Guerra económica
La alternativa de China a la reunificación militar de Taiwán
Primera teniente Bethany G. Russell, Ejército de EUA
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La República Popular China no ha ocultado su intención de anexionar la isla de Taiwán para el 2049. Numerosos juegos de guerra militares y documentos académicos han explorado en varias ocasiones los aspectos militares de esta anexión para usarlos como plantillas para posibles cursos de acción si China llegara a ejecutar una campaña militar. Sin embargo, si bien el poderío militar de China representa una amenaza evidente, la vulnerabilidad económica de Taiwán frente a China supone un riesgo mayor para su seguridad que sus desventajas militares. Aunque China posee la capacidad militar para derrotar a Taiwán, sus propias normas culturales, su deseo de estabilidad internacional y la posibilidad de fracaso hacen la reunificación mediante un conflicto militar una opción poco atractiva. Por ello, China recurrirá a tácticas de presión económica para que Taiwán acepte sus políticas y la reunificación.
Presión económica
En lugar de lanzar una campaña militar en Taiwán, China primero intentará obligar a capitular utilizando estrategias económicas. China ya posee una importante influencia económica sobre Taiwán y podría recurrir fácilmente a sanciones o a desestabilizar el mercado. La comunidad internacional y Taiwán no tienen la capacidad para defenderse contra esas acciones.
Históricamente, Taiwán ha intentado limitar sus relaciones con China para evitar una dependencia económica excesiva. Sin embargo, lo opuesto ha ocurrido. En el lapso de una sola generación, la economía de Taiwán pasó de prácticamente no tener ningún vínculo con China a depender significativamente del comercio y las inversiones con el gigante asiático1. El deseo de aprovechar el auge económico de China y crear mejoras económicas similares en Taiwán hizo que la relación económica entre ambos países se convirtiera en una cuestión de «interdependencia asimétrica», lo que significa que Taiwán depende más de China económicamente que lo que China depende de Taiwán2. A medida que los vínculos económicos entre los dos países se profundicen, el potencial económico de Pekín podría resultar en un «control abrumador e irrefutable» sobre la isla3.
Taiwán se encuentra actualmente en una situación económica increíblemente vulnerable, dado que China es su principal receptor de exportaciones e inversión extranjera directa (IED). Las exportaciones a China representan la décima parte del producto nacional bruto de Taiwán y el flujo de IED a China comprende más de la mitad de toda la IED de Taiwán4. Cientos de miles de empresarios taiwaneses también trabajan en el territorio continental y viajan entre los dos países. No solo es elevado el número de personas que trabajan en China, sino que los sectores a los que pertenecen los empresarios también son estratégicamente importantes. Muchos de los trabajadores chinos pertenecen al rentable sector de la tecnología de la información de Taiwán, ya que muchas de esas empresas han establecido fábricas dentro de la China continental y mantienen sus oficinas principales en Taiwán. Estas empresas son a la vez económicamente viables y políticamente influyentes, y por ello, muchos taiwaneses han expresado su preocupación con respecto a la ubicación de estas en China5. Independientemente de la ubicación de estas instalaciones, la realidad es que, sin la participación de China en la economía de Taiwán, la economía general de la isla sufriría6.
Sanciones. China fácilmente puede ejercer presión económica contra Taiwán sancionando las exportaciones e importaciones. Las sanciones ofrecen una forma de bajo costo y bajo riesgo que señalan descontento, aumentan el costo para Taiwán cuando ignora los deseos de China y resultaría difícil responder a ellas en represalia. Las sanciones también pueden crear un grado considerable de daño económico, lo cual fomentaría el descontento político y probablemente catalizaría un cambio en el Gobierno del país7. Taiwán sufriría económicamente si China decide detener las importaciones de la isla. En un estudio realizado en 2002 por Deutsche Bank se llegó a la conclusión de que, como China es el principal importador de productos de Taiwán, si se prohibieran las importaciones, «las repercusiones en la demanda final de Taiwán podrían ser peores que las de cualquiera de las anteriores recesiones regionales o mundiales»8.
Desde el 2002, la dependencia de Taiwán no ha hecho más que aumentar. El número de exportaciones a China ha crecido y, por consiguiente, las posibles repercusiones económicas de esas sanciones no han hecho sino exacerbarse.
