Actividades de influencia rusas antes de la invasión en la guerra con Ucrania
Ian J. Courter
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La invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022 no sorprendió a muchos analistas y expertos regionales, ya que el conflicto se correspondía con un patrón claro cuyas raíces se remontaban a siglos atrás. Además, una gran cantidad de literatura académica y militar publicada desde la toma rusa de Crimea en 2014 y la guerra proxy en Donetsk y Luhansk describe en detalle las actividades y métodos específicos que el gobierno ruso probablemente utilizaría.
La doctrina militar actual, las publicaciones académicas y los periodistas de EUA y sus aliados utilizan una variedad de etiquetas para los esfuerzos de influencia llevados a cabo por el Estado. Gran parte de la literatura que cita este artículo incluye términos como guerra híbrida, guerra de información, operaciones de información, guerra política y equivalentes para las actividades ejecutadas que afectan y configuran el comportamiento de individuos y grupos. En aras de la simplicidad y la claridad, este artículo utiliza el término general «actividades de influencia» para describir los esfuerzos rusos.
Hay dos aspectos de la preparación previa a la guerra que ayudan a comprender la influencia rusa en el conflicto actual. En primer lugar, el gobierno ruso empleó una metodología bien establecida para configurar las condiciones. El análisis de una amplia gama de publicaciones muestra un patrón consistente y predecible que ayuda a desmitificar las operaciones rusas1. Un punto clave sobre la influencia rusa es que el objetivo principal es siempre la población rusa, tanto dentro como fuera de la Federación Rusa. Todos los demás objetivos son secundarios y no hay que persuadirlos necesariamente, sino neutralizarlos como impedimentos para lograr los resultados deseados2.
En segundo lugar, Ucrania es un caso especial en el que sus antiguos lazos lingüísticos, culturales y religiosos con Rusia superan sin duda los de cualquier otra nacionalidad eslava. Por lo tanto, la profundidad de la atención rusa y los niveles de vitriolo dirigidos a Ucrania probablemente superan lo que experimentan otros países.
En último lugar, la siguiente discusión es un análisis preliminar de una guerra que apenas tiene unos meses. Futuras investigaciones y análisis de las actividades de influencia rusas pueden modificar algunos de los puntos planteados. Sin embargo, es muy poco probable que los actores rusos se desvíen significativamente de los métodos y técnicas tradicionales, ya que están profundamente arraigados y son difíciles de modificar; las organizaciones y los procesos tienden a tomar su propio impulso y se resisten al cambio. Los fracasos militares rusos hasta la fecha sugieren una serie de procesos arraigados que desafían el cambio, incluyendo las actividades de influencia.
El contexto
La idea de emplear actividades de influencia en las operaciones militares contra un oponente es muy antigua, pero no hay nada particularmente «híbrido» o irregular en dicha integración que lo que existe en la guerra tradicional3. Si bien la categorización de la guerra híbrida y de los otros supuestos tipos de guerra como formas distintas puede ser discutible, la idea de las áreas necesarias para el éxito en la guerra moderna no lo es: el campo de batalla convencional, la población indígena, el «frente interno» y las comunidades internacionales4. Antes de la invasión, el gobierno ruso saturó todas las áreas como parte de un esfuerzo concertado e integrado para situarse en la posición más ventajosa posible, pero el frente interno era el más importante. Rusia heredó esta metodología de la Unión Soviética, por lo que no es de extrañar que el régimen actual la empleara5.
Cuando la Unión Soviética se disolvió en diciembre de 1991, la Federación Rusa sucesora perdió su estatus de superpotencia mundial tanto en concepto como en términos reales; aparte de poseer armas nucleares, el nuevo Estado ruso era una potencia de tercera categoría en el mejor de los casos. Para compensar y mantener cualquier posibilidad de alcanzar los objetivos de política exterior, y tras ser nombrado presidente ruso en funciones en 1999, Vladimir Putin inició una modernización de las capacidades militares rusas. No obstante, aparte de las nuevas plataformas de armas y el empleo de las tecnologías de comunicación más recientes, las tácticas, técnicas y procedimientos básicos de influencia rusos siguen siendo los mismos que en el pasado, pero ejecutados de forma mucho más agresiva.
La agresión rusa hace que sus actividades de influencia sean dramáticamente diferentes de las de los países occidentales libres y abiertos. Las viejas creencias culturales, unidas al pensamiento marxista-leninista heredado sobre las amenazas occidentales, hacen que los dirigentes de Moscú crean firmemente que están inmersos en una guerra continua en la que estructuras sociales enteras y las mentes de las poblaciones son objetivos apropiados6. Es una guerra total y de suma cero en la que todas las opciones son potencialmente viables. En consecuencia, los agentes de influencia rusos ejecutan las operaciones con un desprecio casi absoluto por las reglas de conducta y las normas internacionales.
En lugar de considerar las actividades de influencia como una operación militar o incluso como una actividad de todo el gobierno, los líderes rusos parecen adherirse a un modelo totalitario en el que la élite gobernante trabaja para movilizar a cualquier parte de la sociedad que pueda ayudar al esfuerzo. En lugar de la ideología marxista-leninista, ahora el constructo unificador es la etnia rusa compartida. La movilización incluye el reclutamiento de individuos y grupos civiles que residen en Rusia y los de la diáspora rusa en todo el mundo. A principios de abril de 2022, los esfuerzos de reclutamiento supuestamente convencieron a más de veintiocho mil rusos para que se unieran al esfuerzo en línea contra Ucrania7. Los patrones históricos muestran que los líderes rusos apelan a los sentimientos patrióticos que se alimentan de creencias culturales de larga data, incluso a la paranoia de que Rusia está aislada y sometida a la persecución y es objetivo de potencias extranjeras. Por estas razones, cualquier descripción de las actividades de influencia rusas que condujeron a la invasión no puede centrarse únicamente en el componente militar, sino que debe abordar la visión rusa más amplia para ser informativa.
