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Cuarto Trimestre 2022

La historia, el mando tipo misión y la obsesión con la Auftragstaktik

Ricardo A. Herrera

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Las tropas prusianas se retiran el 14 de octubre de 1806 tras la desastrosa doble batalla de Jena y Auerstadt

La historia informa a la profesión militar y es un elemento central y fundacional de la educación militar profesional. La historia también se emplea para validar, contextualizar y legitimar conceptos como la doctrina. Lamentablemente, no siempre se hace de forma adecuada, o con mucha consideración o comprensión de las pruebas o de los análisis de los historiadores. Esto es evidente en el caso de la Army Doctrine Publication (ADP) 6-0, Mission Command: Command and Control of Army Forces, y la ahora retirada Publicación de Referencia de Doctrina del Ejército (ADRP) 6-0, Mission Command, y su infundada reivindicación de las raíces históricas del mando tipo misión en la Auftragstaktik, más propiamente denominada Führen mit Auftrag [Liderar con una misión]. La ADP 6-0, que sustituyó a la ADRP 6-0 en 2019, afirma que «el mando tipo misión tiene sus raíces en el concepto alemán de Auftragstaktik (literalmente, táctica de tipo misión)», mientras que la ADRP 6-0 afirma de manera similar que «el mando tipo misión..., el estilo preferido del Ejército para ejercer el mando desde la década de 1980..., tiene sus raíces en el concepto alemán de Auftragstaktik, que se traduce aproximadamente en la táctica de tipo misión»1.

La ADP 6-0 reconoce que «los aspectos de [lo que hoy se denomina] mando tipo misión, incluyendo la intención del comandante, la iniciativa disciplinada, las órdenes de misión y la confianza mutua, han formado parte durante mucho tiempo de la cultura del Ejército de EUA» desde 1864, y que los «comandantes estadounidenses han empleado elementos de [lo que hoy se considera] mando tipo misión desde el siglo XVIII»2. Una vez reconocido esto, resulta curiosa la afirmación del Centro para el Desarrollo de Doctrina del Ejército sobre el linaje prusiano o alemán del mando tipo misión para las prácticas estadounidenses de larga data. Ignora el registro histórico y pasa por alto la experiencia estadounidense. Aunque puede haber similitudes entre el mando tipo misión y el Führen mit Auftrag, afirmar que el segundo condujo al primero es ignorar el enorme peso de las pruebas de las historias prusiana, alemanas y estadounidenses y, sobre todo, sus orígenes históricos3.

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Starry…, al igual que DePuy, quedó impresionado por la destreza táctica del ejército alemán en la Segunda Guerra Mundial, sin importar su ineptitud estratégica y su conducta criminal.

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La «Auftragstaktik», señala la ADP 6-0, «fue el resultado de las reformas militares prusianas tras la derrota del ejército prusiano ante Napoleón en la batalla de Jena en 1809 [sic]», y se remonta a la «Guerra franco-rusa [sic] de 1870», y culmina finalmente en el «Reglamento de Ejercicios alemán de 1888»4. Con razón, la ADP 6-0 da el debido crédito a reformadores como Gerhard von Scharnhorst y August von Gneisenau por su parte en la reconstrucción y regeneración del Real Ejército Prusiano (Königlich Preußische Armee)5. Dejando de lado el hecho de que las batallas de Jena y Auerstädt tuvieron lugar el 14 de octubre de 1806, y no en 1809, y que Francia entró en guerra con Prusia, y no con Rusia en 1870, esta afirmación sobre los orígenes prusianos del mando tipo misión está plagada de problemas6. El problema principal es que ignora las pruebas. Además, los míticos antecedentes prusiano-alemanes pasan por alto los enormes abismos históricos, sociales, políticos y culturales que separaron y ayudaron a definir las experiencias militares prusiano-alemanas y estadounidenses, así como el hecho de que los líderes militares estadounidenses han ejercido durante más de dos siglos lo que hoy se denomina mando tipo misión. Teniendo esto en cuenta, debería haber una mayor cautela a la hora de acoger sin escepticismo a la Auftragstaktik.

Konrad Adenauer

El historiador y oficial del Ejército de EUA, ya retirado, Antulio J. Echevarría II, afirma que «el uso bastante libre y entusiasta del término Auftragstaktik por parte del Ejército de EUA en la década de 1980 se ha convertido en una especie de vergüenza»7. Echevarría lo atribuye a la obra de Trevor N. Dupuy Genius for War: The German Army and the General Staff, 1807-1945, «una fuente muy citada de esta confusión»8. Además, ha escrito que «se ha abusado mucho de la Auftragstaktik en las publicaciones militares de los últimos años»9. Su concepción original era una especie de enfoque de forma libre para dirigir a las tropas en el campo de batalla, a diferencia de la Normaltaktik, que exigía unas «pocas formaciones estandarizadas»10. De ahí que la Auftragstaktik se refiriera originalmente más al uso liberal de escaramuzadores y potencia de fuego en las tácticas de infantería sobre columnas o líneas formales de infantería pesada que a otra cosa. No obstante, el interés moderno por la Auftragstaktik (y aparentemente por todo lo relacionado con la Wehrmacht [fuerzas armadas]) comenzó con los esfuerzos británicos y estadounidenses por elaborar una doctrina y tácticas para contrarrestar la amenaza que suponía el Grupo de Fuerzas de Ocupación Soviéticas en Alemania, más tarde Grupo de Fuerzas Soviéticas en Alemania (República Democrática Alemana), durante la prolongada ocupación angloamericana de la República Federal de Alemania durante la Guerra Fría (1945-1991). Echevarría no está solo en su crítica, ni es el primero en señalar la obsesión del Ejército de EUA con la supuesta destreza militar de Alemania. El historiador Roger A. Beaumont criticó la obsesión acrítica del Ejército con la Wehrmacht y se preguntó: «Si eran tan buenos, ¿por qué perdieron? ¿Eran las probabilidades demasiado grandes? Si eran tan inteligentes, después de perder una vez, ¿por qué lo volvieron a intentar»?11

Franz Halder

Robert M. Citino, un preeminente historiador de la Wehrmacht, deja muy claro este punto cuando escribe que la mera invocación de la «Auftragstaktik es completamente mitológica. Los alemanes apenas utilizaban el término cuando hablaban de cuestiones de mando. Más bien hablaban de “la independencia de los comandantes subordinados”, que es una cosa muy diferente»12. Citino firmemente sostiene que a finales del siglo XIX y durante el XX, «los comandantes alemanes de nivel operacional (de cuerpo y superiores) se consideraban a sí mismos, y eran reconocidos por el Estado Mayor, como absolutamente independientes en espíritu y comportamiento; eran agentes libres mientras estaban en campaña», y que «es casi imposible encontrar una ocasión en la que una “misión” definida por el mando supremo tuviera prioridad sobre los deseos de un comandante del campo de batalla»13. Todo esto está muy lejos de la iniciativa disciplinada que se espera que los subordinados estadounidenses ejerzan, y que han ejercido, dentro de la intención del comandante. Ya es hora de que los redactores de la doctrina del Ejército de EUA y los profesionales militares abandonen su obsesión prusiano-alemána.