Existe el incentivo para que China emplee las sanciones como instrumento de presión económica. Estudios anteriores sobre la eficacia de las sanciones indican que estas serán efectivas dada la relación económica entre ambos países. Los estudios de caso sobre este tema han demostrado que las sanciones tienen más probabilidad de éxito cuando la economía del país «remitente» es por lo menos diez veces mayor que la del país «destinatario»9. En 2019, el producto interno bruto de China era por lo menos veinte veces mayor que el de Taiwán10. Siguiendo la comparación del producto interno bruto, las sanciones también son efectivas cuando el país remitente representa un tercio del comercio del país destinatario11. En 2018, China representaba casi un tercio del comercio total de Taiwán12. Aunque estas medidas económicas no garantizan que Taiwán modificará su política, sí permiten hacer comparaciones importantes con casos históricos en los que las sanciones sí lograron provocar un cambio político.
Desestabilización del mercado. La imposición de sanciones no es la única amenaza contra la economía de Taiwán. Los funcionarios chinos son conscientes de que tienen el poder para desestabilizar los mercados económicos de Taiwán, incluyendo su mercado de valores y de divisas, porque ya lo han hecho antes13. En 1996, China realizó ensayos de misiles que hicieron que el mercado bursátil de Taiwán se desplomara14. Aunque esto ocurrió por accidente, Pekín se dio cuenta de que sus acciones repercutían considerablemente en el mercado de Taiwán. Desde ese momento, China ha llevado a cabo acciones periódicamente para desestabilizar la economía de Taiwán. En 1995, China realizó maniobras en el estrecho de Taiwán cuando el entonces presidente de Taiwán, Lee Teng-hui, visitó la Universidad de Cornell, en Estados Unidos. El mercado bursátil de Taiwán cayó casi un 30 por ciento15. Cuatro años más tarde, cuando Lee hizo declaraciones políticas que no gustaron a China, el mercado cayó un 13 por ciento, equivalente a la perdida de una sexta parte del producto nacional bruto de Taiwán16. En varias ocasiones, Pekín ha utilizado su poder para provocar grandes caídas en los mercados de acciones y bonos de Taiwán y en ocasiones se ha centrado en industrias o sectores específicos que considera peligrosos para sus intereses nacionales17. A medida que Taiwán siga globalizando su economía, la apertura de sus mercados a capital extranjero significará mayor flujo de capital chino y, como consecuencia, mayor influencia de China en la economía de Taiwán. Esto ha dado lugar a un aumento de la capacidad de China para suprimir el mercado taiwanés y erosionar la confianza de los inversionistas, lo que plantea una importante amenaza para la estabilidad del país18. Si bien Taiwán podría recurrir a sus reservas para hacer frente a los efectos de corto y mediano plazo, no podría sobrevivir si China mantiene un esfuerzo prolongado para socavar la confianza de los inversionistas en la economía taiwanesa19.
Métodos alternativos. Existen otros métodos de desestabilización económica, como el acoso a los empresarios taiwaneses cuando viajan entre los dos países. China también podría congelar o confiscar los activos de las empresas e inversores taiwaneses en la China continental en un intento de presionar a esas personas para que pidan un cambio de política en Taiwán20. Sin embargo, el éxito de esos métodos depende en gran medida de la hipótesis de que el Gobierno de Taiwán modificaría su postura sobre la reunificación en beneficio de un pequeño grupo de personas. Incluso si China presiona a empresarios influyentes de Taiwán, es poco probable que esto sea suficiente para provocar un cambio de política tan drástico21.
Además de dificultar el movimiento de personas, China también podría perturbar aspectos de la infraestructura económica de Taiwán, incluyendo sus sistemas de tecnología de la información, plataformas de comunicaciones y el transporte. Aunque China sigue invirtiendo mucho en sus capacidades cibernéticas ofensivas y podría llevar a cabo estos esfuerzos, su principal curso de coacción económica no incluiría esos ataques. Las propias capacidades cibernéticas de Taiwán significa que los ataques de China no quedarían sin respuesta, y la dependencia del Partido Comunista de China de una estabilidad económica continua indica que es poco probable que Pekín ponga en peligro su propio rendimiento económico a causa de contraataques cibernéticos22.
Respuesta internacional
Las medidas económicas probablemente servirían para aislar a Taiwán a nivel internacional. Si China impusiera sanciones, manipulara los mercados de Taiwán o emprendiera otras formas de coacción económica, Taiwán pediría a la comunidad internacional que saliera en su defensa. Sin embargo, determinar una respuesta a tal situación resultaría difícil para otros países. Responder militarmente a una agresión económica es posible, pero no necesariamente acertado, y probablemente daría lugar a un prolongado conflicto militar con China. Del mismo modo, otros países podrían aplicar sus propias sanciones contra China, pero pondrían en riesgo sus propias economías. Si Taiwán pidiera ayuda y ningún país acudiera, o si otros países no pudieran aliviar la situación económica, la isla se encontraría en una posición desesperada y, por lo tanto, estaría más dispuesta a negociar con China para frenar la probable crisis económica23.