Los puntos de vista rusos sobre el conflicto ilustran cómo consideran que la paz y la guerra no tienen distinción, sino que son un estado de conflicto perpetuo que varía en intensidad en cualquier momento y en numerosas operaciones simultáneas8. Además, las actividades de influencia rusas dirigidas contra los opositores son fundamentalmente destructivas, especialmente en el caso de las sociedades democráticas y liberales que representan una alternativa a la autocracia y la dictadura9. Las democracias liberales están en desventaja debido a la adhesión a sistemas de comportamiento basados en normas como característica definitoria. Las autocracias, como Rusia, no se adhieren a tales restricciones, por lo que tienen una ventaja inherente en comparación con sus oponentes occidentales10. Los líderes de Rusia y Estados Unidos pueden compartir el objetivo común de influirse mutuamente, pero su pensamiento y muchos de los medios utilizados son tan diferentes que casi desafían la comparación.
Los líderes rusos también creen que tienen el derecho y la necesidad de involucrarse en los países vecinos (lo que ellos denominan «el extranjero cercano»), especialmente los que antes formaban parte del Imperio Ruso y la Unión Soviética. Entre los antiguos territorios zaristas y soviéticos, Ucrania ocupa una posición única por encima de todos los demás. Ucrania, en concreto su capital, Kiev, constituye el corazón del antiguo Estado de la Rus ancestral y es el lugar donde comenzó la Iglesia Ortodoxa Rusa. Sin embargo, la identidad y la cultura ucranianas divergen de la Rus de Kiev original y de la identidad y la cultura rusas, igualmente divergentes. De hecho, partes significativas de la Ucrania moderna, como los oblasts (provincias o regiones) de Lviv’ka, Zakarpats’ka, Ivano-Frankivs’ka y Chernivts’ka, solo cayeron bajo la dominación rusa recientemente (1939-1941/1945-1991). Antes de esos periodos relativamente breves, fueron durante siglos territorios polacos, austrohúngaros y checoslovacos.
Dejando a un lado las excepciones ucranianas occidentales, los profundos lazos culturales y religiosos que la mayor parte de Ucrania tiene con la sociedad y la cultura rusas la hacen merecedora de una atención especial. La pérdida de otras antiguas repúblicas soviéticas, como los Estados del Báltico, el Cáucaso y Asia Central, fue un golpe para el orgullo nacional ruso, pero la pérdida de Ucrania golpeó el núcleo de la identidad y el ser ruso. Para muchos rusos, la profundidad de la pérdida de Ucrania puede ser comparable a lo que sienten muchos griegos por la pérdida de Constantinopla (la moderna Estambul) y los judíos respecto a Jerusalén.
Aunque los líderes rusos han interferido activamente en los asuntos internos de Ucrania desde 1991, normalmente han tenido cuidado de mantener al menos la ilusión de una negación plausible. La negación fue una táctica clave en 2014, cuando Moscú negó la presencia de fuerzas rusas (hombrecillos verdes) en las provincias orientales de Ucrania, cuando las pruebas demostraban claramente que estaban allí. Además, Rusia ha utilizado una combinación de operaciones en el ciberespacio y desinformación para reescribir la historia, reinterpretar la cultura y otros factores con fines y objetivos específicos11. El conflicto actual no parece ser diferente.
En cuanto a las actividades manifiestas, los mensajes rusos han explotado tradicionalmente los efectos psicológicos de las maniobras militares para influir en objetivos internos y externos, demostrar la posesión de un ejército creíble y disuadir a los adversarios. Y lo que es más importante, los líderes rusos han utilizado repetidamente los ejercicios para enmascarar las preparaciones para las operaciones militares12. Numerosos analistas occidentales y comunicados de inteligencia afirmaron a finales de 2021 que las maniobras militares rusas en curso eran probablemente la cobertura de un ataque, que posteriormente se produjo el 24 de febrero. Los funcionarios rusos se cuidaron de calificar el ataque como una operación militar especial y no una invasión. La mayoría de los occidentales rechazaron la distinción, pero la información generalizada de los medios de comunicación sugiere que un gran número de rusos parecía aceptar este encuadre de la invasión, al menos inicialmente, como un posible indicador de la eficacia de la influencia rusa en las poblaciones nacionales.
Los tipos de influencia
Las actividades de influencia en un escenario de conflicto son con frecuencia psicológicamente afectivas en el sentido de que su propósito es más que persuadir a un objetivo para que cambie una creencia o una actitud. Los mensajes en tiempos de guerra suelen consistir en esfuerzos unificadores y destructivos; estos últimos incluyen mensajes divisivos. Los mensajes unificadores sirven para consolidar el apoyo interno o externo potencialmente simpatizante y promueven la participación en el esfuerzo de guerra o, al menos, minimizan la disidencia y la oposición. Los esfuerzos destructivos consisten en los esfuerzos psicológicamente más corrosivos en los que las acciones deliberadas y el engaño son parte integral e inseparable de los mensajes típicos.
