La geoeconomía
Coronel (retirado) John F. Troxell, Ejército de EUA
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(Nota del editor: Cuando Military Review le pidió al coronel John Troxell, de la Escuela Superior de Guerra del Ejército, hacer una crítica literaria del libro War by Other Means: Geoeconomics and Statecraft por los distinguidos académicos Robert Blackwill y Jennifer Harris, la intención era publicar un ensayo de crítica literaria que evalúa los méritos y relevancia del libro. Sin embargo, el proyecto evolucionó de una simple crítica literaria a un análisis detallado completo que creció en un tipo de «variación en un tema» de temas oportunos discutidos en el libro. Como resultado, Military Review ha optado por comenzar su número de enero-febrero de 2018 (en inglés) con este artículo híbrido: una parte crítica literaria, parte investigación independiente. El presente artículo es especialmente notable porque su publicación coincide con una nueva Estrategia Nacional de EUA (U.S. National Strategy), que identifica a China y Rusia como los rivales posiblemente más grandes de Estados Unidos, y aborda de forma oportuna la cambiante naturaleza de la guerra que se lleva a cabo en los niveles más altos de la institución de defensa de Rusia. (Véase general del Ejército Valery Gerasimov, Jefe de Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de la Federación Rusa, «El valor de la ciencia está en la capacidad de prever lo que sucederá o podría suceder en el futuro: Los nuevos desafíos exigen repensar las formas y métodos de llevar a cabo las operaciones de combate», Military Review, 71, nro. 2 [marzo-abril de 2016]: págs. 47-54.
Subyugar al ejército del enemigo sin hacer la guerra es la forma más alta de excelencia.
—Sun Tzu
Hace unos años, en una declaración ante el Comité de Asuntos Exteriores del Senado de EUA, Henry Kissinger destacó la frustración que siente Estados Unidos. A pesar de tener la economía más grande y vibrante y las mejores instituciones armadas y más capaces del mundo, el entorno de seguridad internacional hoy en día es más preocupante que nunca. «Estados Unidos se encuentra en una situación paradójica. Por cualquier estándar de capacidad nacional, estamos en una posición para lograr nuestros objetivos y moldear los asuntos internacionales. Sin embargo, mientras observamos el mundo, encontramos insurrección y conflicto. Estados Unidos no ha enfrentado una serie de crisis más diversa y compleja desde el fin de la Segunda Guerra Mundial»1.
Solo hace unos meses, el secretario de Defensa James Mattis hizo eco de esta declaración de una situación de seguridad global cada vez peor: «Nuestro desafío se caracteriza por un declive en el orden internacional basado en reglas de mucho tiempo, llevando consigo el entorno de seguridad más volátil que he presenciado durante mis cuatro décadas de servicio militar»2. Complicando esta preocupación es que gran parte del desafío geopolítico que azota a Estados Unidos es facilitado por esfuerzos y métodos fuera de los dominios políticos y militares tradicionales de la competencia geopolítica.
Los más destacados de estos dominios que impactan la competencia geopolítica son los de la información, cibernético y economía. Un informe del Center for American Progress de 2017 se centra en el uso de la información como arma y alega que las «democracias liberales en todas partes del mundo están bajo ataque. No están siendo atacadas por armas de guerra tradicionales, sino por la desinformación—información intencionalmente falsa o delusoria concebida para engañar a las audiencias de objetivo»3. El sistema político de EUA sigue en un tumulto por alegaciones de una campaña de desinformación rusa relacionada con la elección de 20164. El cibernético representa un dominio aún más amenazante. El exsecretario de Defensa Leon Panetta advirtió de un «Pearl Harbor cibernético» que traumatizaría y paralizaría la Nación5. Dan Coats, el director de Inteligencia Nacional, en testimonio ante el Senado de EUA en 2017, priorizó el dominio cibernético como la amenaza global más grave y declaró que, «Nuestros adversarios se están volviendo más adeptos en el uso del ciberespacio para amenazar nuestros intereses y fomentar sus propios y, a pesar de mejoras en la defensa cibernética, casi toda la información, redes de comunicaciones y sistemas estará en peligro por muchos años»6.
En último lugar, Estados Unidos enfrenta las consecuencias de un gran cambio en el poder económico relativo. El auge de China desde las primeras reformas de Deng Xiaoping ha sido sin precedente; la revista The Economist lo denominó «la explosión de creación de riqueza más dinámica en la historia humana»7. China ha llegado a ser la nación más poderosa en la fabricación y comercio y su producto interno bruto ocupa el segundo lugar en el mundo, el más grande si se mide por la paridad de poder de compra8. Este cambio de poder económico se ha tornado aún más inquietante para Estados Unidos en virtud de la crisis económica de 2008. La recuperación de la crisis ha sido lenta y constante, pero los daños ocasionados a las percepciones han disminuido mucho la eficacia del poder relacional de EUA—la capacidad de dominar o coaccionar9. China, por otra parte, se aprovechado mucho de estas nuevas circunstancias y es descrita a China como el «practicante principal de la geoeconomía» y un «maestro» jugando el nuevo juego económico10.
La guerra de información, la ciberguerra y la competencia económica internacional no necesariamente son planteamientos o métodos nuevos para que los Estados busquen objetivos de seguridad nacional, pero el contexto en el cual que se aplican y la prominencia que han asumido son significativamente nuevos. La tecnología de comunicaciones de información y las conexiones de redes sociales y la economía más ampliamente integrada y globalizada, junto con un deseo de evitar el poder militar asimétrico de EUA, han canalizado la oposición revisionista al orden internacional basado en las reglas apoyado por EUA en estos dominios no tradicionales.
Los contrincantes al orden existente se han tomado Sun Tzu a pecho e intentan ganar sin luchar. Operan en una zona gris, ahora familiar—«el lugar incómodo entre los concebimientos tradicionales de la guerra y la paz»11.
Se han hecho muchos esfuerzos para analizar y posiblemente contrarrestar el impacto de las operaciones cibernéticas y de información, pero según Robert Blackwill y Jennifer Harris en su libro War by Other Means: Geoeconomics and Statecraft, publicado en 2016, Estados Unidos a través de una «falta de memoria estratégica colectiva de gran escala» ha permitido que el campo global de geoeconomía se incline peligrosamente en su contra y, «a menos que se rectifique, solo crecerá el precio de sangre y tesoro que Estados Unidos pagará»12. Los autores pasan a afirmar que «más y más Estados están jugando la guerra geopolítica con activos, intentando con chequeras soberanas y otras herramientas económicas lograr objetivos estratégicos que en el pasado eran el dominio de la coerción o conquista militar»13. La pérdida de la memoria de EUA y una mayor voluntad de los poderes ascendentes de utilizar los instrumentos económicos para lograr fines geopolíticos significa que Estados Unidos debe reconsiderar y «reorientar su política exterior para lograr el éxito en una era importantemente definida por una proyección de poder económico»14.
Sin importar su respuesta al argumento presentado en el presente artículo, todo profesional de seguridad nacional debe leer el libro War by Other Means. Como declara Henry Kissinger en la contracubierta: «Robert Blackwill y Jennifer Harris prestan un servicio a los formuladores de política, recordándoles de la importancia de las herramientas geoeconómicas. En un mundo afectado cada vez más por el poder económico, sus análisis merece una consideración concienzuda»15. Una motivación final a los lectores para ampliar su comprensión del nexo entre la economía y la seguridad nacional es proporcionada por Leslie Gelb:
La mayoría de las naciones tocan sus tabores de política exterior en gran parte a ritmos económicos, menos Estados Unidos. La mayoría de las naciones definen sus intereses en gran parte en términos económicos y lidian principalmente con el poder económico, menos Estados Unidos. La mayoría de las naciones ajustaron sus estrategias de seguridad nacional para centrarse en la seguridad económica, menos Estados Unidos. Washington aún piensa principalmente de su seguridad en términos militares tradicionales y responde a las amenazas con medios militares. Por lo tanto, el desafío principal para Washington es recomponer su política exterior con un tema económico, mientras contrarresta las amenazas con nuevas maneras creativas16.
Estados Unidos debe concentrarse en la oportunidad presentada por una economía global cada vez más interconectada, regida por instituciones y conjuntos de reglas que creamos y en que el poder económico inherente de EUA representan la postura más fuerte17.
Blackwill y Harris abordan cuatro preguntas en su análisis, diseñado para mejorar la comprensión de la geoeconomía y pensamientos de la misma
- ¿Qué es la geoeconomía y por qué aumenta su importancia?
- ¿Cuáles son los instrumentos de la geoeconomía?
- ¿Cómo se desempeñan China y Estados Unidos en este dominio de geoeconomía?
- ¿Cuál es una estrategia geoeconómica estadounidense más eficaz18?
Es este artículo, se expandirá su respuesta a la primera pregunta; se destacará algunos puntos notables sobre una discusión muy minuciosa de los instrumentos geoeconómicos; se resumirá la discusión de la proeza geoeconómica de China, con unas advertencias, y disentirá la crítica de los autores sobre el rendimiento geoeconómico; y en último lugar, se desafiará sus conclusiones sobre la estrategia geoeconómica.
¿Qué es la geoeconomía?
Antes de centrarnos en el qué, permítanos considerar brevemente por qué ha aumentado la importancia del concepto. El cambio en énfasis comenzó cuando se acababa la Guerra Fría. En esta época, Edward Luttwark comentaba sobre la decreciente importancia del poder militar, observando que «los métodos de comercio estaban desplazando los métodos militares—con activos desechables en lugar de potencia de fuego, la innovación civil en lugar de avances técnico-militares, y penetración de mercados en lugar de guarniciones y bases militares»19. Escribiendo algunos años más tarde, Samuel Huntington sostuvo aumentar la importancia de las consideraciones económicas en las relaciones interestatales: «La actividad económica... Es, de hecho, probablemente la fuente más importante del poder y, en un mundo en que el conflicto militar entre grandes Estados es poco probable, el poder económico será cada vez más importante para determinar la primacía o subordinación de Estados»20. El énfasis en el poder económico es aún más prevaleciente con los poderes ascendentes actuales, como observan Blackwill y Harris: «Los poderes ascendentes son cada vez más atraídos a instrumentos económicos como sus medios principales para proyectar la influencia y llevar a cabo el combate geopolítico en el siglo XXI»21. El primer factor que explica la creciente tendencia de concentrarse en los instrumentos económicos es la alternativa poca prometedora de desafiar a la primacía militar de EUA: «La lógica de desafiar a Estados Unidos en una guerra de gran escala es más remota»22. Los autores observan los escépticos en este punto y reconocen el programa de modernización militar de China en curso y el desafío de Rusia en la zona gris, pero concluyen que «nadie está apenas intentando desafiar a la primacía militar estadounidense de manera integral»23.
