Military Review Edición Hispanoamericana Revista Profesional del Ejército de Estados Unidos

 

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Primer Trimestre 2022

Argumentos a favor del desarrollo de una función de combate de información

Teniente coronel Gregory M. Tomlin, PhD, Ejército de EUA

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Steven Stover

En septiembre de 2017, el entonces secretario de Defensa, James Mattis, declaró que la «información» sería la séptima función conjunta y reconoció que esta capacidad era única con respecto a las que ya eran parte de la doctrina: mando y control, inteligencia, fuegos, movimiento y maniobra, protección y sostenimiento. Dado que sería una función nueva, él indicó al Departamento de Defensa que analizara las implicaciones de esta en la doctrina, las organizaciones, la formación y el personal1. Un año más tarde, el Estado Mayor Conjunto actualizó un documento doctrinal clave para las operaciones, la Joint Publication 3-0, Joint Operations, y añadió una explicación de diez páginas sobre la función de información y una descripción del multifacético ámbito de la información2. El subdirector del Estado Mayor Conjunto para operaciones globales (J-39) encargó a los oficiales de operaciones de información bajo su mando que fomentaran el diálogo entre las diferentes ramas y comandos combatientes para mejorar el empleo de la información entre ellos como parte de los planes integrados globales. Con respecto al plan de estudios de educación militar profesional conjunta, la Escuela de Estado Mayor de las Fuerzas Conjuntas enfatizó aún más la función de información.

Si bien el Estado Mayor Conjunto y la Universidad de Defensa Nacional encontraron formas de integrar la nueva función en su doctrina, organización y formación de personal, el Ejército de EUA no estableció la información como su séptima función de combate. Generalmente, el Ejército adopta las funciones conjuntas como funciones de combate, por lo que la exclusión de la información es algo atípico. Dado que el ámbito de la información tiene vínculos con todas las funciones de combate actuales, algunos altos comandantes del Ejército sostienen que una función separada sería superflua. Este punto de vista no tiene en cuenta las capacidades de información, que muchas veces tienen que ser integradas con otras funciones de combate, como la inteligencia y los fuegos, para poder ser utilizas o, lo que es peor, se aplican como una idea tardía después de llevarse a cabo el proceso de planificación. Designar la información como función de combate beneficiaría al Ejército enfatizando la importancia de pensar más críticamente y dotando de mejores recursos la integración deliberada de las comunicaciones estratégicas, los asuntos públicos, las operaciones de información, la guerra electrónica y las operaciones cibernéticas en todas las operaciones terrestres unificadas.

Con el dinamismo del ámbito informativo actual, es posible que el Ejército no obtenga una ventaja competitiva sobre los potenciales adversarios de Estados Unidos, independientemente de cuán precisa sea la artillería de largo alcance o la velocidad de despliegue de una fuerza de respuesta global. La sofisticación de los esfuerzos de desinformación de China, Rusia y actores no estatales sigue erosionando la confianza que los líderes y las poblaciones extranjeras solían tener en los convenios de seguridad con Estados Unidos. Por ejemplo, supongamos que el presidente Rodrigo Duterte logra convencer a la mayoría de la población filipina de que la cooperación militar con Estados Unidos llevaría a una «extinción» porque daría lugar a una guerra catastrófica con China. En ese caso, no importará que el Ejército del Pacífico de EUA quiera desplegar brigadas Stryker en el archipiélago para un ejercicio3. La opinión pública, moldeada en el ámbito de la información, podría negar a los soldados estadounidenses y filipinos la capacidad de continuar realizando maniobras defensivas combinadas que ayudan a disuadir la expansión de China por la región.

Para tener una ventaja competitiva en las operaciones multidominio, el Ejército debe invertir tanto en el desarrollo de futuras capacidades de información como en la creación de medios de recopilación de inteligencia artificial y plataformas de lanzamiento de fuegos de largo alcance. El establecimiento de una función de combate de información requeriría que el Ejército de EUA financiara e integrara los esfuerzos de información de forma más deliberada en los niveles táctico, operacional y estratégico de la guerra. Existen limitaciones para competir en el actual ámbito de la información porque el gobierno carece de recursos para las agencias y departamentos responsables de llevar a cabo comunicaciones estratégicas, operaciones de información, guerra electrónica y operaciones cibernéticas. Con respecto a poder configurar el dominio de la información como parte de la fuerza conjunta, el Ejército obtendría beneficios doctrinales y organizativos al codificar una séptima función de combate.