Las anteriores acciones rusas contra Ucrania supusieron la aplicación de cualquier medio militar, informativo, político y económico pertinente para conseguir sus objetivos. Las actividades de influencia rusas aumentaron drásticamente en los últimos diez años a medida que los líderes ucranianos y amplios segmentos de la población miraban cada vez más hacia el oeste para su futuro. Un gran componente de esas actividades se ha llevado a cabo a través de los medios oficiales de propaganda del Kremlin para promover la ideología rusa y la gran idea de un mundo ruso que absorba completamente a Ucrania13.
Una de las herramientas clave que utilizan los líderes rusos es el engaño, que en gran parte se alinea con el principio de Magruder, que sostiene que es mucho menos difícil engañar a un objetivo dentro de una creencia existente que intentar hacerlo mediante la aceptación de una nueva creencia opuesta o diferente14. Internamente, el engaño moldea el pensamiento ruso para aumentar el ya fuerte cinismo sobre el mundo y reforzar la desconfianza existente en las organizaciones gubernamentales, fomenta las tendencias existentes a creer en conspiraciones y erosiona las creencias en las instituciones liberales occidentales como alternativas viables a las actuales estructuras gubernamentales rusas. Los efectos psicológicos específicos que se buscan incluyen la apatía, el malestar político, la desconfianza general y el aumento de la paranoia15.
Del mismo modo, los objetivos de Putin en cuanto a los objetivos exteriores tienen menos que ver con el convencimiento y la persuasión para provocar el apoyo a Rusia y más con el aumento de la duda y la incertidumbre, el fomento de la agitación y la explotación de cualquier desconfianza y división entre los grupos que compiten dentro y entre los Estados que se oponen a las acciones rusas, especialmente dentro y entre los países de la OTAN y la Unión Europea16.
Las metas
Una tarea crítica en la realización de actividades de influencia es la cuestión de la selección de metas. Las acciones y los mensajes persuasivos suelen ser mucho menos eficaces si no aprovechan las vulnerabilidades únicas de un individuo o grupo determinado. Una selección de objetivos precisa produce resultados más predecibles. Para las actividades de influencia en general, la selección de objetivos es la base de la influencia, del mismo modo que las poblaciones son fundamentales para la guerra moderna. Por lo tanto, dirigirse a los rusos étnicos con llamamientos a la unidad, a los ucranianos de habla rusa con mensajes para confundir su identidad nacional, y a los ucranianos con mensajes desmoralizadores para erosionar la moral, sirven todos ellos a diferentes objetivos a corto plazo, pero sirven al objetivo a largo plazo de disminuir la resistencia a las acciones rusas.
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Un objetivo clave de Rusia para ese enfoque ha sido suprimir cualquier sentido de identidad propia y patriotismo en los jóvenes ucranianos. Los mensajes rusos en las últimas décadas reflejan eso y los objetivos relacionados incluyen las ideas de que Ucrania es una construcción artificial y que el ucraniano no es realmente un idioma distinto.
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Los lectores que no están acostumbrados a pensar desde una perspectiva de influencia tienden a identificar a los ucranianos como los principales objetivos. Como ya se ha dicho, los propagandistas rusos se fijan primero en los objetivos internos, internos en el sentido de que son rusos étnicos, independientemente de su ubicación. Los propagandistas rusos no distinguen entre los rusos que residen en Rusia y los que viven en Ucrania o en cualquier otra parte del mundo. Las fuentes televisivas y radiofónicas rusas tratan las fronteras nacionales ucranianas como algo arbitrario e irrelevante, ya que el alcance y el contenido de la programación no distinguen entre rusos internos y externos.
La proliferación de fuentes de información basadas en Internet no ha hecho más que aumentar el alcance y la saturación de los medios de comunicación rusos. Los rusos en Crimea y los rusos en el este de Ucrania reciben gran parte de los mismos mensajes que los rusos de la Federación Rusa.
Las pruebas de que el objetivo se centra en los rusos pueden estar en los mensajes que llaman fascistas y nazis a los adversarios. Estos calificativos parecen tener mucho menos impacto en las poblaciones no rusas de esa parte de Europa que en las rusas, ya que las connotaciones negativas se han arraigado en cada una de las nuevas generaciones de jóvenes rusos. Los propagandistas pretendían que esos llamamientos se dirigieran sobre todo a los rusos de Ucrania para movilizar una participación más activa en la diáspora rusa.
En cambio, desde la perspectiva histórica de la etnia ucraniana, la rusificación forzosa, los siglos de opresión, las deportaciones masivas y las atrocidades soviéticas (es decir, rusas) durante la colectivización forzosa y la inanición masiva en los años 1920 y 1930 pueden rivalizar con todo lo que hicieron los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Es mucho menos probable que los intentos de influir en Rusia utilizando referencias nazis y fascistas afecten a los ucranianos que los mensajes contrarios que recuerdan a los ucranianos lo mal que les han tratado históricamente las autoridades rusas. En una vuelta de tuerca al principio de Magruder, cualquier ejemplo de brutalidad rusa en el conflicto actual solo puede reforzar las creencias ucranianas existentes.
Aparte de la influencia dirigida a los rusos étnicos, los ucranianos han ocupado un segundo plano durante años. Un objetivo clave de Rusia para ese enfoque ha sido suprimir cualquier sentido de identidad propia y patriotismo en los jóvenes ucranianos17. Los mensajes rusos en las últimas décadas reflejan eso y los objetivos relacionados incluyen las ideas de que Ucrania es una construcción artificial y que el ucraniano no es realmente un idioma distinto18. La implicación es que Ucrania y los ucranianos son solo extensiones de Rusia en lugar de estar relacionados, pero separados y distintos.
