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El Ejército de EUA, la Fuerza Conjunta y el Indo-Pacífico
Teniente primero Joshua Ratta, Ejército de EUA
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Las campañas conjuntas pueden requerir operaciones terrestres como parte de la acción unificada, ya que las fuerzas terrestres a menudo controlan áreas o medios que influyen y permiten las operaciones en los otros dominios. Por esta razón, las operaciones terrestres son vitales durante casi todas las operaciones, incluso en lugares donde dominan las fuerzas marítimas o aéreas.
—Army Doctrine Publication (ADP) 1, The Army
Mientras el Departamento de Defensa continúa con su largamente anunciado pivote hacia China, el Ejército, con la responsabilidad principal de «llevar a cabo un combate terrestre rápido y sostenido», parece estar fuera de lugar1. Aunque el Ejército ha llevado a cabo iniciativas como las rotaciones de brigadas de asistencia a las fuerzas de seguridad (SFAB) en el Indo-Pacífico, ha celebrado el uso de baterías de artillería del Sistema de Cohetes de Alta Movilidad para enfrentarse a objetivos navales, y ha comenzado a experimentar con innovadoras fuerzas de tarea multidominio (MDTF), ha tenido dificultades no solo para justificar el impacto de dichas capacidades, sino también para fusionar estas acciones en una estrategia global en el Pacífico para su integración con la fuerza conjunta2. Para explicar plenamente las capacidades existentes y emergentes del Ejército, este debe expresar sus contribuciones en el Pacífico en tres misiones distintas: establecer la fuerza conjunta, sostener la fuerza conjunta y proporcionar apoyo del Ejército de EUA a las naciones socias.
La capacidad del Ejército para establecer y sostener el teatro de operaciones es esencial para que la fuerza conjunta pueda tomar la iniciativa y restringir las opciones de la fuerza enemiga. Establecer las condiciones en el teatro para la fuerza conjunta incluye la creación de acceso e infraestructura para apoyar las operaciones de la fuerza conjunta. El Ejército posee capacidades únicas... [incluyendo] el apoyo de inteligencia; las comunicaciones, la apertura de puertos y aeródromos; la logística; la defensa antiaérea basada en tierra; y la recepción, concentración, movimiento subsiguiente e integración.
—ADP 1, The Army3
Establecer la fuerza conjunta
En el Pacífico, el aumento de las capacidades de fuego del Ejército a través de las baterías de misiles y los sistemas de defensa antiaérea podría reducir tanto la Armada del Ejército de Popular de Liberación (PLAN) como la Fuerza Aérea del Ejército Popular de Liberación (PLAAF), protegiendo al mismo tiempo a la fuerza conjunta de los medios de ataque chinos. Equipadas con fuegos antibuque de largo alcance, las baterías de misiles del Ejército — los núcleos de las MDTF — pueden crear zonas de alto riesgo y prohibidas para las fuerzas navales chinas, canalizándolas hacia zonas de enfrentamiento conocidas para la persecución más amplia de medios de ataque de las fuerzas conjuntas. Estas fuerzas de ataque del Ejército, situadas cerca del pequeño número de cuellos de botella que controlan el acceso a la primera y segunda cadenas de islas (cadenas de islas que forman límites concéntricos aproximadamente paralelos a la costa china), serían un uso eficaz de las capacidades de negación del mar del Ejército, al tiempo que permitirían que los regimientos litorales del Cuerpo de Infantería de Marina más especializados y móviles operen hacia delante dentro del perímetro defensivo antiacceso/negación de área chino4. Dicha presencia de negación del mar, incluso a distancia de una zona principal de operaciones, también interrumpiría las líneas de comunicación marítimas chinas ampliadas sin necesidad de un apoyo significativo de la Armada adjunta5. Si se analiza desde el punto de vista defensivo, la disponibilidad de una capacidad de negación del mar del Ejército de EUA resulta cada vez más atractiva a medida que la PLAN continúa sus esfuerzos por crear una capacidad de ataque naval ofensiva fuera de la primera cadena de islas6. Las MTDF del Ejército ayudarían a evitar esos esfuerzos, al tiempo que proporcionarían un área de concentración protegida para los equipos de fuerzas conjuntas que se organicen para penetrar en el perímetro defensivo chino. Además, cuando están equipadas con la capacidad de misiles superficie-superficie proporcionada por los actuales sistemas de misiles tácticos del Ejército o los fuegos de precisión de largo alcance en desarrollo, las baterías de misiles del Ejército ofrecen la capacidad de realizar incursiones de artillería en las bases chinas para destruir las capacidades de ataque defensivas y ofensivas chinas, preparando aún más el campo de batalla para la futura explotación por parte de las fuerzas conjuntas.
