El arte operacional y la guerra del Chaco
Mayor Philip J. McCormick, Ejército de EUA
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Nos cautivan esos raros casos en la guerra en el que lleva las de perder prevalece contra un adversario más poderoso, y nos sentimos aún más intrigados por los factores que contribuyen a tales victorias. Un ejemplo que a menudo se pasa por alto es la Guerra del Chaco, que se extendió desde julio de 1932 hasta junio de 1935, cuando tanto Paraguay como Bolivia compitieron por el control de la región del Chaco en el corazón de América del Sur. La aplicación del arte operacional por parte del Ejército Paraguayo fue el factor decisivo en su victoria sobre el Ejército de Bolivia, más grande y mejor equipado. Este artículo establece el contexto necesario para la comprensión del arte operacional explicando su evolución y cubriendo definiciones doctrinales clave en el arte operacional. Con este conocimiento básico, el artículo analiza cómo Paraguay utilizó hábilmente el arte operacional durante la guerra, en marcado contraste con Bolivia. Por último, y lo más importante, este artículo proporciona lecciones clave aprendidas sobre la aplicación del arte operacional para los planificadores militares contemporáneos.
La evolución del arte operacional
En términos simples, el arte operacional es «la teoría y la práctica de la planificación, preparación y realización de operaciones y campañas importantes destinadas a lograr objetivos operativos o estratégicos en un teatro»1. El arte operacional surgió en la doctrina militar durante el período de entreguerras entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial con los escritos de los teóricos militares soviéticos Mariscal Mikhail Tukhachevsky, Alexander Svechin y Georgii Isserson.
Sus teorías se desarrollaron observando el contraste entre la guerra de desgaste y lineal de la Primera Guerra Mundial con la Guerra Civil Rusa (1917-1922) y la Guerra Polaco-Soviética (1919-1921)2. De su trabajo surgieron tres conceptos clave: (1) reconocimiento de un nivel operacional de guerra; (2) el rechazo de la noción de una batalla decisiva única para poner fin a un conflicto; y (3) el concepto de batalla profunda en las áreas de apoyo del enemigo.
Los acontecimientos de la Guerra del Chaco en el lado opuesto del globo validaron estas ideas una década después. En lugar de planificar una sola campaña, Paraguay adoptó un enfoque a nivel operativo, organizando una sucesión de múltiples operaciones que vinculaban las tácticas con los objetivos estratégicos. La ausencia de una sola batalla decisiva de aniquilación fue evidente en la Guerra del Chaco por tres destrucciones distintas del Ejército de Bolivia antes del cese de la guerra. Por último, los múltiples envolvimientos operacionales de Paraguay, que penetraron en toda la profundidad de las defensas bolivianas a lo largo de la guerra, también validaron la teoría de una batalla profunda. La Guerra del Chaco demuestra la importante función de América Latina en las etapas de formación del arte operacional.
Doctrina y arte operacional de Estados Unidos
Enmarcar el conflicto explorando la doctrina contemporánea es esencial para realizar un análisis exhaustivo de la Guerra del Chaco. Este enfoque esclarece la diferente planificación operativa de las fuerzas bolivianas y paraguayas. Según la doctrina del Ejército de EUA, el arte operacional es:
El enfoque cognitivo de los comandantes y el estado mayor, respaldado por su habilidad, conocimiento, experiencia, creatividad y juicio, para desarrollar estrategias, campañas y operaciones para organizar y emplear fuerzas militares mediante la integración de fines, formas y medios3.
Utilizando esta definición, podemos evaluar las decisiones a nivel operacional de los dos principales comandantes de la Guerra del Chaco: el general José Félix Estigarribia del Ejército Paraguayo y el general Hans Kundt, un oficial alemán que elaboró los planes de guerra bolivianos y luego fue sacado de su retiro para dirigir el Ejército de Bolivia desde diciembre de 1932 hasta su destitución en diciembre de 1933.
Además, la doctrina nos proporciona el marco intelectual necesario para comprender la planificación a nivel operativo. Este artículo utiliza los elementos del arte operacional del Ejército de EUA para mostrar la integración y sincronización de la potencia de combate para alcanzar los objetivos operativos. Estos elementos del arte operacional incluyen: estado y condiciones finales, centro de gravedad, puntos decisivos, líneas de operaciones y líneas de esfuerzo, tempo, fases y transiciones, culminación, alcance operacional, base y riesgo. En el análisis posterior, este artículo proporciona ejemplos y definiciones de los elementos del arte operacional.