Estrategia china
La campaña económica de China contra Taiwán no es un dilema reciente. En varias ocasiones, China ha demostrado su deseo de acercar Taiwán al continente mediante lazos e influencia económicos. En 2010, China y Taiwán ratificaron un acuerdo comercial bilateral, el Acuerdo Marco de Cooperación Económica (AMCE)24. Muchas personas vieron el AMCE con escepticismo y desconfianza, y un analista señaló: «El AMCE no es una unificación, ni mucho menos, pero apunta a esa dirección en términos económicos»25. El acuerdo fue económica y estratégicamente significativo para China. No solo aumentó los vínculos entre los dos países, sino que también llevó a Taiwán a una paridad económica con otros países asiáticos. Al mismo tiempo, el acuerdo no elevó tanto el estatus de Taiwán como para que otros países asiáticos buscaran sus propios acuerdos comerciales con Taiwán. En una manipulación más flagrante, en 2016, la Administración General de Supervisión de Calidad, Inspección y Cuarentena de China destruyó o devolvió 722 envíos de importaciones taiwanesas debido a «factores políticos»26. Las empresas taiwanesas que operan en China se han visto sometidas a inspecciones y auditorías aleatorias, y las que apoyan la reunificación con China reciben un trato más favorable27. Desde los acuerdos comerciales hasta la injerencia en empresas, estas acciones sugieren que China ya tiene una estrategia continua en marcha para envolver poco a poco a Taiwán a través de su economía.
Si la manipulación del mercado resultara insuficiente, China podría llegar a imponer sanciones contra Taiwán, restringiendo las importaciones que China recibe de la isla.
Si China decide ampliar sus acciones económicas contra Taiwán, lo hará de forma escalonada, similar a una campaña militar. El país más grande continuará con sus medidas de bajo esfuerzo mientras que su propio crecimiento económico aumenta, asegurando una creciente influencia económica. A medida que esto ocurra, Taiwán se acercará naturalmente a China debido a su relación económica asimétrica. Si la profundización de los lazos económicos resulta insuficiente por sí sola, es probable que China intensifique sus tácticas para manipular los mercados de Taiwán emitiendo declaraciones que provoquen la caída del mercado de valores de Taiwán. Trataría de provocar una caída a largo plazo para que las reservas de Taiwán resultaran ineficaces para hacer frente a cualquier crisis en curso. Si bien este esfuerzo resultaría ser la principal táctica de China, el país también podría emprender operaciones de hostigamiento más pequeñas, que afectarían los viajes de los empresarios taiwaneses y aumentarían las presiones burocráticas sobre las empresas taiwanesas situadas en la China continental.
Si la manipulación del mercado resultara insuficiente, China podría llegar a imponer sanciones contra Taiwán, restringiendo las importaciones que China recibe de la isla. Entre los efectos continuos en el mercado y las sanciones contra el país, la economía de Taiwán no dispondría de los recursos necesarios para sobrevivir durante un período prolongado sin capitular. Si fuera necesario adoptar nuevas medidas, China podría aceptar el riesgo y participar en ataques cibernéticos contra la infraestructura económica de Taiwán. También podría incautar los activos económicos taiwaneses situados en su territorio continental con el fin de causar importantes pérdidas de capital a las empresas más importantes de Taiwán.
En cada una de estas etapas, la acción económica no es exclusiva. Los casos históricos de desestabilización económica demuestran que las medidas son efectivas cuando van acompañadas de «fuertes medidas militares»28. China podría realizar fácilmente patrullas a través del estrecho de Taiwán o sobrevuelos sobre este para ejercer una presión adicional. También podría emplear medios diplomáticos, apoyando la exclusión de Taiwán de la Organización Mundial de la Salud, las conferencias de las Naciones Unidas y la Interpol. China también corteja a los países que siguen reconociendo diplomáticamente a Taiwán, ofreciendo ayuda financiera para tentarlos a poner fin a las relaciones diplomáticas con Taiwán29. Si bien las presiones económicas seguirían siendo el principal curso de acción de China para influir en las decisiones políticas de Taiwán, no serían la única estrategia que el país emplearía para aislar aún más a la isla en el plano internacional y hacerla vulnerable a sus acciones.