El ámbito de la información

Durante décadas, los estrategas han identificado la información como un importante instrumento de poder nacional, la «I» de la sigla DIME (diplomático, informativo, militar y económico). Sin embargo, la disparidad entre la forma en que el gobierno de EUA y el Ejército invierten en capacidades de información es alarmante, como lo demuestran los desafíos actuales del Ejército para competir en el dominio de la información4. Desde la brigada de combate hasta el ejército de teatro, el gran volumen de información disponible hoy en día presenta un desafío para los oficiales de estado mayor responsables de proporcionar un análisis sólido, cursos de acción y opciones estratégicas a comandantes que quieran aprovechar los asuntos públicos, las operaciones de información, la guerra electrónica, y las operaciones cibernéticas como esfuerzos de configuración para permitir el éxito de la misión. Aunque la velocidad para difundir información sigue aumentando exponencialmente —por ejemplo, una declaración o imagen impactante puede ser publicada y compartida en plataformas de medios sociales en cuestión de minutos—, el plazo para proporcionar recomendaciones a los responsables de la toma de decisiones no se ha extendido de la misma manera. Esto puede hacer que algunos oficiales bien intencionados proporcionen evaluaciones poco sólidas porque no investigan las fuentes con suficiente cuidado o no corroboran la exactitud de un informe en su prisa por cumplir con un plazo.

Para leer la Joint Publication 3-0

Para los adversarios de EUA, el ámbito informativo contemporáneo hace de la desinformación una herramienta preferida para avanzar sus políticas exteriores. Al final de la Guerra Fría, los dirigentes rusos se dieron cuenta que no podían mantener sus fuerzas armadas y optaron por reducir sus costosos ejércitos de campaña, flotas navales y alas aéreas. Influenciado por su carrera en el KGB, el presidente Vladimir Putin optó por invertir fuertemente en el ámbito de la información. Esta carga financiera mucho menor le proporcionó una forma de aprovechar el reducido poder de su país mediante la desinformación y la propaganda. En los últimos años, Putin ha cosechado los beneficios de esta inversión, especialmente en Europa del Este. En esta región, la población se identifica cada vez más con Rusia en lugar de con sus vecinos de la Unión Europea y también cuestionan la relevancia de la OTAN. Por ello, el Ejército de EUA en Europa ha tenido que desplegar brigadas en el interior del antiguo Pacto de Varsovia para ayudar a sostener la alianza5.

A diferencia de los rusos, cuando el mundo entró en la era de la información, Estados Unidos cerró su agencia de información (USIA), la cual había sincronizado los esfuerzos de diplomacia pública y comunicación estratégica del gobierno federal desde 1953 hasta 1999. Con un aire de triunfo después de la Guerra Fría, los líderes políticos estadounidenses pensaron que, al contar con una superpotencia militar y ser la principal economía mundial, las futuras administraciones presidenciales podrían mantener la misma estrategia para alcanzar los objetivos de política exterior a lo largo del siglo XXI. Todavía existen vestigios de la USIA, como la Voz de América y Radio Europa Libre, pero solo son formas de difusión internacional. Cuando la USIA cerró, la administración de Clinton creó la Junta de Gobernadores de Radiodifusión (BBG) para gestionar las emisiones internacionales financiadas por el gobierno federal e introducir contenido en línea para las audiencias extranjeras a medida que Internet se hacía más accesible a nivel mundial6.

Desgraciadamente, la BBG no sincronizó los demás elementos de la diplomacia pública o las comunicaciones estratégicas a nivel nacional como lo había hecho la USIA, especialmente a la hora de encabezar los esfuerzos interinstitucionales para mantener los mensajes de los departamentos de Estado y Defensa coordinados en tiempos de crisis internacionales. Cuando la USIA cerró su sede, el Departamento de Estado consolidó las tres plantas de impresión de la agencia en el extranjero, que publicaban folletos y revistas, pero cerró las divisiones de televisión y documentales, las cuales producían cortometrajes vistos por millones de personas en los cines del exterior de la misma manera que hoy vemos los preestrenos antes de las películas. Quizás el fallo más importante del plan de reestructuración de la diplomacia pública fue la decisión de no incorporar la División de Investigación y Análisis de la USIA a la BBG. Al centrarse exclusivamente en los medios de comunicación, la BBG carecía de un mecanismo robusto para escuchar los comentarios y evaluar si los mensajes generaban credibilidad ante la audiencia internacional. Durante la Guerra Fría, un análisis de la USIA reveló que el gobierno de EUA no podía adoptar el mismo formato de emisión para los oyentes de Europa del Este que para los de América Latina. Las encuestas realizadas por los responsables de la diplomacia pública de la agencia revelaron que los oyentes en el bloque soviético eran receptivos a monólogos largos y detallados sobre las noticias del día mientras que la capacidad de atención en los países latinoamericanos llevó a los locutores de la Voz de América a modificar el formato a breves actualizaciones de noticias entre canciones de bossa nova y jazz7.