Como se demostró durante el ejercicio Rim of the Pacific 2018, la aviación de ataque del Ejército también tiene la capacidad de enfrentar objetivos navales7. Mientras que atacar a las fuerzas de tarea navales de China sería probablemente demasiado difícil, la aviación del Ejército podría enfrentar fácilmente a los buques auxiliares navales más débiles de la milicia marítima y guardia costera chinas, que probablemente estarían llevando a cabo una serie de misiones que incluyen operaciones de inteligencia y reconocimiento, contrarreconocimiento, guerra antisubmarina (ASW) y minado8. Este uso de la aviación del Ejército, reforzado aún más por las inversiones del Ejército en diseños de helicópteros de nueva generación y municiones de largo alcance, tendría el beneficio adicional de permitir la concentración de la Fuerza Aérea y la Armada de EUA contra la más formidable PLAN9. La aviación del Ejército también podría contribuir bajo el mar, reforzando las capacidades de ASW de la Armada de EUA contra una amenaza submarina china cada vez más formidable. Aunque sería exagerado sugerir que los aviadores del Ejército reciban entrenamiento de ASW como sus homólogos de la Armada y posiblemente de los infantes de Marina no es exagerado imaginar que las aeronaves del Ejército sirvan como medios de entrega adicionales para una variedad de drones y sensores diseñados que ayudarían a crear conciencia submarina para la fuerza conjunta10.
En un ambiente operacional marcado por el uso extensivo de misiles lanzados por tierra, aire y mar, así como por ataques aéreos convencionales y de aviones no tripulados, las capacidades de defensa antiaérea en capas tendrán una gran demanda. Además de la protección de las MDTF por parte de la defensa antiaérea del Ejército y la posibilidad de organizar temporalmente tareas para otros elementos de alto valor de las fuerzas conjuntas, los defensores antiaéreos del Ejército también podrían ayudar a proporcionar una capacidad de defensa contra misiles balísticos en el teatro de operaciones11. La defensa antiaérea del Ejército también podría proporcionar efectos ofensivos, creando zonas de alto riesgo para la PLAAF. El avance de una cobertura protectora, incluso una que pueda ser abrumada o derrotada, reduciría los radios de vuelo de la PLAAF, disminuyendo así el alcance del armamento lanzado desde el aire sin que se reasignen recursos adicionales de la PLAAF o de la PLAN para una misión de supresión protectora de la defensa antiaérea enemiga. En cualquier caso, la presencia de la defensa antiaérea del Ejército complicaría las operaciones del enemigo y obligaría a invertir más recursos chinos en operaciones adicionales de habilitación para mantener las capacidades de ataque indirecto. Ya sea contra objetivos terrestres, marítimos o aéreos, el aumento de la capacidad de fuego del Ejército proporcionaría a la fuerza conjunta múltiples opciones de enfrentamiento para establecer las condiciones de futuras operaciones conjuntas, al tiempo que aumentaría la gama de amenazas de las que debe defenderse el Ejército Popular de Liberación (EPL).
Mientras que los complejos de fuegos del Ejército establecerían las condiciones para la libertad de maniobra de la fuerza conjunta al restringir las opciones del enemigo y destruir sus medios, los elementos de apoyo al combate del Ejército poseen la capacidad de permitir dicha maniobra mediante el uso de unidades de inteligencia, cibernéticas, de comunicaciones e ingeniería. Dichos elementos de apoyo al combate podrían ser agregados para apoyar a varias MDTF del Ejército, y los elementos destacados también podrían encontrar un uso significativo en el cumplimiento de los requisitos y necesidades de la fuerza conjunta.