Las anteojeras de la Guerra Fría

Los oficiales angloestadounidenses razonaron que el ejército alemán (Deutsches Heer) triunfó y a menudo superó las expectativas contra el mucho más grande Ejército Rojo en la Segunda Guerra Mundial. Como preveían luchar contra el mismo enemigo con una superioridad numérica en la Tercera Guerra Mundial, creían que tenían mucho que aprender adoptando las prácticas alemanas, una narrativa formada por los generales alemanes. En el nivel táctico de la guerra, el ejército alemán había obtenido algunas victorias asombrosas contra fuerzas más grandes, y eso cautivó a los oficiales angloamericanos. Dejando de lado el virtuosismo táctico, ese ejército carecía de cualquier pensamiento o acción estratégica capaz o seria en cualquiera de sus guerras, pero eso no viene al caso.

El general William E. DePuy

La admiración angloamericana encajaba con el proyecto mucho más amplio y extenso de rehabilitar a Alemania y sus fuerzas armadas, y los generales alemanes estaban muy dispuestos a blanquear sus crímenes y a decir a sus captores lo que querían oír. El canciller Konrad Adenauer dirigió el esfuerzo político para rearmar las fuerzas de la República Federal de Alemania. Un aspecto central de sus esfuerzos era limpiar el nombre de la Wehrmacht y asignar todos los crímenes a las SS (Schutzstaffel) y organizaciones parecidas14. Además, Adenauer también buscaba los votos de los veteranos, y qué mejor manera de obtener su apoyo que limpiando los registros de sus unidades15. Ayudando a Adenauer estaba Franz Halder, antiguo jefe de estado mayor del Alto Mando del ejército alemán (1938-1942). Halder dirigió la limpieza mientras trabajaba para la División Histórica del Ejército de EUA, hoy en día el Centro de Historia Militar, como consultor16. Siendo la OTAN una creación reciente y la defensa de Europa Occidental primordial ante los ojos de Estados Unidos, este consintió en silencio. Un pilar esencial de la Wehrmacht limpia fue asignar toda la responsabilidad del asesinato de judíos, intelectuales, comunistas, homosexuales e innumerables personas a las SS, a las SS armadas (Waffen-SS), a los guardias de los campos de concentración (SS-Totenkopfverbände) y a los grupos de exterminio o de despliegue (Einsatzgruppen), cuando en realidad la cúpula de la Wehrmacht y un número incontable de sus oficiales, suboficiales y soldados rasos subordinados participaron con entusiasmo en estos crímenes de lesa humanidad17. El asesinato organizado y la esclavización o exterminio de los indeseables fueron principios centrales de la estrategia nazi de expansión territorial. Por lo tanto, el mito de la Wehrmacht limpia es una mentira. Cuando Adenauer y Halder lideraron la limpieza de la Wehrmacht, los estadounidenses lo aceptaron de brazos abiertos.

El general Donn A. Starry

La admiración más manifiesta por la Wehrmacht se produjo durante uno de los períodos más difíciles del Ejército de EUA, su salida de la guerra de Vietnam y su concentración en la defensa de Europa Occidental. Los generales William E. DePuy y Donn A. Starry, que fueron fundamentales en la revitalización del Ejército tras la guerra de Vietnam, desempeñaron papeles destacados. DePuy era un veterano de la guerra contra la Alemania nazi y había servido en la República Federal de Alemania de la posguerra. Es importante destacar que también fue el primer comandante del Comando de Adiestramiento y Doctrina entre 1973 y 1977, e impulsó la creación del FM 100-5, Operations18. Su biógrafo, Henry G. Gole, escribe que DePuy «admiraba la flexibilidad [táctica] alemana en 1944 y 1945 y que posteriormente la redescubrió en su lectura de la historia militar alemana»19. DePuy admiraba especialmente «la destreza de la Wehrmacht, especialmente en el frente oriental contra el ejército ruso, que contaba con una enorme superioridad numérica, en la Segunda Guerra Mundial»20. En su opinión, las técnicas alemanas «demostraban una flexibilidad en la forma de hacer la guerra de los alemanes que, en su opinión, “nunca fue comprendida, dominada o aceptada por el Ejército de EUA”»21. Según Gole, los «frecuentes elogios de DePuy a los viejos y nuevos ejércitos alemanes» rozan la idolatría, y al hacerlo, desestimó las capacidades de los soldados estadounidenses22. Según Gole, DePuy creía que solo una décima parte de los soldados que dirigió en la Segunda Guerra Mundial tenía la esencia de ser verdaderos soldados23. En su afán por renovar la doctrina del Ejército y preparar las fuerzas para el combate contra los soviéticos, DePuy se inspiró en sus antiguos enemigos.

Federico Guillermo de Brandeburgo

Starry, que siguió a DePuy como comandante del Comando de Adiestramiento y Doctrina de 1977 a 1981, impulsó la creación de una nueva doctrina, ya que también se inspiró en el ejército alemán24. En el desarrollo de la Batalla Aeroterrestre, Starry hizo todo lo posible para garantizar que la doctrina del Ejército de EUA estuviera en consonancia con la doctrina del Deutsches Heer, HDv 100/10025. Aunque Starry no había servido en la Segunda Guerra Mundial, al igual que DePuy, quedó impresionado por la destreza táctica del ejército alemán en la Segunda Guerra Mundial, sin importar su ineptitud estratégica y su conducta criminal, pero también por el énfasis que el Deutsches Heer de la posguerra ponía en la confianza y la iniciativa de los subordinados dentro del ámbito de las intenciones de sus comandantes. En la búsqueda de la consonancia doctrinal aliada y el profundo cambio doctrinal en el Ejército de EUA, DePuy y Starry parecen haber plantado las semillas de la falsa narrativa histórica que finalmente concedió la primacía del lugar a la Auftragstaktik en la creación del mando tipo misión. De este modo, la adopción de las prácticas alemanas dejó de lado las prácticas estadounidenses de larga data que precedieron a la creación del Ejército de EUA y dejó sin examinar la historia más completa que subyace a la tan admirada Auftragstaktik.

La base histórica y desarrollo de la Auftragstaktik

La tradición de autonomía de los comandantes alemanes en el campo de batalla no se desarrolló de la noche a la mañana. No fue inmediata ni evidente, pero evolucionó, lentamente, y a partir del mundo del Estado Hohenzollern de principios de la era moderna, en el que los gobernantes de Brandeburgo del siglo XVII y principios del XVIII trataron de estabilizar, defender y expandir Brandeburgo-Prusia, en gran parte una tierra plana, arenosa y sin valor agrícola en el norte de Alemania. Al no estar totalmente contiguo geográficamente, defender el dominio no era un reto menor, de ahí surgió la necesidad de crear un ejército eficaz y poderoso26.

Mariscal de Campo Helmuth von Moltke el Viejo

En el transcurso del siglo XVII y principios del XVIII, los gobernantes de Prusia recurrieron a la nobleza, los Junkers, tanto para ser oficiales en el ejército como para dotar de personal a la burocracia de los Hohenzollern. Se desarrolló una relación simbiótica entre el príncipe y su cuerpo de oficiales. Cada uno dependía del otro para prosperar. Un proceso iniciado por el «Gran Elector» (Der Große Kurfürst), Federico Guillermo (su reinado de 1640 a 1688) durante la Guerra de los Treinta Años, creó el semillero social, político y económico a partir del cual creció la autonomía de los comandantes militares. El Gran Elector utilizó el ejército para suprimir la autonomía provincial en las tierras periféricas, especialmente en el oeste, y para gravar esas provincias. De este modo, sentó las bases del absolutismo prusiano y los cimientos de la nobleza de servicio de Prusia, que se convirtió en el baluarte del gobernante y de su Estado27.

