Los rusos están muy ocupados forjando su «ideología del futuro»
Robert F. Baumann, PhD
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La posición oficial de los intelectuales subvencionados por el Estado desde que comenzó la guerra en Ucrania ha sido que la «operación militar especial» del Presidente Vladimir Putin marcó un punto de inflexión histórico y global. Por ejemplo, Dmitri Trenin, experto del Centro de Seguridad Nacional de la Academia de Ciencias de Rusia, lo denominó «momento decisivo» en la revista Russia in Global Affairs de noviembre de 20221. Para que no quedara duda, Trenin señaló que no está hablando de un simple «punto de inflexión», que podría estar sujeto a reversión, sino de una ruptura definitiva e irreversible con el pasado. Esta sorprendente afirmación se ha convertido en un principio básico de la emergente «ideología del futuro» rusa.
Vladimir Medinsky—ayudante presidencial especialmente seleccionado por Putin, director de la influyente Sociedad Histórica Militar de Rusia (RMHS, por sus siglas en inglés) y artífice del diálogo ideológico y cultural—dijo esencialmente lo mismo en términos igualmente cataclísmicos, caracterizando el momento actual como «el mayor desafío» de la historia rusa y advirtiendo de que la supervivencia de la civilización rusa estaba en peligro2. Por extraño que esto pueda parecer a los extranjeros, tales comentarios reflejan la histeria actual en Rusia resultante del (hasta ahora) frustrado intento de apoderarse de Ucrania.
Apenas unos meses antes del inicio de la eufemísticamente titulada operación militar especial del 24 de febrero de 2022, la RMHS fundó una nueva revista bajo el pretencioso título de Ideology of the Future [Ideología del Futuro]. Con el respaldo del Estado y de sus intelectuales subvencionados, esta publicación pretendía ser un foro de reflexión sobre el futuro de Rusia. Las principales categorías incluían un debate científico focalizado en el futuro de Rusia; Rusia, el mundo y la civilización rusos en la situación actual de amenaza global; y el patrimonio histórico-militar en la lucha contra los «mitos» y las falsedades3. Sin embargo, su orientación cambió significativamente una vez que la operación militar especial empezó a perder fuerza en marzo de 2022. El 21 de marzo, el Estado la registró oficialmente como fuente de información de masas y, por tanto, sujeta a nuevos controles. De repente, Ideology of the Future promovió la sorprendente aseveración de que más de mil años de historia rusa pueden dividirse en dos partes: antes y después del 24 de febrero de 2022, fecha en la que se lanzó oficialmente la operación militar especial de Putin. El quinto número, publicado en junio de 2022, reflejó un cambio drástico en el enfoque. Desde entonces, casi todos los artículos han trazado supuestas conexiones científicas con la spetsial’naia voennaia operatsiia (SVO), como se abrevia en ruso.
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Putin se dispuso a acabar con los inconvenientes de la democracia mediante una serie de nuevas leyes electorales que impedían la formación de una oposición real.
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También en este número, una nueva sección principal, compuesta por ocho artículos, llevaba por título «Special Operation: Ideological and Informational Support» [Operación especial: el apoyo Ideológico y de Información]. En efecto, el enunciado de la misión de la revista cambió. El primer artículo, «The Ideology of Russian Victory: Our Sacred Codes» [La ideología de la victoria rusa: nuestros códigos sagrados], esbozaba los rasgos y circunstancias que moldearon a Rusia y contribuyeron a las victorias a lo largo de los siglos. Establecía un relato histórico de derrota y redención. Su autor, Aleksandr Projánov, señaló el papel vital de los milagros en la historia rusa, ilustrado en el siglo XX por la victoria en la Gran Guerra Patria. Con el mismo espíritu, hoy el pueblo ha sacado a su país de las cenizas y milagrosamente ha devuelto Crimea a Rusia. «El Estado ruso de hoy ha resucitado tras una enorme derrota histórica. Hemos vuelto a poner en marcha el reactor ruso»4. Artículos posteriores destacaron la campaña de información rusa en apoyo de la SVO, con un enfoque particular en la desnazificación y las acusaciones de genocidio en Donbás.
El consejo editorial de la revista y la lista de sus principales colaboradores proceden de fuentes selectas comprometidas con el régimen. Está, por supuesto, la RMHS y su red de sucursales en todo el país. Además, existen estrechos vínculos con centros académicos, escuelas de defensa y grupos de expertos que también actúan como brazos propagandísticos del gobierno. Por último, hay clubes de debate muy publicitados, formados por intelectuales políticamente fieles al Estado.
El objetivo de este artículo es examinar la evolución intelectual de la nueva visión del mundo y, en especial, la búsqueda orwelliana de Rusia para crear un marco racional para una política que logre reavivar el apoyo de una población cansada a cualquier acción que decida emprender el régimen de Putin. Aunque se le ha prestado mucha atención desde el comienzo de la guerra en Ucrania, la llamada «ideología del futuro» lleva mucho tiempo gestándose y aún no se ha formulado con precisión5. Sin embargo, podemos identificar los principios más destacados de esta línea de pensamiento y sacar algunas conclusiones tentativas sobre lo que es y lo que no es la ideología en esta fase de su desarrollo.
Revisión contextual
En primer lugar, conviene hacer una revisión contextual. La «historia más profunda» de la nueva ideología refleja conceptos como el eurasianismo, cuyas raíces se remontan al menos hasta la Revolución rusa de 1917. En pocas palabras, el eurasianismo, tal y como lo conciben los intelectuales rusos, considera a Rusia como una civilización diferenciada del adversario occidental y profundamente influenciada por sus conexiones con Asia6. Sin duda, la filosofía eurasianista es a menudo complicada y está llena de referencias arcanas. De hecho, de vez en cuando se adentra tanto en la famosa «madriguera del conejo» que evoca la referencia de George Kennan a la «capacidad rusa para el autoengaño»7.
Putin le da múltiples usos a la ideología. Como señala el periodista Frank Foer, «la Kulturkampf no es simplemente un diagnóstico del mundo; es una estrategia política»8. En el caso de Putin, la ideología le ayudó a ignorar las protestas electorales de 2011 y a responder a Occidente en debates en torno a valores como el género, el colonialismo, el acoso económico, etcétera. Putin aprendió la utilidad de la ideología durante su servicio a la Unión Soviética, que gobernó el antiguo imperio ruso durante siete décadas. No fue tanto el contenido marxista-leninista de la ideología, por el que Putin sentía poca admiración, lo que dejó una huella permanente, sino la plantilla lógica de la ideología oficial como epígrafe del pensamiento oficialmente sancionado. El marxismo-leninismo, aunque a menudo manipulado por los líderes para justificar todo tipo de maquinaciones políticas, proporcionó a la población soviética una estrella polar filosófica que ofrecía una justificación supuestamente basada en principios del régimen y apuntaba hacia un futuro mejor vagamente definido. Además, proporcionaba un marco relativamente duradero para la vida intelectual y política, y para aquellos inclinados a aceptarlo también como un sistema de creencias plenamente desarrollado. Los ciudadanos soviéticos tenían una idea de su lugar en la historia política y mundial. Incluso en los peores momentos, la mayoría de los ciudadanos soviéticos asumían que su país era un país avanzado y respetado en todo el mundo.