Escenario: una evaluación estratégica
El arte operacional sirve como puente entre la estrategia y la táctica. Por lo tanto, para analizar el arte operacional durante la Guerra del Chaco, debemos evaluar las posiciones estratégicas y los objetivos nacionales de Bolivia y Paraguay. Comenzando con la situación estratégica, la Tabla a continuación utiliza el Modelo Diplomático, Informativo, Militar y Económico (DIME) para comparar y evaluar a los beligerantes al comienzo del conflicto.
Objetivos Nacionales
Bolivia y Paraguay compartían el mismo objetivo: el control de la disputada región del Chaco. A primera vista, la región no ofrecía muchos recursos. La región tiene un clima duro, caluroso, seco y polvoriento, hasta la temporada de lluvias torrenciales de diciembre a febrero, lo que convierte sus escasas carreteras en caminos de barro intransitables. En consecuencia, la región estaba escasamente poblada por tribus indígenas y colonos menonitas. Sin embargo, a pesar del terreno inhóspito, cada país tenía motivaciones distintas para luchar por el Chaco.
El principal motivo de la expansión boliviana hacia el Chaco era conseguir una salida al mar a través del río Paraguay. Bolivia no tenía salida al mar desde que perdió el acceso al océano en la Guerra del Pacífico (1879-1883). La firma del Tratado de Arica entre Chile y Perú en 1929 eliminó la posibilidad de que Bolivia recuperara el acceso al Pacífico4. El uso irrestricto del río Paraguay por parte de Bolivia le permitiría convertirse en una potencia regional al exportar directamente su riqueza mineral, evitando intermediarios y derechos de tránsito. El presidente boliviano, Daniel Salamanca, enunció la política de su nación cuando declaró: «Tenemos derecho al litoral en el río Paraguay»5.
Bolivia enfrentó condiciones de victoria más desafiantes que Paraguay. Su objetivo iba más allá del control del Chaco; buscaban la aceptación paraguaya de los derechos de navegación en el río Paraguay. En consecuencia, Bolivia pretendía ocupar Asunción, la capital paraguaya, y lograr el sometimiento político de Paraguay.
Para Paraguay, el Chaco era parte integral de su nación. En la catastrófica Guerra de la Triple Alianza (1864-1870), Paraguay perdió un tercio de su territorio. Perder el Chaco, que representaba otro tercio de su territorio, era una amenaza existencial. Aunque lo que estaba en juego era más importante para Paraguay, sus objetivos militares se limitaban al Chaco. El objetivo de Paraguay de controlar el Chaco no requería una marcha posterior a la capital de Bolivia, La Paz.
Los planes de guerra y la realización del arte operacional por parte de Paraguay
La competencia por la región del Chaco hizo inevitable el conflicto armado. Basándose en sus fortalezas y debilidades percibidas, ambas naciones desarrollaron planes de guerra iniciales. Bolivia planeaba que seis columnas de 10 000 soldados avanzarían a lo largo de múltiples ejes hacia el río Paraguay y abrumarían a las guarniciones paraguayas en el camino. Sus objetivos eran la ocupación de toda la región del Chaco y la capital de Paraguay, Asunción6. El plan de Bolivia suponía que tendrían tiempo para movilizarse y organizar sus fuerzas, y que el Ejército Paraguayo solo ofrecería una resistencia mínima.
El sesgo de confirmación parece haber afectado al general Kundt y al estado mayor boliviano, haciendo que adoptaran selectivamente información que se ajustaba a sus ideas preconcebidas mientras ignoraban los hechos que contradecían sus creencias7. Por el contrario, un estado mayor más exigente y receptivo consideraría la resistencia, el impulso y la protección de su Ejército o lo que la doctrina moderna define como alcance operativo en su planificación. «El alcance operativo es la distancia y la duración a través de las cuales una fuerza puede emplear con éxito las capacidades militares»8.
El desplazamiento de un gran ejército a través del Chaco requirió una planificación detallada y una preparación e inversión tremendas, incluso si el Ejército Paraguayo ofrecía una resistencia mínima. La distancia entre La Paz (Bolivia) y Asunción (Paraguay) supera los 1600 kilómetros y equivale aproximadamente a la distancia entre Berlín y Moscú9. Un experto en el arte operacional busca continuamente ampliar el alcance operativo. En este caso, los planificadores bolivianos podrían haberlo conseguido estableciendo depósitos adicionales, construyendo carreteras y adquiriendo más camiones, en lugar de centrarse únicamente en la artillería y los tanques.
