Las primeras cuarenta y ocho horas
Mayor Cole Herring, Ejército de EUA
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El 14 de agosto de 2021, un terremoto de magnitud 7.2 sacudió una parte remota de la península de Tiburón, en Haití. Fue el peor terremoto de la región en más de una década, dejando 2248 muertos y 136 800 edificios dañados o destruidos en una isla remota con acceso limitado y escasos recursos1. El desastre natural de Haití se vio eclipsado por el esfuerzo de evacuación masiva en Afganistán.
Mientras tanto, en Florida, la vibración de los teléfonos celulares alertó a los miembros del Comando de Operaciones Especiales-Sur (SOCSOUTH), una unidad operacional a nivel de un oficial de dos estrellas, a la vez que convocaba a su personal y comenzaba a prepararse para prestar apoyo en caso de que fuera solicitado. Como un comando de operaciones especiales del teatro de operaciones, SOCSOUTH tiene la responsabilidad de proporcionar un equipo especialmente calificado que puede proporcionar al comando combatiente geográfico —Comando Sur de EUA (SOUTHCOM) para el Caribe— el conocimiento oportuno de la situación sobre el terreno y la evaluación de la asistencia que los militares pueden prestar2. Para empezar, el SOCSOUTH recurrió inmediatamente al archivo de las lecciones aprendidas del apoyo prestado en respuesta al terremoto de 2010. El domingo 15 de agosto, un equipo de conciencia situacional formado por catorce personas de SOCSOUTH partió hacia Haití.
Tras la solicitud de apoyo del gobierno haitiano, y poco después de enviar un pequeño equipo a Puerto Príncipe para evaluar la situación, SOUTHCOM creó y asignó a la Fuerza de Tarea Conjunta-Haití (JTF-Haití) la autoridad para organizar y coordinar los esfuerzos de socorro proporcionados por las fuerzas armadas estadounidenses3. Esto dejaba la interrogante de quién debía dirigir una misión interinstitucional en tiempos de crisis. El SOUTHCOM encargó al SOCSOUTH la dirección de las actividades militares, pero las fuerzas armadas desempeñaron un papel de apoyo a la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés)4.
Una pregunta obvia era por qué a un comando de operaciones especiales se le asignaba una misión de asistencia humanitaria y socorro en caso de desastre. Dos factores principales influyeron en la decisión del SOUTHCOM de encargar a SOCSOUTH la dirección de la JTF-Haití. Mediante un reciente ejercicio de adiestramiento, SOCSOUTH demostró y validó su capacidad para dirigir una fuerza de tarea conjunta a través de un escenario de respuesta inmediata. Este ejercicio de adiestramiento ayudó al SOCSOUTH a perfeccionar sus procesos de mando y control para disponer de una fuerza preparada. La otra razón obedecía a una característica más inherente a las unidades de operaciones especiales. Debido a las limitaciones de la infraestructura y a la situación desconocida de Haití, una presencia militar pequeña y eficaz era más aceptable.
Las unidades de operaciones especiales están específicamente capacitadas para operar en pequeños equipos, en entornos austeros y con múltiples grupos distintos para cumplir misiones complejas. El SOCSOUTH poseía otras destrezas que resultaron útiles en la misión de ayuda humanitaria y socorro en caso de desastre. Entre ellas, la capacidad de responder con rapidez, identificar a los líderes clave, formar alianzas, trabajar con otros organismos, buscar continuamente áreas de oportunidad y reducir la burocracia para cumplir la misión. Estas características permitieron a la JTF-Haití establecer relaciones de colaboración con sus socios en una unión más perfecta para salvar vidas rápidamente y proporcionar ayuda a un país necesitado.
El peor desastre natural ocurrido en Haití desde 2010 se vio opacado por el esfuerzo de evacuación masiva en Afganistán. Este esfuerzo requirió la mayor parte de los medios aéreos estratégicos de las fuerzas armadas y la fuerza de reacción inmediata de la 82.a División Aerotransportada5. Normalmente, una aeronave C-5 capaz de transportar helicópteros se utilizaría para llevarlos a sus lugares de concentración. En este caso, los propios pilotos tendrían que pilotear los helicópteros desde sus ubicaciones actuales, que incluían Honduras y Puerto Rico. Todo el personal militar también llegaría al país sin el uso del transporte aéreo estratégico.