Todo esto se vino abajo con el colapso de la URSS en 1991. En medio del breve periodo de flirteo eufórico con la democracia mientras la unión se disolvía en quince repúblicas separadas, la Federación Rusa encabezada por el Presidente Boris Yeltsin se encontró rápidamente tanteando en la oscuridad en busca de un nuevo sentido de dirección y propósito. Por ejemplo, ¿cómo iba a definirse la Federación Rusa a sí misma? Los rusos constituían el componente demográfico y cultural mayoritario del país y, aunque desprovista de las repúblicas minoritarias de la antigua URSS, Rusia seguía siendo un país diverso. Por ello, en 1996 se proclamó un proyecto para establecer un «Concepto de la Política de Nacionalidades del Estado» («Concept of the State Nationalities Policy») para aclarar las cosas9. El propósito del documento era sentar las bases de una nueva estructura federal que simultáneamente permitiera el desarrollo de la identidad rusa como fundamento del nuevo Estado y dejara espacio para que los no rusos que formaban parte del «mundo ruso» pudieran mantener sus propias culturas en un contexto ruso. A diferencia de la antigua Unión Soviética, cuya ideología exigía la subordinación de la identidad rusa al concepto de una federación multinacional de repúblicas «independientes», la Federación Rusa no ocultó su carácter fundamentalmente nacional.
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Muchas escuelas incluyeron actividades relacionadas con el Día de la Victoria en sus programas para complementar las ceremonias diplomáticas oficiales celebradas en diversos monumentos regionales conmemorativos de la guerra.
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Acentuar el carácter ruso de la federación representó un sutil alejamiento de las políticas de la URSS e incluso del Imperio ruso, que siempre habían destacado su carácter distintivo ruso al tiempo que enmarcaban sus decisiones en el contexto de los intereses imperiales más que en prerrogativas nacionales estrictamente rusas10. La doctrina de la «nacionalidad oficial» establecida por el zar Nicolás I en la década de 1830 otorgaba sanción oficial al lugar de la fe ortodoxa, la identificación con la nación rusa en un sentido cívico y la autocracia como sistema de gobierno11. En la práctica, esto significaba que el nacionalismo ruso expresado abiertamente por los paneslavistas carecía del respaldo del zar. De este modo, el enormemente influyente libro de Nikolai Danilevsky, Rusia y Europa (1869 en forma de serie), que hacía hincapié en las civilizaciones rivales, no contaba con el imprimátur oficial. Sin duda, la obra caló entre los nacionalistas rusos de los círculos políticos y militares, pero el régimen consideraba que las expresiones de la opinión popular socavaban la prerrogativa zarista exclusiva de determinar la política sin injerencias12. De todos modos, bajo Yeltsin surgió una política federal descentralizada en materia de nacionalidades, que no sobrevivió a la posterior presidencia de Putin, quien centralizó y subordinó cada vez más las repúblicas regionales no rusas a Moscú. Esto fue así particularmente después de que Putin comenzara su segundo mandato presidencial en 2012, momento en el que la identidad rusa se convirtió abiertamente en el principio organizador de la federación13.
El regreso de Putin a la presidencia configuró el entorno actual en aspectos significativos. Una consecuencia inmediata del tejemaneje de las elecciones de Putin en 2000 fue que, en palabras del ahora detenido crítico disidente Vladimir Kara-Murza, «Putin se dispuso a acabar con los inconvenientes de la democracia mediante una serie de nuevas leyes electorales que impedían la formación de una oposición real»14. Tras un mandato máximo constitucional de ocho años, Putin cedió temporalmente la presidencia a su aliado Dmitry Medvedev. La posibilidad de que Putin volviera a la presidencia provocó protestas generalizadas en 2011 en San Petersburgo y Moscú protagonizadas por rusos que entendían que una transición amañada suponía una amenaza existencial para lo que quedaba de la democracia rusa. La «lección» que Putin aprendió de esta experiencia fue que las protestas de los activistas a favor de la democracia solo podían haber sido orquestadas desde el extranjero. Sin duda, Estados Unidos, por ejemplo, expresó abiertamente su solidaridad con los activistas democráticos15. Para Putin, esto equivalía a una interferencia electoral, independientemente de que las elecciones fueran legítimas o no. Para él y su círculo íntimo, esto era parte de la acumulación de pruebas de que Occidente estaba orquestando una supuesta revolución de colores (como las de Ucrania o Georgia) en Rusia.
El Ministerio de Defensa ruso fue otro bastión de la creciente preocupación por las intenciones occidentales. Esta preocupación se remontaba a la demostración de tecnología avanzada que realizara Estados Unidos durante la guerra del Golfo de 1991. Uno de los teóricos rusos de la época, el general Vladimir Slipchenko, la calificó de guerra de sexta generación, ya que empleaba medios que representaban un claro peligro para el ejército ruso, que se encontraba en inferioridad de condiciones16. El hecho de que la guerra precediera inmediatamente al colapso de la URSS puso nerviosos a los analistas militares rusos. Una interpretación notable de los acontecimientos que cobró fuerza fue que la Agencia Central de Inteligencia había desempeñado un papel en la caída del régimen soviético. (Este es el tipo de mentalidad que ayudó a condicionar a Putin a aceptar la idea de que los servicios de inteligencia extranjeros estaban trabajando asiduamente en 2011 para hacerle lo mismo a él). Las renovadas protestas de 2019 en torno a la reforma de las pensiones y otras cuestiones recordaron a Putin los peligros de la tolerancia de la expresión democrática.
Mientras tanto, la constante expansión de la OTAN encajó perfectamente con esta interpretación conspirativa de los acontecimientos. Esta preocupación era tan intensa que figuras como Mijaíl Gorbachov, quien había abierto Rusia a Occidente a finales de la década de 1980, estaban de acuerdo con gran parte de ella. Como señaló el politólogo William Taubman en su biografía del último líder soviético, «Gorbachov también condenó los intentos occidentales de ‘convertirnos en una especie de remanso’ tras la guerra fría». Al igual que Putin, Gorbachov se opuso a la expansión de la OTAN y al bombardeo de Yugoslavia durante el conflicto de Kosovo17.
Para Rusia, la década después del final de la Guerra Fría trajo consigo una gran decepción tras un breve periodo de grandes esperanzas. La democracia no estaba dando buenos resultados, la economía zozobró durante la transición al capitalismo de mercado, los pensionistas enfurecidos se alinearon con el partido comunista recién depuesto, los índices de delincuencia se dispararon hasta niveles escandalosos y la influencia mundial de Rusia se evaporó. La crisis que siguió, provocada por la corrupción desenfrenada y la incompetencia administrativa bajo el Presidente Boris Yeltsin, hizo que la mayoría de los rusos aceptaran una vuelta parcial al autoritarismo a cambio de un poco de estabilidad.
Una clara señal de los planes de Putin para rejuvenecer psicológicamente al país fue el bautizo de la RMHS en la legislación oficial en 201218. Putin puso su sello personal en la nueva organización, que recibió cuantiosos fondos. El hecho de que una organización aparentemente educativa centrada en el patrimonio militar se convirtiera en parte de la nueva vanguardia ideológica reveló una estrategia a la vez antigua y nueva. Era antigua en el sentido de que el imperio zarista, y más aún el gobierno soviético, comprendían que el control de los relatos históricos era clave para definir la identidad nacional y justificar la política actual y futura. Era nueva en el sentido de que resucitaba la historia imperial de Rusia como relato principal de la grandeza nacional, complementada por una profunda exploración de la Gran Guerra Patria.