Los paraguayos conocían los detalles de los planes bolivianos. Sin embargo, su plan inicial aceptó la creencia de la superioridad militar boliviana. En consecuencia, su plan (arte pre-operativo) era retirarse del Chaco y establecer una línea defensiva a lo largo del río Paraguay. La lógica detrás del plan inicial era extender las líneas de suministro bolivianas y defenderse a lo largo de una característica natural del terreno. Sin embargo, este plan era inherentemente pesimista y, en última instancia, contraproducente. No sólo implicaba renunciar al control del Chaco, sino que también ponía en riesgo la capitulación de Asunción.
Afortunadamente para Paraguay, cuando el general (entonces coronel) Estigarribia fue seleccionado como Jefe del Estado Mayor, inmediatamente implementó un nuevo diseño operativo. En lugar de «defender el Chaco después de haberlo entregado al enemigo», el general Estigarribia previó destruir las columnas bolivianas individualmente mientras cruzaban el Chaco, y «romper los dientes de cada tenaza antes de que se cerrasen»10. El general Estigarribia identificó correctamente al Ejército de Bolivia como el centro de gravedad (CDG) y, en consecuencia, se dispuso a destruirlo. Un CDG es «la fuente de poder que proporciona fuerza moral o física, libertad de acción o voluntad de actuar»11. El CDG es una herramienta analítica para la planificación de operaciones. Centra los esfuerzos de planificación en la identificación de las fuentes de fortalezas y debilidades del enemigo y del amigo.
El general Estigarribia reconoció correctamente al Ejército de Bolivia como el CDG enemigo, afirmando: «la finalidad de una guerra es la destrucción de las fuerzas enemigas y no objetivos geográficos, por importantes que estos pudieran ser»12. Luego predijo la debilidad del enemigo, o vulnerabilidad crítica del enemigo, comentando: «Estamos… por empeñarnos en una guerra de [líneas de] comunicaciones: en ella se impondrá el ejército que logre dominar las [líneas de] comunicaciones del enemigo»13. La oportunidad de poner a prueba su hipótesis llegó cuando las tensiones latentes en el Chaco se intensificaron inesperadamente hasta convertirse en una guerra total.
Primer contacto: una lección de tempo
La Guerra del Chaco, que reconfiguró los destinos de las naciones, se inició por una decisión táctica y no estratégica. El catalizador de la guerra fue la ocupación por parte de Bolivia de un puesto avanzado paraguayo en el lago Pitiantuta el 15 de junio de 1932 y la posterior recaptura del puesto avanzado por parte de Paraguay en julio. Sin embargo, la decisión boliviana de ocupar el puesto avanzado provino del coronel Enrique Peñaranda, quien pidió permiso a su cuartel general superior para ocupar el área, pero omitió el detalle crítico de que las fuerzas paraguayas ya la ocupaban. Una teoría prevaleciente es que el coronel Peñaranda instigó el conflicto con la creencia de que una guerra crearía oportunidades adicionales para su avance profesional14.
En represalia por la reocupación del puesto avanzado por parte de Paraguay, Bolivia intensificó la escalada al apoderarse de tres puestos avanzados adicionales, incluyendo el estratégico Boquerón y sus pozos de agua vitales. Debido a la confusión en el alto comando de Bolivia, los bolivianos perdieron la oportunidad de apoderarse de otros puestos avanzados poco defendidos. Sintiendo la desconexión entre las acciones tácticas y la política boliviana, el general Estigarribia vio la oportunidad de movilizarse rápidamente y destruir al Ejército de Bolivia antes de que pudiera reunir toda su fuerza. A nivel táctico, el coronel Peñaranda consiguió la guerra que quería, pero estratégicamente, Bolivia se encontró en un conflicto sin la preparación adecuada.
El general Estigarribia estimó que Bolivia podría aumentar sus fuerzas en el Chaco de 3600 a 15 000 en dos o tres meses15. En consecuencia, Paraguay necesitaba actuar con rapidez para lograr una superioridad localizada de fuerzas. En respuesta a este imperativo, todos los recursos humanos disponibles fueron movilizados, desde cadetes de la academia militar hasta exiliados políticos. Paraguay aprovechó hábilmente su ventaja logística y sus líneas interiores, que incluían el vital río Paraguay y el único ferrocarril que conducía al Chaco. Estas características fueron fundamentales para establecer bases para operaciones futuras, donde una base es un lugar estratégicamente significativo desde el cual se pueden proyectar y apoyar operaciones militares16.
En septiembre, los paraguayos duplicaron su fuerza a 7500 soldados y trasladaron su recién formado cuerpo de ejército (Primer Cuerpo de Ejército) al Chaco, tomando la iniciativa17. Esta rápida concentración y movimiento de fuerzas para lograr la superioridad local es un ejemplo de tempo. «El tempo es la velocidad y el ritmo relativos de las operaciones militares a lo largo del tiempo con respecto al enemigo»18.