Opciones de Taiwán
China tiene desafíos en esta batalla económica en curso. Taiwán no está caminando ciegamente hacia sus brazos. La isla es plenamente consciente de la capacidad de China para influir en la economía y ha tratado de contrarrestar sus esfuerzos. Taiwán posee cantidades importantes de reservas de divisas y controla estrictamente los movimientos diarios de su mercado de valores para proporcionar estabilidad financiera a corto plazo. Sin embargo, para resistir los esfuerzos de China a largo plazo, Taiwán necesita obtener otras fuentes de inversión extranjera, algo que ha sido difícil de obtener30. En enero de 2017, Taiwán puso en marcha una «Nueva política de destino sur» para exportar a Asia meridional y sudoriental en lugar de China. Sin embargo, la presión ejercida por China sobre los países de Asia sudoriental para limitar las interacciones con Taiwán pone en duda el futuro éxito de esta iniciativa31. Para diversificar su economía, Taiwán también podría considerar la posibilidad de adherirse a uno de los grandes acuerdos comerciales regionales que surgen en el Pacífico, como la Asociación Económica Regional, encabezada por China, o el Acuerdo Amplio y Progresivo de Asociación Transpacífica, encabezado por Japón. Sin embargo, entrar en la Asociación Económica Regional requeriría que Taiwán se adhiriera como provincia de China, lo que no contribuiría a su esfuerzo para distanciarse del continente. La otra opción disponible es el Acuerdo Amplio y Progresivo de Asociación Transpacífica, que es sucesor de la Asociación Transpacífica y en su momento fue encabezada por Estados Unidos. Sin embargo, este acuerdo comercial ha dado resultados mixtos a sus signatarios, ya que algunos países han experimentado un aumento significativo de sus corrientes comerciales y otros no han visto ningún cambio. Con resultados tan diferentes, la firma de este último acuerdo comercial no garantizaría a Taiwán la diversidad que necesita en su economía para neutralizar la interferencia china. La última opción para Taiwán sería llegar a acuerdos bilaterales de libre comercio con otros países. Lamentablemente, dado el polémico estatuto político de Taiwán, la mayoría de los países evitarían un acuerdo bilateral para no antagonizar a China y poner en peligro su relación. Incluso si Taiwán negociara con éxito acuerdos bilaterales de libre comercio, las relaciones simplemente le proporcionarían paridad con otros países de la región32. Para que Taiwán se convierta en un competidor en la economía regional, debe desarrollar su competitividad económica. Lamentablemente, la estrategia de Taiwán para mejorar su competitividad nacional consiste en gran medida en inversiones en el sector industrial, en el que ha convenido en una «cooperación industrial conjunta» con China. Por lo tanto, a pesar de sus esfuerzos y deseos de distanciamiento, Taiwán actualmente tiene que mantener su estrecha relación económica con China para mejorar su situación33.
Superioridad militar
Si China evita un conflicto militar con Taiwán, no será por no estar preparada para la batalla, puesto que se ha armado tanto con argumentos legales para una agresión como con capacidades para una posible campaña militar. Con respecto a los argumentos legales, en la Ley Antisecesión de 2005, China declaró que «emplearía medios no pacíficos» para proteger su soberanía nacional ante cualquier acción secesionista que buscara la independencia34. Reiterando esta disposición en 2019, el presidente Xi Jinping amplió esta garantía para permitir el uso de la fuerza a fin de impedir la «intervención de fuerzas externas» en Taiwán35. China considera que cualquier intento de independencia por parte de Taiwán es ilegal, ya sea si lo lleva a cabo solo o con la ayuda de terceros. Los líderes chinos hacen periódicamente declaraciones enérgicas que recuerdan a la isla ese hecho.