Tanto el monarca como los Junkers necesitaban al otro para existir y, en consecuencia, para que el Estado prusiano existiera. Se trataba de una relación personal, un contrato social basado en derechos, privilegios y costumbres distintos, incluso inviolables, propios del orden social en el que habían nacido: una vez Junker, siempre Junker. La confianza absoluta del monarca en los oficiales y burócratas Junkers dotó a esos nobles de unos grados envidiables de autonomía e independencia, aunque dependieran del gobernante para ocupar sus puestos en el ejército y la burocracia del Estado28. «Debemos tener en cuenta la verdadera naturaleza de su trasfondo social [Auftragstaktik]», nos recuerda Citino29. Su relación simbiótica era la «base del Estado prusiano. Con respecto a las personas de los niveles inferiores que estaban bajo su control, ya fueran [siervos o campesinos que trabajaban] en la tierra o [soldados que trabajaban] en el ejército, un Junker prusiano no solo tenía privilegios, sino una soberanía absoluta»30. A medida que el ejército prusiano, y más tarde el ejército alemán, aumentaba de tamaño, los miembros de la burguesía entraban en el cuerpo de oficiales y, al hacerlo, eran educados y socializados de acuerdo con sus normas Junker. Nada de esto quiere decir que los comandantes prusianos ejercieran la autonomía operacional de los comandantes de cuerpos de ejército o ejércitos de finales del siglo XIX o de la Segunda Guerra Mundial; más bien, la temprana relación entre el gobernante y los Junkers fue la base para el establecimiento y el crecimiento de esa autonomía.

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La tradición de mando prusiano-alemana a menudo funcionaba de forma brillante, y con la misma frecuencia fracasaba rotundamente, y los soldados pagaban el precio.

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A mediados del siglo XIX, para un príncipe de la casa de Hohenzollern, o incluso para su representante militar de mayor grado, el jefe del Estado Mayor prusiano y más tarde alemán (Chef des Großen Generalstab), «insistir en una estrecha supervisión del plan de acción de un comandante subordinado habría sido una grave infracción. En otras palabras, la Auftragstaktik surgió directamente de la cultura prusiana [del siglo XIX]»31. Era una relación y una tradición de beneficio y explotación mutuos entre el gobernante y su cuerpo de oficiales que se transformó, disminuyó y fluyó hasta 194532. Incluso antes de la creación del Segundo Reich y del Ejército Imperial Alemán (Kaiserlich Deutsches Heer) en 1871, el historiador Geoffrey Wawro sostiene que «la Auftragstaktik — “táctica tipo misión” — permitía una descentralización ordenada», y que esta filosofía penetraba las filas del ejército prusiano33. Sin embargo, la ADP 6-0 atribuye erróneamente al mariscal de campo conde Helmuth von Moltke el Viejo (1800-1891) la primera promulgación de la Auftragstaktik en el reglamento de ejercicios de infantería de 1888, que destilaba y reforzaba sus anteriores y más amplios mandatos en las «Instrucciones para los Comandantes de Grandes Unidades de 1869».

La Auftragstaktik, en su uso original del siglo XIX, «equivalía a un tipo de enfoque de forma libre para dirigir a las tropas en el campo de batalla», a diferencia de la Normaltaktik, que exigía unas «pocas formaciones estandarizadas», y «concuerda bien con el principio de maniobra reconocido en la mayoría de los ejércitos actuales»34. Era una filosofía táctica que se basaba en la historia, circunstancias y teóricos militares únicos de Prusia. La Auftragstaktik se desarrolló en el marco de las innovaciones tácticas teóricas propuestas tras la guerra de los Siete Años (1756-1763), aplicadas durante las guerras revolucionarias francesas y napoleónicas (1791-1815), y perfeccionadas en conflictos posteriores.

La tradición de mando prusiano-alemana a menudo funcionaba de forma brillante, y con la misma frecuencia fracasaba rotundamente, y los soldados pagaban el precio. Un ejemplo típico del privilegio Junker fue el general Karl von Steinmetz (1796-1877), un oficial «voluntarioso y obstinado», cuyo «nombramiento fue recibido con sorpresa» en 187035. En las guerras contra Austria y Francia, Steinmetz marchó a través de las líneas de avance de otros comandos y luego a lo largo de sus ejes de ataque y participó en batallas temerarias que costaron la vida a miles de soldados alemanes36. Steinmetz es la prueba de que por cada aplicación exitosa de la autonomía de un comandante, existía el riesgo concomitante de insensatez y desastre, pero como Junker, Steinmetz y los de su tipo no toleraban ninguna interferencia de los oficiales superiores. Esto fue así incluso cuando alrededor del treinta por ciento de un cuerpo prusiano cayó ante los fusiles, la artillería y las metralleras francesas (un tipo de ametralladora con varios cañones de fusil que podía disparar en salva o en rápida sucesión) en Saint Privat el 18 de agosto de 187037. «Lo que a menudo se pasa por alto», como sostiene el historiador Gerhard P. Gross, «es que ya en la Primera Guerra Mundial, la Auftragstaktik, como su nombre indica, era un procedimiento táctico más que operacional. En el plano operacional, un exceso de libertad de mando puede conducir rápidamente al desastre», como experimentó el ejército alemán en la batalla del Marne en agosto y septiembre de 191438. Una vez que los enemigos de Alemania se adaptaron, como lo hicieron en el Marne y más tarde en las batallas de Moscú en 1941, El Alamein en 1942 y en otros lugares, la Auftragstaktik degeneró en ataques incoherentes carentes de un principio rector superior o de un comandante. En cuanto a la vinculación de las tácticas con la consecución de objetivos estratégicos claros y realistas, el ejército alemán de 1939-1945 era tan malo como su predecesor de 1914-1918.

La experiencia estadounidense

A diferencia de Prusia, Estados Unidos no tuvo amenazas serias a su seguridad tras la independencia. Incluso antes de la finalización de la expansión continental en 1854, la Primera República tenía poco que temer de otros países. Tras el final de la Guerra de 1812, Estados Unidos y Gran Bretaña habían llegado a un modus vivendi. México, independiente desde 1821, se encontraba en un estado de agitación casi continuo, ya que el imperio sustituía al imperio, la república sustituía al imperio y una serie de generales se derrocaban unos a otros. A excepción de la breve guerra contra México (1846-1848), el Ejército de EUA era una fuerza imperial de vigilancia y construcción de la nación, más que un ejército adecuadamente diseñado, entrenado y preparado para la guerra contra una fuerza enemiga. Su misión policial y de construcción de la nación la dispersó en pequeñas unidades a través de la frontera y en fortificaciones costeras. Sus oficiales eran topógrafos, ingenieros, policías, diplomáticos, etc. Alejados de los centros de poder, estaban acostumbrados a actuar con poca dirección, e incluso con mayor libertad, muy lejos de la experiencia prusiana39.