Aprovechando su iniciativa, los paraguayos rodearon el puesto avanzado boliviano de Boquerón y comenzaron un ataque. Los ataques iniciales de Paraguay fueron rechazados con grandes pérdidas. En lugar de continuar con los asaltos frontales, el general Estigarribia decidió atacar a la guarnición boliviana utilizando tácticas de asedio.
Con los pozos de Bolivia secándose y el aumento de los daños causados por el bombardeo, su situación se volvió sombría. Los intentos de reabastecer a la guarnición mediante lanzamientos aéreos y misiones de refuerzo destinadas a abrir corredores de socorro resultaron infructuosos. Los comandantes tácticos bolivianos pidieron permiso para retirarse de Boquerón, pero el alto comando boliviano se negó, considerándolo políticamente irrealizable. A lo largo de la guerra, Bolivia repitió este error operativo de priorizar el riesgo militar sobre el riesgo político.
Después de 20 días de combates implacables, la asediada guarnición boliviana acabó rindiéndose. La combinación de sed, heridos no tratados y la falta de municiones hizo que el combate de los defensores fuera ineficaz. Al final, Bolivia perdió un total de 2200 soldados muertos y capturados, mientras que Paraguay sufrió alrededor de 500 muertos y 1500 heridos19. La victoria de Paraguay en Boquerón cambió el rumbo de la guerra a su favor desde el principio.
La victoria fue el resultado del ritmo controlador de Paraguay y su enfoque indirecto: aislamiento en lugar de asalto frontal para derrotar al enemigo. Esto se convirtió en el modus operandi de Paraguay e incluyó los beneficios de capturar el equipo enemigo muy necesario y preservar la potencia de combate paraguaya para futuras operaciones. Quizás el resultado más importante de Boquerón fue la ansiedad de Bolivia de una rápida victoria de redención. Después de la derrota, Bolivia llamó al general Kundt para liderar su ejército con la esperanza de que su experiencia de la Primera Guerra Mundial fuera la pieza que faltaba para su éxito futuro.
La ofensiva boliviana: la omisión de los puntos decisivos
La pérdida de Boquerón y las posteriores derrotas no desencadenaron una reevaluación de la planificación operativa dentro del alto comando boliviano. Más bien, con el regreso del general Kundt, los bolivianos redoblaron su suposición errónea de la debilidad paraguaya. En consecuencia, Bolivia no invirtió lo suficiente en su logística y retrasó la movilización de su población para el esfuerzo bélico20. En consecuencia, Bolivia se encontró en una situación en la que carecía de los recursos y medios necesarios para alcanzar su objetivo operacional de capturar Nanawa. La captura de Nanawa abriría el camino a Concepción en el río Paraguay, estableciendo así las condiciones para un avance boliviano hacia el sur a lo largo del río Paraguay hacia Asunción, su objetivo estratégico.
Por desgracia, el general Kundt pasó por alto el punto decisivo esencial para atacar con éxito Nanawa. «Un punto decisivo es un lugar geográfico, un evento clave específico, un factor crítico o una función que, cuando se actúa sobre ello, permite a los comandantes obtener una ventaja notable sobre un enemigo o contribuir materialmente a lograr el éxito»21. El punto decisivo para atacar a la bien atrincherada fuerza paraguaya en Nanawa era aislar primero a la guarnición y negarles las necesidades críticas de reabastecimiento de agua y municiones. Sin embargo, el general Kundt no desplegó suficientes efectivos para controlar el punto decisivo. Creyendo en las capacidades ofensivas de su ejército y en su experiencia en la Primera Guerra Mundial, el general Kundt declaró audazmente que podría tomar Nanawa al mediodía del primer día del ataque, el 20 de enero de 193322. Aunque los bolivianos superaban a los paraguayos en potencia de fuego, no tenían suficientes efectivos, solo 6000, ni la capacidad logística o la movilidad para rodear a los 3000 defensores paraguayos.
La primera etapa de ataques frontales bolivianos no logró penetrar las defensas paraguayas. Sin inmutarse, los bolivianos continuaron su ofensiva, esta vez presionando los flancos paraguayos. A pesar de las lluvias torrenciales y el lodo, una columna boliviana logró acercarse a las líneas de suministro paraguayas. Sin embargo, la llegada de refuerzos paraguayos detuvo su avance. Desafortunadamente para los bolivianos, carecían de suficientes fuerzas de reserva para explotar cualquier ruptura en las líneas paraguayas. Nanawa no fue capturada, y no quedaban suficientes fuerzas bolivianas para sitiar. Después de seis días de feroces combates, los defensores de Nanawa sufrieron solo 248 bajas, un marcado contraste con el asombroso número de más de 2000 pérdidas bolivianas sufridas durante sus implacables e infructuosos intentos de apoderarse del puesto avanzado23.