Los objetivos
Los objetivos centrados en la etnia rusa son principalmente de naturaleza unificadora y movilizadora para lograr mayores niveles de apoyo a las acciones y la unidad rusas. Lograr los objetivos entre las poblaciones rusas internas y la diáspora extranjera es comparativamente más fácil que con los no rusos por el simple hecho de que los llamamientos de fuentes rusas resuenan con los rusos étnicos que a menudo se sienten apartados de las poblaciones locales mayoritarias no rusas. Décadas de propaganda rusa parecen haber moldeado significativamente las mentes y perspectivas de los rusos en otros países. Las vulnerabilidades psicológicas resultantes de un sentimiento de aislamiento (autoinducido o no), la percepción de persecución y otros factores los hacen fundamentalmente más susceptibles a los esfuerzos de influencia rusos.
Las autoridades rusas también han sembrado a propósito la discordia entre las poblaciones locales de los países vecinos y los rusos étnicos que residen en ellos con la esperanza de provocar una reacción que las autoridades rusas puedan citar como prueba de persecución y que sirva de justificación para intervenir en su favor (un tipo de táctica de bandera falsa). Las racionalizaciones rusas para la toma de Crimea en 2014 y las intervenciones en Donetsk y Luhansk son ejemplos de esta táctica en la que las falsas alegaciones de atrocidades ucranianas contra los rusos étnicos sirvieron de justificación. Los medios de comunicación rusos incluso difundieron imágenes falsas como supuesta prueba de las acciones ucranianas.
Los objetivos en las operaciones de tipo ucraniano pueden incluir la movilización de los rusos étnicos en una población extranjera, el aumento del apoyo en Rusia para la intervención externa (si es necesario), y forzar cambios específicos en el comportamiento de la nación extranjera que favorezcan a Rusia. Varias publicaciones recientes de revistas sobre seguridad regional analizan este tipo de objetivos y la preocupación de los gobiernos bálticos por los esfuerzos de agitación rusos entre las poblaciones minoritarias rusas de esos países.
Los fines aplicados a los objetivos no rusos parecen incluir, superficialmente, mensajes persuasivos para ganar la simpatía para Rusia, pero en un nivel más profundo parecen más dedicados a crear división y desunión en otros países que se alinean con Ucrania. En otros casos, los posibles objetivos pueden ser sembrar la confusión a través de la distracción, provocar una reacción lenta a las acciones rusas y mantener a los oponentes en desequilibrio.
Hace décadas, el teórico militar ruso antisoviético Evgeny Messner describió objetivos similares como bajar la moral a través de la disminución de la unidad de una nación adversaria, erosionando las capacidades requeridas para la resistencia, neutralizando los centros de gravedad que tienen valor psicológico, tomando o destruyendo objetos vitales, y ganando nuevos aliados mientras se divide a un adversario de sus aliados y se fractura la propia alianza19.
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El símbolo de la Z comenzó a aparecer en toda Rusia como señal de apoyo al supuesto esfuerzo por «liberar» a los compatriotas y se alineó con el tema de la liberación, los esfuerzos de desnazificación y otras afirmaciones propagandísticas.
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Una característica central de la guerra en la era moderna es que las poblaciones son el requisito crítico por encima de todos los demás. El hecho de no poder influir en las poblaciones clave con cierta ventaja afecta significativamente, si no determina, el éxito o el fracaso. La lista de objetivos de Messner se ajusta a la concepción moderna de la guerra centrada en la población. Los líderes rusos también son muy conscientes de esta realidad e intentan operar dentro de ese contexto sin dejar de ser capaces en la guerra tradicional.
Los temas principales
Los temas preparatorios rusos promovieron una lectura glorificada y muy selectiva de la historia que enfatizaba la supuesta inclusividad rusa con respecto a los no rusos, especialmente los hermanos eslavos de los estados históricos dirigidos por Rusia, el progreso económico y el avance científico unidos, y el lugar central de Rusia en el mundo eslavo con un estatus de primera entre iguales20. Al hacer estas afirmaciones, los propagandistas rusos ignoraron las realidades históricas de la conquista militar, la rusificación forzada y la violenta represión de cualquier disidencia y resistencia al dominio ruso.
El régimen de Putin depende de temas y narrativas nacionalistas para persuadir a los rusos étnicos de que existe un estado de sitio para que el gobierno pueda utilizar métodos opresivos para proteger a la nación contra las amenazas, tanto internas como externas. Los mismos temas y narrativas también justifican las guerras externas y los sacrificios en el extranjero cercano para mantener Estados amigos que actúan de barrera y crean una defensa en capas contra las amenazas externas21. En el último conflicto, los militares rusos crearon inadvertidamente un símbolo clave en la letra Z no cirílica pintada en los vehículos de invasión que llegó a encarnar a las fuerzas rusas y a la operación en general. El símbolo de la Z comenzó a aparecer en toda Rusia como señal de apoyo al supuesto esfuerzo por «liberar» a los compatriotas y se alineó con el tema de la liberación, los esfuerzos de desnazificación y otras afirmaciones propagandísticas.
Mientras que la Z era un potente símbolo para los rusos como tema unificador, los temas relativos a los objetivos no rusos son los más estridentes en el tono contra un estado fronterizo en particular — Ucrania, el resultado de los factores históricos clave previamente discutidos.
