados en reglas—un marco para la explotación
En los entornos estratégicos, los actores juegan para ganar. El historiador Donald Stoker sostiene que «la victoria es lograr el objetivo u objetivos políticos por los que se está luchando, ya sean ofensivos o defensivos, y con suerte a un costo aceptable […] La victoria —ganar— es el objetivo de la guerra»15.
El ganar no está determinado por los adversarios de una parte, aunque ellos ciertamente juegan un papel en el logro de la victoria. Sin embargo, la victoria está determinada por un actor que se une a un conflicto dado, ya sea voluntariamente o no. La victoria está ligada a los objetivos de los actores, pero también a su planteamiento operacional, o a la forma en que alinean sus tácticas para apoyar el logro y el mantenimiento de sus objetivos.
Volviendo de nuevo a la metáfora del tres en raya, el padre pasa por alto cómo su hija definió la victoria —es decir, una mezcla de tiempo, patrones de color, disposición de la forma— porque asume que ella está jugando el juego por sus reglas generalmente aceptadas y por la definición tradicional de la victoria. La hija, jugando para ganar, intencionalmente ocultó esa información a su padre para evitar que él la usara en su contra. Como resultado, el padre proyecta su propia definición de victoria y «buena» estrategia sobre cómo su hija está jugando el juego y por lo tanto se pierde el hecho de que su hija está logrando la victoria de acuerdo a su propia métrica. La cuestión es que las «reglas del juego», o un sistema basado en reglas, crean oportunidades para la explotación por parte de hábiles beligerantes empeñados en lograr y mantener sus respectivos objetivos.
Es importante señalar este concepto porque, como se afirma en un informe reciente, la realpolitik no se acabó con la Guerra Fría16. Tampoco triunfaron los valores occidentales y un sistema basado en reglas en las secuelas de la Guerra Fría, sino que la política de las grandes potencias y la competencia entre las grandes potencias siguen dominando el sistema internacional17. El resurgimiento militarista y casi imperial de Rusia en los últimos años, junto con la iniciativa de la Franja y la Ruta de la Seda de China y su continua militarización, y la injerencia iraní en todo el Medio Oriente, apoyan esta suposición. Más aún, Rusia, China e Irán demuestran regularmente una propensión a torcer y manipular las reglas del sistema internacional basado en normas para su beneficio y usar esas normas como un pasamano para la explotación. En la era actual de la política de las grandes potencias y de la competencia entre ellas, es vital comprender que las reglas del orden internacional, aunque sean idealistas, frecuentemente son irrelevantes. Pocos teóricos estratégicos captan las posibles trampas de creer que todos los actores estratégicos se adherirán al sistema internacional basado en reglas mejor que Everett Dolman. En su obra seminal Pure Strategy: Power and Principle in the Space and Information Age, Dolman sostiene que jugar según las reglas disminuye las opciones de un actor, por lo que lo hace previsible y mucho más susceptible a una derrota estratégica18.
Dolman plantea que la estrategia pura depende de unos pocos principios. El argumento central de Dolman es que mantener el acceso y la influencia es el objetivo estratégico más importante para cualquier actor19. En otras palabras, si la estrategia se equipara a una partida de póquer, el estratega debe centrarse principalmente en mantener un asiento en la mesa y en mantener la capacidad de seguir jugando el juego. Sostiene que la esencia de la estrategia es la búsqueda, y el mantenimiento subsecuente, de una ventaja estratégica continua. Debido a esto, las victorias tácticas son a menudo irrelevantes. A la inversa, un estratega exitoso encuentra oportunidades para manipular las reglas, los límites y el contexto del juego estratégico que se está jugando para avanzar su posición en relación con otros actores estratégicos. Los estrategas sabios lo hacen para aumentar el número de opciones de que disponen en relación con su adversario20.
El teórico de las relaciones internacionales Thomas Schelling ofrece otra perspectiva sobre este punto. Él afirma:
«La guerra parece ser, o amenaza con ser, no tanto una competencia de fuerza como una de resistencia, nervio, obstinación y dolor. Parece ser, o amenaza con ser, no tanto una competición de fuerza militar sino un proceso de negociación —sucio, extorsionado, y a menudo una negociación bastante reacia por un lado o ambos— así t todo, un proceso de negociación»21.
El politólogo Dan Altman sostiene que las reglas aceptadas sobre el uso de la fuerza y las líneas rojas crean un marco que puede ser fácilmente superado por los beligerantes que no quieren o no se interesan por las reglas. Altman postula que avanzar sin atacar es el método principal para crear opciones, torcer las reglas y expandir los márgenes en beneficio propio. Continúa diciendo que los hechos consumados —o la toma de control de un objetivo con una fuerza abrumadora antes de que el adversario tenga tiempo o voluntad de contrarrestarlos— y el empleo de fuerzas proxy son los principales métodos para avanzar sin atacar22. La anexión de Crimea por parte de Rusia y la invasión de la cuenca del río Donets en Ucrania en 2014 ofrecen un ejemplo instructivo que subraya la interacción de estos conceptos y demuestra claramente la utilidad de avanzar sin atacar, el hecho consumado, y la utilidad de la guerra proxy.