Los referentes del Ejército de EUA del siglo XIX fueron los ejércitos imperiales franceses de Napoleón I y su sobrino Napoleón III40. Dennis Hart Mahan, profesor de la Academia Militar de Estados Unidos durante muchos años y notable francófilo, declaró: «Los sistemas de táctica que se utilizan en nuestro servicio son los de los franceses»41. Aunque sus obras parecían en algunos casos reducir la guerra a una serie de proposiciones geométricas, Mahan entendía que el azar y la contingencia actuaban para derrotar los planes más cuidadosamente elaborados. Pensaba que los planes de campaña debían estar «limitados a comprender solo las disposiciones estratégicas principales, presentando así solo las características generales, dentro de las cuales debe confinarse el entramado de las operaciones menores; permitiendo así un amplio margen para todos los movimientos de detalle y su ejecución»42. Además, Mahan sostenía que el general al mando debía tener «carta blanca para llevar a cabo los detalles de la campaña, cuyo plan puede haber sido decidido por un consejo» con mucha antelación43. Incluso el más admirado de los teóricos francófilos defendía la iniciativa disciplinada del comandante. Sin embargo, como tantos admiradores del corso, Mahan equiparaba las victorias tácticas con la perspicacia y la capacidad estratégica.

El sistema de mariscalía de Napoleón Bonaparte fue probablemente el primer ejemplo real de la llamada Auftragstaktik ejercida en el ámbito estratégico. Las amplias órdenes tipo misión, la expansiva libertad de mando y la mínima orientación a sus mariscales permitieron a Bonaparte emprender y perder sistemáticamente guerras desde España hasta Rusia, cada una de las cuales fue un chispeante fracaso. Al igual que los posteriores generales alemanes de 1914-1918 y 1939-1945, los mariscales de Bonaparte, con pocas excepciones, eran meros tácticos. Podían derrotar a sus enemigos, pero no conseguían reprimirlos durante mucho tiempo y, al final, los enemigos de Francia aprendieron, cambiaron, se levantaron y derrotaron a Napoleón y a sus mariscales. Las impresionantes victorias en el campo de batalla no constituyen una estrategia exitosa44.

El general del Ejército Philip H. Sheridan

Sin embargo, y mucho antes de Mahan, los comandantes estadounidenses habían actuado casi siempre de acuerdo con las órdenes más amplias de sus superiores. Como ocurría en la tradición prusiana, algunos comandantes eran mejores y tenían más éxito que otros. A pesar de ello, la confianza, pero también la distancia física y el carácter de las comunicaciones, impedían cualquier cosa que no fuera la más amplia orientación y la expectativa de que los comandantes que actuaban fuera del cuartel general harían lo correcto45. Sin lugar a duda, durante la Guerra de Secesión estadounidense, el Ejército de EUA aprendió a hacer la guerra, aunque fuera de forma imperfecta, a una escala continental que superaba a la de toda Francia en 1871. A medida que crecía el tamaño del Ejército de EUA, este operaba cada vez más a lo largo de extensas líneas ferroviarias, fluviales y costeras, y se comunicaba a distancia por telégrafo. En 1864, con el nombramiento de Ulysses S. Grant como general en jefe, los comandantes del ejército de campaña de confianza, como el general de división William T. Sherman, demostraron el dominio del ejército en lo que hoy se denomina mando tipo misión. Las campañas de Sherman contra las ciudades de Atlanta y Savannah y los estados de las Carolinas fueron tal vez los mejores ejemplos de lo que se considera la misión tipo mando. No había necesidad de emular a Prusia, y los estadounidenses no lo hicieron.

Para el Ejército de EUA de la posguerra civil, el teniente general Philip H. Sheridan no pensaba que hubiera mucho que aprender del ejército prusiano. Sheridan, que había observado a las fuerzas prusianas durante la guerra franco-prusiana, escribió que los «métodos seguidos en la marcha eran los mismos que nosotros emplearíamos», salvo la capacidad de encontrar alojamientos fácilmente46. Francia, más densamente poblada que el sur de Estados Unidos, proporcionó (aunque a regañadientes) alojamientos fijos en casas, graneros y edificios públicos para los soldados. El general, que había hecho campaña en un territorio mucho más extenso que el de cualquier ejército prusiano en la guerra de 1870-1871, encontró que «hacer campaña en Francia... era un asunto fácil, muy diferente a todo lo que tuvimos durante la guerra de la rebelión»47. Él podía «solo dejar que se conjeturara cómo habrían avanzado los alemanes por caminos sin fondo — a menudo ninguno — a través de los pantanos y arenas movedizas del norte de Virginia, desde el Wilderness hasta Petersburg, y desde Chattanooga hasta Atlanta y el mar»48.

El general Emory Upton

Aunque Sheridan admiraba el «perfecto sistema militar [prusiano]», observó que había sido «ideado por un poder casi autocrático», y en ello detectó solo un elemento del carácter y la cultura del mando prusiano49. En la reflexión final de Sheridan, «no vio que se desarrollaran nuevos principios militares, ni de estrategia ni de grandes tácticas, los movimientos de diferentes ejércitos y cuerpos de ejército fueron dictados y gobernados por las mismas leyes generales que se han obtenido desde hace tanto tiempo, la simplicidad de la combinación y la maniobra, y la concentración de una fuerza numéricamente superior en el punto vital»50. Sheridan observó que «las primeras ventajas obtenidas por los alemanes pueden atribuirse a la movilización sorprendentemente rápida de sus ejércitos, una de las características más notables de su perfecto sistema militar»51. Sin embargo, como señaló Sheridan, los «éxitos posteriores de los prusianos se vieron enormemente favorecidos por los errores de los franceses, cuyas estupendas torpezas acortaron materialmente la guerra, aunque incluso si se hubiera prolongado, en mi opinión, no podría haber tenido otro final»52.

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En 1905, el Departamento de Guerra de EUA publicó el Field Service Regulations [Reglamentos del Servicio de Campaña], la primera publicación estadounidense considerada con razón como doctrina.

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El historiador David J. Fitzpatrick ha considerado que la opinión de Sheridan, al igual que la de un pequeño grupo de otros generales de la Guerra Civil, era «chovinismo estadounidense»53. La mayoría de los oficiales de EUA admiraban la educación militar prusiana, el sistema de estado mayor y otras cosas, y ahí está la diferencia. El coronel Emory Upton, quizás el pensador y reformador militar estadounidense más importante de finales del siglo XIX, propuso una reforma constante en profundidad del Ejército. Sin embargo, no trató de emular el carácter del mando, porque no era necesario. En su Military Policy of the United States, publicada póstumamente, Upton observó la «falta de escuelas de posgrado para educar a nuestros oficiales en estrategia y en los principios superiores del arte de la guerra»54.