Una vez que el equipo de conciencia situacional aterrizó, buscó una zona para establecer una presencia para la pequeña célula expedicionaria. Levantaron una tienda de campaña equipada con un pequeño equipo de comunicaciones por satélite en un campo de fútbol justo fuera del edificio de la embajada, pero dentro de sus muros. Se instalaron en este lugar porque el equipo militar del país que trabajaba en la embajada les dijo que no había espacio disponible en la misma. En retrospectiva, la embajada disponía de un amplio espacio para el pequeño equipo de conciencia situacional.
Para realizar el trabajo, la mayor parte del equipo utilizó celulares personales o de trabajo para la comunicación interna con otros en Haití. También los utilizaban para la comunicación externa con todo el personal y los organismos de apoyo fuera de Haití. Esto incluía la comunicación con buques en alta mar, personal en Estados Unidos y en varios países fuera de Haití. El limitado servicio de cobertura celular con frecuencia provocaba llamadas interrumpidas y complicaba aún más la comunicación.
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La ayuda necesitaba llegar a las áreas remotas, que eran
las más afectadas y donde vivía la gente más desesperada.
Las lluvias provocaron deslizamientos de tierra e
inundaciones repentinas, dificultando, si no imposibilitando,
el acceso a las áreas remotas a camiones lo suficientemente
grandes como para transportar ayuda.
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En retrospectiva, había salas de conferencias en la embajada que tenían puertos para Internet de fibra óptica de alta velocidad. Además, la mayor parte del personal seguía saliendo de la embajada alrededor de las 1500 horas, lo que también dejaba la opción de utilizar los puertos y teléfonos disponibles tras su partida. Lamentablemente, estas oportunidades fueron identificadas por el personal de la JTF-Haití una semana después, y si se hubieran utilizado inicialmente, habría permitido a la JTF-Haití proporcionar ayuda al pueblo haitiano aún más rápido. También destaca la necesidad de que los equipos del Departamento de Defensa en el país planifiquen continuamente la integración y el apoyo a las fuerzas militares durante una crisis.
Poco después de que se instalara la carpa de comunicaciones en el campo de fútbol, fue desmontada en preparación para la entonces tormenta tropical Grace. Justo antes de la llegada de la tormenta, un equipo de seis personas del escuadrón de tácticas especiales de la Fuerza Aérea llegó para realizar evaluaciones del aeródromo, elevando a veinte el número total de efectivos de la JTF-Haití, también conocida como «botas sobre el terreno».
Días dos a siete: después del terremoto
La tormenta tropical Grace agravó la necesidad de una respuesta rápida, y azotó cuando el pueblo haitiano aún estaba recuperando cadáveres de entre los escombros. Apenas cuarenta y ocho horas después del terremoto, la tormenta dejó caer treinta y ocho centímetros de lluvia con vientos de 69 kilómetros por hora, lo que retrasó el transporte aéreo6. La ayuda necesitaba llegar a las áreas remotas, que eran las más afectadas y donde vivía la gente más desesperada. Las lluvias provocaron deslizamientos de tierra e inundaciones repentinas, dificultando, si no imposibilitando, el acceso a áreas remotas a camiones lo suficientemente grandes como para transportar ayuda. Para agravar aún más el problema, estaba la cuestión de seguridad. Las pandillas y la gente desesperada que interceptaban la ayuda antes de que llegara a su destino eran una realidad que los planificadores debían tener en cuenta.
La JTF-Haití había crecido hasta contar con veintidós helicópteros, seis buques y ocho aeronaves de transporte. A pesar de la estructura técnica de mando y control, los socios militares internacionales de los Países Bajos, Francia y el Reino Unido se integraron vigorosamente con la JTF-Haití. Otros participantes internacionales no vinculados a la JTF-Haití también fueron considerados, puesto que influían en el plan general de distribución.
El 17 de agosto, el contralmirante Keith Davids, comandante de SOCSOUTH y ahora JTF-Haití, llegó con nueve efectivos, que se sumaron a los veinte que ya estaban en territorio haitiano. El vuelo estaba programado para el día anterior, pero se retrasó debido a la tormenta tropical. Las antenas de comunicación aún se estaban volviendo a instalar, lo que significaba que, en el primer día, los teléfonos celulares seguían siendo el único medio de comunicación del equipo con el equipo de planificación y medios en Homestead, Florida. Contar con soldados sobre el terreno permitió al comandante de la JTF-Haití tomar decisiones más rápidamente y dar aprobaciones verbales, lo que agilizó procesos tradicionalmente burocráticos.