De aun más importancia, la expedición rusa a Ucrania demuestra que las definiciones tradicionales de la victoria y de adhesión a un marco mental basado en reglas no son necesariamente herramientas útiles para comprender el cómo y el porqué de la estrategia de un actor. Por lo tanto, se deduce que no se debe medir la estrategia utilizando términos emotivos como bueno y malo, sino términos como eficaz o ineficaz. Además, las reglas no deben ser consideradas como una guía, sino como un medio de manipulación.
EL TRES EN RAYA ESTRATÉGICO
Los habitantes de la ciudad de Alepo, Siria, caminan entre los escombros del antiguo barrio de Salaheddine, controlado por los rebeldes, el 20 de enero de 2017, en el este de la cuidad. (Foto: Hassan Ammar, Associated Press)
Operando bajo la suposición de que las potencias occidentales harían poco para desafiar su intervención militar en Siria más allá de hacer amenazas, Rusia se arriesgó a una campaña militar bien planificada y sofisticada destinada a lograr rápidamente la destrucción de los opositores al régimen sirio que permitiera al Gobierno sirio reafirmar el control sobre la mayor parte de su territorio. Al hacerlo, Rusia ignoró la amplia condena diplomática y mediática mundial de sus acciones, en particular las que dieron lugar a la pérdida generalizada de vidas civiles, previendo que el interés mundial en Alepo se olvidaría rápidamente si se lograba una estabilidad relativa para Siria mediante una acción militar decisiva y rápida. Aunque centrada en la región, el éxito de la apuesta estratégica de Rusia en Siria mejoró enormemente su posición como gran potencia no solo en el Oriente Medio, sino también en todo el mundo.
Conclusión
La incapacidad de Estados Unidos para concluir con éxito sus recientes guerras refleja una apreciación y aplicación inmadura de la estrategia. Para remediar los efectos contraproducentes de la falta de visión estratégica, los líderes militares de EUA deben trascender las visiones simplistas de la estrategia que reducen el proceso a una ecuación lineal poco sofisticada. Además, deben pensar más allá de términos emocionales cuantificables como bueno y malo. En lugar de ellos, deben definir objetivos factibles y luego organizar operaciones para lograr o alcanzar ese objetivo. En cuanto a este punto, el estratega ruso Alexsandr Svechin sostiene que «el pensamiento estratégico comienza cuando una persona, en el curso de las operaciones militares, comienza a ver un cierto camino que debe recorrerse para lograr los objetivos de la guerra»23.
La organización de las operaciones debe tener en cuenta la estación única, los aliados y los socios de cada actor —activos y latentes— y la información incompleta. Al hacerlo, las suposiciones inconvenientes no deben ser dejadas de lado, sino que deben ser tomadas en cuenta. Más aún, el desarrollo de la estrategia debe incluir a pensadores libres, charlatanes doctrinales y teóricos y estadísticos para ayudar a compensar el pensamiento de grupo que a menudo domina la planificación estratégica.
También es instructivo comprender que los adversarios potenciales están trabajando activamente para avanzar sus propias estrategias. Por ejemplo, el jefe de estado mayor ruso, el general Valeri Guerásimov, declaró recientemente: «Debemos superar al enemigo en el desarrollo de la estrategia militar y avanzar un paso más»24. Por ello, los estudiantes y los practicantes de estrategia deben estudiar el tema de manera similar a la del historiador Michael Howard, quien sostiene que hay que estudiar la historia en su amplitud, profundidad y contexto25. En último lugar, es importante comprender que la estrategia impulsa las tácticas. Esta afirmación no es nada nuevo, pero es importante comprender que la estrategia puede proyectar una larga sombra, influyendo fuertemente en las operaciones y tácticas relacionadas. Si la estrategia tiene el objetivo de engañar y desinformar, como la sustracción estratégica, se puede esperar que las operaciones y las tácticas se hagan eco de este planteamiento.
Tal como una doctrina útil requiere una combinación de teorías y conceptos tácticos y operacionales, también la requiere la estrategia. No cabe duda de que el teórico estratégico de EUA J. C. Wylie sostiene que para que la estrategia sea eficaz, se requiere una comprensión diversa y no una mentalidad dogmática que refleje la estrategia, porque «la limitación a la apreciación intuitiva de la teoría de estrategia propia inhibe casi automáticamente la apreciación adecuada de cualquier otra»26.