En 2016, la administración de Obama creó el Centro para la Participación Mundial (GEC), del Departamento de Estado, para contrarrestar la desinformación y la propaganda extranjeras de cuatro fuentes: China/Corea del Norte, Rusia, Irán y el terrorismo. Lo ideal es que el GEC sirva de nexo de coordinación para que los oficiales de enlace de varias agencias y departamentos respondan a la desinformación, pero en la actualidad sigue sin tener personal o recursos suficientes8. Cuatro años después de la creación del GEC, los «silos de excelencia» de información, repartidos por la capital, proyectan mensajes diferentes desde el Pentágono hasta el Departamento de Estado y la sede de la Voz de América en la base del Capitolio. La ausencia de un elemento integrador nacional para las comunicaciones estratégicas —como el de director de inteligencia nacional, establecido tras los atentados del 11 de septiembre de 2001— ha debilitado la seguridad de Estados Unidos.

A través de sus eficaces y sostenidas campañas de desinformación, los rusos han desacreditado el liderazgo internacional de Estados Unidos, han erosionado su poder blando y han socavado la confianza en la democracia, la libertad de prensa y las normas sociales. Desde el colapso de la Unión Soviética, el gobierno de Putin ha creado sitios de noticias sin vínculos directos a su gobierno y de dudosa integridad periodística. El canal internacional de noticias RT (conocido antes como Russia Today) utiliza el eslogan «Cuestiona más» mientras que su homólogo radiofónico, Sputnik, se compromete a «Contar lo no contado». ¿Qué debemos cuestionar? Desde el punto de vista geoestratégico de Putin, hay que empezar por la información de los periodistas de los principales medios de comunicación y las declaraciones oficiales de las autoridades gubernamentales.

Los presentadores de RT intercalan casualmente una conspiración o una declaración no refutada entre noticias legítimas que fácilmente podrían aparecer en la BBC o CNN. En enero de 2017, mientras las fuerzas de la coalición trabajaban agresivamente en Siria para liberar ciudades del control del Estado Islámico, RT mostró imágenes de cuerpos humanos envueltos en ropa de cama tendidos en las calles. El presentador de las noticias informó que, según «un testigo presencial», los pilotos estadounidenses habían matado indiscriminadamente a «mujeres y niños», y rápidamente cambió de tema y empezó a hablar del rendimiento del mercado9. ¡Pero, vamos a ver! ¿Quién era el testigo presencial? ¿Un transeúnte anónimo entrevistado por un periodista de RT o un funcionario sirio? El presentador no dio explicaciones. Lo alarmante es que es probable que pocos en la audiencia internacional de RT sepan de las estrictas precauciones tomadas por los pilotos estadounidenses para minimizar los daños colaterales. Sin embargo, la presentación de este dudoso informe en las noticias llevó a muchos a creer que Estados Unidos estaba lanzando bombas sin tener en cuenta la protección de los civiles en la zona de combate.

Sargento Marco Gutiérrez, Ejército de EUA

Cuando comenzó la pandemia del COVID, el gobierno chino utilizó el mismo libro de jugadas de Putin para plantar dudas entre la comunidad internacional con respecto al gobierno estadounidense. El portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino tuiteó dos conspiraciones: la primera fue que un soldado estadounidense que participó en los Juegos Mundiales Militares de octubre de 2019 llevó el COVID-19 a China y la segunda que el virus se originó en un laboratorio del Ejército de EUA en Fort Detrick, Maryland10. Por muy extrañas que puedan parecer estas acusaciones, no son nada nuevas. Estas simplemente se hacían eco de las técnicas propagandísticas soviéticas de la Guerra Fría en las que se acusaba a Estados Unidos de librar una guerra bacteriológica contra los soldados norcoreanos y los no combatientes durante la Guerra de Corea. A principios de la década de 1980, el Kremlin culpó al Ejército de EUA de inventar el SIDA en ese mismo laboratorio de Fort Detrick, donde ahora otros quieren creer que se originó el COVID11. Independientemente de los extravagantes tuits del portavoz oficial chino, el hecho de que el secretario de Estado, Michael Pompeo, decidiera rebatir estos comentarios en Twitter hizo que estas teorías conspirativas tuvieran una mayor difusión dado que muchas personas siguen la cuenta del Departamento de Estado y varios medios de comunicación también destacaron los comentarios del secretario12.

El profesor Donald M. Bishop, de la Universidad del Cuerpo de Infantería de Marina, explicó en un artículo para la revista Foreign Service Journal que los mensajes oficiales chinos durante la pandemia revelan tres temas: el Partido Comunista Chino puso fin rápidamente a la crisis en China, el gobierno chino «ganó suficiente tiempo» para que otras naciones respondieran, y la generosa ayuda médica china a otras naciones reafirma la posición del Partido Comunista Chino como líder mundial durante la pandemia13. Estos mensajes no fueron difundidos solamente por funcionarios chinos. Algunos periodistas de ProPublica identificaron 10 000 cuentas falsas de Twitter que promovían la campaña de mensajes chinos sobre el COVID y la comunidad de inteligencia de Estados Unidos atribuyó el 70% de las historias de los medios sociales estadounidenses relacionadas con el COVID a bots, trolls y cuentas falsas rusas y chinas14.