Desde el principio, el SOUTHCOM declaró que la misión se llevaría a cabo en redes no clasificadas. Esta fue una decisión temprana, basada en una posevaluación anterior, que desempeñó un papel clave en el éxito de la misión. Fue mucho más fácil trabajar con las autoridades haitianas, la USAID, organizaciones benéficas y socios internacionales con información no clasificada. Intuitivamente, uno podría pensar que sería más fácil trabajar en sistemas no clasificados. Sin embargo, esto resultó ser lo contrario, ya que los procesos pusieron a prueba al personal de inteligencia. Los ejercicios militares también se realizan en redes clasificadas. En estos ejercicios, el personal crea procedimientos operativos normales y se familiariza con los programas que se utilizan. El uso exclusivo de redes no clasificadas generó una curva de aprendizaje imprevista en toda la organización, como por ejemplo el establecimiento de salas de chat militar (Internet Relay Chat) para agilizar las comunicaciones. Con los sistemas no clasificados, Microsoft Teams requería aprobación para establecer un puente entre la red de SOUTHCOM y de operaciones especiales. Además, un hilo de mensajes de WhatsApp contenía la información más actualizada. Sin embargo, en la Base de la Reserva Aérea de Homestead, los celulares no están permitidos. Esto significo que, al principio, todo el grupo de apoyo de SOCSOUTH no disponía de la información más actualizada. Al final, el personal volvió a escribir en Chat Surfer lo que había en el hilo de WhatsApp para que todo el mundo tuviera conocimiento de la situación y la información más actualizada.
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Desde el principio, el SOUTHCOM declaró que
la misión se llevaría a cabo en redes no clasificadas.
Esta fue una decisión temprana, basada en una
posevaluación anterior, que desempeñó un papel
clave en el éxito de la misión.
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Se habilitó una sala dentro de la embajada para una videoconferencia en la que se desarrollaron los acontecimientos diarios del ritmo de batalla, que incluían un informe diario de actualización de la misión con el SOUTHCOM y un informe de actualización del comandante al comandante de la JTF-Haití. El equipo empezó a trabajar en su primer paso: la comprensión de la situación. La simple pregunta «¿Qué tan grave es la situación?» era difícil de responder. Algunas áreas que informaron de la necesidad de ayuda solicitaron asistencia que ya era necesaria antes del terremoto. Esto creó la necesidad de distinguir entre las áreas necesitadas antes del terremoto debido a la extrema pobreza y las áreas necesitadas de ayuda a causa del terremoto. La agencia haitiana responsable de todo el esfuerzo de ayuda fue la Agencia de Protección Civil (CPA, por sus siglas en inglés)7. La CPA es esencialmente la versión haitiana de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias de Estados Unidos. El comandante de la JTF-Haití realizó un reconocimiento conjunto con el líder de la CPA y la USAID. Utilizaron un helicóptero militar para aterrizar en múltiples ubicaciones remotas y hablaron directamente con los líderes locales. Después de ver y hablar directamente con la gente fue más fácil comprender qué ayuda se necesitaba debido al terremoto.
El jefe de la USAID y el comandante de la JTF-Haití establecieron una actualización diaria para el embajador. El establecimiento de esta reunión en persona fue posible porque la JTF-Haití estaba ejecutando el mando de la misión cerca de la embajada, en lugar de hacerlo en un buque o en un área aislada, ambas consideraciones se habían tenido en cuenta durante la planificación de las ubicaciones para llevar a cabo el mando de la misión. Estas actualizaciones diarias sincronizaban la información y eran esenciales para facilitar un enfoque de todo el gobierno.
El siguiente paso fue reunir a las organizaciones interesadas para trabajar juntas. La JTF-Haití identificó la necesidad de sincronización entre todas las partes clave interesadas y tuvo que reunirlas sin tener oficialmente el poder para hacerlo y sin dejar de desempeñar un papel de apoyo a la USAID. Utilizando sus relaciones y no desde una posición de autoridad, la JTF-Haití reunió diplomáticamente a los lideres de las Naciones Unidas, la USAID, organizaciones benéficas, la CPA y la Policía Nacional de Haití. Anteriormente, no se habían reunido todos juntos en una sala para hablar de la labor de socorro.