Después de la Primera Batalla de Nanawa, los bolivianos redirigieron sus ataques contra las posiciones paraguayas al noroeste de Nanawa. Tuvieron éxito capturando Alihuatá y Saavedra, casi rodeando a la 1.ª División paraguaya, pero los paraguayos se retiraron en buen orden24. Aunque estos contratiempos desmoralizaron a los paraguayos, no cambiaron su objetivo operativo: destruir al Ejército de Bolivia. Para lograr este objetivo, reconocieron la importancia de preservar su propia potencia de combate en lugar de mantener un territorio relativamente insignificante en posiciones tácticamente desfavorables.
El general Kundt no aprovechó la oportunidad que le brindó el impulso de Bolivia, ya que penetrar más profundamente en las zonas de apoyo paraguayas amenazaría las líneas de suministro de Nanawa. En cambio, mostrando una falta de pensamiento creativo, ordenó un segundo asalto directo a Nanawa. Para este ataque, los bolivianos trajeron más potencia de fuego, incluyendo tanques para el primer asalto blindado de América del Sur, lanzallamas y el grueso de su fuerza aérea para apoyo aéreo cercano. Sin aprender de sus errores operacionales anteriores, el general Kundt volvió a pasar por alto el control del punto decisivo de aislar a Nanawa. Tampoco desplegó suficientes soldados, solo 12 000, para atacar una guarnición ahora reforzada de 9 000 defensores25. La Segunda Batalla de Nanawa comenzó el 4 de julio de 1933 con los bolivianos explotando una gran mina subterránea bajo las trincheras paraguayas, un enfoque simbólico de las antiguas tácticas de la Primera Guerra Mundial favorecidas por el general Kundt.
La Segunda Batalla de Nanawa fue paralela a la Primera, con pérdidas abrumadoras para los atacantes bolivianos. En una desalentadora repetición de la primera batalla, los seis días de combates se saldaron con 2000 bajas bolivianas y 500 paraguayas. Los tanques de Bolivia funcionaron mal contra las líneas de trincheras paraguayas, lo que no es de extrañar, dadas las lecciones aprendidas de la Primera Guerra Mundial. El empleo del poderío aéreo boliviano fue emblemático de su enfoque operativo, apuntando a las fortificaciones paraguayas con efectos mínimos en lugar de interceptar las vulnerables líneas de suministro de Nanawa.
La confianza del general Kundt en los ataques frontales y su incapacidad para maniobrar deterioraron severamente al Ejército de Bolivia en dos batallas sucesivas. Debido a la masacre de la batalla, Nanawa es conocida como el «Verdún de Sudamérica». La Segunda Batalla de Nanawa devolvió la iniciativa operativa a Paraguay, cuyas fuerzas abrumarían a los bolivianos con una impresionante serie de envolvimientos en la siguiente fase de la guerra.
Campañas ofensivas paraguayas: ¿un anticipo de la Segunda Guerra Mundial?
Con la potencia de combate de Bolivia degradada después de la debacle de Nanawa, Paraguay pasó de una fase defensiva a una ofensiva de operaciones. Una fase es una herramienta de planificación y ejecución que se utiliza para dividir una operación en duración o actividad26. Esta transición representó una evolución en el carácter de la guerra. Hasta ese momento, el conflicto se parecía a la naturaleza estática de la Primera Guerra Mundial, pero ahora se transformó en una guerra centrada en maniobras similar a la Segunda Guerra Mundial.
La ofensiva paraguaya fue apoyada por una línea de esfuerzo (LDE) para obtener agua, el suministro esencial para sobrevivir en el duro clima. «Una línea de esfuerzo es una línea que vincula múltiples tareas utilizando la lógica del propósito en lugar de una referencia geográfica para enfocar los esfuerzos hacia el establecimiento de un estado final deseado»27.
La tarea principal para lograr su LDE fue la rápida adquisición de una flota diversa de camiones, vitales para el transporte de tropas y agua. Además, los paraguayos desplegaron unidades de ingeniería especializadas entrenadas y equipadas para localizar y excavar pozos de agua por delante de las unidades paraguayas que avanzaban28. Al mismo tiempo, iniciaron un programa integral de saneamiento y filtración de agua en todo el teatro para optimizar la utilización de los recursos hídricos disponibles29.