Un segundo factor es que muchos Estados ascendentes han adoptado varios niveles de capitalismo estatal y, por lo tanto, tienen los medios económicos a su disposición para seguir objetivos geopolíticos y desafiar aspectos específicos del sistema internacional existente. El capitalismo estatal representa una estructura económica híbrida en que grandes segmentos de la economía son controlados por el Estado pero operan lado a lado con un sector privado principalmente orientado al mercado. China es el practicante principal, y según la revista The Economist, los chinos «piensan que han rediseñado el capitalismo para hacerlo funcionar mejor y un creciente número de líderes del mundo en vías de desarrollo están de acuerdo con ellos»24. El control del Estado se ejerce a través de empresas nacionales de petróleo y gas, empresas de propiedad del Estado (SOE), campeones nacionales patrocinados por el Estado, fondos de riqueza del Estado (SWF) y bancos controlados por el Estado. A diferencia de los Estados que operan con un componente significativo de propiedad estatal en su economía, gran parte del poder económico occidental es controlada por el sector privado. Los cálculos de ganancias y pérdidas del sector privado que son impulsados por el mercado hacen poco probable que estas empresas respondan de acuerdo con los objetivos geopolíticos.
El factor final es la economía global cada vez más integrada. A pesar de la creciente reacción populista contra la globalización, la versión del siglo XXI sigue sana y salva25. Los impulsores subyacentes de la globalización aún existen: reducidos costos de transporte, la revolución de tecnología de información y un mayor nivel de interconexión, mercados de capital relajados, la proliferación de acuerdos de libre comercio y organizaciones que regulan el comercio internacional tal como la Organización Mundial de Comercio26. De hecho, las economías nacionales son aún más integradas porque la fabricación ha sido desagregada, convertida en productos y dependiente de cadena de abastos globales integrados de componentes intermedios27.
La creciente interdependencia de las economías nacionales a través de la globalización crean una variedad de grados de dependencia y vulnerabilidad y, según Joseph Nye, «La manipulación de las asimetrías de interdependencia es una dimensión importante del poder económico»28. Todos estos factores funcionan en conjunto para generar una mayor inclinación para que los Estados usen los instrumentos de poder económicos como su primera opción.
Para captar esta tendencia emergente de dependencia estatal en el poder económico, Luttwark acuñó por primera vez el término «geoeconomía» en su ensayo «From Geopolitics to Geo-Economics», publicado en 1990. Él declara, «La geoeconomía... es el mejor término que puedo imaginar para describir la mezcla de la lógica del conflicto con los métodos del comercio—o como Clausewitz hubiera escrito, la lógica de la guerra en la gramática del comercio»29. Desde ese entonces, el término se ha tornado un poco confuso, y Blackwill y Harris quisieron clarificar el concepto y concentrar su enfoque. Por lo tanto, ellos presentan la siguiente definición:
La geoeconomía: El uso de instrumentos económicos para promover y defender los intereses nacionales y producir resultados geopolíticos beneficiosos; y los efectos de las acciones económicas de otras naciones en las metas geopolíticas de un país30.
Los autores indican que su análisis se centra en el segundo elemento de esta definición, el uso de los instrumentos económicos como medios para lograr los fines geopolíticos. Antes de profundizar en el análisis de los aspectos económicos del arte de gobernar, es importante considerar brevemente el alcance de la relación entre el poder económico y la geopolítica. Tres dimensiones específicas son relevantes en esta consideración: el rendimiento macroeconómico de una nación, la política económica internacional y los instrumentos económicos que se aplican en búsqueda de fines geopolíticos (el énfasis del libro War by Other Means).
Hal Brand observa en su ensayo «Rethinking America’s Grand Strategy» que «la gran estrategia comienza y termina con la macroeconomía y, tal vez, la comprensión más importante de la Guerra Fría es que el éxito geopolítico es una función de vitalidad económica»31. El análisis histórico clásico de este principio es The Rise and Fall of Great Powers de Paul Kennedy, en que concluye que un gran poder necesita una «base económica floreciente»32.
Tanto el presidente Barack Obama, con su énfasis en el desarrollo nacional interno, como el presidente Donald Trump y su enfoque «Que América vuelva a ser grande» reconocen la necesidad de sostener y fortalecer una fuerte economía interna. Las políticas que generan el crecimiento económico se comunican a través de decisiones presupuestarias que dirigen la generación de ingresos y asignación de recursos y financiamiento firme de las actividades del gobierno33.
Los últimos tres Jefes de Estado Mayor Conjunto han expresado preocupación con estos asuntos. El almirante Mike Mullen sostuvo que «nuestra deuda pública es la amenaza más grave a la seguridad nacional»; el general Martin Dempsey observó el surgimiento de asuntos económicos como una gran preocupación y tal vez un enfoque de su ocupación con los Jefes del Estado Mayor Conjunto; y el general Joseph Dunford ha expresado su preocupación con el impacto de la futura dinámica presupuestaria en los recursos de defensa34. Ninguna de estas preocupaciones ha sido resuelta porque el Acta de Control Presupuestario sigue en vigor y otro debate sobre la extensión de la deuda pública ocurrirá en el futuro cercano.
La segunda dimensión es la política económica internacional en que se usan los instrumentos económicos en apoyo de fines económicos. La diferencia entre la búsqueda de fines geopolíticos y económicos a veces puede ser poco definida; como reconocen Blackwill y Harris, «Los Estados pueden diseñar políticas geoeconómicas que simultáneamente avanzan múltiples intereses—geopolíticos, económicos y otros»35. Aunque algunos asuntos más contenciosos entre Estados Unidos y China podrían tener connotaciones geopolíticas, en realidad son centrados en resultados económicos. Dos asuntos que inmediatamente vienen a la mente son el robo de propiedad intelectual facilitado por el espionaje económico fomentado por medios cibernéticos, la falta de derechos de propiedad intelectual (IPR) y las torpes políticas transferencia de tecnología; y el asunto estrechamente relacionado de la política industrial así como el apoyo chino continuo que se da a los campeones nacionales.
Trump anunció en 2017 una «política de cero tolerancia con respecto al robo de propiedad intelectual y la transferencia de tecnología forzosa», y exigió un investigación del impacto de las prácticas chinas en el comercio estadounidense.36 Según se informa, China es responsable por la mayoría de los US$ 600 billones al año de costos relacionados con el robo de propiedad intelectual de Estados Unidos37. Los asuntos de IPR y transferencia de tecnología se filtran en la política industrial muy activa de China: «Mientras el gobierno de China intenta hacer el país un líder mundial en las industrias centradas en la tecnología tales como los semiconductores, vehículos autónomos y biotecnología, el temor es que saqueará las joyas intelectuales de sus socios extranjeros, y se deshará de ellos»38. Hace dos años, China comenzó su iniciativa industrial más reciente, «Hecho en China 2025», que se orienta hacia diez sectores industriales clave con la meta de avanzar estos sectores a la partes más altas de la cadena de producción global39.
Un titular del periódico Wall Street Journal de 2017 destaca la intensidad de la competencia global subsiguiente relacionada con la política industrial de China: «China Unleashes A Chip War: The Global Semiconductor Industry is Succumbing to Fierce Nationalistic Competition»40. Los chinos usan un fondo respaldado por el gobierno, uno de medios geoeconómicos típicos antes mencionados, en sus esfuerzos para dominar esta industria crítica41. La competencia geopolítica creciente impulsada por los medios económicos es acompañada por una competencia económica de igual intensidad, impulsada por estos mismos medios. Como observó un grupo de expertos prominente de Australia en un informe reciente, «si quiere comprender muchos de los acontecimientos estratégicos más importantes que el mundo enfrenta en las venideras décadas, tendrá que dedicar suficiente tiempo para pensar sobre lo que pasa en la economía internacional»42.
En un sentido más amplio, el poder económico y los instrumentos geoeconómicos refuerzan la seguridad nacional de un país, contribuyendo a una economía fuerte, permitiendo una política económica internacional eficaz y volviendo al enfoque de los autores, la tercera dimensión de la geoeconomía, la aplicación del arte de gobernar para lograr los objetivos geopolíticos
El arte de gobernar geoeconómico
El arte de gobernar se refiere a los medios a través de los cuales los gobiernos buscan lograr los objetivos de su política exterior y puede ser clasificado en cuatro instrumentos principales: la diplomacia (negociaciones y acuerdos), información (palabras y propaganda), fuerza militar (armas y violencia) y economía (bienes y dinero)43. La antigua secretaria de Estado Hillary Rodham Clinton, en una serie de discursos sobre el tema del arte de gobernar económico, identificó dos partes, la primera es «cómo aprovechamos las fuerzas y usamos las herramientas de la económico global para fortalecer nuestra diplomacia y presencia en el extranjero»—aplicando los medios económicos para lograr fines geopolíticos. La segunda parte es transformar los fines geopolíticos en medios para ayudar a lograr los fines de prosperidad económica interna44.
Blackwill y Harris enumeran siete herramientas adecuadas para la aplicación geopolítica: la política de comercio, política de inversión, sanciones económicas y financieras, política financiera y monetaria, asistencia, cibernético y energía, activos45. Las primeras cinco herramientas son fácilmente reconocidas como actividades económicas, la energía y activos también pudieran ser considerados como una subconjunto de la política de comercio—tal vez representando una categoría crítica de bienes comerciables. La inclusión de medios cibernéticos como instrumento económico parece ser un poco problemática. Se muestran los instrumentos económicos estándares en la figura (en la página XX), destacando varias aplicaciones normalmente diseñadas para proporcionar incentivos o acciones negativas. Frecuentemente se refieren a las acciones negativas como medidas económicas coercitivas46.