Un agradecimiento especial al mayor Bill Murray, quien despertó el interés sobre el tema de este artículo durante una discusión previa en la Escuela de Estudios Militares Avanzados del Ejército de EUA en el invierno de 2016. Esa discusión, junto con la metáfora que se menciona aquí, impulsó este trabajo. Sin esa discusión, este artículo no habría sido escrito.
Notas
- Michael Howard, The Causes of War (Cambridge, Massachusetts: Harvard University Press, 1983), 37.
- Thomas E. Ricks, Fiasco: The American Military Adventure in Iraq, 2003 to 2005 (Nueva York: Penguin Books, 2007); Thomas E. Ricks, The Gamble: General David Petraeus and the American Military Adventure in Iraq, 2006-2008 (New York: Penguin Books, 2009); Thomas E. Ricks, The Generals: American Military Command from World War II to Today (Nueva York: Penguin Books, 2013).
- Donald Stoker, Why America Loses Wars: Limited War and US Strategy from the Korean War to the Present (Cambridge, RU: Cambridge University Press, 2019), 18–19.
- Sean McFate, The New Rules of War: Victory in the Age of Durable Disorder (Nueva York: HarperCollins, 2019), 5.
- Ibíd., 11–22.
- Roger Myerson, Game Theory: Analysis of Conflict (Cambridge, Massachusetts: Harvard University Press, 1997), 64–66.
- Ibíd.
- Harry Yarger, «Toward a Theory of Strategy: Art Lykke and the Army War College Strategy Model», en Guide to National Security Policy and Strategy, ed. J. Boone Bartholomees Jr., 2a ed. (Carlisle, Pensilvania: U.S. Army War College Press, 2006), 107–13; Lawrence Freedman, Strategy: A History (Oxford, RU: Oxford University Press, 2015), x–xii.
- Aleksandr Svechin, Strategy (Minneapolis: Eastview Press, 1992), 248.
- J. F. C. Fuller, Generalship: Its Diseases and Their Cure (Harrisburg, Pensilvania: Military Service Publishing, 1936), 52.
- Robert Putman, «Diplomacy and Domestic Politics: The Logic of Two-Level Games», International Organization 42, nro. 3 (Verano de 1988): 427–46.
- Lawrence Freedman, Ukraine and the Art of Strategy (Oxford, RU: Oxford University Press, 2019), 1–5.
- Amos Fox ay Andrew Rossow, «Making Sense of Russian Hybrid Warfare: A Brief Assessment of the Russo-Ukrainian War», Land Warfare Paper 112 (Arlington, Virginia: Association of the United States Army, marzo de 2017), 3–12.
- Amos Fox, «Cyborgs at Little Stalingrad: A Brief History of the Battles of the Donetsk Airport, 26 May 2014 to 21 January 2015», Land Warfare Paper 125 (Arlington, Virginia: Association of the United States Army, mayo de 2019), 4–11.
- Stoker, Why America Loses Wars, 176.
- Malcolm Chalmers, «Which Rules? Why There Is No Single ‘Rules-Based International System’» (occasional paper, London: Royal United Services Institute [RUSI], abril de 2019), 30–31.
- Ibíd.
- Everett Dolman, Pure Strategy: Power and Principle in the Space and Information Age (Nueva York: Frank Cass, 2005), 43.
- Ibíd., 127.
- Ibíd., 75.
- Thomas Schnelling, Arms and Influence (New Haven, Connecticut: Yale University Press, 1966), 7.
- Dan Altman, «Advancing without Attacking: The Strategic Game around the Use of Force», Security Studies 27, nro. 1 (agosto de 2017): 55–58, https://doi.org/10.1080/09636412.2017.1360074.
- Svechin, Strategy, 239.
- Valeri Guerásimov, «The Development of Military Strategy under Contemporary Conditions: Tasks for Military Science», Military Review, trads. Harold Orenstein y Timothy Thomas, (exclusivo en línea, noviembre de 2019), accedido 19 de marzo de 2020, https://www.armyupress.army.mil/Journals/Military-Review/Online-Exclusive/2019-OLE/November/Orenstein-Gerasimov/.
- Howard, The Causes of War, 195–97.
- J. C. Wylie, Military Strategy: A General Theory of Power Control (Annapolis, Maryland: Naval Institute Press, 2014), 29.
El mayor Amos C. Fox, Ejército de EUA, es el oficial ejecutivo del 3er Escuadrón, 4a Brigada de Asistencia de las Fuerzas de Seguridad, en Fort Carson, Estado de Colorado. Es egresado de la Escuela de Estudios Militares Avanzados del Ejército de EUA, la Universidad de Ball State y la Universidad de Indiana-Purdue en Indianápolis. Sus asignaciones previas incluyen en la 1a División Blindada, la 4a División de Infantería, el 11o Regimiento de Caballería Blindado y la Escuela de Fuerzas Blindadas del Ejército de EUA.
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