Más preocupante que el lenguaje político que rodea la cuestión de Taiwán es el desarrollo militar chino y la inversión que se ha producido con la intención de armar el país para una futura campaña contra la isla. Desde la crisis del estrecho de Taiwán de 1996, China ha enfatizado la reforma y modernización de su ejército. Estos esfuerzos se intensificaron aún más en 2012 cuando Xi abogó por la creación de una fuerza moderna china que pudiera liderar a sus vecinos regionales36. China es ahora el segundo país, después de Estados Unidos, con más gastos de defensa anualmente37. Aunque no todas sus mejoras militares son específicamente para una futura crisis con Taiwán, los desarrollos en su armada y fuerza aérea sugieren que China está buscando asegurar las rutas de transporte entre su territorio y Taiwán en caso de que necesite invadir el país. La armada de China se ha convertido en la mayor fuerza naval del mundo en número total de buques. En 2017, más del 70 por ciento de la flota era nueva, en comparación con menos del 50 por ciento en 201038. El país ha puesto en servicio más submarinos nucleares y busca expandir sus operaciones desde los mares cercanos a mayores distancias del continente. La fuerza aérea de China también ha crecido. Además de aumentar su tamaño, la Fuerza Aérea del Ejército de Liberación Popular ha copiado muchos diseños estadounidenses para construir versiones avanzadas de aeronaves de sigilo, vehículos aéreos no tripulados, sistemas de alerta y control aerotransportados y bombarderos39. China también ha trabajado para desarrollar su fuerza de cohetes. En relación con la cuestión de Taiwán, China ha desarrollado misiles balísticos para atacar buques en el Pacífico occidental de ser necesario y así apoyar su estrategia de negación de acceso/área40. Independientemente de la estrategia que adopte a la larga, China se está preparando para una campaña militar en Taiwán.
Rechazo a medios militares
Incluso con sus declaraciones agresivas y reformas militares, China tratará de evitar la reunificación con Taiwán mediante medios militares. Una reunificación forzada entra en conflicto con las normas culturales chinas, perturbaría el orden internacional y no ofrece ninguna garantía de victoria.
Según el confucianismo, «la guerra debe ser el último recurso, y solo por una causa justa. Esto generalmente significa una guerra defensiva, pero también puede significar una guerra punitiva para evitar que los fuertes intimiden a los débiles».
Normas culturales. A pesar de su crecimiento militar, la historia de China ha dado lugar al surgimiento de normas y tradiciones que se inclinan a evitar conflictos militares abiertos. Desde la dinastía Han (206 a. C. – 220 d. C.), las ideas y valores confucianos han guiado las relaciones interpersonales chinas, las estructuras sociales, los comportamientos individuales y la ética de trabajo41. El confucianismo enfatiza comportamientos virtuosos y sus cinco virtudes constantes incluyen la humanidad, la rectitud, el decoro, la sabiduría y la fidelidad42. Con tan profundas raíces en la sociedad china, el confucianismo también influye invariablemente en el pensamiento estratégico militar del país y en las relaciones internacionales. La clave dentro del confucianismo es la preferencia por la armonía sobre el conflicto y las tácticas defensivas sobre las ofensivas43. Estas enseñanzas se hacen evidentes en los modismos confucianos a lo largo de la historia china: «exhibir virtud y no hacer alarde del instrumento militar» y «enfatizar el civismo, restar importancia a la marcialidad; enfatizar la virtud y restar importancia a la fuerza física»44.
Algunos historiadores militares chinos han atribuido esta influencia a los escritos de Sun Tzu, quien abogaba por someter al enemigo sin recurrir a medios violentos45. También señalan el predominio de muros y fortificaciones a lo largo de la historia del país, en lugar de grandes expansiones de sus fronteras. Estas barreras manifiestan la necesidad de autoprotección y el uso de la fuerza defensiva, en lugar de la ofensiva46. Aunque comenzó hace siglos, esta influencia confuciana también prevalece en observaciones más recientes sobre los líderes chinos. En su aclamado libro On China (Sobre China), Henry Kissinger observó:
«Rara vez los estadistas chinos arriesgan el resultado de un conflicto en un solo enfrentamiento decisivo; prefieren realizar varias maniobras complejas durante el año. Si bien la tradición occidental valora los enfrentamientos decisivos en los que se enfatizan las hazañas de heroísmo, el ideal chino hace hincapié en la sutileza, la desorientación y la acumulación paciente de desventajas relativas»47.
La cultura y las tradiciones confucianas guiaban a los estadistas chinos con los que Kissinger interactuó y su evasión de actos decisivos de agresión proviene de siglos de historia china que han creado esa cultura estratégica.
La influencia de Confucio no elimina completamente la posibilidad de guerra. Sin embargo, para llevar a cabo una acción militar, el uso de la fuerza debe ser «inevitable»48. Según el confucianismo, «la guerra debe ser el último recurso, y solo por una causa justa. Esto generalmente significa una guerra defensiva, pero también puede significar una guerra punitiva para evitar que los fuertes intimiden a los débiles»49.