De todas las antiguas repúblicas soviéticas de la familia de los pueblos eslavos, Ucrania ha sido probablemente la más frustrante para los dirigentes rusos, ya que el país se fue escapando cada vez más del control y la influencia de Moscú en la década de 2000. Esas frustraciones se tradujeron en amenazas y acciones intimidatorias que no hicieron más que aumentar en número e intensidad antes de la invasión. Las declaraciones de Putin y los medios de comunicación oficiales rusos fueron la base de la que extrajeron sus temas y mensajes todos los demás esfuerzos de influencia. Los medios de comunicación estatales rusos repitieron la lista de exigencias de Putin y las repetidas amenazas contra Ucrania si no se cumplían dichas exigencias22.
Uno de los temas clave sobre Ucrania que impulsa la propaganda rusa es la idea de que la propia Ucrania, el idioma y la cultura no son más que productos de la historia y la cultura rusas. Este tema tiene sus raíces en los centenarios esfuerzos de rusificación para destruir a Ucrania como sociedad y cultura separadas y distintas.
Uno de los temas más polémicos es el de las iglesias ortodoxas rusa y ucraniana. Los mitos distorsionados describen la lucha rusa como la protección de la ortodoxia, el mantenimiento de la unidad entre un solo pueblo y su iglesia, y el refuerzo del argumento de que rusos y ucranianos son un solo pueblo. Los mensajes rusos han atacado continuamente a la iglesia ucraniana como ilegítima a menos que se subordine a la iglesia ortodoxa rusa con sede en Moscú23.
En el pasado, la justificación rusa para la anexión de Crimea y la injerencia en los asuntos internos de Ucrania incluía declaraciones sobre la religión y la cultura compartidas. Una vez que la iglesia ucraniana declaró la independencia de la iglesia rusa después de 332 años, la iglesia rusa y el gobierno alegaron que la salida era ilegítima24. Dos partes clave del argumento ruso son que la iglesia con sede en Moscú ha tenido autoridad legal sobre la iglesia ucraniana desde 1686 y, quizás lo más importante, que Kiev es la cuna de la iglesia rusa y, por lo tanto, las dos son inseparables25.
Otro tema se centra en lo militar. En anteriores ejercicios militares, loa mensajes hicieron hincapié en los avances militares rusos en materia de mando y control, comunicaciones, la capacidad de ejecutar operaciones complejas de varios frentes y de combatir eficazmente las acciones de los competidores militares avanzados con un moderno sistema militar-industrial establecido para garantizar la continuidad en tiempos de guerra26. Los efectos psicológicos evidentes de la percepción de la capacidad hacen que aumente la preocupación de los gobiernos de todo el mundo por las intenciones y capacidades de Rusia como supuesta superpotencia. Sin embargo, cualquier recelo y temor que hubieran generado las actividades de influencia rusas desapareció rápidamente una vez que las fuerzas de invasión comenzaron a sufrir horrendas bajas (incluidos doce generales a partir de junio de 2022), considerables pérdidas de equipo, pérdida de impulso y, por lo demás, una incompetencia demostrada que numerosos consultores exmilitares mediáticos compararon con las fuerzas armadas del tercer mundo. El mito de la proeza militar rusa se hizo añicos y los temas rusos que pregonan las capacidades parecen haber dejado de guiar los mensajes de forma significativa.
Como se ha mencionado anteriormente, un tema que no muestra signos de desaparecer en los mensajes rusos es el nazismo/fascismo. A principios del siglo XXI, los analistas estonios observaron el uso de este poderoso tema dirigido a los rusos27. Se basa en las poderosas imágenes y emociones inculcadas a los rusos desde una edad temprana sobre la lucha de la Segunda Guerra Mundial contra la Alemania nazi en la que murieron más de veinte millones de ciudadanos soviéticos.
Una parte vital de la narrativa antinazi de Rusia tiene que ver con el hecho de que en gran parte del territorio soviético no ruso que había estado en manos de las fuerzas alemanas durante la guerra, había un gran número de colaboradores locales que trabajaron activamente en contra de la reconquista soviética y lucharon para evitarla. Era tal el odio que muchos habitantes de las repúblicas bálticas, Ucrania y Bielorrusia sentían por la Unión Soviética en general y por los rusos en particular, que después de la guerra numerosas insurgencias siguieron resistiendo al dominio soviético hasta bien entrada la década de 1950. La propaganda rusa actual explota el hecho de que muchos héroes de la resistencia antisoviética de esa época colaboraron con las fuerzas alemanas o lucharon por ellas, como el ucraniano Stepan Bandera. Varios líderes de la resistencia también eran antisemitas, lo que proporciona una mayor justificación rusa para etiquetar a los adversarios actuales como nazis. Los propagandistas rusos entonces presentan a las poblaciones de esos países como si todavía albergaran simpatías nazis28. El régimen de Putin utilizó el tema y la narrativa durante la insurgencia de Crimea y el Este en 2014 y lo volvió a invocar ampliamente antes de la invasión de 202229.