Rusia hoy
Hoy en día, la forma de la ideología soviética, aunque poco de su contenido, ofrece una plantilla en blanco para pensar sobre Rusia. Putin siempre ha intentado definir el diálogo desde la distancia, dejando que otros se ocupen de los detalles. De este modo, se crea una imagen de debate público descontrolado que él puede aceptar o rechazar. También tiene la oportunidad de percibir tendencias incipientes entre sus principales simpatizantes. Además de la RMHS, Putin ha fomentado las actividades de los llamados clubes de debate, cuyos miembros se traslapan ampliamente con los de la RMHS, así como con institutos gubernamentales, grupos de expertos en defensa y organizaciones patrióticas. En conjunto, funcionan como porristas del régimen y como foros de análisis político controlado.
El más conocido de ellos es el Club Valdai, aunque otros, como el Club de Debate Izborsk y el Club de Debate Zinoviev, también gozan de un perfil público notable. Creado en 2009, el Club Valdai, que toma su nombre del lago Valdai, cerca de Nóvgorod, donde se celebró la reunión fundacional, es el más estrechamente vinculado al propio Putin. De hecho, el discurso anual de Putin en el Club Valdai se ha convertido en un acontecimiento político. Putin comparte sus ideas más recientes en un foro que ofrece un aire de seriedad intelectual. Al fin y al cabo, la mayoría de sus miembros poseen títulos avanzados, así como nombramientos de alto nivel en centros de investigación o políticos. Muchos miembros contribuyen al contenido de Ideology of the Future. Antes de la crisis de Ucrania, se invitó a participar a algunos encargados de la formulación de políticas occidentales. En los últimos años, los temas de las conferencias se han acercado más a la postura del partido gobernante y, sobre todo, a la forma en que Rusia puede reconfigurar el orden mundial. Aunque el papel del club puede estar limitado a la hora de influir en la política, a la hora de amplificarla, su papel es muy importante.
Un aspecto para destacar de las reuniones de Valdai es que algunas de ellas tienen lugar fuera de la propia Federación Rusa. Por ejemplo, en otoño de 2021, Tashkent (Uzbekistán) fue anfitrión de una reunión en la que se hizo hincapié en las relaciones entre Rusia y las antiguas repúblicas soviéticas de Asia Central. En una reciente reunión sobre Asia Central celebrada en mayo de 2023, uno de los organizadores rusos, Timofei Bordachev, exclamó: «Rusia es el vecino más cercano y el socio más antiguo de los pueblos de Asia Central»19. Este comentario puso de manifiesto la opinión no tan sutil de que Rusia mantiene un gran interés en lo que considera su esfera de influencia privilegiada.
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La ortodoxia ha sido fundamental para la idea de Rusia como centro de civilización independiente. De hecho, las referencias a la “tercera Roma” implican un liderazgo mundial.
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Por su parte, el Club Izborsk, creado en 2012 con motivo del 1150.o aniversario de la fundación de su ciudad homónima, tiene una misión expresamente patriótica. Su presidente es Aleksandr Projánov, editor del diario Zavtra (mañana). Projánov, un conservador con una larga trayectoria que se remonta a su oposición a Yeltsin (el primer presidente ruso postsoviético que contó con el respaldo de Occidente), se convirtió en defensor de la idea del «quinto imperio», que postula que el régimen actual de Rusia es el quinto de una serie de imperios rusos históricos. Esta noción, que considera a Putin como el fundador, ha gozado de un considerable protagonismo en Ideology of the Future, donde Projánov es miembro del consejo editorial20.
Otro ejemplo interesante del fenómeno de los grupos de debate es el Club Zinóviev, que proclama su compromiso con la visión y los escritos del filósofo Alexander Zinóviev, fallecido en 2006. Zinóviev se hizo famoso como escritor satírico de la era soviética y como autor de la aclamada novela Yawning Heights [Cumbres abismales], así como de obras como Homo Sovieticus. Desterrado por el gobierno soviético en 1978, Zinóviev regresó a la madre patria en 1999. Siguiendo la tradición de Nikolai Danilevsky, adoptó un análisis supuestamente científico de la sociedad y la historia21.
En general, merece la pena tomar nota de lo que se ha adoptado y lo que se ha rechazado del estilo soviético de lógica ideológica. Para los soviéticos, el culto a Vladimir Lenin (y durante un tiempo a Iósif Stalin), la mitología de la Revolución de Octubre marcada por sus desfiles y días festivos y la obsesión oficial con la Gran Guerra Patria (la Segunda Guerra Mundial para el resto del planeta) proporcionaron los medios para glorificar el régimen comunista y establecer una mitología histórica en torno a sus logros22. Por supuesto, los atroces fracasos del régimen quedaron ocultos y relegados al reino de las ideas prohibidas. Sea como fuere, Putin ha marginado la memoria de Lenin y de Octubre, mientras que ha elevado la memoria de la Gran Guerra Patria y de Stalin (con todos sus «errores») al panteón de los monumentos ideológicos reservados para Alejandro Nevski, Pedro el Grande y, últimamente, el mismísimo Putin.
Bajo el mandato de Putin, la constante conmemoración de la Segunda Guerra Mundial, junto con otros numerosos acontecimientos importantes de la historia militar rusa, ha sido fundamental en la formación de una nueva ideología. El Día de la Victoria, la festividad del 9 de mayo que conmemora la victoria en la Gran Guerra Patria, es quizás ahora la fiesta más importante del calendario. Hasta 2015, era también la tarjeta de presentación internacional de Rusia, la ocasión propicia para invitar a representantes de los antiguos países aliados en la guerra contra los nazis a asistir al grandioso desfile en Moscú y deleitarse con la gloria del logro más conspicuo de Rusia en el siglo XX. Sin embargo, tras la ocupación rusa de Crimea en 2014, algunos países invitados, como Estados Unidos y Gran Bretaña, se abstuvieron de enviar representantes.
Aun así, el Día de la Victoria conservó su importancia incluso cuando la pandemia mundial de COVID alteró la normalidad en todo el mundo. Como observó el profesor de San Petersburgo Ivan Kurilla en 2020, la celebración del 75.o aniversario del final de la guerra estuvo vinculada a la reforma constitucional, el retorno de Rusia al estatus de gran potencia y la transformación de la versión oficial sobre la Gran Guerra Patria en un pilar ferozmente defendido de la ideología emergente. El politólogo Paul Goble compara la Segunda Guerra Mundial con el «mito fundacional» del gobierno de Putin23. Como señaló el académico Gregory Carleton sobre el espíritu de triunfalismo: «Más que cualquier otro tema, [la guerra] convierte a Rusia en protagonista decisivo del mayor conflicto que el mundo haya conocido jamás»24. Esta es una de las principales razones por las que el gobierno está tan ansioso por hacer comparaciones en cada oportunidad con la operación militar especial. Una afirmación popular es que la operación militar especial, con su supuesto propósito de desnazificar Ucrania, es el paso perfectamente lógico para completar la obra inacabada de la Gran Guerra Patria25.