La JTF-Haití identificó la línea de vuelo como el centro de gravedad y formó allí un centro de operaciones cívico-militar8. La línea de vuelo era donde se almacenaba la ayuda, para que los planificadores pudieran ver lo que se necesitaba entregar. En el centro de operaciones cívico-militar había un representante de la USAID. El representante introduciría la solicitud de apoyo en la matriz de tareas de la misión, que es el proceso formal utilizado para generar una solicitud de la USAID al Departamento de Defensa para entregar ayuda. Se sentó junto a los planificadores aéreos. La proximidad hizo que los procesos se desarrollaran conjuntamente. También estaban donde se cargaba la ayuda, por lo que podían comunicar los cambios rápidamente.
El equipo de la JTF-Haití trabajaba entre dieciocho y veinte horas al día formando alianzas, optimizando la entrega de la ayuda, creando planes de carga y de seguridad, intentando establecer una presencia, creando planes de contingencia y, esencialmente, asegurándose de que la ayuda pudiera entregarse rápidamente al día siguiente. Aunque todos se desempeñaron bien, hay que reconocer que fue un ritmo insostenible para la primera semana.
Días siete a dieciocho después del terremoto (misión militar concluida)
El 21 de agosto, la presencia aumentó y se instalaron tiendas de campaña en un hangar haitiano. Las tiendas de campaña tenían aire acondicionado y electricidad. Algunas se utilizaron para proporcionar espacio para dormir y otras para crear un centro de operaciones. El personal y los equipos adicionales mejoraron significativamente la conectividad y la comunicación con el personal en Estados Unidos. También permitían operar a un ritmo sostenible.
Como parte de la planificación, el equipo también creó un plan de mensajería. Se comunicaron con la población local de las áreas más remotas en criollo haitiano, advirtiéndoles que se alejaran de los helicópteros por su seguridad. Enviaron mensajes a través de organizaciones benéficas que estaban en territorio haitiano, líderes locales, la radio local y las redes sociales.
Las instalaciones del hangar también permitían a los pilotos y a la tripulación estacionar sus aeronaves y pasar la noche en Haití. Incluso con el aumento de personal, el personal de base de SOCSOUTH nunca superó los cuarenta efectivos sobre el terreno. La mayor parte del personal permaneció en Florida y prestó apoyo al elemento avanzado. El número total de efectivos de la JTF-Haití sobre el terreno, incluidos pilotos, tripulaciones, personal de mantenimiento y de abastecimiento de combustible, sería alrededor de cien.
La JTF-Haití también se esforzó por utilizar los buques para entregar ayuda. La primera preocupación era la seguridad en el puerto, y luego la rendición de cuentas de la ayuda de las organizaciones caritativas. La JTF-Haití colaboró con el director de la policía nacional y el líder de la CPA para garantizar que el puerto de Jérémie dispusiera de seguridad suficiente para la entrega de un gran cargamento de ayuda a bordo de un pequeño buque de transporte anfibio conocido como lanchón de desembarque de uso general. La policía local se encargó de la seguridad en el puerto, mientras una gran cadena de infantes de marina de EUA, miembros de la Marina de EUA y haitianos locales descargaban a mano más de 45 000 kilos de ayuda durante todo el día9. Los camiones no podían entrar al muelle debido a los daños causados por el terremoto, por lo que se hizo una cadena humana para mover la ayuda desde el buque hasta los camiones10. La cadena fue un recordatorio simbólico de lo que se puede conseguir cuando todos trabajan juntos para lograr un objetivo único: hacer llegar la ayuda a los más necesitados. La distribución de la ayuda aumentó considerablemente gracias a los esfuerzos por optimizar el reparto (véase la figura 1).