Escribiendo al teniente coronel James H. Wilson en 1870, Upton, al igual que Sheridan, declaró tajantemente que «la estupidez de los generales franceses no tiene parangón en la Historia»55. Cinco años más tarde, Upton atribuyó el éxito de Prusia a la «incompetencia francesa», incluso cuestionando la «eficacia de todo el sistema táctico prusiano»56. Así, las opiniones de Upton coincidían con las de Sheridan. El estado mayor de Prusia, su sistema de educación profesional, la organización del ejército y otros elementos estructurales ofrecían mucho que admirar y emular, pero ofrecían poco en cuanto a táctica, arte de la guerra o mando para oficiales experimentados como Sheridan y Upton. Como subraya el historiador Brian McAllister Linn, «Upton quería reproducir la estructura militar de otra nación, pero sin transponer la filosofía de guerra subyacente que había creado esas fuerzas y las había guiado hacia la victoria»57. En la reseña de «The Prussian Company Column», Upton hizo una profunda crítica a los que están dispuestos a una apreciación acrítica y al mimetismo cuando aconsejó que «la prudencia sugeriría, por lo tanto, que nos pausáramos en nuestra admiración de un sistema que ha sido insuficientemente probado, y nos negáramos, hasta que se produzcan nuevos desarrollos, a abandonar una organización de una compañía, que, a pesar de todos los cambios en las armas, ha cumplido con todos los requisitos durante más de treinta siglos»58. Upton no fue el único en analizar críticamente las sorprendentes victorias de Prusia.

Field Service Regulations

En una serie de conferencias sobre la guerra austro-prusiana de 1866 en la Escuela de Infantería y Caballería de Fort Leavenworth, Kansas, el teniente coronel Arthur L. Wagner, un destacado teórico del Ejército de EUA de finales del siglo XIX y admirador del ejército prusiano, destacó su preparación y sus avances tecnológicos en la victoria sobre Austria. A continuación, Wagner criticó al comandante austriaco en Königgrätz por no haber querido «más que... una obediencia ciega» de sus comandantes de cuerpo de ejército, y por haberse comunicado mal con ellos59. Elogió la alta calidad del estado mayor prusiano, pero afirmó generosamente que los generales de alto rango, todos y cada uno de ellos, se sometían a la «sabiduría» de Moltke60. Como Upton antes que él, Wagner no se basó en ninguna parte en los reglamentos prusianos ni en su filosofía de mando. Por muy impresionante que fuera el trabajo del estado mayor prusiano, su filosofía de mando no era nada destacable para este admirador.

Una doctrina estadounidense de mando

En 1891, el Ejército de EUA rompió con su pasado del siglo XIX cuando adoptó el Infantry Drill Regulations [Reglamentos de Ejercicios de Infantería]. En él se establecía que el pelotón de infantería dirigido por un cabo era la «base del orden extendido»61. Se hacía hincapié en la discreción de los soldados a la hora de utilizar y explotar el terreno y se establecía que el «capitán determina la dirección y el carácter del ataque» de su compañía y se confiaba en el juicio y la discreción del comandante de compañía cuando actuaban solos62. Del mismo modo, el comandante del batallón, un mayor, «regula el progreso de la acción..., dejando la ejecución de los detalles a sus subordinados, ejerce un control general y se esfuerza constantemente por aumentar la energía de la acción»63. La confianza, la habilidad y juicio individuales, la flexibilidad y la adhesión al concepto general de la operación eran fundamentales. El comandante de batallón «debería dejar a cada comandante [de compañía] la discreción necesaria para permitirle sacar provecho de todas las circunstancias»64. El mismo espíritu informaba a los niveles de mando más altos, desde el regimiento hasta la brigada y la división65. Se trataba de una filosofía estadounidense de mando y liderazgo escrita por y para soldados de EUA. Además, como señala Echevarría, muchos comandantes estadounidenses se mostraban escépticos con respecto a la práctica alemana, aunque el historiador Perry D. Jamieson señaló que un revisor del Army and Navy Register «dedujo que el panel de Leavenworth había... [recurrido] a fuentes francesas y, en menor medida, belgas y alemanas»66.

En 1905, el Departamento de Guerra de EUA publicó el Field Service Regulations [Reglamentos del Servicio de Campaña] (FSR), la primera publicación estadounidense considerada con razón como doctrina67. Era mucho más que ejercicios. El FSR ampliaba o expandía las prácticas bien establecidas en el Ejército de EUA, como la importantísima confianza mutua y la «plena confianza» entre el general al mando y su jefe de estado mayor68. Además, según el FSR, el jefe de estado mayor debía gozar de un «grado considerable de independencia en el desempeño de sus funciones ordinarias»69. Sin embargo, el artículo II, «Órdenes. Principios generales», está repleto de plagio casi literal de «Comunicaciones entre estados mayores y tropas. La emisión de órdenes. Principios generales», la Orden del Servicio de Campaña del Ejército Alemán, una traducción de 1893 de la Felddienst-Ordnung de 1887, los reglamentos del servicio de campaña alemanes modificados hasta 189270.

Las órdenes, según el FSR, debían ser breves, claras y precisas, pero «no debían infringir el ámbito de deberes de un subordinado»71. Debían «contener todo lo que está más allá de la autoridad independiente del subordinado, pero nada más»72. En la traducción, se lee «la orden debe ser corta, clara, definida y adecuada al alcance de visión del receptor»73. Los nuevos reglamentos reconocían el carácter dinámico del combate cuando afirmaban que «las órdenes no deben tratar de arreglar los asuntos con demasiada antelación»74. Reforzando ese punto, el FSR señalaba que «los cambios frecuentes cansan a los hombres, hacen tambalear su confianza en su comandante y tienden a hacer que los subordinados se sientan inseguros en su acción»75. Además, el FSR recomendaba que las órdenes incluyeran «las intenciones del comandante». Debido a la naturaleza fluida del combate, no se pueden prever todas las circunstancias. Además, el FSR recomendaba a los comandantes que «hicieran hincapié en el objetivo a alcanzar y dejaran abiertos los medios a emplear»76. El FSR había codificado las prácticas de confianza, iniciativa, experiencia e intención del comandante que el Ejército tenía desde hace tiempo.

A primera vista, el FSR sugiere la verdad que subyace en el ADP 6-0 y en los orígenes prusiano-alemanes del mando tipo misión. Sin embargo, si se va más allá del plagio encontrado en el FSR y se examina el desarrollo histórico y las prácticas que sustentan las tradiciones de mando y liderazgo prusianas y estadounidenses, se descubre una historia diferente. El injerto del brote de Auftragstaktik sobre el tronco de la historia militar y la práctica bien establecida de Estados Unidos no crea una práctica prusiana.

Conclusión

En su crítica de 1875 a las tácticas del ejército prusiano, Upton escribe: «La historia enseña que después de cada gran guerra moderna, que ha sorprendido al mundo por sus brillantes resultados, la organización y tácticas del vencedor han sido objeto de admiración e imitación, en un grado que a menudo roza el servilismo»77. La ironía de la observación de Upton es que, en el siglo XX, el Ejército de EUA se apartó de su práctica pasada de emular a los vencedores extranjeros y acogió, defendió y blanqueó a los consistentes perdedores de dos guerras mundiales. Considere en cambio el grado en que el Manual de Campaña FM 100-5, Operations, y la doctrina de la Batalla Aeroterrestre y el concepto del arte operacional se asemejan al trabajo de teóricos soviéticos como Georgii Samoilovich Isserson, Aleksander A. Svechin y V. K. Triandafillov. En esos casos, la doctrina del Ejército de EUA abrazaba a los vencedores, aunque no los reconocía directamente como tales, ya que los soviéticos eran el nuevo enemigo potencial78.