El artículo «Why We Need to Reestablish the USIA» se basa en un trabajo de investigación académica de un estudiante presentado el 17 de marzo de 2005 para cumplir con los requisitos del programa de maestría en Estudios Estratégicos de la Escuela Superior de Guerra del Ejército de EUA en Carlisle, Pensilvania. En el artículo se destaca el papel esencial que desempeñó la Agencia de Información de Estados Unidos (USIA) en el ámbito de las relaciones públicas y la competencia mundial entre Estados Unidos y la Unión Soviética durante la Guerra Fría. Desde que la USIA fue disuelta en 1999, Estados Unidos no ha contado con una agencia sustituta suficientemente sólida y gestionada de forma centralizada, capaz de formular y sincronizar todas las agencias y organismos del gobierno con mensajes estratégicos nacionales. Como consecuencia, la información transmitida por el gobierno a través de distintas agencias es fragmentada, descoordinada e incluso contradictoria. Para ver el artículo publicado originalmente en la edición de noviembre-diciembre de 2006 (disponible también en español en la edición de marzo-abril de 2007) de Military Review, visite: https://www.armyupress.army.mil/Portals/7/military-review/Archives/English/MilitaryReview_20061231_art006.pdf

Bret Schafer, del German Marshall Fund, prefiere el término «lavado de información» para describir el sutil impacto de las historias falsas plantadas en las redes sociales. En el lavado de información, alguien publica un tuit y este es amplificado por cientos, y hasta miles, de cuentas falsas (estas cuentas a menudo son creadas con inteligencia artificial y transforman el mensaje con diferentes adjetivos o coloquialismos para que el tuit parezca auténtico)15. Finalmente, el tuit viral llega a una redacción o a una agencia de inteligencia donde un periodista o un analista de fuentes abiertas lo incluye en su informe. Finalmente, la desinformación llega a los responsables de la toma de decisiones, incluyendo comandantes del Ejército que dirigen operaciones multidominio.

Configurar el dominio de la información

El Ejército de EUA se beneficiaría si abordara el ámbito dinámico de la información con la misma disciplina con la que aborda las dimensiones aérea y terrestre de cualquier zona de operaciones. De forma similar a los esfuerzos de difusión internacional de la BBG, el Ejército debe moldear la percepción de la población a través de mensajes creíbles y convincentes antes y durante los despliegues. Al igual que la antigua División de Investigación y Análisis de la USIA, el Ejército también debe crear un medio permanente para evaluar la eficacia de los habilitadores (enablers) de información que utilizan. Muchos oficiales de las armas de combate que asumen altos cargos sencillamente no están familiarizados con las capacidades de información únicas disponibles en los niveles estratégico y operacional y mucho menos con la forma de sincronizarlas con las funciones de combate más conocidas para influir en un público u objetivo. A lo largo de las fases de planificación y ejecución, los comandantes y sus estados mayores deben perfeccionar los mensajes, discernir qué desinformación hay que contrarrestar y qué informes escandalosos hay que ignorar, como también desarrollar métricas antes de evaluar la campaña de información que llevan a cabo, puesto que esta es una operación de configuración clave para cualquier misión.

Los planificadores del Ejército se beneficiarían considerablemente de una doctrina para una nueva función de combate de información. Esta debería delinear cómo debe coordinarse un comando con la embajada de Estados Unidos, otras agencias y componentes estadounidenses de la fuerza conjunta, los funcionarios del país anfitrión y las organizaciones no gubernamentales que comparten la zona de operaciones con el objetivo de evitar un «fratricidio de información». Esta forma de daño involuntario a elementos amigos se produce cuando el mensaje de un portavoz de confianza contradice otra fuente de información fiable. Supongamos que un funcionario de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional promete a un gobernador provincial que el Ejército reconstruirá un puente sin verificar primero que el batallón de ingenieros desplegado tiene el equipo y la capacidad para completar el proyecto. En ese caso, todo el equipo del país pierde credibilidad. El gobernador podría ir a los medios sociales para criticar la sinceridad de los estadounidenses, lo cual fomentaría una mayor desconfianza entre la población. Tanto en las operaciones de ayuda humanitaria como en las de estabilidad posconflicto, la población que busca desesperadamente ayuda puede volverse rápidamente contra los soldados cuando los hechos no coinciden con las palabras. Un contratiempo que obligue al comando a concentrarse en recuperar la credibilidad ante la población local frustrará la capacidad del Ejército de centrar las operaciones de influencia en objetivos más prioritarios como establecer más confianza con el gobierno de la nación anfitriona o mejorar el apoyo al estado de derecho.