Optimizar la entrega de ayuda
La JTF-Haití rápidamente se dio cuenta de que había obstáculos que retrasaban la entrega de ayuda. Helicópteros del ejército volaron desde Honduras y se concentraron en la Base Naval de Guantánamo (GTMO) en Cuba. Las aeronaves CV-22 Osprey del Cuerpo de Infantería de Marina también se concentraron allí. Los aterrizajes en cubierta y el entrenamiento sobre el agua resultaron ser fundamentales. El USS Arlington —un buque de la Marina que puede reaprovisionar de combustible a helicópteros, lanzar sus propios helicópteros, entregar ayuda y realizar desembarques en la playa— se utilizó para reducir el riesgo posicionándose de forma que pudiera responder en caso de emergencia. La Guardia Nacional de Puerto Rico también aportó helicópteros que estaban concentrados en la República Dominicana. El Servicio de Guardacostas de EUA envió aeronaves que estaban concentradas en Gran Inagua, en las Bahamas. Los medios aéreos empezaron a volar diariamente a Haití desde sus respectivas áreas de concentración para transportar ayuda (véase la figura 2). Esto significaba que se utilizaban valiosas horas de vuelo para ir y volver del lugar. Para las aeronaves que salían de GTMO, los pilotos utilizaban dos horas de vuelo sólo para llegar a Haití, y otras dos horas para volar de regreso. Cuando llegaban, tenían que reaprovisionar y cargar la ayuda que había que entregar. La JTF-Haití colaboró con el Departamento de Estado para llegar rápidamente a un acuerdo con el gobierno haitiano que permitiera a las fuerzas armadas estadounidenses utilizar un hangar conectado con el aeropuerto internacional de Puerto Príncipe. En 24 horas, se había levantado una pequeña ciudad de tiendas de campaña, compuesta por diez tiendas con catres, aire acondicionado y electricidad. Esto coincidió con la llegada de más personal. Se contrató apoyo para baños y duchas portátiles y se llevaron al área.
Este acuerdo permitió a los pilotos y miembros de la tripulación estacionar sus aeronaves y permanecer en Haití. Los pilotos sólo pueden volar con seguridad un número limitado de horas al día, y permanecer en Puerto Príncipe, esto añadía de cuatro a cinco horas de vuelo por helicóptero que podrían dedicarse a la entrega de ayuda. Las aeronaves podían ser reaprovisionadas y cargadas la noche anterior. Tampoco fue necesario que sobrevolaran el agua durante un total de cuatro horas para ir y regresar de GTMO. Los pilotos y miembros de la tripulación se despertaban y se encontraban a 150 metros de sus aeronaves. Alojarse en un hangar del aeropuerto era importante porque había pocos medios de transporte terrestre en Haití. Los problemas de seguridad y la actividad de las pandillas limitaban otras opciones de alojamiento, como los hoteles.
Un problema que se identificó se refería al apoyo de mantenimiento contratado. Los contratos se redactaban de manera que las condiciones de vivienda de los contratistas debían ser equivalentes al del alojamiento de tropas o mejores. No había hoteles disponibles, y las tiendas de campaña con catres no eran adecuadas para el personal de mantenimiento contratado debido a la forma en que estaba redactado el contrato. Aunque se rectificó, fue una realidad que provocó un retraso en el mantenimiento.
Otro problema que se detectó pronto fue el reaprovisionamiento de combustible. Al principio, los medios aéreos esperaban un promedio de 90 minutos para el reaprovisionamiento en el aeropuerto. (A diferencia del terremoto de 2010, el aeropuerto internacional permaneció abierto). Para ayudar con este obstáculo, se utilizaron el USS Burlington, el USS Arlington y el RFA Wave Knight del Reino Unido para el reaprovisionamiento. También se estableció un segundo punto de almacenamiento de combustible sobre el terreno utilizando depósitos (blivets) de combustible. Esto redujo el tiempo de reaprovisionamiento a un promedio de diez minutos.
El importante aumento del tráfico aéreo que los medios estadounidenses trajeron al aeropuerto planteó problemas de seguridad. La JTF-Haití y el Departamento de Estado crearon un acuerdo con el gobierno haitiano que situó a militares de la Fuerza Aérea de los EUA en la torre de control haitiana para observar. De inmediato aumentaron la seguridad y optimizaron el proceso. Además, el equipo estableció un sistema para estacionar las aeronaves de forma segura. La torre de control haitiana dirigió a las aeronaves estadounidenses a su área designada. El personal haitiano en la torre se centró entonces en el tráfico internacional que entraba y salía del país. A partir de ahí, el personal militar de EUA dio información más detallada a los pilotos y los guio con seguridad hasta un lugar de estacionamiento. La aeronave era entonces cargada con ayuda o reaprovisionada. El sistema eliminó una importante responsabilidad para los controladores aéreos haitianos y mejoró considerablemente la seguridad.