El comercio sigue siendo tal vez la herramienta económica más fácilmente aplicada como incentivo positivo a través de acuerdos de comercio libre negociados y a través de las relaciones de comercio normales otorgadas por la membresía casi universal en la Organización Mundial de Comercio, y como un instrumento coercitivo tales como sanciones que niegan el flujo libre de bienes. Los acuerdos de comercio libre continúan proliferando, tanto bilateral como regionalmente, con objetivos que se centran predominantemente en asuntos económicos, aunque los efectos geopolíticos residuales de mejores relaciones económicas siempre son posibles. Las sanciones coercitivas que imponen embargos contra el flujo libre de bienes y servicios siguen siendo una característica principal del arte de gobernar económico, a pesar de un fuerte consenso de que no funcionan. Los efectos humanitarios negativos de las sanciones integrales impuestas por las Naciones Unidas contra Irak en la década de los años 1990 llevaron al desarrollo de sanciones enfocadas contra personas y grupos específicos. Las sanciones enfocadas, también conocidas como sanciones inteligentes, incluyeron «congelación de activos, prohibiciones de viajar, restricciones en artículos de lujo y embargos de armas»47.
Actualmente, los flujos de inversiones internacionales sobrepasan por mucho los flujos de comercio transfronterizo, y según las Naciones Unidas, la posición de inversión directa global hacia el exterior era de US$ 26 trillones48. Los países en vías de desarrollo que necesitan fondos para el crecimiento hoy en día recurren a los mercados internacionales para la gran mayoría de sus necesidades. Tom Friedman describe la combinación de inversionistas de corto plazo y entidades multinacionales que invierten a largo plazo (inversión directa extranjera [FDI]) como la «manada electrónica», y los mercados que actúan como intermediarios en estas inversiones como los «supermercados». Él concluye que los «supermercados han reemplazado a las superpotencias como fuentes de fondos para el crecimiento»49.
La mayoría de la FDI se basa en decisiones impulsadas por el mercado y, por lo tanto, su sola consideración geopolítica es la estabilidad del mercado que entran. Sin embargo, la llegada de grandes y crecientes SOE y SWF, y bancos de propiedad estatales internacionalmente activos han comenzado a inclinar la balanza en contra de la toma de decisiones basada en principios puros de mercado. Blackwill y Harris observan que «las SOE son mucho más políticamente flexibles que la mayoría de las empresas privadas», y los motivos geopolíticos también pueden funcionar con SWF específicos50.
Las empresas y naciones occidentales piden franqueza en la toma de decisiones financieras para garantizar que se hagan las inversiones «basadas en la lógica económica impulsada por el mercado», y se supone que los SWF cumplan con los Principios de Santiago que son concebidos para «aumentar la franqueza y proteger contra las inversiones políticas», pero el nivel de propiedad estatal en estas instituciones no puede evitar «proveerles con palancas políticas inigualables»51. Además de la posibilidad muy real del apalancamiento geopolítico relacionado con la inversión en el exterior, el control de un país sobre la inversión que proviene del exterior podría actuar de manera similar. Un país podría negar el acceso a sectores críticos, controlar el grado permitido de propiedad extranjera, o llevar a cabo la aprobación según el caso para las inversiones extranjeras basado en consideraciones de seguridad, que podrían ser reales o fingidas52.
Las sanciones financieras representan el siguiente paso en la evolución de los regímenes de sanciones; se conciben para restringir el acceso al sistema bancario global y los mercados de capital internacionales53. Después del 11-S, Estados Unidos llevó a cabo un esfuerzo coordinado para ir en busca de financiamiento terrorista y, con el tiempo, convenció a la Sociedad para las Telecomunicaciones Financieras Interbancarias Internacionales (SWIFT), que es un sistema de mensajes de casa de clarificación con un monopolio virtual como un cuadro de distribución del sistema financiero internacional, a cooperar. Como observa Juan Zarate en su excelente libro Treasury’s War, la SWIFT y la ubicuidad del dólar estadounidense en los mercados internacionales llegaron a ser la «base fundamental de nuestra capacidad de hacer la guerra financiera más ampliamente»54. Este tema será discutido con más detalle en la siguiente sección.
Parecida a la potencia de las sanciones financieras basadas en la ubicuidad del dólar estadounidense, la eficacia de la política financiera y monetaria como una herramienta de geoeconomía es en gran parte dependiente del rol de la moneda del país en el sistema monetario internacional. Las guerras de monedas se luchan entre bancos centrales, ya sea manipulando sus monedas para lograr una ventaja competitiva o llevando a cabo una política monetaria interna no convencional a través de la implementación de programas de expansión monetaria cuantitativa55. O, un banco central que discute el fin de la expansión monetaria cuantitativa podría causar que las tasas de interés en los mercados emergentes suban, resultando en asuntos de refinanciación de la deuda.
Una serie de acontecimientos similar precedió el colapso del gobierno de Víctor Yanukovych en Ucrania en 2014, que resultó en la crisis geopolítica más grave en Europa desde el fin de la Guerra Fría56.
Este es un tema muy importante y complejo. La amplia presencia global actual del dólar estadounidense completamente respalda la fortaleza de la economía de EUA y la capacidad del gobierno de EUA de sostener su deuda pública creciente, y permite una gran aplicación de herramientas geoeconómicas. El renminbi chino (RMB) tal vez es un rival prometedor, pero las posibilidades de su éxito no están a su favor. Volveremos a discutir el dólar y el RMB es la siguiente sección57.
el milagro económico impulsado por exportaciones de China depende de importaciones. ...China no puede cortar este flujo, o arriesgarse a interrumpirlo a través de conflicto, sin dejar incapacitada su economía
La asistencia económica consta de ayuda militar, ayuda humanitaria y asistencia de desarrollo económico bilateral, también conocida como la asistencia de desarrollo oficial (ODA). Es suficientemente claro que puede haber condiciones geopolíticas significativas conectadas con la ODA, y además de China, otros actores geopolíticos grandes que usan este instrumento incluyen los miembros del Consejo de Cooperación del Golfo y Japón. China ha usado la ODA para obtener adherentes en todas partes de África y América Latina para la política de una China, y también es conocido por proporcionar la ayuda sin condiciones que no impone las consideraciones difíciles de buena gobernanza o requerimientos que exigen progresos en los derechos humanos. También hay una multitud de bancos de desarrollo estatales que han comenzado a competir con la formación existente de bancos de desarrollo creados y respaldados por el Occidente58.
Las políticas nacionales que gobiernan la energía y activos podrían ser consideradas como un ejemplo de la política de comercio, pero Blackwill y Harris optan por destacar estos como un instrumento colectivo distinto. Los recursos energéticos que consisten en el petróleo y gas natural sin lugar a dudas representan recursos críticos necesarios para manejar la economía global, y desde el establecimiento de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), las implicaciones geopolíticas del comercio energético han sido muy evidentes. La preocupación clave es la seguridad energética: disponibilidad a un precio razonable59. Los Estados que dependen de importaciones buscan a mitigar su vulnerabilidad a través de diversificación tanto de fuente como la ruta de tránsito60.
El actor geopolítico más grande en este sector es Rusia, el cual ha hecho interrupciones en la entrega de gas natural varias veces a principios de este siglo61. A pesar de las muchas disputas geopolíticas que podrían parecer como candidatos principales para acciones geoeconómicas, el mercado energético robusto y globalmente integrado, permeado por suministros incrementados cortesía de los constantes avances en la tecnología e innovación, parecen haber dado al mercado una ventaja62.
Esto no significa que la geopolítica es completamente separada del sector energético, pero los grandes suministradores reconocen su fuerte interés en demostrar la fiabilidad a sus clientes, de lo contrario incentivan la búsqueda; de fuentes alternas. Blackwill y Harris dedican un capítulo completo a la «geoeconomía de la revolución energética de Norteamérica» y concluyen que Estados Unidos estará en una posición fuerte para apoyar a sus aliados y amigos en contrarrestar las presiones geoeconómicas impuestas por sus adversarios, para interactuar con China y Asia en una infraestructura energética ampliada que ofrece la exportación de gas natural licuado y petróleo, y sostener la economía global hasta los finales del siglo XXI63.
El instrumento final es el cibernético. Los autores incluyen una sección extensa para discutir y ofrecer ejemplos recientes de ataques cibernéticos. Observan que no todos los ataques cibernéticos son geoeconómicos y, por ende, proponen una definición muy específica: «Los ataques cibernéticos geoeconómicos son los que usan los mecanismos de mercado económicos o financieros y que buscan imponer costos económicos como parte de una agenda geopolítica más grande»64.
Sin embargo, parece que esta definición se desvía del planteamiento más estrecho antes especificado: los instrumentos económicos como medios para lograr fines geopolíticos. Los ataques cibernéticos diseñados para causar daños económicos que, a su vez, puede apoyar un objetivo geopolítico son parecidos a un ejemplo citado en su libro que bombardear una fábrica «debe ser excluido de todo concebimiento de la geoeconomía»65. Un ataque cibernético contra infraestructura crítica sin lugar a dudas puede causar daños a una economía, pero no es la aplicación de medios económicos para lograr un fin geopolítico66. La preocupación con el robo de IPR ya ha sido discutida, pero como antes mencionado, parece que estos ataques son llevados a cabo para fines económicos. Los ataques cibernéticos claramente representan una amenaza de seguridad significativa y, en muchos casos, estos ataques seleccionan componentes importantes de la infraestructura económica y la industria, pero el análisis de este aspecto del arte de gobernar debe tener su propia plataforma y no necesariamente debe ser considerado un acontecimiento geoeconómico.
China y Estados Unidos en el ámbito geoeconómico
En la siguiente importante sección de War by Other Means, se analiza el rendimiento geoeconómico de China y Estados Unidos. Debe ser evidente que hay gran número de practicantes geoeconómicos que ejercen su negocio (es decir, Rusia y el Consejo de Cooperación del Golfo), pero parece conveniente concentrarse en China y Estados Unidos, dado que es probable que la relación entre estas naciones defina el siglo XXI.