El liderazgo paraguayo también estableció un claro estado final y las condiciones para la próxima campaña ofensiva. Un estado final es «un conjunto de condiciones futuras deseadas que el comandante quiere que existan cuando finaliza una operación»30. El estado final del Paraguay era apoderarse del resto del Chaco hasta las estribaciones de los Andes marcadas por el río Parapití. El general Estigarribia planeó una línea de operaciones (LDO) para derrotar gradualmente a las unidades bolivianas mientras aislaba a Ballivián. Una LDO es «una línea que define la orientación direccional de una fuerza en el tiempo y el espacio en relación con el enemigo y vincula a la fuerza con su base de operaciones y objetivos»31.
Los paraguayos planearon un doble envolvimiento contra tres divisiones bolivianas situadas cerca de Campo Vía, al norte de Ballivián. En preparación para la ofensiva, el general Estigarribia organizó a sus 25 000 soldados en tres cuerpos de ejército separados y ordenó la excavación de 22 nuevos pozos para mantener la fuerza, estableciendo las condiciones para la superioridad local a lo largo de un frente de 75 millas32. Iniciando operaciones con ataques diversionarios a mediados de noviembre, los paraguayos comenzaron su ataque a gran escala penetrando las líneas bolivianas a lo largo de múltiples ejes a principios de diciembre33.
Al inicio de la ofensiva, el general Kundt todavía comandaba las fuerzas bolivianas. Consideraba que retener el terreno era una medida del éxito militar. En consecuencia, ordenó a sus comandantes que mantuvieran posiciones a pesar de estar rodeados, incluso cuando los reconocimientos aéreos indicaban un inminente envolvimiento total de toda su área de apoyo. La terquedad del general Kundt se convirtió en pánico cuando regimientos bolivianos enteros comenzaron a rendirse cuando se quedaron sin agua y municiones y un envolvimiento completo se hizo inevitable. El 11 de diciembre, la desesperada transmisión de radio del general Kundt, «Obedezcan órdenes… destruyan el equipo…» llegó demasiado tarde para la 4.ª y 7.ª Divisiones bolivianas, con 7500 soldados que se rindieron en Campo Vía34. El general Kundt escapó con la 9.ª División, pero, tras el desastre, fue relevado del mando y enviado de vuelta a Europa.
Bolivia y Paraguay llegaron a una tregua política temporal el 18 de diciembre de 1933, pausando las hostilidades hasta el 6 de enero de 1934. En este breve receso, el general Peñaranda, el comandante boliviano que inició la guerra en el Lago Pitiantuta, fue nombrado Comandante y Jefe de las Fuerzas Armadas de Bolivia. Mientras Bolivia reconstruía apresuradamente su ejército, Paraguay aprovechó la tregua para consolidar sus ganancias y prepararse para continuar las operaciones ofensivas.
Cuando las hostilidades se reanudaron, Paraguay prosiguió su avance, pero enfrentó desafíos por el difícil terreno y el Ejército de Bolivia. En una rara victoria táctica de los bolivianos, lograron derrotar a un cuerpo de ejército paraguayo en Cañada Strongest en mayo de 1934. Bolivia tenía posibilidades de repetir este éxito, pero optó por retener 18 000 soldados en Ballivián y se abstuvo de comprometerlos en maniobras o acciones ofensivas adicionales contra las fuerzas paraguayas, que avanzaban constantemente para rodear Ballivián35.
El presidente de Paraguay, cada vez más impaciente, presionó al general Estigarribia para que atacara directamente a Ballivián. Sin embargo, el general Estigarribia se mantuvo firme en su preferencia por un enfoque indirecto e incluso se ofreció a renunciar si se veía obligado a atacar directamente36. Finalmente, el presidente cedió, y la persistencia del general Estigarribia dio sus frutos con otra victoria paraguaya al norte de Ballivián, en El Carmen, a mediados de noviembre. Durante esta batalla, los paraguayos explotaron las brechas en los flancos de Bolivia y rodearon a dos divisiones, lo que resultó en 2000 bolivianos muertos y otros 4000 que se rindieron al quedarse sin agua37. Las asombrosas pérdidas establecieron las condiciones para la captura de Ballivián por parte de Paraguay el 17 de noviembre de 1934 y la destitución del presidente boliviano Salamanca en un golpe militar el 27 de noviembre de 1934.
Después de una serie de victorias sucesivas, los paraguayos alcanzaron su objetivo del Río Parapití en enero de 1935. Sin embargo, el Ejército Paraguayo llegó a su culminación en este momento. La culminación es «un punto en el que una fuerza ya no tiene la capacidad de continuar con su forma de operaciones, ataque o defensa»38. Hasta ese momento, Paraguay tenía una ventaja en logística. Sin embargo, sus líneas de suministro se extendían a lo largo de 1000 km, mientras que Bolivia se benefició de líneas de suministro más cortas por primera vez en la guerra. Además, Bolivia tenía 45 000 soldados en el campo de batalla frente a los 30 000 paraguayos39. Ante estos desafíos, el general Estigarribia decidió no arriesgarse a nuevas operaciones ofensivas o batallas decisivas, a pesar de que los lucrativos campos petroleros de Bolivia estaban a menos de 15 km de las líneas del frente40.