Ganarse la confianza de la población del país anfitrión y disuadir un adversario a través del dominio de la información requiere destreza en los niveles táctico, operacional y estratégico. Los medios existentes en el 1er Comando de Operaciones de Información y en el componente del Ejército del Comando Cibernético son más eficaces a nivel estratégico que a nivel operacional y táctico. Sin embargo, muchos comandantes tienen dificultades para acceder a estas organizaciones, al igual que ocurre con las capacidades basadas en el espacio. Dado el gran número de soldados que participan en los despliegues, el Ejército pierde una oportunidad de avanzar los objetivos de seguridad nacional a través del dominio de la información al no desarrollar una doctrina o estructuras organizativas para capacitar a los soldados en el terreno para que participen con confianza en las operaciones de influencia. Las unidades tácticas no deben desarrollar temas y mensajes de forma aislada e independiente. Un cuerpo de ejército o ejército de campaña actuando como fuerza de tarea combinada necesita que los líderes dispongan de un compendio doctrinal para diseñar una campaña de información, como el que tienen para establecer su plan de recopilación de información. La doctrina de la función combate de inteligencia proporciona una visión de cómo el G-2 (inteligencia, Ejército) debe colaborar con el J-2 (inteligencia, estado mayor conjunto) del escalón superior y con los socios de la comunidad de inteligencia, especialmente para proteger los medios encubiertos y evaluar las fuentes de información. Pero cuando se trata de configurar el dominio de la información, el enfoque es a menudo improvisado con cada despliegue operacional.

Como muchas evaluaciones de combate a nivel de brigada, división y cuerpo de ejército indican durante las rotaciones en los centros de entrenamiento, las unidades del Ejército no pueden competir en el dominio de la información si solamente se limitan a mensajes publicados por oficiales de asuntos públicos en cuentas oficiales en línea. Desafortunadamente, fuera de estas maniobras semestrales, las unidades no dedican tiempo considerable en sus guarniciones a integrar las operaciones de información, guerra electrónica o cibernéticas porque tales capacidades no son orgánicas a la organización. Los habilitadores de información se incorporan a una brigada de combate o a una división temporalmente; simplemente llegan para el ejercicio y una vez concluidos estos, parten inmediatamente. También es problemático es el hecho de que rara vez los elementos de las operaciones de información, las operaciones psicológicas, asuntos civiles o cibernéticos coinciden con la misma unidad táctica en ejercicios diferentes; así no se puede establecer una relación o procedimientos operacionales estándares. Sin una presencia permanente en las formaciones, tras el ejercicio, las unidades se centran naturalmente en las funciones de combate actuales. El jefe de estado mayor de una división puede ordenar al Elemento de Análisis y Control G-2 que practique sus requisitos de inteligencia de toda fuente y de selección de objetivos en la guarnición programando un ejercicio de mesa con otros componentes del estado mayor. Del mismo modo, el comandante de artillería de la división es responsable de que los batallones de artillería de apoyo directo cumplan con los requisitos anuales de calificación de fuego vivo para garantizar la realización de fuegos oportunos y precisos durante el próximo ejercicio de coordinación de apoyo de fuego de las brigadas.

La doctrina para la función de combate de fuegos requiere que los planificadores determinen la ubicación exacta de los objetivos, que son elaborados por un cuartel general superior, para garantizar la eficacia de los fuegos. Por esta razón, ante la ausencia de una mejor doctrina, los planificadores de las operaciones de información a menudo fuerzan sus esfuerzos no letales en un ciclo de objetivos diseñado para generar órdenes de tareas aéreas y planes de apoyo de fuego. Este problema no es solo del Ejército dado que la fuerza conjunta sigue lidiando con un debate doctrinal similar sobre la conveniencia de alinear los habilitadores de información con el ciclo de objetivos conjuntos16. Como un objetivo es una entidad que proporciona una función para el adversario, el ciclo de objetivos simplificado del Ejército —decidir, detectar, lanzar y evaluar— no orienta sobre cómo influir en aquellos que no están asociados con la amenaza. Ni los ciudadanos polacos o filipinos son un «objetivo» de Estados Unidos, pero tanto el Ejército en Europa como el Ejército en el Pacífico tienen que ser capaces de reforzar los mensajes del Departamento de Defensa y del Departamento de Estado para convencerles de los beneficios en materia de seguridad que conlleva la participación en ejercicios combinados.

El Ejército no solo debe establecer credibilidad con la población antes y durante los despliegues, sino que también debe aplicar los habilitadores de información de acuerdo con un ritmo de batalla independiente del rápido ciclo de objetivos de 72 horas porque las operaciones de influencia tardan bastante más tiempo en conseguir los efectos deseados. Un sistema de vigilancia aérea o un observador en tierra pueden confirmar los efectos destructivos de una munición de precisión de un bombardero de la Fuerza Aérea contra un objetivo inmediatamente después de que se disipe la nube de escombros. Sin embargo, este ejemplo de objetivos no es una comparación útil para entender cómo evaluar la capacidad de una campaña de información para disuadir a los jóvenes afganos de unirse a los talibanes, un esfuerzo que lleva veinte años en marcha. Las operaciones de influencia suelen requerir meses o años para cambiar las opiniones o el comportamiento, aunque el personal debe evaluar el enfoque con más frecuencia y perfeccionar la forma de emplear los asuntos públicos, las operaciones de información y los habilitadores cibernéticos. Sin embargo, muchas veces, cuando los esfuerzos de información se incorporan al ciclo de objetivos letales, los comandantes pierden la paciencia ante la falta de cambios inmediatos en las actitudes con respecto a la política exterior de Estados Unidos porque empiezan a equiparar el ámbito de la información con la función de combate de fuegos.