Todo esto no quiere decir que los antiguos Estados soviéticos independientes no conmemoren la derrota del régimen nazi. Ucrania ha celebrado tradicionalmente un desfile cada mes de mayo para conmemorar la pérdida de ucranianos en la guerra. En respuesta a las reivindicaciones rusas, el presidente ucraniano Volodymyr Zelensky habló en UATV, un canal oficial del gobierno ucraniano en YouTube, y pidió directamente a los ucranianos que «recuperaran» la conmemoración del Primero de Mayo. «Estamos luchando por la libertad de nuestros hijos y, por tanto, ganaremos. Nunca olvidaremos lo que hicieron nuestros antecesores en la Segunda Guerra Mundial, en la que murieron más de ocho millones de ucranianos. Muy pronto habrá dos Días de la Victoria en Ucrania. Y alguien no tendrá ninguno. Ganamos entonces. Ganaremos ahora. Y Khreshchatyk verá el desfile de la victoria — ¡la Victoria de Ucrania! ¡Feliz Día de la Victoria sobre el nazismo! ¡Gloria a Ucrania!»30.
El tema final y el mensaje que lo acompaña tienen que ver con un área en la que Rusia supera a todas las demás potencias del mundo — las armas nucleares. Poco antes de que estallara la pandemia de COVID-19, Rusia realizó simulacros nucleares a gran escala en octubre de 2019. Esto coincidió con pronunciamientos inusualmente abiertos sobre pruebas de armas hipersónicas rusas. En concreto, los líderes rusos, las personas influyentes y los medios de comunicación nacionales comunicaron que Rusia estaba preparada para intensificar la guerra nuclear cuando fuera necesario, que estaba integrando el armamento nuclear estratégico y táctico en su planificación y que la modernización en curso la estaba convirtiendo en la potencia nuclear predominante en el mundo. Estas declaraciones implicaban que los líderes rusos eran capaces y estaban dispuestos a librar una guerra nuclear a gran escala31.
La ejecución
La revolución en las actividades de influencia rusas parece haberse acelerado tras la intervención rusa de 2008 en Georgia. Desde entonces, las actividades han avanzado más allá del enfoque soviético comparativamente primitivo de la Guerra Fría. Los propagandistas rusos siguen utilizando la ambigüedad y la confusión al estilo soviético, pero el gran número de medios y plataformas de comunicación, combinado con el uso manifiesto de medias verdades, mentiras flagrantes y una total falta de preocupación por la coherencia, superan con creces todo lo anterior32. Los mensajes individuales rara vez existen de forma aislada, sino que residen en el marco de un esfuerzo de influencia mayor para crear efectos psicológicos en los objetivos33. La metodología de influencia rusa contemporánea incluye los medios de comunicación tradicionales de la televisión, la radio y los periódicos, así como plataformas más recientes basadas en Internet como Facebook, YouTube e Instagram, utilizando bots y troles que difunden información errónea y desinformación para desestabilizar y desmoralizar a los oponentes34.
En definitiva, las actuales actividades de influencia rusas son una continuación del pensamiento zarista y soviético, pero han evolucionado mucho más allá en cuanto a su alcance y capacidad. Una mentalidad de asedio, la creencia en el conflicto perpetuo, incluso la creencia de que la guerra con Occidente es el estado normal de las relaciones se combinan con un legado de guerra política y propaganda soviética para crear un Estado y una cultura que tiene pocos iguales en el perfeccionamiento de las técnicas de propaganda y la eficacia35.
Antes, durante y después de la campaña en Crimea de 2014, los mensajes rusos se centraron principalmente en el frente interno, y luego en los rusos de Crimea36. Los objetivos secundarios incluían a los rusos ucranianos, a los ucranianos, y luego a todos los demás en ese orden. Este espectro de objetivos se ajusta a patrones predecibles que se centran en los rusos étnicos para justificar y mantener el apoyo a las operaciones en Ucrania o en otros lugares. Los medios de comunicación rusos reflejaron los temas y mensajes oficiales al atacar a la oposición ucraniana, tanto oficial como de la sociedad civil, tachándola de extremista, terrorista, nazi y fascista37. El uso de palabras específicas con fuertes connotaciones emocionales explota la fijación rusa en la «Gran Guerra Patriótica» (la Segunda Guerra Mundial), que todavía pesa mucho en la psique nacional después de casi ochenta años. Gran parte de los mensajes que llegan a los actores externos con esos términos no están destinados a los no rusos, ya que carecen de peso real, pero muchos rusos en países extranjeros son susceptibles a esas imágenes, especialmente las generaciones mayores.
Los esfuerzos de influencia rusos trascienden las actividades gubernamentales y comprenden la estrategia de toda la sociedad mencionada anteriormente. En agosto de 2021, el oligarca multimillonario Yevgeny Prigozhin, uno de los principales partidarios de Putin, financió la película propagandística Solntsepyok («Horneado por el sol»), supuestamente para glorificar a su supuesta fuerza mercenaria privada (el Grupo Wagner), acusada de crímenes de guerra en operaciones proxy rusas en el extranjero38.
Es probable que el mensaje abierto en el vídeo sea un intento de evocar emociones, pero a menudo hay un mensaje sutil y menos obvio en la influencia rusa que los extranjeros suelen pasar por alto. En este caso, la intención de la película podría ser la de enviar un mensaje escalofriante a los residentes del este de Ucrania, donde se desarrolla la película, y a las personas de esa cultura que entienden intuitivamente ese tipo de mensajes. Debido a la reputación del Grupo Wagner por sus crímenes de guerra, es probable que el mensaje más profundo sea inspirar terror en todos los habitantes en el este del país para minimizar la resistencia potencial y maximizar la conformidad: obedecer o enfrentarse al Grupo Wagner. Antes del estreno de la película, los productores difundieron un enigmático tráiler con una descripción que decía: «Los acontecimientos transformarán totalmente la vida de muchas personas. ¿Quién se romperá con la nueva realidad y quién seguirá siendo un ser humano hasta el final?»39. Este es solo un ejemplo de las innumerables actividades de mensajes e influencia que Putin ha dirigido contra los ucranianos, tanto los de etnia ucraniana como los de etnia rusa.