Los expertos en historia militar china han clasificado sus recientes acciones militares como esfuerzos justos, particularmente en la guerra de Corea, la guerra chino-india y la guerra chino-vietnamita. En cada uno de estos casos, los líderes chinos definieron su participación militar como justa y estratégicamente en defensa de sus intereses fundamentales y de su seguridad nacional50. Cada guerra es un asunto limitado, con objetivos políticos claramente definidos y a menudo con restricciones espaciales o temporales51. De este modo, los dirigentes chinos han definido sus acciones militares como actos justos y defensivos coherentes con los ideales confucianos52.
Consciente de que su desarrollo podría parecer amenazador y contradictorio con muchos de sus valores confucianos, Pekín en varias ocasiones ha reiterado sus intenciones pacíficas53. El coronel Kenneth Johnson señaló en un estudio sobre la cultura estratégica china que los líderes del país han establecido los siguientes principios que rigen su comportamiento en el orden mundial:
- los «cinco principios de coexistencia pacífica», que incluyen el respeto mutuo a la integridad territorial y la soberanía de cada uno, la no agresión mutua, la no injerencia en los asuntos internos de cada uno, la igualdad y el beneficio mutuo, y la coexistencia pacífica;
- el establecimiento de un orden mundial político y económico justo y razonable;
- no recurrir a la fuerza o amenazar con recurrir a ella en las relaciones internacionales;
- todas las naciones, grandes o pequeñas, fuertes o débiles, ricas o pobres, son iguales en los asuntos internacionales; y
- China siempre debe estar del lado de los países en desarrollo, y nunca debe buscar la hegemonía o el estatus de superpotencia54.
En muchos de los libros blancos de defensa que el país ha publicado, sus avances en seguridad son abordados enfatizando su compromiso a evitar la hegemonía y la expansión militar55. Estos principios también se han manifestado en discusiones más recientes sobre el deseo de China de una solución pacífica con Taiwán. En el libro blanco de defensa del país del 2019, sus líderes enfatizaron la paz, señalando:
«China se adhiere a los principios de “reunificación pacífica” y “un país, dos sistemas”, promueve el desarrollo pacífico de las relaciones a través del estrecho y fomenta la reunificación pacífica del país»56.
Si bien en el libro blanco se discuten los catalizadores de participación militar, también se enfatiza el deseo de paz primero y se utiliza un lenguaje de paz constatemente57. Para China, la reunificación militar sigue siendo el último recurso, en lugar de su estrategia preferida.
Desafío a la estabilidad internacional. La acción militar contra Taiwán desestabilizaría sin duda alguna el orden internacional. Aunque otros países suelen considerarla una fuerza disruptiva, en gran medida, China ha respetado las reglas, leyes y normas internacionales. Pekín ha aumentado su financiación a las Naciones Unidas y contribuye regularmente a las operaciones de mantenimiento de la paz. Si bien ha impulsado reformas en esas organizaciones, China se atiene en gran medida a los marcos del Fondo Monetario Internacional, la Organización Mundial del Comercio y el Grupo de los 2058. La adopción de medidas militares contra Taiwán resultaría impopular desde el punto de vista político internacional y pondría en peligro la posición de China en todas esas instituciones.
Los líderes de China también han declarado abiertamente su preferencia por un orden mundial estable. En un discurso de 2015 ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, Xi señaló que «no podemos hacer realidad el sueño chino sin un entorno internacional pacífico, un orden internacional estable y la comprensión, el apoyo y la ayuda del resto del mundo»59. Además, Xi señaló en el 19o Congreso del Partido, celebrado en 2017 en Pekín, que China «continuaría sus esfuerzos para salvaguardar la paz mundial, contribuir al desarrollo global y defender el orden internacional»60. Estos dos discursos subrayan el deseo de China de mantener la estabilidad y contrarrestar las declaraciones belicosas citadas anteriormente en relación con la intervención militar.
Si bien Taiwán es el «objetivo final» de China, este último debe, en última instancia, mantener su posición internacional. En el libro blanco de defensa de China de 2013, Xi señaló que es necesario «salvaguardar la estabilidad y los derechos»61. Esta observación fue la primera vez que los derechos e intereses del país recibieron el mismo nivel de prioridad que la directiva tradicional de mantener la estabilidad62. Sin embargo, este nuevo énfasis se limita a colocar los asuntos en una posición más igualitaria, lo que indica que el país puede tolerar más riesgos por el hecho de buscar lo que afirma que son sus derechos. La primacía otorgada a salvaguardar la estabilidad y el hecho de que Xi no elevara los derechos de salvaguardia por encima del mantenimiento de la estabilidad refuerzan el argumento de que los líderes chinos no avanzarán con la cuestión de Taiwán si esto llega a suponer un desafío a la estabilidad internacional que China necesita para sostener su crecimiento económico63. Por lo tanto, independientemente de la importancia que Taiwán pueda tener para China, Pekín favorece en última instancia un orden internacional estable en lugar de la acción militar.