Esta nueva interpretación se ha convertido en el dogma oficial. De hecho, legislaciones recientes, así como una enmienda constitucional (Artículo 67/1), amenazaban con sancionar a los historiadores inclinados a desafiar la perspectiva correcta26. Además, las leyes contra la rehabilitación del nazismo y el apoyo al extremismo utilizaban un lenguaje lo suficientemente vago como para poner a los historiadores sobre aviso. La disposición constitucional prohibía «disminuir la importancia de los logros del pueblo en defensa del Suelo Patrio»27. Al mismo tiempo, Vladimir Medinsky y otros guardianes de la versión oficial defendieron el Pacto Molotov-Ribbentrop, que muchas veces fue rechazado por historiadores, especialmente de Occidente, como un triunfo de la diplomacia soviética28.
Algunas repúblicas de la antigua Unión Soviética, como las de Asia Central, fueron sedes de actos conmemorativos hasta 2021. Las celebraciones del Día de la Victoria se convirtieron en un instrumento transparente de la influencia rusa. Muchas escuelas incluyeron actividades relacionadas con el Día de la Victoria en sus programas para complementar las ceremonias diplomáticas oficiales celebradas en diversos monumentos regionales conmemorativos de la guerra. Equipos de televisión rusos filmaron ejemplos de actividades escolares para su difusión en Rusia. Las conferencias históricas ofrecieron foros para los discursos sobre la guerra dados por representantes internacionales, sobre todo rusos. Un tema de interés común expresado por los oradores rusos fue la lucha por salvar la historia de la guerra de las distorsiones de eruditos occidentales que intentaban disminuir la enorme contribución soviética a la victoria. Los oradores enmarcaron este ataque contra su interpretación preferida en cuanto a la historia de la guerra como parte de una ofensiva cultural más amplia contra los rusos y, por extensión, contra los demás pueblos de la antigua Unión Soviética que se sacrificaron en la guerra29. Irina Kaznacheeva, en un escrito publicado en Ideology of the Future, atribuyó ésta y otras herejías históricas a lo que ella denomina la industria occidental de adulteraciones históricas30. El objetivo era propagar el sentimiento de agravio e insulto profesado por los historiadores nacionalistas rusos a otras nacionalidades anteriormente soviéticas. Mientras que, de hecho, la mayoría de los desafíos académicos occidentales a la versión más favorecida por Putin se centran en las decisiones de Stalin, como el acuerdo con Alemania en 1939, los crímenes de guerra en los territorios ocupados, las purgas generalizadas y la imposición de regímenes comunistas en Europa del Este, los historiadores nacionalistas presentan estas críticas como un ataque a los héroes que salvaron al mundo del nazismo.
Los actos del Día de la Victoria revelaron varios elementos de la nueva ideología basada en la historia, tanto en la teoría como en la práctica. Por un lado, acentuaron el protagonismo de Rusia en la guerra y la solidaridad entre los pueblos de la antigua Unión Soviética. Reforzaron en especial la reivindicación implícita del liderazgo de Rusia entre las antiguas repúblicas. Por otro lado, reflejaban el empeño de Rusia por controlar el relato histórico de la guerra y desairar ideológicamente a Occidente.
La invasión rusa de Ucrania el 24 de febrero de 2022 provocó un cambio en la atmósfera reinante en torno a las celebraciones del Día de la Victoria. Las repúblicas de Asia Central, como Uzbekistán, silenciaron los actos conmemorativos y evitaron cualquier actividad que pudiera implicar un respaldo a la política exterior rusa. En 2023, las escuelas de Uzbekistán reconocieron el Día de la Victoria, pero los actos conmemorativos siguieron siendo discretos.
De todos modos, lo que nos interesa aquí es saber qué nos dicen las actuales obsesiones históricas de Rusia sobre una ideología emergente. Un examen de la revista Ideology of the Future ofrece algunos indicios. Una se deriva del consenso entre los simpatizantes del régimen de que es necesaria una idea nacional sancionada de forma oficial. R. I. Medinsky, que no debe confundirse con Vladimir Medinsky, afirma que Rusia necesita esa idea ahora más que nunca. Alude a su experiencia en la década de 1980, cuando participó en la masiva y peligrosa limpieza que siguió a Chernóbil. Afirma que el sentimiento de patriotismo y los valores inculcados durante su educación soviética lo mantuvieron en pie, a él y a otros, en circunstancias extremadamente adversas. Haciendo una comparación poco halagadora con el presente, se pregunta: «¿Dónde se han ido los verdaderos patriotas?»31 Haciéndose eco de Putin, Medinsky condena a las «ratas» privilegiadas de la «élite» moderna que abandonan el barco cada vez que el país se enfrenta a la adversidad32.
En resumen, Medinsky y otros consideran que una ideología nacional es la respuesta a un problema inmediato: cómo mantener el apoyo a la operación militar especial. Tomando como base este tema, Kaznacheeva declara que en la historia nacional de Rusia siempre han surgido grandes líderes que han aportado ideas rectoras, desde la «tercera Roma» del monje Filofei hasta el ímpetu imperialista de Pedro el Grande. Concluye que Putin es hoy el hombre a la altura del momento: «El rumbo de Putin y su equipo no coincide en absoluto con los planes del Occidente colectivo. Rusia ha entrado en una fase de oposición global a la hegemonía estadounidense y de sus aliados»33.
Hasta la fecha, los temas propagados en Ideology of the Future se centran de forma abrumadora en la historia, en particular en la historia militar, o lo que en la Unión Soviética se conocía como educación patriótico-militar. En ese contexto, los logros militares rusos constituían la máxima manifestación de patriotismo. El objetivo de la educación patriótico-militar era formar nuevas generaciones dispuestas a sacrificarse por la patria. En la actualidad, al igual que en la época soviética, Rusia está inmersa en una guerra de información con Occidente respecto a la verdad histórica34. Así, aunque su contenido está muy orientado hacia el relato histórico, la revista también tiene una perspectiva muy presentista. Afirma que la historia guarda una relación directa con la operación militar especial y su éxito. La nueva generación debe empuñar la antorcha y llevar a Rusia a nuevas victorias.
En consecuencia, este momento es decisivo en el curso de la historia rusa. Los jóvenes patriotas están materializando las últimas manifestaciones del desarrollo histórico de Rusia. Para dejar claro este punto, la revista identifica repetidamente a Putin como un líder de su época a la altura de las más grandes figuras de la historia rusa. Su operación militar especial es un acto de determinación y genialidad dictado por las circunstancias de la época. La respuesta de Putin a la amenaza extranjera es digna de comparación con las hazañas de sus predecesores, desde Nevsky hasta Pedro y Stalin35. Para dejar claro este punto, los Ministerios de Defensa y Cultura, bastiones de la tendencia ideológica actual, anunciaron planes para establecer una red nacional de museos dedicados a la operación militar especial, elevando así aún más su importancia36. Aparentemente, el «futuro» en Ideology of the Future es una referencia a qué está en riesgo y cómo Rusia debe definir el futuro.
Nueve pilares de la cosmovisión rusa
Aunque la nueva ideología es aún un proyecto en curso, este artículo postula con carácter preliminar nueve pilares de la nueva cosmovisión.