Las comunicaciones estratégicas, las operaciones de información y las operaciones cibernéticas requieren emplear una amplia gama de plataformas en línea. El estado mayor de un cuerpo de ejército o ejército de campaña debe considerar cuáles son las más eficaces para generar interés en el público, crear credibilidad y contrarrestar la desinformación del adversario. Los planificadores de operaciones de información e inteligencia deben evaluar si su presencia oficial y encubierta en una plataforma está influyendo en los públicos extranjeros y refuerzan los objetivos de seguridad nacional de Estados Unidos. El estado mayor necesita orientación sobre cómo aprovechar los recursos interinstitucionales que pueden proporcionar información sobre las plataformas que aprovecha un adversario, así como los esfuerzos en curso externos al Ejército para responder a ellos. Como diría un oficial de asuntos públicos hábil a su comandante, algunas acusaciones extravagantes deben ser contrarrestadas inmediatamente, mientras que un experto en cibernética podría aconsejar que un mejor curso de acción sería silenciar la historia en los medios sociales a través de una acción cibernética ofensiva.

Zoheir Seidanloo, Fars News

Al actual complejo entorno se suma la demografía del público extranjero, como observa Jian Wang, director del Centro de Diplomacia Pública de la Universidad del Sur de California. Independientemente del continente, el público hoy en día es más urbano, con una «masa juvenil» de individuos marginados susceptibles de ser explotados por extremistas políticos y aquellos que fabrican conspiraciones. La reordenación étnica causada por los patrones de migración afecta los idiomas necesarios para la difusión o el material escrito en línea dirigido a regiones específicas de Europa y Oriente Medio17. Actores no estatales como el Estado Islámico han manipulado eficazmente las redes sociales durante la última década para conseguir reclutas de Europa y Asia Oriental con el fin de construir un califato en el Levante. Las empresas multinacionales tienen intereses y, a menudo, los medios tecnológicos necesarios para superar la influencia oficial de los gobiernos. Las organizaciones cívicas, incluidas las no gubernamentales centradas en los derechos humanos y el medio ambiente, deben ser tenidas en cuenta en la relación público-privada necesaria para ampliar el atractivo y los mensajes del Ejército. Este complejo entorno reafirma que, en los niveles operacional y estratégico, el Ejército debe considerar el dominio de la información como un esfuerzo crítico de configuración para cualquier operación decisiva que requiera el despliegue de soldados.

La ventaja táctica

Desde que Rusia invadió Ucrania en 2014, en los centros de entrenamiento se está enfatizando cómo identificar la huella electrónica de los centros de operaciones tácticas de las brigadas y los batallones. En los entrenamientos, los observadores presentan gráficos de colores del espectro electromagnético para diferenciar los puestos de mando de maniobra, artillería de campaña y sostenimiento en todo el campo de batalla. Si un adversario puede identificar estos objetivos de alto valor, seguramente tratará de destruirlos mediante fuegos, guerra electrónica u operaciones cibernéticas ofensivas. Por ello, muchos comandantes intentan limitar su huella electrónica apagando los sistemas de comunicación y dividiendo el cuartel general entre un centro de operaciones tácticas y un puesto de mando táctico más pequeño.

Este tipo de entrenamiento genera dos problemas para una brigada de combate. En primer lugar, aunque los observadores presentan a las unidades una huella electrónica, no ofrecen ninguna solución eficaz para ocultarla. Por eso, las unidades optan por utilizar al mínimo los sistemas de comunicación con los que cuentan, y estos necesitan ser validados a largas distancias durante el ejercicio. En segundo lugar, cuando un comandante divide sus limitados recursos entre un centro de operaciones tácticas y un puesto de mando táctico, el grupo de trabajo no letal responsable de sincronizar las capacidades de información se atrofia, ya que el personal de asuntos públicos, operaciones de información y guerra electrónica rara vez consiguen incorporarse al puesto de mando avanzado. El personal de inteligencia y de apoyo a los fuegos acompaña al oficial de operaciones al puesto de mando táctico, ya que estas son funciones de combate. Sin embargo, en la doctrina actual, los habilitadores de información no tienen la misma importancia durante el combate, ni el cuadro modificado de organización y equipamiento de la brigada proporciona la redundancia necesaria para que el personal o los sistemas de asuntos públicos, operaciones de información y guerra electrónica puedan trabajar desde dos ubicaciones. Cuando el puesto de mando táctico gestiona el combate durante 24 horas o más (algo que es frecuente, pero que muchos comandantes no anticipan), la coordinación entre los habilitadores de información y los oficiales de inteligencia, de apoyo al fuego y de operaciones disminuye, y estos últimos todavía se encuentran llevando a cabo el ciclo de objetivos letales desde el puesto de mando táctico. Sin un entendimiento claro del combate, la disposición del enemigo o las actitudes de la población de la nación anfitriona, los habilitadores de información tendrán dificultades para contribuir a las operaciones de la brigada a menos que el centro de operaciones tácticas y el puesto de mando táctico se fusionen.