La invasión rusa de Ucrania, la operación Escudo de Primavera de Turquía en el norte de Siria y el conflicto de 2020 en la región de Nagorno-Karabaj han proporcionado sólidos ejemplos de una red que combina sensores y otros medios de inteligencia con una red de tiradores — drones, aviones de ataque y artillería — para atacar blancos. Siguiendo la lógica de que el primer paso en la cadena de muerte de las fuerzas conjuntas o del EPL es el sensor — drone, barco pesquero de la milicia, regimiento litoral de la Marina china, etc. — existe la exigencia de que el sensor amigo detecte, clasifique e informe de la presencia del enemigo sin ser detectado. La fuerza conjunta debe estar preparada para procesar grandes cantidades de información sobre las actividades chinas y convertirla en inteligencia accionable, al tiempo que gestiona la creciente confusión entre las actividades cibernéticas y de inteligencia, tradicionalmente separadas12. La superposición del rápido crecimiento previsto del Internet de las cosas, una red de dispositivos conectados globalmente a Internet, al ambiente operacional de la primera cadena de islas revela otro problema. El conflicto entre Estados Unidos y China en el Pacífico tendrá lugar entre algunas de las vías fluviales más densamente pobladas y transitadas del mundo, lo que dará a cualquier persona con un teléfono móvil o dispositivo similar, incluidas las que se encuentran en poblaciones neutrales, una visión de primera línea del conflicto y la capacidad de compartir dicha visión de forma global y casi instantánea13. También existen amenazas estratégicas combinadas cibernéticas y de inteligencia, que van desde las enormes cantidades de equipos de seguridad chinos que se utilizan en todo el mundo, incluso en naciones asociadas como Alemania, hasta la creciente capacidad de utilizar simples dispositivos conectados a Internet, como los rastreadores de fitness, para revelar inadvertidamente instalaciones seguras y movimientos de personal14. Cuando se combina con la información recopilada de anteriores hackeos chinos de archivos de personal de EUA, la probabilidad de que China pueda obtener información crítica sobre los despliegues militares estadounidenses, incluso antes de salir del territorio continental de Estados Unidos, es increíblemente alta15.
Para problemas de tal magnitud, las comunidades de inteligencia y cibernética del Ejército de EUA deben estar preparadas para apoyar a la fuerza conjunta. Mientras que las distintas instituciones armadas podrían centrarse en la inteligencia táctica y el apoyo cibernético, el Ejército podría liderar el desarrollo de centros de inteligencia conjuntos capaces de procesar grandes cantidades de información para convertirla en inteligencia accionable para las unidades de vanguardia, escalonando y mejorando las capacidades de recopilación y procesamiento de información. No basta con que los sensores estadounidenses existan, sino que deben estar correctamente orientados por operaciones de inteligencia exitosas hacia objetivos potenciales o áreas de interés. Para proteger a las fuerzas estadounidenses desde el momento de su activación dentro del territorio continental de Estados Unidos, estos centros de inteligencia deben trabajar también en la realización de operaciones de engaño y contrainteligencia a una escala que no se había visto desde la Segunda Guerra Mundial. Aunque está por ver si la mejor política es simplemente sobrecargar las fuentes de inteligencia hostiles con señales falsas o intentar pasar completamente desapercibidos, hay que hacer algo, y a escala, para evitar el éxito de las operaciones de recopilación de inteligencia chinas durante la movilización de las fuerzas conjuntas. La lucha por el control de la firma electromagnética no puede esperar a comenzar dentro del perímetro defensivo chino. En el caso de los ataques contra objetivos civiles, como las instalaciones portuarias y las infraestructuras críticas de apoyo a las operaciones militares, tanto el Comando Cibernético de EUA como las agencias cibernéticas civiles necesitarían probablemente ayuda para combatir las formidables incursiones chinas y recurrir también a estos centros de inteligencia conjuntos. También hay que tener en cuenta que otros actores maliciosos podrían aprovechar la confusión generada por las actividades cibernéticas chinas y lanzar otros ataques propios contra objetivos estadounidenses vulnerables.
El Ejército también puede ayudar a proporcionar el enlace crucial entre el sensor y el tirador con sistemas de comunicaciones robustos. Esto no quiere decir que un nodo sensor de los infantes de Marina tenga que pasar por un nodo de comunicaciones del Ejército para llegar a un tirador de los Marines o a otro recurso de ataque de la fuerza conjunta, pero es necesario que exista esa infraestructura de comunicaciones. Ya sea para asignar una ojiva a un objetivo o para señalar mediante una solicitud manual o automatizada que se necesita otra munición de una red de suministro de la zona de retaguardia, es necesario contar con una red de comunicaciones robusta y segura para apoyar estas actividades, especialmente en una región marcada por las enormes distancias entre los combatientes y las áreas de apoyo. En el caso de un conflicto en el Pacífico, la demanda de dicha red no hará más que aumentar a medida que más equipos de fuerzas conjuntas, tanto tripulados como no tripulados, cada uno con sus propias redes de comunicaciones y dificultades, se desplieguen en la región en medio de los persistentes ataques chinos a las infraestructuras de comunicaciones y satélites estadounidenses. Los equipos de comunicaciones del Ejército estarán muy solicitados para garantizar que la capacidad de comunicación de la fuerza conjunta no se convierta en un repentino talón de Aquiles.