Uno. Aunque rara vez se exprese en términos tan rotundos, en la cúpula de Rusia existe un culto a la personalidad que ofrece la justificación subyacente a gran parte del resto. La máxima prioridad del régimen de Putin es su permanencia en el poder y todas las reivindicaciones ideológicas subsiguientes sirven a ese fin. Comienza con la afirmación de que un «Estado vertical» con algunos rasgos de democracia es perfectamente natural para Rusia, por lo que la presidencia moderna está en consonancia con las tradiciones de príncipes y zares37. Después de todo, ¿qué necesitaban Alejandro Nevsky, Pedro el Grande, Catalina la Grande o José Stalin de la democracia? Putin es simplemente el último de este orgulloso linaje. Projánov escribe en Ideology of the Future: «No, no es Putin quien ha escrito su nombre en la historia rusa. La historia rusa se ha escrito en él»38. Insultar al presidente, lo que implica casi cualquier tipo de crítica explícita o implícita, es ilegal. En consecuencia, la inflexible negativa del gobierno a enfrentarse a los pésimos resultados obtenidos hasta la fecha de la operación militar especial se debe al temor de que cualquier falta de firmeza sugiera que el régimen actual es incompetente.
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Aparte de las piadosas afirmaciones del derecho de los Estados a resolver sus cuestiones internas sin injerencias, hace muy pocas declaraciones universales en cuanto a la relevancia que caracteriza al marxismo-leninismo o al liberalismo occidental.
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Dos. El papel de la educación patriótico-militar basada en la historia en la Rusia de hoy es justificar el régimen actual y sus políticas invocando la grandeza mítica de una civilización rusa eterna definida como euroasiática y conformada por la Iglesia Ortodoxa, líderes trascendentes y un conjunto de valores claramente definidos. Esa civilización tiene derecho a sentarse a la mesa de las grandes potencias, pero en estos momentos está amenazada por un Occidente eternamente hostil. Los programas que se están llevando a cabo en escuelas y organizaciones cívicas de toda Rusia dicen a los jóvenes que la esencia de ser ruso es abrazar las tradiciones heredadas de sus antepasados tal y como las interpreta para ellos el régimen actual. El apoyo inquebrantable al Estado es fundamental para su identidad.
Tres. Un aspecto esencial de esta tradición histórica es la opinión de que Rusia se ha hecho merecedora de su estatus como civilización mundial y de todos los beneficios que ello implica. Algunos autores se refieren a un «código» como el ADN primordial de la civilización rusa que se refleja permanentemente en su carácter nacional y en su ímpetu por asegurar su esfera de influencia39. Por tanto, Rusia tiene intereses legítimos, tiene derecho a su espacio histórico y sólo puede ser juzgada por sus propios criterios. Rusia no necesita una democracia al estilo occidental porque disfruta de una relación consensual única entre gobernantes y gobernados.
Cuatro. La historia de la Iglesia Ortodoxa rusa es un ejemplo de lo que caracteriza al mundo ruso. Su relación oposicionista con el catolicismo (y posteriormente también con el protestantismo) ha durado un milenio. La ortodoxia ha sido fundamental para la idea de Rusia como centro de civilización independiente. De hecho, las referencias a la «tercera Roma» implican un liderazgo mundial. Aunque para la mayoría de los rusos la ortodoxia es más una cuestión de patrimonio cultural que de convicción religiosa, el país conserva una profunda conexión emocional con su perdurable simbolismo, ya sea en su característica arquitectura eclesiástica o en la veneración de los iconos.
Cinco. Rusia es una potencia euroasiática. La afinidad con China, expresada en la «alianza ilimitada» declarada por Putin y Xi Jinping, es un alineamiento estratégico natural contra Occidente para frustrar la hegemonía estadounidense. Esta relación radica en la tradición de Alejandro Nevsky, quien se mantuvo firme contra Occidente mientras se adaptaba al imperio mongol en Oriente. Ya en 2015, el comentarista financiero ruso Aleksandr Razuvayev comparó la elección de Putin con la de Nevsky, señalando: «Prefirió la horda al Occidente católico y un mercado asiático desde el Volga hasta China al comercio con Europa»40. No resistirse a la influencia occidental resultaría en una asimilación gradual por parte de Europa y le costaría a Rusia su identidad. En la actualidad, Rusia se esfuerza por organizar a los Estados de todo el mundo que no desean someterse a la colonización de los valores occidentales.
Seis. De ahí que la guerra híbrida occidental destinada a debilitar a Rusia e imponer los valores occidentales sea el problema central de la época que vivimos. La Gran Guerra Patria proporciona una versión de la victoria para inspirar la emulación. Un objetivo práctico de la veneración de la historia es conseguir apoyo para una renovada militarización de Rusia. Esto se hace evidente no sólo a través de la fijación con el desarrollo de un sistema de varios niveles de educación patriótico-militar, sino también a través de la introducción gradual de normas bélicas en la sociedad rusa. Éstas van desde la represión de lo poco que queda de libertad de prensa y el encarcelamiento de los opositores políticos hasta la ampliación de las leyes relativas a la traición y el espionaje. Oponerse de palabra o por escrito a la operación militar especial de Rusia contra Ucrania se interpreta como un modo de desacreditar al ejército y apoyar moralmente al enemigo. Calificarla de guerra o invasión es ilegal. Incluso cuando la operación militar especial se paralizó a principios de la primavera de 2022, varios sitios web rusos empezaron a recopilar listas de traidores41. En términos generales, el establecimiento de un régimen de guerra concede a Putin la máxima libertad para clasificar a cualquier crítico como enemigo del Estado o agente extranjero.
Siete. Rusia es una víctima. Con su peculiar política de identidad, los defensores del nuevo orden perciben constantemente pruebas de la falta de respeto de Occidente, del racismo antirruso, de la subversión extranjera, etcétera. Refiriéndose a Occidente en la reunión del Club de Debate Valdai en octubre de 2022, Putin afirmó: «Niega [Occidente] la soberanía de los países y los pueblos, su originalidad y singularidad, no tiene en cuenta para nada los intereses de otros Estados»42. Irónicamente, Putin invocó el famoso discurso que el escritor Alexander Solzhenitsyn pronunciara en Harvard en 1978 cuando, aunque exiliado por el régimen soviético como castigo por exponer los males del estalinismo, criticó no obstante el sentido de superioridad occidental y su insistencia en que otros países siguieran sus normas. (Por supuesto, estas temidas «normas» incluyen el respeto a los derechos humanos de las personas, así como a la democracia y, sobre todo, el derecho a criticar al propio gobierno, por lo que Solzhenitsyn fue detenido y finalmente exiliado). Además, Putin añadió: «Durante los últimos casi cincuenta años, esta ceguera de la que hablaba Solzhenitsyn (de naturaleza abiertamente racista y neocolonial [palabras de Putin, no de Solzhenitsyn]) ha adoptado formas sencillamente espantosas, especialmente tras la aparición del llamado mundo unipolar»43.