Si una brigada llega a detener su ciclo de objetivos letales durante un día o más para concentrarse en el combate actual, el comandante y el estado mayor tendrán dificultades para hacer la transición al siguiente período de la batalla. La Fuerza Aérea y el cuartel general de la brigada requieren las solicitudes de aviación y artillería de apoyo general con 72 horas de antelación, siguiendo el ciclo de asignación de tareas aéreas. El batallón de sostenimiento de la brigada depende de la misma cantidad de tiempo para solicitar y distribuir la munición requerida por los sistemas orgánicos de mortero y artillería que se enfrentarán a los nuevos objetivos de alto rendimiento asociados a la siguiente fase. Estos requisitos para las funciones de combate de fuegos y sostenimiento garantizan que los sistemas de inteligencia, apoyo al fuego y gestión del espacio aéreo aparezcan en el puesto de mando táctico. Sin embargo, como en la doctrina de mando y control no aparece claramente cómo integrar los asuntos públicos, las operaciones de información y la guerra electrónica, no hay un requisito para que estos cuenten con estaciones de trabajo en el puesto de mando táctico.

Aunque la larga duración de las campañas de información puede hacer que un comandante se sienta cómodo con la suspensión del proceso de selección de objetivos no letales de la brigada durante un par de días, esto perjudica a la brigada por dos razones. La primera está relacionada con el combate letal, ya que cuando el oficial de guerra electrónica no se encuentra en el puesto de mando táctico, no puede solicitar esfuerzos de interferencia para suprimir la defensa aérea enemiga. El grupo de trabajo sobre objetivos en el puesto de mando táctico puede coordinar la presencia de apoyo aéreo cercano o de la aviación de ataque del Ejército, pero su solicitud puede ser denegada si no incluye un plan coordinado de supresión de la defensa aérea enemiga. Si bien se trata de un medio no letal, la guerra electrónica contribuye a la función de combate de fuegos de la misma manera que contribuye a la configuración del dominio de la información (por ejemplo, mediante la radiodifusión, la interferencia de las comunicaciones o el envío de un mensaje de texto masivo a todos los residentes de una ciudad).

En segundo lugar, cuando el grupo de trabajo no letal hace una pausa de uno o dos días, una brigada de combate blindada o Stryker puede neutralizar varios objetivos en varias zonas pobladas. A medida que la lucha táctica desplaza los límites del combate cercano y la zona de seguridad se expande detrás de las unidades de maniobra, la brigada tiene la obligación de informar a la población local si es necesario refugiarse, indicar a los desplazados internos hacia dónde ir, evaluar los daños a las obras públicas y mantener compromisos clave con los líderes locales. El trauma de los combates en las calles, la destrucción de los servicios públicos y las necesidades humanitarias de los ciudadanos requieren una atención inmediata. Por cada día que la brigada no sincronice los habilitadores de información con el esquema de maniobra, se pierde la oportunidad de asignar las unidades subordinadas la escolta y protección de los equipos de operaciones de información, de asuntos civiles, de operaciones psicológicas y de inteligencia humana en las partes ignoradas de la zona de seguridad en donde es más probable que surja el descontento. Con suficiente tiempo, como el Ejército pudo comprobar en Iraq entre las primaveras de 2003 y 2004, una insurgencia no solo pondrá en peligro las vidas de los soldados desplegados, sino que también socavará los esfuerzos de comunicación estratégica a nivel de coalición y nacional para destacar el éxito de una operación militar.

Sin embargo, incluso si llega a convertirse en una función de combate y la doctrina los incorpora como parte del puesto de mando táctico, los habilitadores de información no pueden conformar las operaciones de una brigada cuando los puestos no están cubiertos. Una brigada de combate tiene dos puestos para comandantes de artillería de campaña, uno para coordinar los objetivos letales y el otro para los esfuerzos no letales. Sin embargo, a este último casi nunca se le asigna personal porque generalmente es considerado una experiencia de desarrollo menos importante que coordinar la función de combate de fuegos. En el caso de las unidades tácticas en las que existen puestos para las operaciones de información y cibernéticas, estos a menudo permanecen vacantes debido a la prioridad dada a los niveles estratégicos y operacionales, en los que una generosa financiación apoya las operaciones cibernéticas ofensivas y defensivas. La oficina del proponente de operaciones de información del Ejército no mejoró la situación cuando eliminó el puesto de un oficial, con el grado de mayor, de operaciones de información en el estado mayor de una brigada de combate durante varios años. Sin embargo, desde que el puesto fue reincorporado a la plana mayor de la brigada, todavía no se considera como una buena oportunidad para avanzar la carrera. Con el establecimiento de la función de información conjunta, no es casualidad que los comandos combatientes y el Estado Mayor Conjunto sean más atractivos para los oficiales de operaciones de información y cibernéticos del Ejército que los puestos dentro de su propia rama. Aquellos que quieren ser promovidos se muestran cautelosos a la hora de intentar competir con los oficiales de las armas de combate en el Estado Mayor basándose en quién tiene las «mejores calificaciones». Para atraer a los oficiales de operaciones de información y cibernéticos más capaces a las unidades de nivel táctico, se requeriría un cambio cultural en todo el Ejército que reconozca sus contribuciones al éxito de la misión.