Puesto que China se encuentra casi a la par con Estados Unidos en el dominio geoeconómico, la competencia entre estas dos naciones se materializará en el ámbito geoeconómico67. Según Blackwill y Harris, hay cuatro características estructurales, o dotaciones geoeconómicas, que dictan la eficacia y el grado de influencia económica que los países pueden lograr a través del uso de instrumentos geoeconómicos. El primer instrumento es la capacidad de controlar la inversión hacia afuera. Los países con grandes sectores financieros estatales (es decir, las SOE, SWF y bancos estatales) tienen una ventaja clara68. El segundo es el tamaño y capacidad de controlar el acceso al mercado interno de un país. Toda empresa desea ser exitosa en los mercados más grandes de consumidores y frecuentemente hará todo posible para cumplir con las exigencias del gobierno tales como transferencias de tecnología, alianzas estratégicas y el establecimiento de centros de investigación y desarrollo. El tercer instrumento es la influencia que se ejerce sobre los flujos de activos y energía, y el cuarto es la presencia global de la moneda de un país69. Como será mostrado, China tiene algunas ventajas importantes en el ámbito geoeconómico, pero tal vez no tan dominantes como sostienen los autores.
Blackwill y Harris usan seis estudios de caso para demonstrar la proeza geoeconómica de China y apoyar su afirmación de que «Beijing desarrolla y ejerce su proyección de poder no principalmente a través del despliegue de medios militares (salvo en los Mares Chinos del Este y Sur), sino a través de políticas geoeconómicas que coaccionan o incentivan a sus vecinos»70. El caso más interesante tiene que ver con la disputa territorial con Japón con respecto a las islas Diaoyu/Senkaku. Esto es especialmente interesante porque se enfrentan la segunda y tercera economías más grandes. En 2010, los chinos respondieron a una colisión marítima parando la exportación de metales de las tierras raras a Japón. China alegó que solo era una reducción del ritmo de procesamiento de pedidos de exportación debido al agotamiento de recursos y preocupaciones ambientales. En aquel momento, China producía más del 90 por ciento de los suministros globales.
Aunque esto tuvo un efecto admonitorio en Japón y otros consumidores de los metales de las tierras raras, un aumento de precios resultante inintencionadamente impulsó una reanudación de la producción de estos metales, disminuyendo así el monopolio y apalancamiento geopolítico de China. Como se observó en un informe del Consejo de Relaciones Exteriores, «Con demasiada frecuencia, Beijing subestima las fuerzas del mercado»71.
El segundo incidente ocurrió dos años más tarde en 2012, cuando el gobierno japonés compró una de las islas disputadas y China respondió con disturbios nacionalistas que boicotearon los productos japoneses y forzó el cierre temporal de fabricantes japoneses en China. Pero como escribió Richard Katz en la revista Foreign Affairs, la interrupción en la producción fue relativamente corta antes de que comenzara la producción mutua asegurada. China necesitaba mucho lo que Japón vendía porque «el milagro económico impulsado por exportaciones de China depende de importaciones. ...China no puede cortar este flujo, o arriesgarse a interrumpirlo a través de conflicto, sin dejar incapacitada su economía»72. La interdependencia económica supera la geopolítica.
China también ha usado instrumentos geoeconómicos en el impasse con Taiwán. Ha usado la ayuda e inversión económica para rodear a Taiwán atrayendo a otras naciones a poner fin a las relaciones con la provincia disidente y apoyar las posiciones de China en las instituciones internacionales, aislando aún más a Taiwán. También ha buscado la penetración a través de la liberalización de relaciones entre los dos países para incrementar la dependencia económica de Taiwán en China. Sin embargo, hay límites de la penetración de China porque «los ciudadanos taiwaneses se tornan extremadamente conscientes de su vulnerabilidad cada vez más profunda a la presión geoeconómica». Pero a pesar de esta oposición, Blackwill y Harris concluyen que, «Beijing inevitablemente continuará usando las herramientas geoeconómicas para influir en Taipéi», en sus esfuerzos de guiar a la isla a la reunificación eventual73.
Los incentivos geoeconómicos también están en acción en apoyo de la línea de demarcación en el Mar Chino del Sur (SCS). China ha llegado a ser el socio comercial más grande de todos los países circunvecinos, en la mayoría de casos desplazando a Estados Unidos. El paquete de préstamos e inversiones reciente de China ofrecido al presidente Rodrigo Duterte de las Filipinas es un ejemplo excelente de la geoeconomía en acción. China le ofreció a Manila más de US$ 9 mil millones en préstamos a bajo interés para la infraestructura y otros proyectos; también firmó acuerdos económicos cuyo valor se estima en US$ 13,5 mil millones. A cambio, Duterte se comprometió a poner a un lado una decisión de la Corte Permanente de Arbitraje sobre el Mar Chino del Sur y declaró que la alianza de defensa de largo plazo de EUA estaba en peligro74.
David Shambaugh agrega alguna perspectiva a la posición geoeconómica de China en el Mar Chino del Sur: «Si se considera más ampliamente, la cuota de comercio regional e inversión de China está muy lejos de ser dominante. La inversión de Beijing en muchos países en el sudeste asiático es más baja que la de Japón, la Unión Europea, o Estados Unidos, mientras su comercio no excede 30 por ciento (normalmente 15 a 30 por ciento) del comercio total de cualquier nación asiática individual»75. Y, como John Ikenberry asevera, hay límites en los incentivos geoeconómicos: «Los países desean los beneficios que surgen del auge de China. Sin embargo, también desean protegerse del dominio chino de la región. Esto, a su vez, es una gran razón por la cual el sistema de alianza extendida en la región es acogido»76.
El siguiente estudio de caso tiene que ver con el sur de Asia con una consideración breve de India y Pakistán. Blackwill y Harris sostienen que el deseo de China de evitar crecientes tensiones militares en esta región volátil impulsa a China a centrarse más en las herramientas geoeconómicas. La inversión china es una herramienta principal en esta región y su énfasis es en el Corredor Económico China-Pakistán como componente importante de la iniciativa «Un Cinturón y un Camino» (OBOR)77. Un resumen excelente de la iniciativa OBOR proporcionado por el Lowy Institute concluye que la OBOR es la iniciativa de política extranjera y económica más ambiciosa del presidente Xi.
...Queda poca duda de que el objetivo generalizado de la iniciativa es ayudar a China lograr las metas geopolíticas, vinculando económicamente más estrechamente a los países vecinos con Beijing. Pero también hay muchos más objetivos concretos y económicos al fondo de la OBOR78.
El Corredor Económico China-Pakistán exige una inversión de US$ 46 mil millones y la red completa de la OBOR tendrá proyectos que valen más de US$ 890 mil millones79. Además de las preocupaciones significativas de financiamiento, la «falta de confianza política entre China y algunos países de la OBOR, así como la inestabilidad y amenazas de seguridad en otros, son obstáculos considerables»80. Otros países han propuesto redes similares de inversión en la infraestructura para la región del Pacífico asiático, e India alega que la OBOR «es una iniciativa unilateral» en la cual no participará «sin consulta significativa»81. Blackwill y Harris sugieren que el «Corredor Económico Indo-Pacífico» podría abordar la preocupación de India con relación a los planes chinos y constituiría su propia ruta de la seda marítima82.
Corea es el último estudio de caso. La crisis actual, generada por el arma militar más importante, se ha tornado en un campo de batalla geoeconómico. Para un poco de contexto, China debe ejercer apalancamiento tremendo sobre Corea del Norte, porque representa casi 85 por ciento del volumen comercial total de este país. De aún más importancia es el control que China ejerce sobre 90 por ciento de las importaciones de energía de Corea del Norte83. A pesar de esta posición geoeconómica casi insuperable, China alega que no tiene ninguna influencia eficaz. Según un informe de estrategia del Brookings Institute, «China no tiene influencia para convencer a esta nación extranjera para poner fin a su programa nuclear»84. Desde la perspectiva de EUA, Obama llamó a Corea del Norte el país «más sancionado» del mundo85.
Aunque la mayoría de analistas concluyen que las sanciones jamás tendrán éxito para persuadir a Corea del Norte a abandonar sus armas nucleares. El primer tiro de la lucha geoeconómica fue disparado por Estados Unidos en la forma de un gran acuerdo que propuso usar moderación en el comercio con China a cambio de presión sobre Corea del Norte. Recientemente, después de haber evaluado dicho esfuerzo como deficiente, Estados Unidos disparó el segundo tiro, iniciando una investigación comercial contra las políticas de transferencia de tecnología y el robo de IPR por parte de China86. Mientras tanto, Corea del Sur aceptó el despliegue del sistema de Defensa Terminal de Área a Gran Altura (THAAD) en su territorio y llegó el momento de que China dispare un tiro geoeconómico. Los medios de difusión controlados por el gobierno sugirieron boicots de los productos surcoreanos y las agencias de viajes en China cancelaron los viajes grupales a Corea del Sur87. «Las ventas de vehículos tipo Kia y su empresa madre Hyundai Motors Co. en China subieron 61 por ciento de marzo a junio», y las fábricas están operando a solo 30 por ciento de su capacidad88. De nuevo, sin embargo, el efecto geoeconómico no dio en el blanco, porque el sistema THAAD, hoy en día, es completamente operacional y la reacción surcoreana a la intimidación china terminó mal. Por primera vez, los sondeos de opinión pública sugieren que el pueblo surcoreano tiene un peor concepto de China que de Japón89.
Actualmente, se anticipa que Estados Unidos presione a China para imponer un embargo total de petróleo sobre Corea del Norte90. Con el fin de incentivar esta solicitud, Estados Unidos podría imponer sanciones secundarias para «obligar a China a cortar los sustentos económicos internacionales de Corea del Norte. Esto implicará una amenaza al acceso al sistema financiero de EUA de las empresas extranjeras que hacen negocios» con Corea del Norte91. Las contiendas siempre son impredecibles y, por lo tanto, es poco claro cómo esta lucha geoeconómica concluirá, pero este corto relato claramente demostró la tendencia de Estados Unidos y China a recurrir a la presión geoeconómica.