Reflexiones finales
Determinar el éxito o el fracaso de las actividades de influencia tiene más matices de lo que los medios de comunicación y los gobiernos reconocen, y de lo que la mayoría puede entender. Para comprender mejor esos matices, este artículo hace hincapié en dos objetivos principales de Rusia en la llamada guerra de la información — los rusos y los ucranianos. Esto no implica que otros objetivos, como los europeos de la OTAN y la Unión Europea, Estados Unidos, las potencias asiáticas y otros, sean irrelevantes, sino que tienen una prioridad mucho menor. Los líderes rusos se atribuirán el éxito si son capaces de frustrar y ralentizar las respuestas de otros actores externos a las acciones rusas. El público local y el adversario son la prioridad inmediata.
Los medios de comunicación y los gobiernos occidentales pueden afirmar que han tenido éxito en competir con los mensajes externos rusos y en la consecución de sus objetivos, y que supuestamente los han frustrado. Sin embargo, aunque sea cierto, es irrelevante en un sentido importante. Los líderes rusos no suelen preocuparse por persuadir y convencer a los no rusos de que cambien sus creencias y actitudes. Los estrategas rusos buscan confundir, dividir y redirigir de otro modo la atención y la determinación de los no rusos — todo lo que vaya más allá de eso es una ventaja. Los líderes rusos buscan principalmente influir positivamente en los rusos para que apoyen el esfuerzo de guerra y silencien la disidencia interna.
Las afirmaciones occidentales de que se están frustrando las actividades y los objetivos de influencia rusos son prematuras y, en cierto sentido, irrelevantes. Las pruebas disponibles sugieren que el régimen de Putin ha tenido éxito hasta ahora tanto en la contención de la disidencia interna como en el mantenimiento del apoyo interno al esfuerzo bélico40. Incluso si solo una ligera mayoría de rusos apoya el esfuerzo bélico, la supresión eficaz de la disidencia y la oposición internas es un éxito en la opinión probable de Putin. Así es con exactitud como el régimen probablemente enmarcará los resultados al final. Aun así, hay pruebas de que, aunque muchos rusos se opongan a la guerra, puede que no se opongan a Putin personalmente. El régimen parece mantener una cantidad sustancial de apoyo a pesar de los continuos reveses desde que comenzó la invasión41.
Otro punto es que es posible que propagandistas rusos altamente cualificados estén convenciendo a los occidentales de que están contrarrestando con éxito la influencia rusa en el extranjero. Convencer a los objetivos de esta noción desvía la atención del objetivo principal ruso de consolidar el apoyo interno. Esto concuerda plenamente con la vieja noción soviética de control reflexivo en la que un enemigo lleva a cabo una acción inducida por Rusia mientras cree que lo hace por su propia voluntad.
Un último punto que destacar es la falta de pruebas en el campo de la psicología sobre si la influencia maligna provoca los efectos psicológicos deseados entre los objetivos y cuáles serían dichos efectos42. Existe la suposición generalizada de que la influencia afecta a los objetivos, pero no está claro cómo y en qué grado o medida.
La falta de pruebas psicológicas puede ilustrarse mejor con la respuesta ucraniana al ataque de Rusia. Antes de la invasión, el consenso parecía ser que los esfuerzos de influencia rusos tenían un efecto decididamente negativo sobre la moral y la cohesión ucranianas: Ucrania se derrumbaría en cuestión de días. Una vez que se produjo la invasión, la resistencia ucraniana sorprendió a todo el mundo, probablemente a nadie más que a los rusos. Zelensky y su administración contrarrestaron hábilmente la influencia rusa entre los ucranianos étnicos e incluso llegaron hasta Rusia en cierta medida. Sin embargo, hay pruebas anecdóticas de que un número significativo de rusos étnicos en Ucrania sucumbió a la influencia rusa. La actual falta de datos verificables impide una confirmación o refutación definitiva, pero el gobierno ucraniano instituyó el control de los movimientos de población en un aparente intento de limitar a los posibles saboteadores e insurgentes étnicas de la quinta columna rusa. Estas preocupaciones son válidas, ya que es una práctica rusa de larga data reclutar y utilizar a las poblaciones rusas externas en países extranjeros según sea necesario.
En cuanto al fracaso ruso para vencer la resistencia ucraniana, puede ser que los rusos empezaran a creerse su propia propaganda hasta el punto de que fuera delirante, como la aparente sorpresa que sintieron cuando los ucranianos no recibieron a las fuerzas rusas con los brazos abiertos como se creía que ocurriría. No se sabe con certeza cuántos de los puntos planteados aquí seguirán siendo plausibles en el futuro, ya que cada parte se adapta a la otra y modifica sus esfuerzos. Lo que sí es seguro es que las actividades de influencia seguirán siendo fundamentales en el conflicto actual y más allá.