Ocho. Según Putin, la soberanía rusa está en peligro. Además, intenta no tan sutilmente alinear a Rusia con Estados (especialmente dictaduras) de África y Asia que en su día formaron parte de imperios coloniales europeos, pero que hoy deben tolerar las críticas europeas a su política y su historial en materia de derechos humanos. Putin quiere hacernos creer que Rusia se solidariza con ellos. (En realidad, Putin está pidiendo a los gobernantes autoritarios que cierren filas contra la presión para democratizarse). De alguna manera, sugerir que el autoritarismo está mal es «negar la existencia misma de la cultura, el arte, la ciencia de otros pueblos»44. Putin falsamente lleva esto a «las prohibiciones de Dostoievski y Tchaikovsky» (que no se han materializado), todo ello parte de «la cultura occidental moderna de la cancelación»45. Con la impresionante audacia de quien no permite ninguna disidencia nacional seria, Putin afirma que es él quien defiende la «sociedad abierta» y el derecho de cada país a elegir su propia forma de gobierno. (Como si las elecciones rusas no hubieran sido amañadas y el pueblo hubiera elegido activa y conscientemente la dictadura como su sistema de gobierno preferido). En efecto, el presidente ruso sostiene que optar por no tener derechos políticos es un derecho individual fundamental que refleja el carácter distintivo natural de las diversas culturas46.
A su vez, toda crítica occidental es intrínsecamente malintencionada y está dirigida a integrar a Rusia en la órbita cultural europea, decadente y antitradicional. Los valores tradicionales, según Putin, surgen de experiencias nacionales únicas y tienen derecho a ser respetados. Al fin y al cabo, Rusia no le dice a Europa cómo tiene que vivir. Una y otra vez, Putin vuelve a la pregunta planteada por el filósofo paneslavo ruso Nikolai Danilevsky: «¿Por qué nos odia Europa?»47 Existen sobrados precedentes de este tipo de mentalidad. Durante la era soviética, el Partido Comunista citaba constantemente la destrucción resultante de la invasión nazi para explicar las ineficiencias sistémicas y las deficiencias en el desarrollo económico. Al mismo tiempo, la propaganda interna en cuanto a la guerra encubría los errores y las atrocidades de Stalin y del Partido Comunista. Que Putin, como ex agente del KGB, recurra a este tipo de razonamiento no es sorprendente. Así, su opinión es que hoy Estados Unidos y Occidente atacan a Rusia sin provocación alguna.
Nueve. Muchos comentaristas nacionalistas rusos hablan de la importancia de la justicia. Sin embargo, lo que esto suele implicar no es justicia para las personas en el sentido occidental, sino más bien justicia para la propia Rusia. En resumen, lo que pretende la guerra de Ucrania es una especie de justicia reparadora, que le devuelva a Rusia lo que por derecho le pertenece. En cuanto a la posición de Rusia en el sistema internacional, Putin afirma que Rusia lucha por la democracia en las relaciones internacionales: «Pero hoy la mayoría absoluta de la comunidad mundial exige democracia en los asuntos internacionales y no acepta ninguna forma de dictado autoritario por parte de países individuales o grupos de Estados. ¿Qué es esto sino la aplicación directa de los principios de la democracia en el plano de las relaciones internacionales?»48.
En general, una característica sorprendente de los comentarios sobre la ideología en Rusia es su particularidad. Aparte de las piadosas afirmaciones del derecho de los Estados a resolver sus cuestiones internas sin injerencias, hace muy pocas declaraciones universales en cuanto a la relevancia que caracteriza al marxismo-leninismo o al liberalismo occidental. La ideología del futuro se aplica a Rusia y a una comprensión específica del lugar que ocupa y de sus privilegios a escala mundial. Desde este punto de vista, Rusia es una potencia benévola y no representa una amenaza para nadie. Simplemente está exigiendo su legítimo lugar entre las civilizaciones del mundo. En consecuencia, los pueblos vecinos que una vez estuvieron subyugados al dominio ruso bajo el imperio o la URSS deberían gravitar de forma natural hacia el lugar que les corresponde en subordinación a una potencia superior. Los nacionalistas rusos consideran que las antiguas repúblicas contiguas están en deuda con Rusia por el regalo de la civilización rusa y la pertenencia al mundo ruso. En este contexto, Rusia nunca fue una nación imperialista colonizadora como las potencias europeas. La acumulación de territorio a través de Eurasia fue natural y, en su mayor parte, benévola. De igual importancia, como el propio Putin ha indicado, la obtención de territorio ruso bajo Pedro, por ejemplo, no requirió la aprobación de Europa49.
Conclusión
En última instancia, el régimen de Putin y su ideología formativa pueden haber puesto demasiada confianza en la operación militar especial en Ucrania. Un fracaso en este empeño sobrevalorado podría minar profundamente las afirmaciones sobre la inevitabilidad histórica, el «código de la victoria» exclusivo de Rusia, la infalibilidad de Putin y la misión civilizadora de Rusia. La declaración de junio de Yevgeny Prigozhin (por no mencionar su breve rebelión) en cuanto a la falsedad del pretexto de Rusia para lanzar la guerra contra Ucrania es prueba de ello. Sin embargo, las principales líneas de razonamiento que constituyen colectivamente la «ideología del futuro», aún sin resolver, sobrevivirán con toda probabilidad a la administración Putin. Han resistido los cambios sociales y los terremotos políticos del pasado en Rusia y mantendrán su dominio sobre la imaginación de los nacionalistas durante las próximas décadas. Aun así, no es del todo seguro que una nueva ideología ofrezca en realidad una solución a los problemas subyacentes de Rusia. El apoyo a la guerra parece generalizado pero poco animado. Esto es coherente con el impacto de la ideología durante la era soviética. Aun así, la ideología proporciona un lente útil a través del cual entender las ambiciones del gobierno de Putin.
Notas
- Dmitri Trenin, «Spetsial’naia voennaia operatsiia na Ukraine kak perelomnaia tochka vneshnei politiki sovremennoi Rossii» [La operación militar especial en Ucrania como momento decisivo en la política exterior de la Rusia contemporánea], Rossiia v global’noi politike [Rusia en la escena mundial], 30 de noviembre de 2022, accedido 15 de mayo de 2023, https://globalaffairs.ru/articles/perelomnaya-tochka/.
- Vladimir Medinsky, «Rossiia sevodnia stolknulas’ s velichaishim vyzovom v svoei istorii» [Hoy Rusia afronta el mayor desafío de su historia], Russian Military Historical Society, 24 de marzo de 2022, accedido 25 marzo de 2022, https://rvio.histrf.ru/activities/news/vladimir-medinskij-rossiya-segodnya-stolknulas-s-velichajshim-vyzovom-v-svoej-istorii. La lengua inglesa tiende a confundir los adjetivos rusos russkoe, que es un término de referencia de carácter étnico, y rossiiskoe, que implica la pertenencia al Estado o la civilización rusa. La cuestión es que la Sociedad Histórica Militar de Rusia no se centra en una estrecha historia étnica, sino en la historia del Estado y de los numerosos pueblos que lo habitan y que pertenecen a las tierras que constituyeron el imperio.
- Ideologiia budushchego [Ideología del Futuro], nro. 1 (2021), accedido 15 de junio de 2023, https://histrf.ru/magazine/release/ideologiya-budushchego-obshchestvenno-politicheskiy-nauchno-teoreticheskiy-ekspertno-analiticheskiy-zhurnal-2021-1.
- Aleksandr Prokhanov, «Ideologiia Russkoi pobedy: nashi sviashchennye kody» [La ideología de la victoria rusa: nuestros códigos sagrados], Ideologiia budushchego [Ideología del Futuro], nro. 5 (junio de 2022), 8, accedido 27 de mayo de 2023, https://histrf.ru/files/ideology_of_future_part5.pdf.