Posibilidad de fracaso. En caso de que China ignore sus normas culturales y su deseo de estabilidad internacional, también debe afrontar la posibilidad de fracaso en una campaña militar en Taiwán. Incluso con sus recientes y continuas mejoras militares, no hay garantía de una victoria. China no se hace ilusiones sobre el estado de su ejército y señala que es necesario continuar la modernización y reestructuración. El país reconoce en su libro blanco de defensa de 2019 que «el Ejército Popular de Liberación (EPL) sigue estando muy por detrás de los principales ejércitos del mundo»64. China tiene dificultades para reclutar y entrenar un número suficiente de personal en sus filas y su limitada participación en los conflictos en curso significa que la mayoría de sus soldados carecen de experiencia de combate. El propio país no se ha movilizado para una guerra desde un breve altercado a finales de la década de 1980 y muchos de los procesos de movilización son anticuados y no han sido probados65. Si bien el ejército chino puede tener una ventaja en cuanto a tecnología y equipo, no tiene el dominio sobre Taiwán, como su tamaño y capacidades podrían indicar.
La posibilidad de que Estados Unidos apoye a Taiwán complica aún más una futura campaña. China no tiene garantías de que Estados Unidos no enviará a sus tropas y equipos para ayudar. La posibilidad de que Estados Unidos se involucre es un importante elemento disuasorio. Aunque China ha mejorado su propio ejército en relación con otras potencias asiáticas, no tiene la fuerza necesaria para derrotar a Estados Unidos. Las continuas mejoras militares chinas, en particular en lo que respecta a las capacidades antiacceso, sí mejoran su posición con respecto a Estados Unidos, pero cualquier logro contra los estadounidenses en Taiwán resultaría costoso. En el mejor de los casos, China experimentaría una victoria pírrica contra Estados Unidos si llega a ocupar la isla ya que sufriría grandes bajas en el proceso. En el peor de los casos, China vería degradado su poder militar en el combate contra Estados Unidos y perdería tanto la campaña como su prestigio internacional66.
Un resultado diferente
Este artículo se basa en la suposición de que la relación actual entre China y Taiwán se mantendrá. Si Taiwán emprende un drástico impulso de independencia o si otro país presiona por la independencia en su nombre, Xi ya ha declarado claramente que China tendrá una respuesta militar. En el libro blanco de defensa de 2019, China señaló que «nunca permitirá la secesión de ninguna parte de su territorio, organización o partido político, y utilizará todos los medios disponibles para ello»67. Pekín ha utilizado este vocabulario fuerte en documentos de defensa anteriores. Xi reafirmó este compromiso declarando que China «derrotaría categóricamente a cualquiera que intente separar a Taiwán de China »68. Por lo tanto, si Taiwán continúa como hasta ahora, con un lenguaje político que apoya la separación, pero sin esfuerzos militares claros, China buscará un enfoque económico más largo y sutil para la reunificación. Sin embargo, si la nación insular lleva a cabo una acción militar o si un tercero realiza un esfuerzo militar en su nombre, China abandonará su estrategia económica y empleará su capacidad militar para anexionar a Taiwán.
Del mismo modo, es probable que Pekín abandone una estrategia económica si su influencia sobre Taiwán disminuye o si no avanzan con los objetivos que tienen planteados para el 2049. Actualmente, China tiene la capacidad para conducir «maniobras complejas plurianuales» que Kissinger señaló como su especialidad. Sin embargo, a medida que se aproxime el 2049 y la unificación por medios económicos sea poco probable, cabe esperar que China reevalúe su estrategia y considere una solución militar definitiva.
Conclusión
Si bien China tiene la capacidad para librar una campaña militar contra Taiwán, sus normas culturales en contra del conflicto, el deseo de estabilidad internacional y la falta de un éxito militar garantizado hacen improbable una anexión forzada. En cambio, cabe esperar que Pekín utilice su influencia económica sobre Taiwán para desestabilizar los mercados y aplicar sanciones en un esfuerzo por obligar a la isla a ceder en aras de su supervivencia económica. Por lo tanto, los observadores de China, encargados de vigilar el país en busca de indicios de cualquier amenaza contra la soberanía de Taiwán, deben ser conscientes de la probabilidad de que el principal ataque inicial no vendrá del mar o del aire, sino más bien de medios financieros indirectos.