De todas las ramas de los servicios de combate del Ejército, es probable que los ingenieros, incluido el Cuerpo de Ingenieros del Ejército, tengan el conjunto de misiones más diverso desde la línea de vanguardia de las tropas hasta los puertos de embarque en Estados Unidos. Aunque la presencia de una red altamente letal de sensores a tiradores impediría la existencia de instalaciones sólidas y permanentes dentro de la zona de combate, se necesitarían ingenieros para ayudar a la construcción rápida de bases e instalaciones temporales el tiempo suficiente para cumplir una serie de misiones antes de trasladarse para evitar la detección o un contraataque del EPL. Por el contrario, la exigencia de que las unidades de la retaguardia procesen e impulsen grandes cantidades de material desde múltiples áreas de apoyo requerirá que dichas áreas no solo se mantengan y probablemente se amplíen, sino que en muchos casos se establezcan en lugares remotos antes de la operación. En la zona de retaguardia, los ingenieros del Ejército también serán necesarios para garantizar la continuidad de las operaciones de las infraestructuras críticas y nodos logísticos que probablemente estén bajo una combinación de ataques cinéticos y no cinéticos chinos.
Sostener la fuerza conjunta
Es comprensible que el Ejército, como actor clave en la ejecución del sostenimiento de fuerzas conjuntas en un teatro marítimo, sea recibido con escepticismo. Sin embargo, este escepticismo ignora las capacidades del Ejército, que a menudo se pasan por alto, y la realidad de la zona de retaguardia en un futuro conflicto en el Pacífico.
El Ejército posee una capacidad de sostenimiento latente, incluso en un escenario marítimo. A menudo se pasa por alto en el inventario del Ejército sus casi trescientas embarcaciones que forman parte del Comando de Transporte16. Aunque poco reconocidas y con una financiación similar, proporcionan una capacidad de transporte adicional, ya sea con o sin tripulación, y operan dentro del perímetro defensivo chino o en misiones de suministro menos peligrosas en toda la zona de retaguardia17. Es fundamental que el Ejército disponga también de medios de conexión entre barcos y tierra, lo que es fundamental en un teatro de operaciones inmaduro en el que la infraestructura de las instalaciones portuarias para la transferencia de grandes materiales es inexistente o está dañada18.
Aunque la contribución del Ejército al apoyo logístico es una pieza fundamental de la función de guerra de sostenimiento, no es la única. La Army Doctrine Publication 4-0, Sustainment, describe el sostenimiento como «la provisión de logística, gestión financiera, servicios de personal y apoyo de servicios de salud necesarios para mantener las operaciones hasta la finalización exitosa de la misión»19. Es fundamental que, aunque el Ejército pueda liderar la facilitación, organización y coordinación de estos procesos, y añadir sus importantes recursos a estas acciones, no debería intentar anular unilateralmente los modos de operación de las distintas instituciones armadas en lo que respecta a las actividades de sostenimiento de la retaguardia. En un conflicto con China, las exigencias sobre el sostenimiento de las fuerzas conjuntas serán lo suficientemente extremas como para que no se produzcan luchas internas causadas por la incapacidad de las instituciones militares para cooperar.