- Si desea un análisis conciso, consulte Andrei Kolesnikov, «Scientific Putinism: Shaping Official Ideology in Russia», Carnegie Endowment for International Peace, 21 de noviembre de 2022, accedido 15 de junio de 2022, https://carnegieendowment.org/politika/88451. Kolesnikov señala que el esfuerzo por desarrollar una ideología ha cobrado urgencia con la guerra de Ucrania. Consulte también Rayna Breuer, «The Cocktail of Ideologies Behind Putin», Deutsche Welle, 24 de marzo de 2022, accedido 15 de junio de 2023, https://www.dw.com/en/the-cocktail-of-ideologies-behind-vladimir-putin/a-61242466.
- Para un análisis detallado de los orígenes del eurasianismo, consulte Marlene Laruelle, Russian Eurasianism: An Ideology of Empire (Baltimore: Johns Hopkins University Press, 2008).
- X [George Kennan], «The Sources of Soviet Conduct», Foreign Affairs (website), 1 de julio de 1947, accedido 13 de junio de 2023, https://www.foreignaffairs.com/russian-federation/george-kennan-sources-soviet-conduct.
- Franklin Foer, «It’s Putin’s World», Atlantic (website), 15 de marzo de 2017, accedido 13 de junio de 2023, https://www.theatlantic.com/magazine/archive/2017/03/its-putins-world/513848/.
- Helge Blakkisrud, «Blurring the Boundary between Civic and Ethnic: The Kremlin’s New Approach to National Identity under Putin’s Third Term», in The New Russian Nationalism: Imperialism, Ethnicity and Authoritarianism 2000–2015, ed. Pal Kolsto y Helge Blakkisrud (Edinburgh, GB: Edinburgh University, 2016), 261, accedido 14 de junio de 2019, https://www.jstor.org/stable/10.3366/j.ctt1bh2kk5. Esta antología es minuciosa y está bien documentada. Entretanto, para mayor contexto, puede consultarse un conciso esbozo conceptual del federalismo soviético en Aleksandr M. Iusupovskii, Poiski novykh podkhodov k resheniiu natsional’nykh problem: uroki istorii [Una investigación sobre nuevos enfoques para solucionar los problemas en torno a las nacionalidades: lecciones de la historia] (Moscow: «Knowledge» Society, 1990), 37–38.
- Vera Tolz analiza el problema de la reconstrucción nacional postsoviética en «Forging the Nation: National Identity and Nation Building in Post-Communist Russia», Europe-Asia Studies 50, nro. 6 (septiembre de 1998): 993–1022, accedido 15 de junio de 2023, http://www.jstor.org/stable/154053. Olga Malinova analiza la lucha postsoviética de Rusia por crear «la idea nacional de ‘nosotros’ en la sociedad rusa» en «A Workable Past: Symbolic Politics in Post-Soviet Russia», Russia in Global Affairs, nro. 4 (octubre-diciembre de 2012): 84–94, accedido 15 de junio de 2023, https://eng.globalaffairs.ru/articles/a-workable-past/; Para una visión general concisa de la literatura en inglés previa a 2005 en torno al lugar que ocupaba la identidad rusa en los contextos imperial y soviético, consulte Peter Duncan, «Contemporary Russian Identity between East and West», Historical Journal 48, nro. 1 (marzo de 2005): 277–94, accedido 15 de junio de 2023, https://www.jstor.org/stable/4091687.
- Para ver un resumen, consulte Nicholas Riasanovsky, «Nationality in the State Ideology during the Reign of Nicholas I», Russian Review 19, nro. 1 (enero de 1960): 38–46, https://doi.org/10.2307/126191; para ver con más detalle, consulte Riasanovsky’s Nicholas I and Official Nationality in Russia, 1825–1855 (Los Angeles: University of California Press, 1959).
- Para un reciente estudio de la opinión de Danilevsky sobre las civilizaciones, consulte Vlad Alalykin-Izvekov, «The Russian Sphinx: Contemplating Danilevsky’s Enigmatic Magnum Opus Russia and Europe», Comparative Civilizations Review, no. 86 (Spring 2022): 73–89, accedido 15 de junio de 2023, https://scholarsarchive.byu.edu/ccr/vol86/iss86/9/.
- Robert Baumann, «Culture under Construction: History and Identity as Instruments of Russian Policy», in Great Power Competition: The Changing Landscape of Global Geopolitics, ed. Mahir J. Ibrahimov (Fort Leavenworth, KS: U.S. Army Command and General Staff College Press, 2020), 42.
- Vladimir Kara-Murza, «Stealing the Vote: The Kremlin Fixes Another Election», World Affairs 174, no. 3 (septiembre-octubre de 2011): 47–48, accedido 6 de noviembre de 2015, http://www.jstor.org/stable/41290343. Kara-Murza actualmente está encarcelado en Rusia como castigo por expresarse abiertamente sobre la guerra en Ucrania.
- Para un análisis más profundo del cambiante clima político en Rusia durante la administración de Obama, consulte Michael McFaul, From Cold War to Hot Peace: An American Ambassador in Putin’s Russia (Boston: Houghton Mifflin Harcourt, 2018); para profundizar en la redefinición de «democracia» de Putin, consulte Angela Stent, Putin’s World: Russia against the West and with the Rest (New York: Hachette Book Group, 2020), 41.
- See Jacob Kipp, review of Future War [Budushchaya voyna], by Vladimir Slipchenko y Makhmut Gareev, Journal of Slavic Military Studies 20, nro. 1 (2007): 150–51, https://doi.org/10.1080/13518040701205878.
- William Taubman, Gorbachev: His Life and Times (New York: W. W. Norton, 2017), 685.
- Presidential Decree No. 1710 (Moscow: The Kremlin, 29 de diciembre de 2012), accedido 15 de junio de 2023, http://static.kremlin.ru/media/acts/files/0001201301040034.pdf.
- Timofei Bordachev, «Russia and Central Asia: A Great Peaceful Game», Valdai Discussion Club, 15 de mayo de 2023, accedido 15 de junio de 2023, https://valdaiclub.com/a/highlights/russia-and-central-asia-a-great-peaceful-game/?sphrase_id=1525266.
- «Aleksandr Prokhanov», Izborsk Club of Experts, 7 de noviembre 2016, accedido 15 de junio de 2023, https://izborsk-club.ru/10978.
- See Philip Hanson, «Alexander Zinoviev’s Russian Tragedy: The Reality of Post-Communism», accedido 15 de junio de 2023, https://balticworlds.com/wp-content/uploads/2010/07/zinovjev.pdf. Obsérvense las similitudes en la obra de Danilevsky Rossiia I Evropa [Rusia y Europa] (Saint Petersburg, RU: n.p., 1871), especially chapters 2 and 5. También es de interés la colección de artículos de Danilevsky bajo el título Gore pobediteliam [El dolor de los vencedores] (Moscow: n.p., 1998).
- See Nina Tumarkin, The Living and the Dead: The Rise and Fall of World War II in Russia (New York: Basic Books, 1994), 133–46.
- Paul Goble, «History Is the Ideology of Putin’s Russia and Is Increasingly Controlled as Such, Kurilla Says», Window on Eurasia, 30 de septiembre de 2020, accedido 15 de mayo de 2023, http://windowoneurasia2.blogspot.com/2020/09/history-is-ideology-of-putins-russia.html.