Aunque no hay ninguna base histórica para afirmar que la Auftragstaktik es una raíz del mando tipo misión, esto no quiere decir que haya que tirar las frutas frescas con las pochas. En lugar de reivindicar este ancestro ficticio, los redactores de doctrina servirían mejor al Ejército reconociendo que, aunque existen algunas similitudes entre la Auftragstaktik (Führen mit Auftrag) y el mando tipo misión, ahí es donde empieza y termina la relación. El Ejército de EUA practicaba lo que hoy llama mando tipo misión mucho antes de descubrir las prácticas alemanas, y el ADP 6-0 lo reconoce, incluso cuando vuelve a sus imaginarios orígenes alemanes79.

Ya es hora de dejar de lado la obsesión con la experiencia militar alemana y el fatuo linaje del mando tipo misión. Los historiadores han demostrado más que ampliamente durante más de dos décadas que, dejando de lado las similitudes, no existe un fundamento exclusivo o incluso específico prusiano en lo que hoy se denomina mando tipo misión. La confusión en torno a conceptos históricos complejos como los orígenes del mando tipo misión y la Auftragstaktik revela por qué los redactores de doctrina y los profesionales militares deben consultar a los historiadores profesionales y sus obras, aquellos cuyos análisis y conclusiones se basan en fuentes primarias, investigación de archivos e historiografía, cuando pretenden comprender y sacar provecho del pasado y entender el pasado tal y como existe en el presente y lo informa. Hay mucho que estudiar, aprender e incluso adoptar de alguna manera de las prácticas de otros ejércitos, al igual que hay que darse cuenta de que el mando tipo misiones es mucho más estadounidense y mucho menos alemán de lo que la doctrina pretende. Esto no quiere decir que no haya nada de valor en las prácticas alemanas o de otros ejércitos. Más bien, se necesita una comprensión más profunda, un mayor entendimiento histórico y una mayor precisión en el pensamiento y el lenguaje, así como el reconocimiento de que las prácticas estadounidenses de larga data no requieren la validación de otros ejércitos. Un pasado conjurado es peor que no tener ningún pasado.

 

La génesis de este artículo se debe a las conversaciones mantenidas con G. Stephen Lauer (1952-2020), antiguo profesor asociado de teoría de la Escuela de Estudios Militares Avanzados, de la Escuela de Comando y Estado Mayor del Ejército de EUA. Las limitaciones de número de palabras solo permiten la revisión más somera de un tema que necesita una atención académica más amplia. Muchas gracias a Eric Michael Burke, Anthony E. Carlson, Antulio J. Echevarria II, David J. Fitzpatrick, el coronel Michael G. Kopp (ejército alemán), Brian McAllister Linn, Amanda M. Nagel, el teniente coronel Marc-André Walther (ejército alemán), Donald P. Wright y la Dirección de Doctrina de Armas Combinadas del Ejército de EUA por sus críticas y sugerencias de revisión..