La carga era otro obstáculo. La carga llegó de organizaciones benéficas al aeropuerto principal. El problema era que la ayuda no estaba ordenada para ser transportada en helicóptero. Los planificadores tampoco sabían qué ayuda estaba disponible para ser entregada hasta que llegaba al aeropuerto. Identificar y solucionar este problema logístico clave con un planificador experimentado minimizó el tiempo de carga de las aeronaves.
Recomendaciones
Un enfoque de todo el gobierno implica ejercicios y campañas de todo el gobierno. Incorporar sistemas de comunicación no militares a los ejercicios militares. La realidad es que debemos ser capaces de utilizar lo que sea que nuestros socios estén utilizando para comunicarse; entonces, necesitamos incorporar ese sistema, incluso si ese sistema tiene fallas de seguridad significativas. Esto es especialmente importante durante una respuesta a una crisis, cuando simplemente no hay tiempo para forzar un cambio a otro sistema. Durante la respuesta, se utilizaron las aplicaciones de WhatsApp y Signal debido a su confiabilidad para enviar mensajes cuando la señal del celular era débil o intermitente. Incluso en las áreas más remotas, WhatsApp funcionaba; por eso, las organizaciones benéficas, la USAID, los haitianos y el personal en posición avanzada de la JTF-Haití utilizaban mucho la aplicación. La comunicación del personal en Haití con todos los demás se realizaba a través de Chat Surfer, Microsoft Teams u otros sistemas estándar de comunicación militar no clasificada. En el país, la plataforma más utilizada era WhatsApp.
Los equipos militares en las embajadas, especialmente los que se encuentran en áreas propensas a desastres naturales, deben identificar los lugares de concentración que puedan apoyar una pequeña presencia en los aeropuertos clave o en sus proximidades. Podrían entonces trabajar con el Departamento de Estado para crear acuerdos previos que permitieran a las fuerzas armadas estadounidenses responder con mayor rapidez durante un desastre natural.
Incorporar buques para la entrega de ayuda humanitaria en los ejercicios. Utilizar la capacidad de los buques más pronto habría proporcionado más ayuda al pueblo haitiano. Uno de los problemas fue la resistencia de las organizaciones benéficas, que hizo dudar a la USAID sobre el uso del buque. La preocupación se debía a que las organizaciones ya no pueden rendir cuentas de su ayuda cuando se carga en un buque. Con un helicóptero lo ven cargado y tienen a alguien en el lugar de recepción para recibirlo poco después. Mediante el establecimiento de relaciones, la identificación de los verdaderos motivos de preocupación y la atención directa a los mismos, los buques se pusieron finalmente en acción para entregar la ayuda. En los ejercicios, los buques podrían entregar pequeñas cantidades de ayuda y colaborar con organizaciones benéficas a través de la USAID para normalizar los procesos de uso de los buques.
El riesgo para las fuerzas debe sopesarse con las preocupaciones por la imagen. Parte de la presión para que el número de efectivos sobre el terreno fuera bajo era una cuestión de imagen. Una de ellas era que los efectivos de las fuerzas armadas estadounidenses no debían superar a los de la USAID porque éstas desempeñaban un papel de apoyo. Además, una parte del personal estadounidense era sensible a la imagen de una invasión de EUA debido a la historia de la invasión y ocupación de la Infantería de Marina en 1915-193411. Las preocupaciones sobre la imagen deben reevaluarse continuamente para comprobar si son válidas y verificar si vale la pena correr algún riesgo. La mayoría de los haitianos estaban preocupados por la comida y el agua tras el desastre. La creencia de EUA de que los haitianos percibirían a las fuerzas armadas estadounidenses como una fuerza invasora no fue la realidad sobre el terreno.
Usar la colaboración abierta (crowdsourcing) combinada con software de inteligencia artificial para crear una comprensión inicial de la situación. Incluso en las áreas remotas donde la gente carecía de refugio, tenían teléfonos celulares y servicio de cobertura. Podría establecerse un sistema por el que la población local enviara fotos a un número telefónico y luego esas fotos se cargaran automáticamente y se trazaran según la ubicación en los metadatos de la foto. Esto ayudaría al país anfitrión, a las organizaciones benéficas, a la USAID y a las Fuerzas Armadas de EUA a comprender rápidamente la situación. Por ejemplo, al saber si un deslizamiento de tierras está bloqueando una ruta, podría responderse rápidamente y a escala. Combinada con un programa de recompensas, esta iniciativa podría proporcionar inteligencia a la velocidad de la relevancia a un bajo costo.