Notas
- Mikael Weissmann, «Hybrid Warfare and Hybrid Threats Today and Tomorrow: Towards an Analytical Framework», Journal on Baltic Security 5, nro. 1 (2019): 17–26, accedido 10 de junio de 2022, https://sciendo.com/article/10.2478/jobs-2019-0002; George F. Kennan, «The Sources of Soviet Conduct», Foreign Affairs 25, nro. 4 (julio de 1947), accedido 10 de junio de 2022, https://www.foreignaffairs.com/articles/russian-federation/1947-07-01/sources-soviet-conduct.
- Bettina Renz, «Russia and ‘Hybrid Warfare’», Contemporary Politics 22, nro. 3 (2016): 295, https://doi.org/10.1080/13569775.2016.1201316.
- Ibid.
- John J. McCuen, «Hybrid Wars», Military Review 88, nro. 2 (marzo-abril de 2008): 107, accedido 10 de junio de 2022, https://www.armyupress.army.mil/Portals/7/military-review/Archives/English/MilitaryReview_20080430_art017.pdf. Nota: El artículo citado combinaba el frente interno y las comunidades internacionales y contaba el total como tres áreas. En el presente artículo, se distingue entre ambas y cuenta cuatro áreas.
- Jolanta Darczewska, «The Anatomy of Russian Information Warfare: The Crimean Operation, A Case Study», Centre for Eastern Studies 42 (mayo de 2014): 7, accedido 10 de junio de 2022 https://www.osw.waw.pl/sites/default/files/the_anatomy_of_russian_information_warfare.pdf.
- Stephen Blank, «Russian Information Warfare as Domestic Counterinsurgency», American Foreign Policy Interests 35, nro.1 (2013): 42, https://doi.org/10.1080/10803920.2013.757946.
- Kieran Devine, «Ukraine War: Thousands of Ordinary Russians Are Going to Battle in the Information War—What They’re Saying», Sky News, 17 de abril de 2022, accedido 10 de junio de 2022, https://news.sky.com/story/ukraine-war-how-ordinary-russians-are-taking-part-in-the-information-battle-12589587.
- Peter Mattsson, «Russian Military Thinking–A New Generation of Warfare», Journal on Baltic Security 1, nro. 1 (2015): 66–67, accedido 10 de junio de 2022, https://www.baltdefcol.org/files/files/JOBS/JOBS.01.1.pdf.
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- 16.Ibid., 46.
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- Oksana Frolova y Khrystyna Kataryna, «The Russian Orthodox Church as an Instrument of Hybrid War against Ukraine», Romanian Review of Political Sciences and International Relations 18, nro. 2 (2021): 160, 165, accedido 10 de junio de 2022, https://web.p.ebscohost.com/ehost/detail/detail?vid=0&sid=8c9e3c9d-37eb-43f1-a597-009aabd7e19c%40redis&bdata=JnNpdGU9ZWhvc3QtbGl2ZSZzY29wZT1zaXRl#AN=151388633&db=poh.
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- Petraitis, Ratsiborynska y Akimenko, Russia’s Strategic Exercises, 17.
- Para discusiones más detalladas sobre la resistencia antisoviética, consulte Dalia Kuodytė y Rokas Tracevskis, The Unknown War: Armed Anti-Soviet Resistance in Lithuania in 1944-1953 (Vilnius, LT: Genocide and Resistance Research Centre of Lithuania, 2006); Yuri Zhukov, «Examining the Authoritarian Model of Counter-Insurgency: The Soviet Campaign Against the Ukrainian Insurgent Army», Small Wars and Insurgencies 18, nro. 3 (septiembre de 2007): 439–66, https://doi.org/10.1080/09592310701674416.
- Ivo Juurvee et al., Falsification of History as a Tool of Influence (Riga, LV: NATO Strategic Communications Centre of Excellence, diciembre de 2020), 19, 22, 40, accedido 10 de junio de 2022, https://stratcomcoe.org/publications/falsification-of-history-as-a-tool-of-influence/16.
- Petraitis, Ratsiborynska y Akimenko, Russia’s Strategic Exercises, 36, 42.
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- Christopher Paul y Miriam Matthews, The Russian «Firehose of Falsehood» Propaganda Model: Why It Might Work and Options to Counter It (Santa Monica, CA: RAND Corporation, 2016), accedido 10 de junio de 2022, https://www.rand.org/pubs/perspectives/PE198.html.
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- Ibid.
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- Philipp Chapkovski y Max Schaub, «Do Russians Tell the Truth When They Say They Support the War in Ukraine? Evidence from a List Experiment», EUROPP (blog), The London School of Economics and Political Science, 6 de abril de 2022, accedido 10 de junio de 2022, https://blogs.lse.ac.uk/europpblog/2022/04/06/do-russians-tell-the-truth-when-they-say-they-support-the-war-in-ukraine-evidence-from-a-list-experiment/.
- Aiden Hoyle et al., «Grey Matters: Advancing a Psychological Effects-Based Approach to Countering Malign Information Influence», New Perspectives 29, nro. 2 (2021): 149, https://doi.org/10.1177%2F2336825X21995702.
Ian J. Courter es analista y formulador de doctrina de operaciones psicológicas (PSYOP) para el Centro y Escuela de Guerra Especial John F. Kennedy del Ejército de EUA. Es licenciado por la Murray State University y tiene una maestría por la Southern Illinois University en Carbondale. Courter se desempeñó como soldado y lingüista de PSYOP en numerosos despliegues por Sudamérica, Europa y Oriente Medio en los cuales llevó a cabo actividades de influencia como parte de operaciones de contrainsurgencia, operaciones de combate de gran escala y mantenimiento de la paz.
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