Notas

  1. Army Doctrine Publication (ADP) 6-0, Mission Command: Command and Control of Army Forces (Washington, DC: U.S. Government Publishing Office, 2019), vii; Army Doctrine Reference Publication 6-0, Mission Command (Washington, DC: U.S. Government Printing Office, 2012 [obsoleta]), v.
  2. ADP 6-0, Mission Command, vii.
  3. Los ejemplos de lo que hoy se denomina mando tipo misión abundan en las obras académicas sobre la historia militar estadounidense. Una lista muy selectiva de obras, cuyas bibliografías también merece la pena consultar, incluye John Grenier, The First Way of War: American War Making on the Frontier, 1607–1814 (New York: Cambridge University Press, 2005); John Ferling, Almost A Miracle: The American Victory in the War of Independence (New York: Oxford University Press, 2007); Ricardo A. Herrera, Feeding Washington’s Army: Surviving the Valley Forge Winter of 1778 (Chapel Hill: University of North Carolina Press, 2022); William B. Skelton, An American Profession of Arms: The Army Officer Corps, 1784–1861 (Lawrence: University Press of Kansas, 1993); Samuel J. Watson, Jackson’s Sword: The Army Officer Corps on the American Frontier, 1810–1821 (Lawrence: University Press of Kansas, 2013); Samuel J. Watson, Peacekeepers and Conquerors: The Army Officer Corps on the American Frontier, 1821–1846 (Lawrence: University Press of Kansas, 2013); Durwood Ball, Army Regulars on the Western Frontier, 1848–1861 (Norman: University of Oklahoma Press, 2001); y Robert Wooster, The United States Army and the Making of America: From Confederation to Empire, 1775–1903 (Lawrence: University Press of Kansas, 2021).
  4. ADP 6-0, Mission Command, vii.
  5. Ibid.
  6. David Chandler, The Campaigns of Napoleon: The Mind and Method of History’s Greatest Soldier (New York: Scribner, 1966), 479–502. Para un estudio más reciente, véase Dennis Showalter, «The Jena Campaign: Apogee and Perihelion», en Napoleon and the Operational Art of War: Essays in Honor of Donald D. Horward, ed. Michael V. Leggiere (Leiden, NL: Brill, 2016), 173–98. Dierk Walter, «A Military Revolution?: Prussian Military Reforms Before the Wars of German Unification», Forsvarsstudier/Defence Studies 2 (2001): 7–9; para una apreciación más matizada de las diferencias, véase Jens Küster, «‘Führen mit Auftrag’: Mission Command from a German Point of View», Military Review (Exclusivo en línea, 13 de mayo de 2016), accedido 24 de marzo de 2022, https://www.armyupress.army.mil/Journals/Military-Review/Online-Exclusive/2016-Online-Exclusive-Articles/Führen-mit-Auftrag/.
  7. Antulio J. Echevarria II, «Moltke and the German Military Tradition: His Theories and Legacies», Parameters 26, nro. 1 (Spring 1996): 99n35.
  8. Trevor N. Dupuy, Genius for War: The German Army and the General Staff, 1807–1945 (Englewood, NJ: Prentice-Hall, 1977), 116, 268, 307; Roger A. Beaumont, «On the Wehrmacht Mystique», Military Review 66, nro. 6 (julio de 1986): 44–56. Véase también Daniel J. Hughes, «The Abuses of German Military History», Military Review 66, nro. 11 (diciembre de 1986): 66–76.
  9. Antulio J. Echevarria II, After Clausewitz: German Military Thinkers Before the Great War (Lawrence: University Press of Kansas, 2000), 38.
  10. Ibid., 33.
  11. Beaumont, «On the Wehrmacht Mystique», 44–56; véase también Hughes, «The Abuses of German Military History», 66–76.
  12. Robert M. Citino, The German Way of War: From the Thirty Years’ War to the Third Reich (Lawrence: University Press of Kansas, 2005), 308.
  13. Geoffrey P. Megargee, Inside Hitler’s High Command (Lawrence: University Press of Kansas, 2000).
  14. Wolfram Wette, The Wehrmacht: History, Myth, Reality, trad. Deborah Lucas Schneider (Cambridge, MA: Harvard University Press, 2006), especialmente capítulo 5, «The Legend of the Wehrmacht’s ‘Clean Hands.’» En el capítulo 6, Wette aborda el proceso de examen histórico adecuado del mito, «A Taboo Shatters».
  15. Ronald M. Smelser y Edward J. Davies II, The Myth of the Eastern Front: The Nazi-Soviet War in American Popular Culture (New York: Cambridge University Press, 2008), 74–75.
  16. Ibid., 4, 56–61; para la narrativa posterior a la Segunda Guerra Mundial elaborada por los generales alemanes, véase «German Report Series», escrita por antiguos generales del ejército nazi y publicada por la División Histórica del Comando Europeo. La serie está disponible en «Former DA Pamphlets», U.S. Army Center of Military History Publications Catalog, 10 de diciembre de 2021, https://history.army.mil/catalog/browse/pubnum.html; véase también Records of the Foreign Military Studies (FMS) Program and Related Records, 1941–67 (RG 549.3), Records of United States Army, Europe, National Archives and Records Administration, Washington, D.C. La bibliografía que expone el mito de la Wehrmacht limpia es demasiado extensa como para anotarla.
  17. Waitman Wade Beorn, Marching into Darkness: The Wehrmacht and the Holocaust in Belarus (Cambridge, MA: Harvard University Press, 2014), 12–17; para las pruebas visuales, véase «Photo Archives», United States Holocaust Memorial Museum, accedido 29 deciembre 2021, https://www.ushmm.org/collections/the-museums-collections/about/photo-archives. El Museo Conmemorativo del Holocausto de EUA posee una amplia colección de material fotográfico que documenta los crímenes de guerra de la Wehrmacht. Solo es uno de los muchos archivos con materiales similares.
  18. Field Manual (FM) 100-5, Operations (Washington, DC: U.S. Government Printing Office, 1976).
  19. Henry G. Gole, General William E. DePuy: Preparing the Army for Modern War (Lexington: University Press of Kentucky, 2008), 49, 112, 142, 262–63; FM 100-5, Operations (Washington, DC: U.S. Government Printing Office, 1982).
  20. Gole, General William E. DePuy, 262–63.
  21. Ibid.
  22. Ibid., 49.
  23. Ibid., 49, 112.
  24. Donn A. Starry, «To Change an Army», Military Review 63, nro. 3 (March 1983): 21–23.
  25. Donn A. Starry, «US and Federal Republic of Germany Doctrine, Letter to Lt. Gen. John R. Thurman, 27 September 1978», «US and Federal Republic of Germany, Letter to Col. William F. Burns, 30 April 1979», «FM 100-5, Operations, Letter to Gen. E. C. Meyer, 26 June 1979», en Press On!: Selected Works of General Donn A. Starry, ed. Lewis Sorley, tomo 1 (Fort Leavenworth, KS: Combat Studies Institute Press, 2009), 335, 340, 343–44; FM 100-5, Operations (1982); Federal Republic of Germany, HDv 100/100, Command and Control of the Armed Forces (Bonn, DE: Minister of Defense, 1973).
  26. Thomas Hobbes, Leviathan, or the Matter, Forme, & Power of a Common-Wealth Ecclesiastical and Civil (London: Andrew Crooke, 1651), 98. Dependiendo de la época y del contexto geográfico y político, el gobernante de Prusia recibía diversos nombres: duque, elector, rey en Prusia o rey de Prusia. Solo después de las dramáticas maniobras y combates a través de Alemania y partes de los reinos de los Habsburgo, y de sobrevivir a la guerra de los Siete Años (1756-1763), Federico II, «el Grande», y sus sucesores fueron reconocidos únicamente como reyes de Prusia; véase Peter H. Wilson, The Thirty Years War: Europe’s Tragedy (Cambridge, MA: Belknap Press of Harvard University Press, 2009), 463, 717. La obra de Wilson es la más reciente y fiable historia de la guerra; véase también Peter H. Wilson, German Armies: War and German Society, 1648–1806 (London: UCL Press, 1998).
  27. Tim Blanning, Frederick the Great: King of Prussia (New York: Random House, 2016), 6–17, 22–26; William W. Hagen, Ordinary Prussians: Brandenburg Junkers and Villagers, 1500–1840 (Cambridge: Cambridge University Press, 2002), 69, 70; Derek McKay, The Great Elector: Frederick William of Brandenburg-Prussia (London: Routledge, 2001), detalla la forja del Estado prusiano por parte del «Gran Elector», especialmente en las páginas 49–72, 108–96; Otto Buesch, Military System and Social Life in Old Regime Prussia, 1713–1807: The Beginnings of the Social Militarization of Prusso-German Society (Atlantic Highlands, NJ: Humanities Press, 1997), continúa el análisis del Estado prusiano militarizado desde el reinado del «Rey Soldado», Federico Guillermo I (1713-1740); su hijo «Der Alte Fritz», Federico II (r. 1740-1786); y concluye con los desastres de 1806 en Jena-Auerstädt durante el reinado de Federico Guillermo III (r. 1797-1840); Wilson, German Armies, 244. Para el proceso más amplio de formación del Estado europeo, y cómo la guerra hizo al estado, y el estado hizo la guerra, véase Charles Tilly, Coercion, Capital, and European States, AD 990–1992 (Cambridge, MA: Blackwell, 1990).