El riesgo se define como «la probabilidad y la gravedad de las pérdidas relacionadas con los peligros»41. Para Paraguay, la probabilidad de una pérdida catastrófica aumentaba a medida que se extendían sus líneas de suministro, y la gravedad de una pérdida catastrófica era perder toda la guerra, ya que Paraguay carecía de los medios para reconstruir su Ejército. En consecuencia, durante los 40 días siguientes la ofensiva boliviana hizo retroceder a los paraguayos 100 km. Los paraguayos se abstuvieron de enfrentamientos decisivos y ejecutaron una retirada ordenada a posiciones más defendibles sin perder ninguna de sus unidades.
Una combinación de agotamiento y presión internacional finalmente obligó a ambas partes a negociar, con un armisticio firmado el 12 de junio de 1935. Para Bolivia, la guerra dejó un saldo de 50 000 muertos, 20 000 capturados, 10 000 desertores a Argentina y miles de heridos. Las pérdidas paraguayas fueron de 40 000 muertos, 2500 capturados y miles de heridos42. A pesar del elevado costo, Paraguay se aseguró el 75 % de la disputada región del Chaco. Esta ganancia territorial marcó una victoria significativa, especialmente considerando las desventajas de Paraguay durante el conflicto.
Conclusión y lecciones
El triunfo de Paraguay en la Guerra del Chaco se debe a una combinación de factores: políticos, geográficos e informativos, por nombrar algunos. Sin embargo, como se propone en este artículo, la aplicación del arte operacional fue el factor decisivo en la victoria de un Paraguay económica y militarmente más débil sobre su más poderoso adversario boliviano. En lugar de seguir descuidando este conflicto, deberíamos estudiarlo y volver a aplicar las lecciones aprendidas a los desafíos militares actuales y futuros. Este artículo ofrece tres lecciones aprendidas clave con un valor duradero para el arte operacional.
La primera es la preferencia de Paraguay por utilizar mecanismos de derrota indirecta, aislando a las fuerzas bolivianas de las fuentes de agua con efectos operativos decisivos. Estamos acostumbrados, sobre todo en la tradición militar occidental, a confiar en la potencia de fuego para derrotar a las formaciones enemigas. En la Guerra del Chaco, observamos una alternativa. Los planificadores deben buscar oportunidades únicas en su entorno operativo para explotar los mecanismos de derrota indirecta. La visión del general Estigarribia de «[hacer] de modo que ese desierto fuese nuestro aliado para entorpecer su avance [boliviano]», ejemplifica esta perspectiva43.
La segunda idea instructiva se refiere a la implementación operacional por parte de Paraguay de una LDE específica destinada a obtener el recurso primordial del conflicto: el agua. Esta LDE no solo protegió al Ejército Paraguayo de una vulnerabilidad crítica, sino que también sirvió como catalizador para mejorar la maniobrabilidad en el campo de batalla. Si bien la doctrina militar contemporánea a menudo enfatiza las LDE asociadas con la estabilización y las tareas centradas en la población, la Guerra del Chaco ofrece una ilustración histórica convincente de la asociación de una LDE con el logro de objetivos de combate y maniobras operativas44.
Finalmente, encontramos un ejemplo instructivo sobre la importancia del tempo, como lo demuestra la oportunidad perdida por Bolivia de reconstituir su Ejército mediante la realización de una pausa operativa después de sus contratiempos iniciales. A diferencia de lo que suele pensarse, el tempo no solo abarca la capacidad de actuar con rapidez frente al adversario, sino también la capacidad de ejercer moderación y paciencia con sensatez. Si Bolivia se hubiera tomado el tiempo necesario para formar una fuerza con una relación de potencia de combate de 3:1 o más y una logística adecuada en Nanawa, una tarea dentro de sus medios militares y económicos, el resultado de la guerra podría haber sido diferente.
Para concluir, la Guerra del Chaco ofrece lecciones perdurables del arte operacional. Estas lecciones incluyen la aplicación de mecanismos de derrota indirecta, el desarrollo de LDE para aumentar la potencia de combate y el detallado entendimiento del tempo en las operaciones militares. A medida que evoluciona el entorno operativo contemporáneo, las ideas extraídas de este conflicto histórico sirven como un modelo para afrontar los retos militares modernos.