De igual importancia para el buen funcionamiento de la retaguardia sería la capacidad del Ejército para garantizar su seguridad. Aunque la atención se ha centrado en el creciente inventario de misiles balísticos chinos capaces de alcanzar la segunda y tercera cadenas de islas, lo que exige una presencia de defensa contra misiles balísticos en el teatro de operaciones del Ejército de EUA, China también posee medios desplegables en la zona de retaguardia tanto en su Milicia Marítima de las Fuerzas Armadas Populares como en su enorme flota pesquera civil. Dichos buques tendrían un uso importante en las operaciones de recopilación de información sobre las actividades de las fuerzas conjuntas de EUA, tanto para integrarse con las capacidades de ataque chinas como para advertir de las próximas operaciones de las fuerzas conjuntas20. Aunque Christopher Booth sostiene que Estados Unidos debería emular el programa británico Shetland Bus de utilizar buques civiles para apoyar las operaciones encubiertas en Noruega durante la Segunda Guerra Mundial para un futuro conflicto en el Pacífico, se puede ver claramente que la milicia marítima china ya se está preparando para tal misión a través de repetidos entrenamientos y ejercicios navales21. Los buques pesqueros chinos servirían como barcos de apoyo para una variedad de propósitos, incluyendo ataques con drones, minado ofensivo de largo alcance y transporte de fuerzas de operaciones especiales chinas22. Aunque una zona de retaguardia en el Pacífico comenzaría en la segunda cadena de islas, la distancia no proporciona una seguridad completa. La flota pesquera china ya ha despertado la alarma en los círculos de defensa por sus operaciones de pesca a gran escala en lugares tan lejanos como las Islas Galápagos, y por su capacidad de evadir dispositivos de posicionamiento marítimo. Esto sería un problema durante un conflicto en el que la mayor parte de los esfuerzos de inteligencia estadounidenses se centrarían en la disposición de la PLAN y no en los miles de buques pesqueros chinos casi civiles que tienen la ventaja añadida de parecerse a la gran mayoría de los buques pesqueros pertenecientes de cualquier otra nación23. También es preocupante la creciente adquisición de tierras por parte de China en lugares tan lejanos como Micronesia, que podrían proporcionar apoyo logístico adicional para tales esfuerzos, así como bases para ataques más convencionales con drones o misiles24.
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La realidad de un conflicto entre las dos potencias mundiales que se produzca en la región más poblada y con mayor tráfico marítimo del mundo garantiza unas consecuencias para las naciones circundantes que van más allá de los daños físicos y medioambientales.
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Para protegerse de este tipo de operaciones, el Ejército podría utilizar una serie de medios a su disposición. En primer lugar, la simple presencia de tropas terrestres para protegerse contra los sabotajes y las incursiones de las fuerzas especiales25. Esto no implica que las fuerzas de seguridad de los Marines, la Armada o la Fuerza Aérea de EUA sean incapaces, pero su tamaño en comparación con las posibles demandas de seguridad crea su propia insuficiencia. Así, no es de extrañar que incluso las unidades de infantería del Ejército puedan ser utilizadas mundanamente como fuerzas de seguridad. La aviación del Ejército y los medios adicionales de inteligencia, vigilancia y reconocimiento también podrían estar presentes para ayudar a patrullar una zona amplia en busca de embarcaciones marítimas irregulares chinas, dedicando la Armada y el Servicio de Guardacostas a la incautación de dichas embarcaciones. Como última línea de defensa, los medios del Ejército, incluyendo la defensa antiaérea e ingenieros, podrían intentar limitar los efectos de los ataques a través de la defensa activa contra misiles, así como a través de medidas pasivas como el endurecimiento de las bases y la regeneración y reparación de fuerzas e instalaciones26. En la zona de retaguardia, el Ejército también podría emplearse para realizar ataques contra bases de apoyo chinas más pequeñas, que probablemente estén menos defendidas y protegidas que una base china dentro de la primera cadena de islas, al tiempo que se conservan unidades más especializadas para objetivos más difíciles. Como las amenazas a la zona de retaguardia ya no se limitan a la destrucción cinética, los especialistas de comunicaciones del Ejército trabajarían para garantizar el mantenimiento de amplias líneas de comunicación que permitan el movimiento de suministros y fuerzas hacia el teatro de operaciones mientras los equipos cibernéticos del Ejército trabajan para proteger los nodos logísticos civiles y militares críticos.
Apoyar a las naciones asociadas
La infame tiranía de la distancia al hablar de las operaciones estadounidenses en el Pacífico deja claro que, además de las limitadas fuerzas estadounidenses preposicionadas que soportan el peso de los combates, también lo harán los aliados regionales, y será vital que la fuerza conjunta esté preparada para apoyar y operar junto a dichos aliados. En este sentido, el Ejército, con sus SFAB especialmente desarrolladas, sería clave para facilitar esa cooperación y coordinación. Esto no quiere decir que el resto de la fuerza conjunta no tenga sus propios acuerdos de cooperación y asociaciones en la región, sino que las SFAB posee una ventaja única. A pesar de la geografía marítima del Pacífico, la mayoría de los ejércitos del Indo-Pacífico siguen centrados en el Ejército y en aumentar las capacidades asimétricas más baratas — principalmente los misiles antibuque con base en tierra para combatir a la PLAN27. Aunque algunos pueden sugerir que los infantes de Marina pueden desempeñar ese papel, esa decisión supondría dispersar una fuerza ya de por sí escasa e ignorar una fuerza ya preparada capaz de llevar a cabo asociaciones entre ejércitos.