El arte de gobernar geoeconómico de EUA
El resumen anterior del impasse sobre el programa nuclear de Corea del Norte indica que, a diferencia de las aseveraciones de los autores acerca de la vacilación e ineficacia de EUA en el ámbito geoeconómico, Estados Unidos sigue siendo un competidor muy activo en este dominio crítico. La FDI que sale de EUA es la más grande del mundo y, aunque no es dirigida por el gobierno de EUA para fines geoeconómicos específicos, la presencia global de empresas estadounidenses ayuda a sostener el poder relacional y de reputación92. A modo de ejemplo, se refuta la preocupación expresada por la penetración china en América Latina por el hecho de que más de 53 por ciento de la FDI total en la región en 2016 llegó de la Unión Europea, mientras que el 20 por ciento fue proporcionado por Estados Unidos. Por otra parte, China solo ha contribuido el 1 por ciento93. Estados Unidos también participa activamente en la revisión de inversiones de entrada a través del Comité de Inversiones Extranjeras en Estados Unidos (CFIUS)94. El CFIUS es una organización interinstitucional con el cargo de revisar las inversiones extranjeras para determinar las implicaciones de seguridad nacional. Debido a la preocupación con el creciente número de inversiones chinas que pueden ser dirigidas o subvencionadas por el gobierno de China, incluyendo las posibles adquisiciones relacionadas con tecnologías sensibles, y debido a la falta de reciprocidad que permitiría que las empresas estadounidenses libremente inviertan en China, el CFIUS ha endurecido significativamente el escrutinio de estas inversiones95.
Estados Unidos es la segunda nación comercial más grande en el mundo y debido al tamaño de su economía interna basada en consumidores, sigue siendo un mercado sumamente atrayente en el cual participan los fabricantes globales. Las políticas comerciales impulsadas por el populismo de la administración de Trump han desalentado a los entusiastas de comercio libre en el mundo entero, y la retirada del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP) es considerada por muchos un retroceso económico, además de error geoestratégico. Blackwill y Harris incluyen una discusión extensa del TPP y declaran que el TPP se debió haber negociado con mucho más enfoque geopolítico96. Sin embargo, los autores concluyen que «el fracaso de EUA de concluir este acuerdo es mucho más probable de ser considerado por nuestros aliados y no aliados como primeramente un fracaso geopolítico y una comprobación negativa del poder prolongado de EUA en la región»97.
Un reciente estudio en el comercio en la región del Pacífico asiático exhortó a Estados Unidos a que reconsidere su posición en cuanto al TPP, alentó a otros países a adherirse a los altos estándares contenidos en el TPP y acogió a otros países a intentar poner en vigencia el acuerdo, si es necesario, sin Estados Unidos98. La administración participa activamente en varias iniciativas de comercio y queda por ver si moderará la inclinación actual de política. El Presidente ha declarado, «Tendremos muchos acuerdos comerciales»99.
El aspecto de recompensa del instrumento comercial puede ser un poco despuntado por el momento, pero el garrote es muy activo y cada vez más eficaz. Las sanciones económicas de EUA están, en gran parte, relacionadas con sanciones financieras. Como se mencionó anteriormente, estas sanciones se centran en restringir el acceso al sistema bancario internacional. El tamaño de los mercados de capital en EUA y el rol del dólar estadounidense en las transacciones internacionales significa que «Estados Unidos ha tenido un casi monopolio en el uso de presión financiera enfocada en los últimos diez años»100. Las sanciones financieras también han creado incentivos importantes para terceros (es decir, los bancos) para, ya sea, obedecer o arriesgarse a consecuencias severas, tanto monetarias como de reputación101.
Estados Unidos es la segunda nación comercial más grande en el mundo y debido al tamaño de su economía interna basada en consumidores, sigue siendo un mercado sumamente atrayente en el cual participan los fabricantes globales.
Una extensión de estas sanciones, conocidas como «sanciones secundarias» o «sanciones extraterritoriales» puede ser usada contra empresas extranjeras que continúan comerciando con el país objetivo102. Las recientes sanciones de EUA han sido eficazmente usadas contra Irán y Rusia103. Hasta la fecha, la falta de impacto suficiente contra Corea del Norte es basado en la dependencia excesiva de las resoluciones mínimamente eficaces del Consejo de Seguridad de la ONU. Como antes mencionado en la discusión del campo de batalla geoeconómica en la península coreana, extensas sanciones financieras, incluyendo sanciones secundarias, puede ser de apoyo para lograr resultados favorables104.
La prevalencia y éxito de las sanciones financieras han generado importantes actividades de mitigación: los bancos están quitando riesgos (cerrando cuentas o retirando de relaciones correspondientes en áreas arriesgadas) y países desarrollan alternativas al dólar105. Según Blackwill y Harris, «Sanciones financieras específicas... son eficaces solo porque estas entidades hacen negocios en dólares. Pero el juego cambia si países comienzan a hacer transacciones en... otras monedas»106.
En términos del enfoque actual en las perspectivas geoeconómicas de EUA y China, esto lleva a la discusión sobre el rol del dólar estadounidense y el RMB chino. El dólar ha gozado de una posición de privilegio exorbitante en la economía global basado en su uso dominante en las transacciones internacionales y su servicio como la moneda de reserva principal107.
La dominación del dólar es representado por las siguientes circunstancias: se vende el petróleo en dólares; la mayoría de activos se vende en dólares; dos tercios de préstamos bancarios internacionales son en dólares; 40% de certificados de inversión se hacen en dólares y 60% de las reservas de intercambio extranjeras se mantienen en dólares108.
China, entre otras naciones, se irrita por el privilegio exorbitante otorgado al dólar y el apalancamiento financiero significativo que esto le confiere a Estados Unidos y, por lo tanto, ha comenzado un programa para internacionalizar el RMB. Desde el 1 de octubre de 2016, el Fondo Monetario Internacional incluyó el RMB chino como una de las cinco monedas que comprenden su canasta de monedas de reserva. Sin embargo, China continúa resistiendo el establecimiento de una tasa de cambio determinado por el mercado y no ha abierto su cuenta de capitales para permitir flujos libres transfronterizos de capitales109. En un libro de primera sobre la moneda china, Gaining Currency, Eswar Prasad concluye, «el RMB enfrenta las dificultades que resultan de la estructura de su economía interna y limitará su progreso como moneda de reserva. Además, dada la naturaleza de su sistema político, es poco probable que el RMB logre el estatus de una moneda segura. Por lo tanto, aunque es probable que el RMB continúe su ascenso, es exagerado que esta moneda llegue ser una dominante moneda de reserva global que rivaliza con el dólar»110. La capacidad de usar las armas financieras geoeconómicas parece segura, por el momento.
Antes de dejar el tema, hay un asunto final que abordar que tiene implicaciones para el apalancamiento geoeconómico, las existencias de China de la deuda de EUA. China y Japón han sido los titulares principales de deudas del Tesoro Público de EUA y, en 2017, China eclipsó a Japón como el titular más grande de deuda estadounidense con US$ 1,1 trillones111. El escenario típico es que en una crisis, China intentaría causar que el dólar vaya en picada a través de una venta general repentina de la deuda de EUA. Sin embargo, Blackwill y Harris observan que existe acuerdo general de que debido a la fortaleza de mercado de bonos de EUA y una intervención anticipada por la Reserva Federal de EUA, el resultado probable de una venta general repentina por China sería una depreciación significativa de las existencias de deuda restantes de China y, por lo tanto, «las existencias de China son, en balance, una desventaja para Beijing»112. Frecuentemente, esta relación es conocida como la destrucción financiera mutua asegurada —un recordatorio del término de la Guerra Fría que se refiere a la política de EUA de la destrucción mutua asegurada que implicaría un intercambio masivo de ataques con armas nucleares con la Unión Soviética— y es muy parecida a la mención anterior de la producción mutua asegurada. Estos conceptos se combinan en la idea de la destrucción económica mutua asegurada que reconoce que las economías cada vez más interdependientes tienden a disminuir el apalancamiento geoeconómico113.
China y Estados Unidos son actores activos en el ámbito geoeconómico y los dos tienen ventajas singulares. El análisis de estos casos y la aplicación de varios instrumentos económicos confirman la conclusión presentada por Zarate en Treasury’s War: «Hemos entrado en una nueva era de influencia financiera en que las herramientas financieras y económicas han asumido una posición fuerte como instrumentos de seguridad nacional. Es probable que los conflictos de esta era sean luchados con mercados, no solo fuerzas armadas, y en salas de juntas, no solo en campos de batalla. Hoy en día, la geopolítica es un juego mejor jugado con armas financieras y comerciales»114.
La gran estrategia geoeconómica: Pequeño versus grande
Blackwill y Harris concluyen su obra sobre la geoeconomía abordando el futuro de la gran estrategia de EUA. Afirman que Estados Unidos necesita «usar su poder geoeconómico con mucha más resolución y destreza» para resistir la coerción geoeconómica que está siendo practicada por China y otros países afines115. Ellos sostienen que Estados Unidos se ha enfocado demasiado enfocado en la dimensión de seguridad de la política exterior estadounidense y, por ende, recurre a los instrumentos militares y políticos, en lugar de reconocer que los puntos fuertes económicos inherentes deben ser más fácilmente usados en busca de resultados geopolíticos—adoptando una política exterior más centrada en la economía116. Además, Estados Unidos está demasiado vinculado con el existente orden internacional basado en reglas (RBIO), que suele limitar su voluntad de usar instrumentos en busca de objetivos geopolíticos por miedo de que «la mera invocación de amenazas al existente orden basado en reglas» pondrá fin al debate de política en el uso de instrumentos geoeconómicos117.
Estados Unidos ha creado y fomentado un orden internacional basado en el liberalismo comercial desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, que exigió la expansión del capitalismo y mercados abiertos. Este orden global generó el crecimiento económico global, prosperidad e interdependencia económica, y fue respaldado por el establecimiento de varias instituciones (el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y, con el tiempo, la Organización Mundial de Comercio) y su estructura operacional basada en reglas que facilitó la cooperación y solución de problemas colectivamente118.
El fin de la Guerra Fría amplió mucho la aplicación geográfica del RBIO y aún incluyó la aprobación de políticas económicas más prescriptivas que deben ser seguidas por toda nación, conocido como el Consenso de Washington. Estas políticas incluyeron políticas macroeconómicas firmes, estructuras internas basadas en el mercado y políticas de comercio e inversión integradas y abiertas119. El RBIO y sus componentes económicos se basan en la teoría de que la economía es un juego de suma positiva, en lugar de la naturaleza de suma cero de la geopolítica. Pero, eso solo es válido si se reduce, en gran medida, el papel del Estado en la economía, se practica el liberalismo sin intervención y se minimizan las políticas geopolíticas que influyen en la política económica120.