Consideraciones finales
Una última pregunta crítica que un estudiante de la Guerra del Chaco debe hacerse es: ¿Qué hace a un experto en el arte operacional? ¿Por qué surgió el general Estigarribia en Paraguay y no en Bolivia? Esta pregunta es extremadamente complicada, pero este artículo ofrece tres explicaciones. La primera es la educación, específicamente el intercambio militar internacional. Como teniente, estudió durante dos años en Chile y como teniente coronel asistió a la prestigiosa École Supérieure de Guerre en Francia estudiando las lecciones de la Primera Guerra Mundial45. La segunda es la circulación en el campo de batalla. Después de ser asignado como Jefe de Gabinete Adjunto, realizó cinco giras de varias semanas por la región del Chaco46. Esto le proporcionó el conocimiento del terreno y la capacidad de visualizar las operaciones. La tercera y más significativa es que fue su voluntad de desafiar los paradigmas establecidos lo que distinguió al general Estigarribia. Arriesgó su reputación al abogar por una estrategia de defensa avanzada en el Chaco, contraria al plan prevaleciente de una retirada y una defensa estática a lo largo del río Paraguay. Aunque inicialmente se encontró con la resistencia de la clase militar y política, empleó la lógica y la persuasión para lograr un cambio de mentalidad. La capacidad de comunicación del general Estigarribia, junto con su intelecto operativo, demuestran que una mente brillante es realmente el arma más decisiva en la guerra.
Notas
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- Kendra Cherry, «List of Common Cognitive Biases», accedido el 20 de agosto de 2023, https://www.verywellmind.com/CDGnitive-biases-distort-thinking-2794763.
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- Estigarribia, 21. [N. del T. - Extracto de la versión original en español La epopeya del Chaco: Memorias de la Guerra del Chaco, del Mariscal José Félix Estigarribia, redacción y anotación del Dr. Pablo Max Ynsfrán (Asunclón, Paraquay: Imprenta Nacional,1972.]
- ADP 3-0, 2-6.
- Estigarribia, 72. [N. del T. - Extracto de la versión original en español La epopeya del Chaco: Memorias de la Guerra del Chaco, del Mariscal José Félix Estigarribia, redacción y anotación del Dr. Pablo Max Ynsfrán (Asunclón, Paraquay: Imprenta Nacional,1972.]
- Ibid., 42. [N. del T. - Extracto de la versión original en español La epopeya del Chaco: Memorias de la Guerra del Chaco, del Mariscal José Félix Estigarribia, redacción y anotación del Dr. Pablo Max Ynsfrán (Asunclón, Paraquay: Imprenta Nacional,1972.]
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- ADP 3-0, 2-8.
- Zook, 101.
- Farcau, 17.
- ADP 3-0, 2-7.
- Farcau, 19.
- Zook, 132.
- Farcau, 20.
- Ibid., 21.
- ADP 3-0, 2-9.
- Ibid., 2-8.
- Farcau, 21.
- María Elena Ramírez de Rojas, «La Sanidad en la Guerra del Chaco», Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social, Fascículo 17 (2018): 12.
- ADP 3-0, 2-6.
- Ibid., 2-7.
- Zook, 162.
- Farcau, 23.
- Ibid., 23.
- Ibid., 42.
- Estigarribia, 168.
- Farcau, 43.
- ADP 3-0, 2-10.
- Farcau, 44.
- Ibid., 44.
- ADP 3-0, 2-11.
- Farcau, 44.
- Estigarribia, 20. [N. del T. - Extracto de la versión original en español La epopeya del Chaco: Memorias de la Guerra del Chaco, del Mariscal José Félix Estigarribia, redacción y anotación del Dr. Pablo Max Ynsfrán (Asunclón, Paraquay: Imprenta Nacional,1972.]
- Joint Publication (JP) 5-0, Joint Planning (Washington, DC: U.S. Government Printing Office, 2020), IV-31.
- Estigarribia, x, 5.
- Estigarribia, 6.
El mayor Philip J. McCormick, del Ejército de EUA, es oficial de operaciones de información en el Cuartel General Sur del Ejército de EUA. Tiene una licenciatura de la Universidad Estatal de Frostburg y una maestría en Artes de la Universidad de Texas en El Paso y la Escuela de Estudios Militares Avanzados. También se graduó de la Escuela de Comando y Estado Mayor del Instituto de Cooperación para la Seguridad del Hemisferio Occidental (WHINSEC). Sus asignaciones incluyen el Comando Central de los Estados Unidos, el XVIII Cuerpo Aerotransportado y la 1.ª División de Caballería. Completó un despliegue de combate en Afganistán y despliegues operativos en Kuwait y la República de Corea del Sur.
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