Además de la asistencia militar directa, las unidades de las Fuerzas Especiales del Ejército y las SFAB podrían ayudar a los países socios en diversas acciones de estabilidad interna, incluyendo la lucha contra las campañas de información chinas sobre la población civil y el refuerzo de las fuerzas de seguridad internas. La realidad de un conflicto entre las dos potencias mundiales que se produzca en la región más poblada y con mayor tráfico marítimo del mundo garantiza unas consecuencias para las naciones circundantes que van más allá de los daños físicos y medioambientales. Tanto Estados Unidos como China buscarían conseguir socios dispuestos a ofrecer bases adicionales para medios terrestres y proporcionar espacio de maniobra marítimo y aéreo. Así, es razonable esperar un aluvión de campañas de operaciones de información diseñadas para influir en las poblaciones y sus gobiernos hacia una posición en el conflicto que se produzca simultáneamente con la interrupción de las redes tradicionales de comercio marítimo y pesca que devastaría las economías locales. Aunque variaría de una nación a otra y dependería de la disponibilidad de fuerzas estadounidenses, es absurdo suponer que no se pedirá a Estados Unidos que lleve a cabo diversas misiones de asistencia en el Indo-Pacífico como consecuencia de las consecuencias de un conflicto en el Pacífico. Para mantener las relaciones en curso, reforzar las alianzas contra China y retener la moral en un conflicto, es probable que Estados Unidos se vea obligado a responder.
Desafíos
Incluso con un marco más claro de las prioridades del Ejército de EUA en el Pacífico, existen problemas. Los líderes del Ejército tendrán que explorar y experimentar con nuevos conceptos, incluyendo la posible primacía regional de fuegos sobre la maniobra, nuevas organizaciones de tareas, reconfiguración de la estructura de fuerzas y cambios en las relaciones de mando tanto internas del Ejército como con la fuerza conjunta. Las unidades tendrán que entrenarse para las operaciones en el Pacífico en áreas de entrenamiento que no son campos de tiro desérticos y llanos, sino selvas tropicales y vastos espacios marítimos, no solo por sí mismas sino también con otros elementos de la fuerza conjunta, tanto en los componentes activos como en los de la reserva. Hay equipamientos que necesitarán ser actualizados, comprados y probados en la guarnición de origen y en la humedad del Pacífico para garantizar su plena fiabilidad. El Ejército tendrá que pensar en cómo llega al Pacífico cualquier combinación de fuerzas, aunque esté perfectamente organizada. No solo las embarcaciones del Ejército necesitarían algún tipo de escolta naval, sino que el desvío de medios logísticos clave de la Fuerza Aérea y la Armada también requeriría que el Ejército priorizara cuidadosamente su propia entrada de fuerzas en la región con un apoyo externo limitado. Por muy complicados que sean estos problemas logísticos, quizás lo más complicado sea encontrar una ubicación para las fuerzas del Ejército. Mientras que las bases de apoyo en la retaguardia y las MDTF pueden encontrar mucho terreno en los territorios estadounidenses de la segunda y tercera cadena de islas, cualquier base más al oeste requeriría el acceso de la nación anfitriona, lo que actualmente es una propuesta problemática28. Por último, todas estas propuestas deben equilibrarse con los importantes compromisos globales del Ejército de EUA.