Notas
- Murray Scot Tanner, Chinese Economic Coercion against Taiwan: A Tricky Weapon to Use (Santa Monica, CA: RAND Corporation, 2007), 135, accedido 4 de abril de 2020, https://www.rand.org/content/dam/rand/pubs/monographs/2007/RAND_MG507.pdf.
- Ibid.
- Ibid., 136.
- Ibid., 137.
- Ibid., 88–89.
- Ibid., 85.
- Ibid., 14.
- Ibid., 138.
- Gary C. Hufbauer et al., Economic Sanctions Reconsidered (Washington, DC: Peterson Institute for International Economics, 2007), 89.
- International Monetary Fund, World Economic Outlook Database (2019), Gross Domestic Product, Current Prices, accedido 4 de abril de 2020, https://www.imf.org/external/pubs/ft/weo/2019/02/weodata/index.aspx.
- Richard C. Bush, Uncharted Strait: The Future of China-Taiwan Relations (Washington, DC: Brookings Institution Press, 2013), 143.
- Eleanor Albert, «China-Taiwan Relations», Council on Foreign Relations, 22 de enero de 2020, accedido 3 de abril de 2020, https://www.cfr.org/backgrounder/china-taiwan-relations.
- Tanner, Chinese Economic Coercion against Taiwan, 139–40.
- Bush, Uncharted Strait, 142.
- Tanner, Chinese Economic Coercion against Taiwan, 92.
- Ibid.
- Ibid.
- Ibid., 139–40.
- Ibid., 75.
- Ibid., 17.
- Bush, Uncharted Strait, 141.
- Tanner, Chinese Economic Coercion against Taiwan, 97.
- Ibid., 15.
- Daniel H. Rosen y Zhi Wang, The Implications of China-Taiwan Economic Liberalization (Washington, DC: Peterson Institute for International Economics, enero de 2011), 1.
- Daniel H. Rosen y Zhi Wang, «Deepening China-Taiwan Relations through the Economic Cooperation Framework Agreement», Policy Brief No. PB10-16 (Washington, DC: Peterson Institute for International Economics, junio de 2010), 129, accedido 25 de abril de 2020, https://www.piie.com/sites/default/files/publications/pb/pb10-16.pdf.
- U.S.-China Economic and Security Review Commission, USCC 2017 Annual Report (Washington, DC: U.S. Government Publishing Office, 2017), 375, accedido 25 de abril de 2020, https://www.uscc.gov/sites/default/files/annual_reports/2017_Annual_Report_to_Congress.pdf.
- Ibid., 375–76.
- Ibid.
- Ibid., 376–78.
- Tanner, Chinese Economic Coercion against Taiwan, 93.
- Daniel H. Rosen y Zhi Wang, The Implications of China-Taiwan Economic Liberalization, 138.
- Lindsay Black, «Evaluating Taiwan’s New Southbound Policy: Going South or Going Sour?», Asian Survey 59, nro. 2 (2019): 261–62.
- Daniel H. Rosen y Zhi Wang, The Implications of China-Taiwan Economic Liberalization, 138, 139.
- Ley Antisecesión (promulgada en la Tercera Sesión del Décimo Congreso Nacional del Pueblo, en vigor desde el 14 de marzo de 2005), art. 8.
- Albert, «China-Taiwan Relations».
- Lindsay Maizland, «China’s Modernizing Military», Council on Foreign Relations, 5 de febrero de 2020, accedido 10 de junio de 2020, https://www.cfr.org/backgrounder/chinas-modernizing-military.
- Ibid.
- Ibid.
- Ibid.
- Ibid.
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- The State Council Information Office of the People’s Republic of China, «China’s National Defense in the New Era», 7.
- Maizland, «China’s Modernizing Military».
La primera teniente Bethany G. Russell, Ejército de EUA, es la oficial de inteligencia del 4o Batallón, 23o, Regimiento de Infantería, 2o Equipo de Combate de Brigada Stryker, 2a División de Infantería, en la Base Conjunta Lewis-McChord. Es licenciada en Relaciones Internacionales y en Mandarín por la Academia Militar de EUA, así como en Asuntos Mundiales por la Universidad Tsinghua de Pekín. Se desempeñó como pasante en la empresa de asesoramiento estratégico China Policy, en Pekín, y sirvió en Iraq en apoyo de la operación Inherent Resolve.
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