Sin embargo, Blackwill y Harris se oponen a este principio. Ellos aseveran que el RBIO produce menos y menos y los poderes crecientes lo socavan. Las limitaciones autoimpuestas sobre el uso de planteamientos geoeconómicos significa que «Washington probablemente jamás será capaz de usar las herramientas de comercio e inversión para promover sus intereses de política exterior en muchas de las maneras transaccionales a corto plazo o coercitivas que son adecuadas en otros países [énfasis agregado]»121. Hay que decir a su favor, hay mucha discusión en el libro sobre este punto y los autores hacen un buen trabajo en la presentación de ambos lados del argumento. Ellos reconocen que Estados Unidos «podría tener un interés geopolítico más grande que otros Estados para mantener al mínimo los usos geopolíticamente motivados de instrumentos económicos específicos», y tal vez, «respaldando es sistema basado en reglas sigue siendo la mejor estrategia para maximizar los objetivos geopolíticos actuales de EUA»122. Pero, siguen poco convencidos y concluyen, «en la medida en que el mantenimiento del sistema basado en reglas aun se considere geopolíticamente ventajoso para Estados Unidos, la mayoría de las formas de poder geoeconómica tendrán que ser neutrales, como mínimo, en sus impactos en el sistema basado en reglas para pasar la prueba. Adherirse a este estándar limitará mucho más a Estados Unidos que a muchos otros Estados, especialmente en los casos más coercitivos a plazo más corto»123.
Hay dos problemas principales con su conclusión. En primer lugar, su «gran estrategia» es hacer mayor uso de los instrumentos económicos para lograr los objetivos geopolíticos (la geoeconomía) en apoyo de los intereses nacionales de EUA. El razonamiento en el párrafo previo capta el énfasis de los usos tácticos, transaccionales y de corto plazo de los instrumentos económicos. Esto tiene que ver con los medios, no los fines estratégicos, y sin duda alguna, no una gran visión estratégica. Los autores introducen la analogía de pequeño (la táctica) versus grande (la estrategia)124. No debe ser una gran sorpresa para los lectores que un libro titulado War by Other Means se centre en los medios (pequeño), y no los fines. Representa un análisis excelente de la variedad de instrumentos económicos del arte de gobernar y su aplicación, pero agrega poco para considerar cómo usar estas herramientas en apoyo de una gran estrategia eficaz. El segundo problema es que el apoyo constante del RBIO sigue siendo la gran estrategia más adecuada (grande) para Estados Unidos. De vez en cuando, se necesita usar los instrumentos económicos en apoyo de los objetivos económicos, pero su uso debe tomar en cuenta el posible impacto negativo que podrían tener en la aprobación constante del RBIO.
John Ikenberry, probablemente el académico más conocido sobre la teoría, orígenes y naturaleza actual del RBIO, presenta varios argumentos convincentes sobre la eficacia del existente orden liberal internacional. En primer lugar, los componentes de este orden —las instituciones, alianzas, acuerdos comerciales y asociaciones políticas— han creado las capacidades y herramientas para ganar las luchas del siglo XXI con la geopolítica. Segundo, China y Rusia aceptan la lógica subyacente del RBIO. «La franqueza les da el acceso al comercio, inversiones y tecnología de otras sociedades. Las reglas les dan las herramientas para proteger su soberanía e intereses»125. Por lo tanto, Estados Unidos debe buscar una gran estrategia que «se vincule con las regiones del mundo a través del comercio, alianzas, instituciones multilaterales y diplomacia. Es una estrategia en que Estados Unidos establece el liderazgo no solo a través del manejo de poder, sino también a través de esfuerzos sostenidos en la solución de problemas globales y formulación de leyes»126.
Conclusión
Los lectores deben considerar tres conceptos amplios del presente artículo. Primero, el dominio geoeconómico probablemente será el ámbito más crítico para la competencia entre Estados nación en las décadas por venir. Por lo tanto, es importante comprender los instrumentos económicos del arte de gobernar y su uso en busca de los objetivos geopolíticos, pero también ser consciente de sus limitaciones. Segundo, Estados Unidos debe continuar apoyando el RBIO liberal institucional de la era después de la Segunda Guerra Mundial. Como Cordell Hall, el secretario de Estado de Franklin D. Roosevelt, declaró a fines de la Segunda Guerra Mundial, «si pudiéramos incrementar los intercambios comerciales entre las naciones a través de barreras de comercio y tarifas más bajas y quitar las obstáculos artificiales en el comercio, podríamos hacer mucho hacia la eliminación de la guerra misma»127. En último lugar, en dos pensamientos concluyentes de Blackwill y Harris: «Sobre todo, el poder nacional depende del rendimiento de la economía interna y la capacidad de movilizar sus recursos», y «Nada promovería mejor la agenda geoeconómica y futuro estratégico de EUA que el crecimiento económico robusto en Estados Unidos»128. La posición de EUA en el mundo no depende de lo que pasa o no en China, depende de las políticas económicas y el curso que tomemos aquí en Estados Unidos.
Notas
- Global Challenges and U.S. National Security Strategy, Hearing Before the Senate Comm. on Armed Services, 114º Congreso (29 de enero de 2015) (comentarios de Henry Kissinger).
- Department of Defense Budget Posture, Hearing Before the Senate Comm. on Armed Services, 115º Congreso (13 de junio de 2017) (comentarios de James Mattis, secretario de Defensa de Estados Unidos).
- Max Bergmann y Carolyn Kenney, «War by Other Means: Russian Active Measures and the Weaponization of Information» (Washington, DC: Center for American Progress, junio de 2017), accedido 8 de junio de 2017, https://cdn.americanprogress.org/content/uploads/2017/06/08052859/RussiaDisinformation-report1.pdf.
- Los relatos continúan a ser desarrollados. Para leer el más reciente, véase Scott Shane, «The Fake Americans Russia Created to Influence the Election», The New York Times (sitio web), 7 de septiembre de 2017, accedido 8 de noviembre de 2017, https://www.nytimes.com/2017/09/07/us/politics/russia-facebook-twitter-election.html?ref=todayspaper&_r=0. En este artículo, se alega que los ataques de información rusos crearon cuentas e identidades falsas en Facebook y Twitter y convirtieron estas herramientas en motores de decepción y propaganda.
- Elisabeth Bumiller y Thom Shanker, «Panetta Warns of Dire Threat of Cyberattack on U.S.», The New York Times (sitio web), 11 de octubre de 2012, accedido 8 de noviembre de 2017, http://www.nytimes.com/2012/10/12/world/panetta-warns-of-dire-threat-of-cyberattack.html.
- Worldwide Threat, Hearing Before the Senate Comm. on Armed Services, 115o Congreso (23 de mayo de 2017) (comentarios de Daniel R. Coats, Director de Inteligencia Nacional).
- «China’s Growing Pains», The Economist, 19 de agosto de 2004, citado en Ashley J. Tellis, «China’s Grand Strategy: The Quest for Comprehensive National Power and its Consequences», en The Rise of China: Essays on the Future Competition, editor Gary J. Schmitt (New York: Encounter Books, 2009), pág. 25.
- En su nuevo libro, Graham Allison comienza con un capítulo que relata el crecimiento de China, especialmente en relación con Estados Unidos. «The Biggest Player in the history of the World», capítulo 1 en Destined for War: Can America and China Escape Thucydides’s Trap? (New York: Houghton Mifflin Harcourt, 2017).
- Joseph S. Nye Jr., The Future of Power (New York: PublicAffairs, 2011), págs. 10–14.
- Robert D. Blackwill y Jennifer M. Harris, War by Other Means: Geoeconomics and Statecraft (Cambridge, Massachusetts: The Belknap Press of Harvard University Press, 2016), pág. 11; Leslie H. Gelb, «GDP Now Matters More Than Force: A U.S. Foreign Policy for the Age of Economic Power», Foreign Affairs 89, nro. 6, (noviembre/diciembre de 2010), accedido 8 de noviembre de 2017, https://www.foreignaffairs.com/articles/united-states/2010-10-21/gdp-now-matters-more-force.
- Nathan P. Freier y col., Outplayed: Regaining Strategic Initiative in the Gray Zone (Carlisle Barracks, Pensilvania: Strategic Studies Institute, June 2016), pág. xiii.
- Blackwill y Harris, War by Other Means, págs. 1–2.
- Ibíd., pág. 4.
- Ibíd., p. 7.
- Además de la cobertura excelente del tema en el texto del libro, las notas extensas representan una abundancia de materiales para las personas que desean profundizarse en el tema.
- Gelb, «GDP Now Matters More Than Force», pág. 35.
- John F. Troxell, «Strategic Insights: Economic Power: Time to Double Down», Strategic Studies Institute (sitio web), 29 de septiembre de 2015, accedido 8 de noviembre de 2017, http://ssi.armywarcollege.edu/index.cfm/articles/Economic-Power-Time-To-Double-Down/2015/09/29.
- Blackwill y Harris, War by Other Means, pág. 8.
- Edward N. Luttwark, «From Geopolitics to Geo-Economics: Logic of Conflict, Grammar of Commerce», The National Interest, nro. 20 (verano de 1990): 17. En un libro publicado casi una década más tarde, Luttwark presenta un resumen excelente, comparando los medios y fines de la política de poder y la geoeconomía, junto con algunas implicaciones prescientes de la transición de un sistema al otro. Edward Luttwark, Turbo-Capitalism: Winners and Losers in the Global Economy (New York: HarperCollins, 1999), pág. 134.
- Samuel P. Huntington, «Why International Primacy Matters», International Security 17, nro. 4 (primavera de 1993): pág. 72.
- Blackwill y Harris, War by Other Means, págs. 33-34. La agrupación más conocida de poderes crecientes es BRICS—Brasil, Rusia, India, China y ahora Sudáfrica. Otras concebimientos incluyen el MIKT—México, Indonesia, Corea del Sur y Turquía (creado por Jim O´Neill de Goldman Sachs, quien también acuñó el término BRIC). Véase también Raymond Ahearn, Rising Economic Powers and U.S. Trade Policy (Washington, DC: Congressional Research Service [CRS], 3 diciembre de 2012).