- Gregory Carleton, «History Done Right: War and the Dynamics of Triumphalism in Contemporary Russian Culture», Slavic Review 70, nro. 3 (otoño de 2011): 616, https://doi.org/10.5612/slavicreview.70.3.0615.
- Iurii Rubtsov, «Bitva s natsizmom prodolzhaetsia: operatsiia po denatsifikatsii ukrainy est’ logicheskoe zavershenie velikoi otechestvennoi voiny» [La batalla contra el nazismo continúa: La operación en Ucrania como desenlace lógico de la Gran Guerra Patria], Ideologiia budushchego [Ideología del Futuro], nro. 5 (June 2022): 13–16, accedido 15 de junio de 2023, https://histrf.ru/files/ideology_of_future_part5.pdf.
- Ivan Kurilla, «Rossiia: kakuiu istoriiu napishut sledovateli?» [Rusia: ¿Qué historia relatan los investigadores?], Eurasianet, 28 de septiembre de 2020, accedido 15 de mayo de 2023, https://russian.eurasianet.org/%D1%80%D0%BE%D1%81%D1%81%D0%B8%D1%8F-%D0%BA%D0%B0%D0%BA%D1%83%D1%8E-%D0%B8%D1%81%D1%82%D0%BE%D1%80%D0%B8%D1%8E-%D0%BD%D0%B0%D0%BF%D0%B8%D1%88%D1%83%D1%82-%D1%81%D0%BB%D0%B5%D0%B4%D0%BE%D0%B2%D0%B0%D1%82%D0%B5%D0%BB%D0%B8; J. Sadowski, «Amendments of 2020 to the Russian Constitution as an Update to Its Symbolic and Identity Programme», International Journal of Semiotic Law 35 (2022): 723–36, https://doi.org/10.1007/s11196-020-09802-w.
- Kurilla, «Rossiia». La tesis de Kurilla trató el tema del ejército de Vlasov, que era una legión de prisioneros de guerra rusos que Alemania convirtió en unidades militares para luchar contra Joseph Stalin.
- Ibid.; Iain King, «Is Past Prologue? The Eightieth Anniversary of the Start of World War II and a Secret Pact Between Great Powers», 23 de agosto de 2019, accedido 27 de junio de 2023, https://www.csis.org/analysis/past-prologue-eightieth-anniversary-start-world-war-ii-and-secret-pact-between-great.
- El autor de este artículo estuvo en Tashkent, Uzbekistán, durante las ceremonias del Día de la Victoria en 2021, y presenció personalmente algunas de las de las actividades, además de participar como orador invitado en tres actos diferentes.
- Irina Kaznacheeva, «Velikaia natsional’naia ideia Rossii» [La gran idea nacional de Rusia], Ideologiia budushchego [Ideología del Futuro], nro. 8 (2023): 14, accedido 15 de mayo de 2023, https://histrf.ru/files/ideology_of_future_8.pdf.
- R. I. Medinsky, «Chemu uchat nas uroki istoricheskoi pravdy? O neobkhodimosti natsional’noi idei (gosudarstvennaia ideologiia)» [Qué nos enseñan las lecciones de las verdades históricas: de la necesidad de una idea nacional (ideología de Estado)], Ideologiia budushchego [Ideología del Futuro], nro. 8 (2023): 11, accedido 15 de mayo de 2023, https://histrf.ru/files/ideology_of_future_8.pdf.
- Ibid., 10.
- Kaznacheeva, «Velikaia natsional’naia ideia Rossii», 17.
- Vladimir Kiknadze, «Sila v pravde» [El poder está en la verdad], Ideologiia budushchego [Ideología del Futuro], nro. 7 (2022): 23–27, accedido 15 de junio de 2023, https://histrf.ru/images/RVIO_7_2022.pdf.
- Aleksandr Prokhanov, «Putinskii kod pobedy» [Código de Victoria de Putin], Ideologiia budushchego [Ideología del Futuro], nro. 7 (2022): 19–22, accedido 15 de junio de 2023, https://histrf.ru/images/RVIO_7_2022.pdf.
- Ekaterina Morozova, «Putin poruchil sozdat’ muzei, posviashchennye SVO [operación militar especial] na Ukraine» [Putin ordenó el establecimiento de museos dedicados a las SVO en Ucrania], Prufy.ru, 28 de abril de 2023, accedido 15 de junio de 2023, https://prufy.ru/news/society/136457-putin_poruchil_sozdat_muzei_posvyashchennye_svo_na_ukraine.
- Prokhanov, «Putinskii kod pobedy», 22.
- Ibid.
- Aleksandr Prokhanov, «Dukhovnye konstanty russkoi pobedy» [Las constantes espirituales de la victoria rusa], Ideologiia budushchego [Ideolog[ia del futuro], nro. 8 (2023): 39–40, accedido 14 de junio de 2023, https://history.ru/files/ideology_of_future_8.pdf; see also Prokhanov, «Putinskii kod pobedy», 19–22.
- Paul Goble, «Putin Is the Alexander Nevsky of Today, Razuvayev Says», Window on Eurasia, accedido 9 de agosto de 2015, http://windowoneurasia2.blogspot.cz/2015/09/putin-is-alexander-of-today.html.
- Robert Baumann, «Russia’s Latest Historical Revisionism and Reinventing the Future», Military Review Online Exclusive, 29 de noviembre de 2022, accedido 13 de junio de 2023, https://www.armyupress.army.mil/journals/military-review/online-exclusive/2022-ole/Baumann/; «Russofoby 2022, polnyi spisok» [Russophobes 2022: The complete list], Tsargrad TV, accedido 15 de junio de 2023, https://tsargrad.tv/rusofob.
- Vladimir Putin, «Vladimir Putin se reúne con miembros del Club de Debate Valdai. Transcripción de la sesión plenaria de la 19.ª Reunión Anual» (discurso, Valdai Discussion Club, Moscúow, 27 de octubre de 2022), accedido 15 de junio de 2023, https://valdaiclub.com/events/posts/articles/vladimir-putin-meets-with-members-of-the-valdai-club/.
- Ibid.
- Ibid.
- Ibid.
- Ibid.
- Nikolai Danilevsky, Rossiia I evropa [Rusia y Europa] (Saint Petersburg, RU: Slavica Pub, 1871), cap. 2.
- Putin, discurso.
- Nathan Hodge, «Restoration of the Empire Is the Endgame for Russia’s Vladimir Putin», CNN, 11 de junio de 2022, accedido 13 de junio de 2023, https://www.cnn.com/2022/06/10/europe/russia-putin-empire-restoration-endgame-intl-cmd/index.html.
Robert Baumann, PhD, fue profesor de Historia en la Escuela de Comando y Estado Mayor General (CGSC) del Ejército de EUA, Fort Leavenworth (Kansas). Tiene una licenciatura en Ruso de Dartmouth College, una maestría en Estudios Rusos y de Europa del Este de la Universidad de Yale y un doctorado en Historia Rusa. Durante varias décadas impartió cursos de historia rusa y euroasiática en la CGSC, la Universidad de Kansas y la Universidad Estatal de Kansas. Además de estudiar en la Universidad de Moscú y en la Universidad de Leningrado, en la antigua URSS, ha realizado numerosos viajes de investigación a Rusia y pasó varios años como asesor educativo en la Academia de las Fuerzas Armadas de Uzbekistán, bajo los auspicios de la Agencia de Cooperación para la Seguridad de la Defensa.
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