  28. Las creencias políticas de los Junkers se examinan en Robert M. Berdahl, The Politics of the Prussian Nobility: The Development of a Conservative Ideology, 1770–1848 (Princeton, NJ: Princeton University Press, 1988); véase Peter L. Berger y Thomas Luckmann, The Social Construction of Reality: A Treatise in the Sociology of Knowledge (Garden City, NY: Anchor Books, 1966), sobre los procesos de socialización primaria y secundaria.
  29. Citino, The German Way of War, 32, 152, 170, 308.
  30. Ibid.
  31. Ibid., 32.
  32. Estudios recientes sugieren la continuidad de la Auftragstaktik a lo largo de la Segunda Guerra Mundial, pero también elementos politizados dentro del cuerpo de oficiales; véase Robert M. Citino, The Wehrmacht’s Last Stand: The German Campaigns of 1944–1945 (Lawrence: University Press of Kansas, 2017); David Stahel, Retreat from Moscow: A New History of Germany’s Winter Campaign, 1941–1942 (New York: Farrar, Straus & Giroux, 2019); David K. Yelton, «Older German Officers and National Socialist Activism: Evidence from the German Volkssturm», Journal of Military History 83, nro. 2 (abril de 2019): 455–85; Miguel A. López, «The Survival of Auftragstaktik during the Soviet Counterattack in the Battle for Moscow, December 1941 to January 1942», Journal of Military History 84, nro. 1 (enero de 2020): 187–212.
  33. Eric Dorn Brose, The Kaiser’s Army: The Politics of Military Technology in Germany during the Machine Age (New York: Oxford University Press, 2001), 20, 61, 90, 124, 150, 153–54, 190, 200; Geoffrey Wawro, The Franco-Prussian War: The German Conquest of France in 1870–1871 (New York: Cambridge University Press, 2003), 54, 59, 62.
  34. Echevarria, After Clausewitz, 33, 38.
  35. R. R. Davis, «Helmuth von Moltke and the Prussian‐German Development of a Decentralised Style of Command: Metz and Sedan 1870», Defence Studies 5, nro. 1 (marzo de 2005): 90–91, 94.
  36. Wawro, The Franco-Prussian War, 108, 110–11, 119; Citino, The German Way of War, 152, 170, 308; véase también Geoffrey Wawro, The Austro-Prussian War: Austria’s War with Prussia and Italy in 1866 (New York: Cambridge University Press, 1996).
  37. Wawro, The Franco-Prussian War, 164, 172–73, 184, 194, 302; Dennis Showalter, «Army and Society in Imperial Germany», 585, 588; Arthur T. Coumbe, «Operational Command in the Franco-Prussian War», Parameters 21, nro. 1 (Summer 1991): 94–95; Harry Bell, trans., St. Privat: German Sources (Fort Leavenworth, KS: Staff College Press, 1914), es una útil recopilación de recuerdos sobre la batalla de Saint Privat. Sin embargo, como ocurre con cualquier recuerdo hay que tener cuidado en su lectura y análisis. Con demasiada frecuencia, la memoria se confunde con la historia.
  38. Gerhard P. Gross, The Myth and Reality of German Warfare: Operational Thinking from Moltke the Elder to Heusinger, ed. David T. Zabecki (Lexington: University Press of Kentucky, 2016), 38, 60, 78, 305.
  39. Véase Skelton, An American Profession of Arms; Wooster, The United States Army and the Making of America; Watson, Jackson’s Sword; Watson, Peacekeepers and Conquerors; Ball, Army Regulars on the Western Frontier.
  40. Michael A. Bonura, Under the Shadow of Napoleon (New York: New York University Press, 2012).
  41. Dennis Hart Mahan, An Elementary Treatise on Advanced-guard, Out-post, and Detachment Service of Troops, nueva edición (New York: John Wiley & Sons, 1861), 33.
  42. Dennis Hart Mahan, Advanced-guard, Out-post, and Detachment Service of Troops, with the Essential Principles of Strategy, and Grand Tactics for the Use of Officers of the Militia and Volunteers, nueva edición (New York: John Wiley & Sons, 1870), 185.
  43. Ibid., 186.
  44. Véase Chandler, Campaigns of Napoleon, for a classic account of the Napoleonic Wars. More recent studies include Michael V. Leggiere, ed., Napoleon and the Operational Art of War; Alexander Mikaberidze, The Napoleonic Wars: A Global History (New York: Oxford University Press, 2020).
  45. Véase William P. Craighill, The Army Officer’s Pocket Companion: Principally Designed for Staff Officers in the Field (New York: D. Van Nostrand, 1862), 46. Ejecutar una orden según su «espíritu y la intención [del comandante]» era vital; Craighill tradujo la obra de Philippe Brunot de Rouvre, Aide-memoire de l’officier d’état-major principalement nc e qui concerne le service en campagne (París: J. Dumaine, 1859).
  46. Philip H. Sheridan, Personal Memoirs of Philip Henry Sheridan, General United States Army: With an Account of His Life from 1871 to His Death, in 1888, ed. Michael V. Sheridan, tomo 2, nuevo y ampliado (New York: D. Appleton, 1902), 447.
  47. Ibid., 448, 451.
  48. Ibid., 451.
  49. Ibid., 448.
  50. Ibid., 451–52.
  51. Ibid., 448.
  52. Ibid.
  53. David J. Fitzpatrick, Emory Upton: Misunderstood Reformer (Norman: University of Oklahoma Press, 2017), 217; véanse especialmente los capítulos 6–8.
  54. Emory Upton, The Military Policy of the United States (Washington, DC: U.S. Government Printing Office, 1912), xiv.
  55. «Upton to James H. Wilson, 21 August 1870», citado en Fitzpatrick, Emory Upton, 144; Emory Upton, «The Prussian Company Column», International Review 2, nro. 3 (May 1875): 303.
  56. Fitzpatrick, Emory Upton, 144.
  57. Brian McAllister Lin, The Echo of Battle: The Army’s Way of War (Cambridge, MA: Harvard University Press, 2007), 50, 75.
  58. Upton, «The Prussian Company Column», 316.
  59. Arthur L. Wagner, The Campaign of Königgrätz, a Study of the Austro-Prussian War in Light of the American Civil War, 2nd ed. (Kansas City, MO: Hudson-Kimberly, 1899), 11, 90–91.
  60. Ibid., 102.
  61. Infantry Drill Regulations. United States Army. Adopted Oct. 3, 1891 (New York: D. Appleton, 1898), 186–87.
  62. Ibid., 194–95, 211, 213.
  63. Ibid., 219–20.
  64. Ibid., 219.
  65. Ibid., 227–29.
  66. Perry D. Jamieson, Crossing the Deadly Ground: United States Army Tactics, 1865–1899 (Tuscaloosa: University of Alabama Press, 1994), 110.
  67. War Department, Field Service Regulations, United States Army: Prepared by the General Staff, Under the Direction of the Chief of Staff, U.S. Army (Washington, DC: U.S. Government Printing Office, 1905).
  68. Ibid., 15.
  69. Ibid.
  70. J. M. Gawne y Spenser Wilkinson, trad., The Order of Field Service of the German Army (Londres: Edward Stanford for the Manchester Tactical Society, 1893), 4, 22–23; Preußisches Kriegsministerium, Felddienst-Ordnung (Berlín: Ernst Siegfried Mittler und Sohn, 1887).
  71. War Department, Field Service Regulations, 29.
  72. Ibid.
  73. Ibid.; Gawne y Wilkinson, The Order of Field Service of the German Army, 22.
  74. War Department, Field Service Regulations, 30.
  75. Ibid.
  76. Ibid.; Gawne y Wilkinson, The Order of Field Service of the German Army, 23.
  77. Upton, «The Prussian Company Column», 302.
  78. FM 100-5, Operations (1982). Para un breve resumen del debate sobre los orígenes alemanes y soviéticos de la Batalla Aeroterrestre, véase Curry, «From Blitzkrieg to Airland Battle», 18–25. Para las traducciones al inglés de las principales obras teóricas soviéticas sobre el combate profundo, véase Georgii Samoilovich Isserson, The Evolution of Operational Art, trad. Bruce W. Menning (Fort Leavenworth, KS: Combat Studies Institute Press, 2013); Aleksandr A. Svechin, Strategy, ed. Kent D. Lee (Minneapolis: Eastview Information Services, 1992); y V. K. Triandafilov, The Nature of the Operations of Modern Armies, ed. Jacob W. Kipp, trad. William A. Burhans (New York: Routledge, 1994). Véase también David M. Glantz, Soviet Military Operational Art: In Pursuit of Deep Battle (New York: Frank Cass, 1991).
  79. ADP 6-0, Mission Command, vii.
 

Ricardo A. Herrera es profesor de historia militar en la Escuela de Estudios Militares Avanzados de la Escuela de Comando y Estado Mayor del Ejército de EUA. Recibió su doctorado de la Universidad de Marquette y es licenciado por la Universidad de California en Los Ángeles. Un historiador premiado, es autor de Feeding Washington’s Army: Surviving the Valley Forge Winter of 1778; For Liberty and the Republic: The American Citizen as Soldier, 1775-1861; y numerosos artículos y capítulos. Herrera fue comisionado como oficial de blindados en 1983.

 

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