- Blackwill y Harris, War by Other Means, pág. 35.
- Ibíd.
- «The Rise of State Capitalism», The Economist (sitio web), 21 de enero 2012, accedido 21 de noviembre de 2017, http://www.economist.com/node/21543160. Con China siendo el practicante principal y dada su estructura de gobierno autoritario, el capitalismo estatal también es conocido como el capitalismo autoritario. Muchos otros practicantes del capitalismo estatal tienen inclinaciones autoritarias pero no todos. Noruega, por ejemplo, es dueño del fondo de riqueza extranjera más grande.
- «The Global Economy: An Open and Shut Case», The Economist (sitio web), 1 de octubre de 2016, accedido 8 de noviembre de 2017, https://www.economist.com/news/special-report/21707833-consensus-favour-open-economies-cracking-says-john-osullivan.
- Thomas L. Friedman, The Lexus and the Olive Tree: Understanding Globalization (New York: Anchor Books, 2000). Un autor prolífico, este libro sigue siendo la mejor descripción de la variedad de elementos de la globalización y cómo estos han impactado el sistema internacional.
- Wayne Morrison, China-U.S. Trade Issues (Washington, DC: CRS, 24 de abril de 2017), pág. 14.
- Nye, The Future of Power, pág. 55.
- Edward N. Luttwark, «From Geopolitics to Geo-Economics», pág. 19.
- Blackwill y Harris, War by Other Means, pág. 20.
- Hal Brands, «Rethinking America’s Grand Strategy: Insights from the Cold War», Parameters 45, nro. 4 (invierno de 2015-16): pág. 9.
- Paul Kennedy, The Rise and Fall of Great Powers: Economic Change and Military Conflict from 1500 to 2000 (New York: Vintage Books, 1987), pág. 539.
- La asignación de recursos tanto dentro como fuera del presupuesto de defensa, junto con la adquisición de armas y políticas de la industria de defensa han sido el objetivo de la economía de defensa. Véase Gavin Kennedy, Defense Economics (New York: St. Martin’s Press, 1983). Una excelente discusión del financiamiento de las actividades de seguridad nacional de EUA se encuentra en Robert D. Hormats, The Price of Liberty: Paying for America’s Wars (New York: Times Books, 2007).
- Laura Bassett, «Adm. Mike Mullen: National Debt Is Our Biggest Security Threat», Huffington Post, actualizado por última vez 25 de mayo de 2011, accedido 8 de noviembre de 2017, http://www.huffingtonpost.com/2010/06/24/adm-mike-mullen-national_n_624096.html; Yochi J. Dreazen, «For Top U.S. Military Officer, Economy Emerges As Major Concern», National Journal, 9 de diciembre de 2011, accedido 8 de noviembre de 2017, https://www.nationaljournal.com/s/579055/top-u-s-military-officer-economy-emerges-major-concern (suscripción requerida); Jim Garamone, «Dunford Discusses Challenges to the Joint Force, Need for Defense Reform», Department of Defense News, 29 de marzo de 2016, accedido 8 de noviembre de 2017, https://www.defense.gov/News/Article/Article/707639/dunford-discusses-challenges-to-the-joint-force-need-for-defense-reform/.
- Blackwill y Harris, War by Other Means, págs. 27-31.
- «Lighthizer, Camera, Action: America’s Trade with China», The Economist, 19 de agosto de 2017, pág. 62. Véase también Office of the Special United States Trade Representative, «USTR Announces Initiation of Section 301 Investigation of China», comunicado de prensa, agosto de 2017, accedido 9 de noviembre de 2017, https://ustr.gov/about-us/policy-offices/press-office/press-releases/2017/august/ustr-announces-initiation-section.
- Dennis C. Blair y Keith Alexander, «China’s Intellectual Property Theft Must Stop», The New York Times (sitio web), 15 de agosto de 2017, accedido 9 de noviembre de 2017, https://www.nytimes.com/2017/08/15/opinion/china-us-intellectual-property-trump.html.
- «Lighthizer, Camera, Action».
- Scott Kennedy, «Made in China 2025», Center for Strategic and International Studies (CSIS) (sitio web), 1 de junio de 2015, accedido 9 de noviembre de 2017, https://www.csis.org/analysis/made-china-2025.
- Bob Davis y Eva Dou, «China Unleashes a Chip War», The Wall Street Journal, 28 de julio de 2017, pág. 1. Según Robert Gilpin, la política industrial se refiere a los «esfuerzos deliberados tomados por un gobierno para determinar la estructura de la economía a través de... subvenciones, protección comercial o adquisición gubernamental». Robert Gilpin, Global Political Economy: Understanding the International Economic World Order (Princeton, New Jersey: Princeton University Press, 2001), pág. 154.
- Eva Dou, «Beijing Discreetly Backs a Drive for Chips», The Wall Street Journal, 31 de julio de 2017, pág. B4. La empresa China Integrated Circuit Industry Investment Fund, controlada por el gobierno. Fue anunciada en 2014 con US$ 20 mil millones en capitales.
- Mark P. Thirlwell, «The Return of Geo-economics: Globalisation and National Security» (Sídney: Lowy Institute for International Policy, septiembre de 2010), pág. 2.
- Benn Steil y Robert E. Litan, Financial Statecraft: The Role of Financial Markets in American Foreign Policy (New Haven, Connecticut: Yale University Press, 2006), pág. 1. La Escuela Superior de Guerra del Ejército de EUA convenientemente transforma esta categorización en el acrónimo DIME.
- Hillary Rodham Clinton, «Sidebar on Economic Statecraft», U.S. Department of State (sitio web), 15 de noviembre de 2011, accedido 9 de noviembre de 2017, https://www.state.gov/s/d/rm/rls/perfrpt/2011/html/178731.htm.
- Blackwill y Harris, War by Other Means, pág. 49.
- Zachary K. Goldman y Elizabeth Rosenberg, American Economic Power & the New Face of Financial Warfare (Washington, DC: Center for a New American Security [CNAS], 17 de junio de 2015), pág. 1.
- Elizabeth Rosenberg y col., New Tools of Economic Warfare: Effects and Effectiveness of Contemporary U.S. Financial Sanctions (Washington, DC: CNAS, abril de 2016), págs. 9–11. El CNAS ha publicado una serie excelente de informes sobre las sanciones financieras y el arte de gobernar económico, disponible a través de su Economic Statecraft Series en línea https://www.cnas.org/research/energy-economics-and-security/economic-statecraft.
- James K. Jackson, U.S. Direct Investment Abroad: Trends and Current Issues (Washington, DC: CRS, 29 de junio de 2017), pág. 1. Blackwill y Harris, War by Other Means, pág. 53.
- Friedman, The Lexus and the Olive Tree, págs. 114–16.
- Blackwill y Harris, War by Other Means, pág. 54.
- Ibíd., págs. 53-57.
- Ibíd., pág. 57.
- Rosenberg y col., New Tools of Economic Warfare, pág. 10.
- Juan C. Zarate, Treasury’s War: The Unleashing of a New Era of Financial Warfare (New York: PublicAffairs, 2013), pág. 44.
- Para comprender el rol del dólar estadounidense en los asuntos globales y financieros, véase a Eswar S. Prasad, The Dollar Trap: How the U.S. Dollar Tightened Its Grip on Global Finance (Princeton, New Jersey: Princeton University Press, 2014). Otra buena fuente sobre el dólar y la política monetaria es Benjamin Cohen, Currency Power: Understanding Monetary Rivalry (Princeton, New Jersey: Princeton University Press, 2015). En último lugar, para una discusión excelente sobre la banca central, véase Neil Irwin, The Alchemists: Three Central Bankers and a World on Fire (New York: Penguin Books, 2013).
- Benn Steil, “Taper Trouble: The International Consequences of Fed Policy,” Foreign Affairs 93, nro. 4 (julio/agosto de 2014): págs. 54–55. Véase también Blackwill y Harris, War by Other Means, pág. 21.
- Blackwill y Harris incluyen varias secciones que abordan los asuntos monetarios: págs. 74–84, 140–46, 190–92.
- Ibíd., págs. 68-74.
- «What Is Energy Security?», International Energy Agency (sitio web), accedido 9 de noviembre de 2017, http://www.iea.org/topics/energysecurity/subtopics/whatisenergysecurity/.
- Angel Saz-Carranza y Marie Vandendriessche, «Routes to Energy Security: The Geopolitics of Gas Pipelines between the EU and Its Southeastern Neighbors», en The New Politics of Strategic Resources: Energy and Food Security Challenges in the 21st Century, editores David Steven, Emily O’Brien y Bruce Jones (Washington, DC: Brookings Institution Press, 2015), pág. 118.
- Blackwill y Harris, War by Other Means, pág. 85.
- Para un análisis minucioso del sector global de energía, véase Daniel Yergin, The Quest: Energy, Security, and the Remaking of the Modern World (New York: Penguin Books, 2010).
- Blackwill y Harris, War by Other Means, pág. 219; Kurt M. Campbell, The Pivot: The Future of American Statecraft in Asia (New York: Twelve, 2016), pág. 270.
- Blackwill y Harris, War by Other Means, pág. 60.
- Ibíd., p. 28.
- Ibíd., pág. 29. Los autores sostienen que un ciberataque contra la infraestructura debe ser considerado una forma de geoeconomía, pero hacerlo extiende en gran parte la gama de posibles instrumentos y acciones para hacer casi insignificante la distinción geoeconómica.
- Ibíd., pág. 180.
- Morrison, China-U.S. Trade Issues, págs. 27–31. Hay una sección muy informativa sobre el «capitalismo estatal» que proporciona los detalles sobre empresas estatales (SOE) y bancos estatales.
- Blackwill y Harris, War by Other Means, págs. 87-91.
- Ibíd., pág. 110.
- Damien Ma, «China Digs It: How Beijing Cornered the Rare Earths Market», Foreign Affairs (sitio web), 25 de abril de 2012, accedido 9 de noviembre de 2017, https://www.foreignaffairs.com/articles/china/2012-04-25/china-digs-it. Véase también Marc Humphries, «Rare Earth Elements: the Global Supply Chain»,” (Washington, DC: CRS, 6 de septiembre de 2011); Blackwill y Harris, War by Other Means, pág. 108–9.