Conclusión
En la actualidad, la fuerza conjunta se está preparando para luchar contra China sin tener muy en cuenta la gran cantidad de capacidades que el Ejército ofrece. Tanto si se trata de misiones de asesoramiento y asistencia militar, como de apoyo logístico a la fuerza conjunta, o ataques contra los medios de la PLAN y la PLAAF por parte de las MDTF y otras unidades, el Ejército proporciona importantes capacidades a la fuerza conjunta en el Pacífico, capacidades que no deben ser subestimadas ni desestimadas. Como probable fuerza de apoyo, el Ejército seguirá enfrentándose a preguntas sobre sus inversiones en el Pacífico, teniendo en cuenta la geografía marítima dominante del teatro de operaciones y sus actuales compromisos globales, lo que requiere una justificación clara y concisa de cualquier contribución actual o futura de este a la región del Pacífico. A fin de prever y expresar adecuadamente el apoyo del Ejército a la fuerza conjunta, todos sus esfuerzos en el Pacífico deben clasificarse en tres misiones distintas: establecer la fuerza conjunta, sostener la fuerza conjunta y proporcionar apoyo a las naciones socias. Un marco tan preciso no solo proporcionaría una respuesta inmediata a lo que el Ejército proporciona en el Pacífico, sino que también serviría como punto de referencia para medir sus futuras iniciativas y planificaciones, contribuyendo a evitar desviaciones internas de tiempo, recursos y esfuerzos en la mera duplicación de las capacidades de la fuerza conjunta simplemente por el deseo de ponerle un toque verde oliva.
Notas
- Epígrafe.Army Doctrine Publication (ADP) 1, The Army (Washington, DC: U.S. Government Publishing Office [GPO], 2019), párrafo 2-16.
- Ibid., párrafo 1-1.
- Thomas Brading, «5th SFAB: More Missions, Fixed Indo-Pacific Presence Ahead», Army.mil, 25 de febrero de 2021, accedido 7 de septiembre de 2021, https://www.army.mil/article/243702/5th_sfab_more_missions_fixed_indo_pacific_presence_ahead; Thomas Brading, «First Multi-Domain Task Force Plans to Be Centerpiece of Army Modernization», Army.mil, 1 de febrero 2021, accedido 7 de septiembre de 2021, https://www.army.mil/article/242849/first_multi_domain_task_force_plans_to_be_centerpiece_of_army_modernization; Rachael Jeffcoat, «Army Conducts 1st RIMPAC Joint Live-Fire Sinking Exercise as Multi-Domain Task Force», Army.mil, 23 de julio de 2018, accedido 7 de septiembre de 2021, https://www.army.mil/article/208852/army_conducts_1st_rimpac_joint_live_fire_sinking_exercise_as_multi_domain_task_force.
- ADP 1, The Army, párrafo 2-8.
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- Thomas Newdick y Joseph Trevithick, «China Wants to Revive a Strategically Located Airfield Deep in the Pacific: Report», The Drive, 6 de mayo de 2021, accedido 7 de septiembre de 2021, https://www.thedrive.com/the-war-zone/40471/china-wants-to-revive-a-strategically-located-military-airfield-deep-in-pacific-report.
- Kelly et al., The U.S. Army in Asia, 90.
- Ibid., 89, 91–93; Martin y Wooley, «The Army’s Role in the Future Pacific Theater»; William J. Bowers y Thomas D. Wood, «The Shield of the Indo-Pacific», Proceedings 146, nro. 11 (noviembre de 2020), accedido 7 de septiembre de 2021, https://www.usni.org/magazines/proceedings/2020/november/shield-indo-pacific.
- Kelly et al., The U.S. Army in Asia, 87; Satoru Nagao, «Strike Capabilities of Japan, India, Australia Key for US-Led Counter-China Strategy», The Sunday Guardian Live, 1 de marzo de 2021, accedido 7 de septiembre de 2021, https://www.sundayguardianlive.com/news/strike-capabilities-japan-india-oz-key-us-led-counter-china-strategy.
- Sydney J. Freedberg, «‘$64K Question’: Where in Pacific Do Army Missiles Go?», Breaking Defense, 26 de marzo de 2021, accedido 7 de septiembre de 2021, https://breakingdefense.com/2021/03/64k-question-where-in-pacific-do-army-missiles-go/; Blake Herzinger y Elee Wakim, «The Assumption of Access in the Western Pacific», Center for International Maritime Security, 5 de junio de 2020, accedido 7 de septiembre de 2021, https://cimsec.org/the-assumption-of-access-in-the-western-pacific/.
El teniente primero Joshua Ratta, Ejército de EUA, es el oficial ejecutivo de una compañía de tanques en el 1º Batallón, 8º Regimiento de Infantería, 3er Equipo de Combate de Brigada Blindada, 4ª División de Infantería, en Fort Carson, Colorado. Sus anteriores destinos incluyen el de jefe de pelotón de distribución y el de jefe de pelotón de tanques. Es licenciado en Historia por la Universidad de Texas A&M.
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