La rapidez y el alcance logístico de la JTF-Haití superaron las limitaciones de acceso para proporcionar 266 690 kilos de ayuda y salvar o auxiliar 477 vidas en menos de tres semanas12. El evento dejó muchas lecciones aprendidas y mejores prácticas que mantener. La capacidad militar de EUA fue demostrada durante la respuesta al terremoto. Al final, las fuerzas armadas estadounidenses tranquilizaron a sus socios y demostraron a los demás que son formidables. Un ciudadano haitiano dijo: «Hace diez años, todos ustedes vinieron aquí e hicieron lo que nadie más podía hacer. Y ahora están aquí haciéndolo de nuevo. Haciendo lo que nadie más puede hacer».
Notas
- Caribbean Catastrophe Risk Insurance Facility (CCRIF SPC), Preliminary Event Briefing-Earthquake-Haiti-August 14 2021 (Grand Cayman, KY: CCRIF SPC, 14 de agosto de 2021), https://www.ccrif.org/publications/hazard-event-report/preliminary-event-briefing-earthquake-haiti-august-14-2021?language_content_entity=en.
- «Special Operations Command, South (SOCSOUTH)», GlobalSecurity.org, 10 de septiembre de 2013, https://www.globalsecurity.org/military/agency/dod/socsouth.htm.
- Diana Stancy Correll, «U.S. Military Provides Assistance to Haiti Following Earthquake, Tropical Storm», Military Times (sitio web), 17 de agosto de 2021, https://www.militarytimes.com/news/your-navy/2021/08/17/us-military-provides-assistance-to-haiti-following-earthquake-tropical-storm/.
- «U.S. Military Support to Haiti Earthquake Relief», U.S. Southern Command, accedido el 3 de enero de 2024, https://www.southcom.mil/HaitiEarthquakeSupport/.
- Davis Winkie, «Why the 82nd Airborne Is Directing Airfield Security for Afghanistan Evacuation», Army Times (sitio web), 17 de agosto de 2021, https://www.armytimes.com/flashpoints/afghanistan/2021/08/17/why-the-82nd-airborne-is-directing-airfield-security-for-afghanistan-evacuation/.
- Brad J. Reinhart, Amanda Reinhart, y Robbie Berg, Hurricane Grace, National Hurricane Center Tropical Cyclone Report (Miami: National Hurricane Center, 18 de febrero de 2022), https://www.nhc.noaa.gov/data/tcr/AL072021_Grace.pdf.
- «Haitian Civil Protection Agency (DPC)», United Nations-SPIDER Knowledge Portal, accedido el 3 de enero de 2024, https://un-spider.org/haitian-civil-protection-agency-dpc.
- Joint Publication 3-57, Civil-Military Operations (Washington, DC: U.S. Government Publishing Office, 9 de julio de 2018), https://www.jcs.mil/Portals/36/Documents/Doctrine/pubs/jp3_57.pdf.
- «U.S. Military Support to Haiti Earthquake Relief».
- «Helping Hands Deliver Humanitarian Aid to Haiti», Defense Visual Information Distribution Service, 31 de agosto de 2021, https://www.dvidshub.net/image/6812875/helping-hands-deliver-humanitarian-aid-haiti.
- Wray R. Johnson, Biplanes at War: US Marine Corps Aviation in the Small Wars Era, 1915-1934 (Lexington: University Press of Kentucky, 2019).
- «U.S. Military Support to Haiti Earthquake Relief», U.S. Southern Command, accedido el 30 de enero de 2024, https://www.southcom.mil/HaitiEarthquakeSupport/.
El mayor Cole Herring, del Ejército de EUA, es oficial de las Fuerzas Especiales con 18 años de experiencia. Sirvió como ayudante de campo del comandante en el Comando de Operaciones Especiales Sur durante la operación de respuesta al desastre de Haití y presenció personalmente los hechos descritos en este artículo. Cree en la importancia de mejorar continuamente la integración y la cooperación necesarias para utilizar un enfoque de todo el gobierno a la hora de resolver nuestros retos actuales en materia de seguridad.
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