- Richard Katz, «Mutual Assured Production: Why Trade Will Limit Conflict Between China and Japan», Foreign Affairs 92, nro. 4 (julio/agosto de 2013): págs. 18–21.
- Blackwill y Harris, War by Other Means, págs. 95-102.
- Ben Blanchard, «Duterte Aligns Philippines with China, Says U.S. Has Lost», Reuters, 19 de octubre de 2016, accedido 9 de noviembre de 2017, http://www.reuters.com/article/us-china-philippines/duterte-aligns-philippines-with-china-says-u-s-has-lost-idUSKCN12K0AS.
- David Shambaugh, China’s Future? (Cambridge, Reino Unido: Polity, 2016), pág. 143.
- G. John Ikenberry, «Between the Eagle and the Dragon: America, China, and Middle State Strategies in East Asia», Political Science Quarterly 131, nro. 1 (marzo de 2016): pág. 17.
- Blackwill y Harris, War by Other Means, págs. 121-25.
- Peter Cai, «Understanding China’s Belt and Road Initiative» (Sídney: Lowy Institute for International Policy, mayo de 2017), pág. 17.
- Blackwill y Harris, War by Other Means, pág. 124.
- Peter Cai, «Understanding China’s Belt and Road Initiative», págs, 15 y 17.
- El sitio web de «Reconnecting Asia» (https://reconnectingasia.csis.org/analysis/competing-visions/), apoyado por el CSIS, muestra visiones rivales en los planes para desarrollar la infraestructura en toda la región. Los competidores incluyen Japón, Corea del Sur, Rusia, ASEAN (Asociación de países del sudeste asiático), Irán y Turquía. Ibíd., pág. 15.
- Blackwill y Harris, War by Other Means, pág. 177.
- Ibíd., pág. 103.
- Fu Ying, «The Korean Nuclear Issue: Past, Present, and Future—A Chinese Perspective», Strategy Paper 3 (Washington, DC: Brookings Institution, John L. Thornton China Center, mayo de 2017), pág. 1. Los chinos consideran este informe como la declaración definitiva de la perspectiva china. Todos los analistas estratégicos de China tienen la opinión de que Estados Unidos sobreestima la influencia económica que China ejerce sobre Corea del Norte y subestima la resiliencia del régimen de Kim. (Basado en numerosas discusiones con el autor durante una visita de investigación reciente a Beijing y Shanghái).
- David Feith, «The North Korea Sanctions Myth», The Wall Street Journal, 27 de marzo de 2017, citado en Edward Fishman, Peter Harrell y Elizabeth Rosenberg, «A Blueprint for New Sanctions on North Korea» (Washington, DC: CNAS, julio de 2017), pág. 3.
- Andrew Browne, «Trump Walks Dangerous Line with Beijing on Two Fronts», The Wall Street Journal, 16 de agosto de 2017.
- Javier C. Hernández, Owen Guo y Ryan McMorrow, «South Korean Stores Feel China’s Wrath as U.S. Missile System Is Deployed», The New York Times (sitio web), 9 de marzo de 2017, accedido 9 de noviembre de 2017, https://www.nytimes.com/2017/03/09/world/asia/china-lotte-thaad-south-korea.html?_r=0.
- Trefor Moss, «Korea-Goods Boycott Hits China Workers», The Wall Street Journal, 24 de agosto de 2017, pág. A7.
- «China’s Bullying Is Backfiring in South Korea’s Presidential Race», The Economist (sitio web), pág. 29 abril de 2017, accedido 9 de noviembre de 2017, https://www.economist.com/news/asia/21721372-their-hostility-making-front-runner-more-hawkish-chinas-bullying-backfiring-south.
- Jane Perlez, «U.S. Desire for North Korea Oil Cutoff Puts China in a Tight Spot», The New York Times (sitio web), 5 de septiembre de 2017, accedido 9 de noviembre de 2017, https://www.nytimes.com/2017/09/05/world/asia/north-korea-china-us-oil-fuel-exports.html?ref=todayspaper&_r=0.
- Fishman, Harrell y Rosenberg, «A Blueprint for New Sanctions on North Korea», pág. 5.
- Jackson, U.S. Direct Investment Abroad, pág. 1.
- «Economic Influence in Latin America Isn’t All About Trade», Stratfor Worldview, 8 de septiembre de 2017, accedido 9 de noviembre de 2017, https://worldview.stratfor.com/article/economic-influence-latin-america-isnt-all-about-trade.
- Andrew Hunter y John Schaus, «CSIS Review of the Committee on Foreign Investment in the United States», A Report of the CSIC International Security Program (Washington, DC: CSIS, diciembre de 2016).
- Kate O’Keefe, «U.S. Stymies China Deals», The Wall Street Journal, 22 de julio de 2017, págs. A1, A6.
- Blackwill y Harris, War by Other Means, págs. 181-84. Ellos aseveran que hubiera sido provisiones más fuertes para abordar las SOE y prohibiciones contra la manipulación de moneda.
- Ibíd., pág. 191.
- Wendy Cutler, «Charting a Course for Trade and Economic Integration in the Asia-Pacific» (Washington, DC: Asia Society Policy Institute, marzo de 2017), pág. 13; para un breve resumen de los beneficios del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica, véase Michael R. Auslin, The End of the Asian Century (New Haven, Connecticut: Yale University Press, 2017), págs. 210–12.
- «Trump Says Plans Lots of Bilateral Trade Deals with Quick Termination Clauses», Reuters, 26 de enero de 2017, accedido 19 de diciembre de 2017, https://www.reuters.com/article/us-usa-trump-trade/trump-says-plans-lots-of-bilateral-trade-deals-with-quick-termination-clauses-idUSKBN15A2MP.
- Zarate, Treasury’s War, pág. 385.
- Rosenberg y col., New Tools of Economic Warfare, pág. 10.
- Fishman, Harrell y Rosenberg, «A Blueprint for New Sanctions on North Korea», pág. 1.
- Para Irán, véase ibíd., pág. 8; para Rusia, véase «Sanctions on Russia: The Punishment Continues», The Economist, 5 de agosto de 2017, págs. 37–38; Peter E. Harrell y col., The Future of Transatlantic Sanctions on Russia (Washington, DC: CNAS, junio de 2017).
- Fishman, Harrell y Rosenberg, «A Blueprint for New Sanctions on North Korea», págs. 3 y 8.
- Rosenberg y col., New Tools of Economic Warfare, pág. 34-35.
- Blackwill y Harris, War by Other Means, pág. 143.
- Barry Eichengreen, Exorbitant Privilege: The Rise and Fall of the Dollar and the Future of the International Monetary System (New York: Oxford University Press, 2011).
- «The World Economy: The Sticky Superpower», The Economist (sitio web), 3 de octubre de 2015, accedido 9 de noviembre de 2017, https://www.economist.com/econ2015. Este es un informe especial de 14 páginas sobre el rol del dólar en la economía global.
- Eswar Prasad, «A Middle Ground: The Renminbi is Rising, But Will Not Rule», Finance & Development, marzo de 2017, págs. 30–31.
- Eswar Prasad, Gaining Currency: The Rise of the Renminbi (New York: Oxford University Press, 2017), pág. 245.
- U.S. Treasury Department, Major Foreign Holders of Treasury Securities (sitio web), 17 de octubre de 2017, accedido 9 de noviembre de 2017, http://ticdata.treasury.gov/Publish/mfh.txt.
- Blackwill y Harris, War by Other Means, pág. 144.
- Ian Bremmer y David Gordon, «Where Commerce and Politics Collide», The New York Times (sitio web), 7 de octubre de 2012, accedido 9 de noviembre de 2017, http://www.nytimes.com/2012/10/08/opinion/08iht-edbremmer08.html.
- Zarate, Treasury’s War, pág. 384.
- Blackwill y Harris, War by Other Means, págs. 256-57.
- Ibíd., pág. 25.
- Ibíd., pág. 186.
- G. John Ikenberry, Liberal Leviathan: The Origins, Crisis, and Transformation of the American World Order (Princeton, New Jersey: Princeton University Press, 2011), págs. 61–65. Véase también Robert Kagan, The World America Made (New York: Alfred A. Knopf, 2012).
- Gilpin, Global Political Economy, págs. 314–15. Thomas Friedman, en The Lexus and the Olive Tree, refirió al Consenso de Washington como la “camisa de fuerza dorada” que se ponen las naciones para lograr el éxito en la economía global (págs. 101–11).
- Blackwill y Harris, War by Other Means, pág. 7; Gilpin, Global Political Economy, pág. 315.
- Blackwill y Harris, War by Other Means, págs. 14 y 187.
- Ibíd., págs. 14 y 184.
- Ibíd., pág. 15.
- Ibíd., pág. 184.
- G. John Ikenberry, «»The Illusion of Geopolitics: The Enduring Power of the Liberal Order», Foreign Affairs 93, nro. 3 (mayo/junio de 2014): pág. 88.
- Ibíd., pág. 90.
- Cordell Hull, The Memoirs of Cordell Hull (New York: Macmillan, 1948), pág. 84, citado en Eduardo Porter, «Trump and Trade: Extreme Tactics in Search of a Point», The New York Times (sitio web), 31 de enero de 2017, accedido 9 de noviembre de 2017, https://www.nytimes.com/2017/01/31/business/economy/trump-and-trade-extreme-tactics-in-search-of-a-point.html.
- Blackwill y Harris, War by Other Means, págs. 221 y 226.
El coronel (retirado) John F. Troxell, Ejército de EUA, es un profesor de investigación de seguridad nacional y estrategia militar en el Instituto de Estudios Estratégicos de la Escuela Superior de Guerra del Ejército de EUA. Recibió su Licenciatura de la Academia Militar de Estados Unidos y una Maestría de la Escuela Woodrow Wilson de la Universidad de Princeton. También es egresado de la Escuela Superior de Guerra del Ejército de EUA. Ha publicado varios capítulos de libros, junto con artículos en Parameters, Military Review y con el Instituto de Estudios Estratégicos.
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