Reconocer la importancia del dominio de la información

El Ejército todavía tiene dificultades para utilizar eficazmente las tecnologías emergentes del dominio de la información porque en su doctrina y cultura los habilitadores de información no son tan valorados como las capacidades de las 6 funciones de combate. Desde el entrenamiento básico hasta la Escuela Superior de Servicio, todas las escuelas del Ejército recuerdan a los alumnos que, si hay demasiadas prioridades, entonces nadie realmente sabe lo que es esencial para que la unidad cumpla la misión. Para ayudar a discernir esas prioridades, los comandantes consultan la doctrina antes de orientar a sus estados mayores sobre la planificación de operaciones terrestres unificadas. Por ejemplo, consultan temas como los principios del diseño operacional, el proceso de toma de decisiones y también el Field Manual 3-0 (Operations), que aborda cómo integrar las funciones de combate. Es raro que dominar el ámbito de la información encabece la lista de tareas clave o esfuerzos de conformación críticos. Muchas veces las operaciones de influencia no son consideradas tan importantes como las tareas de reconocimiento, planificación de fuegos, postura de protección y maniobra. Como consecuencia, en las evaluaciones posteriores al despliegue o la maniobra, una unidad que se da cuenta de que no utilizó eficazmente las comunicaciones estratégicas, las operaciones de información, la guerra electrónica y las operaciones cibernéticas puede descartar rápidamente estas deficiencias dado que el dominio de la información es un concepto ambiguo en comparación con la sincronización de los sistemas de recopilación, fuego y fuego directo.

El establecimiento de una función de combate de información permitiría desarrollar en profundidad la doctrina y mejorar los requisitos futuros del Ejército en los 3 niveles de la guerra. En el nivel estratégico, un ejército de teatro debería coordinarse con los elementos interinstitucionales y de coalición responsables de desarrollar mensajes duraderos para tiempos de paz y de guerra. En el nivel operacional, un cuerpo de ejército o ejército de campaña que sirva como fuerza de tarea combinada tiene que tener acceso y comprender las tecnologías que poseen el 1er Comando de Operaciones de Información y el componente del Ejército del Comando Cibernético, además de coordinarse con una embajada estadounidense en el lugar. En el nivel táctico, los comandantes que no cuenten con personal capacitado para dirigir los esfuerzos no letales simplemente se concentrarán en las funciones de combate que tienen representación en el cuartel general. Establecer tareas de información colectiva e individual permitiría crear puestos permanentes en todos los escalones. Si se amplían las operaciones de influencia en la doctrina del Ejército, los instructores podrán mostrar a los líderes en cada etapa de su formación militar profesional las capacidades existentes y emergentes que pueden ser sincronizadas con sus esfuerzos de planificación. Abrir puestos con potencial de promoción profesional vinculados al ámbito de la información en los que se adquiera experiencia de planificación importante atraerá a los soldados. Esto por su parte ayudará a los observadores en los centros de entrenamiento y en los ejercicios Warfighters a tanto identificar dónde una unidad tiene dificultades para aprovechar las capacidades de información como a solucionarlas mediante la doctrina para conformar la zona de operaciones.

La Fundación Nacional para la Democracia (NED) ha advertido sobre el nefasto «poder incisivo» que aplican los regímenes autoritarios para «perforar, penetrar o perforar los ámbitos políticos y de información de países adversarios»18. Por ello, Estados Unidos no puede ignorar esta amenaza de la misma manera que no ignora los cohetes de largo alcance de Corea del Norte o los misiles rusos capaces de derribar un satélite. Como parte de la fuerza conjunta, el Ejército debe aprovechar los expertos en cultura, idiomas y normas sociales de cada audiencia y objetivo para mejorar la probabilidad de que los mensajes generen confianza e influyan en las actitudes y el comportamiento. El Ejército no puede hacer esto en un vacío; debe alinear sus esfuerzos con los demás organismos y socios extranjeros que participan en el dominio de la información para minimizar el riesgo de «fratricidio informativo». Establecer una función de combate de información basada en la función de información conjunta le permitiría al Ejército limitar el despliegue innecesario de soldados para avanzar los objetivos de seguridad nacional.


Notas

  1. James Mattis, memorándum al Departamento de Defensa, «Information as a Joint Function», 15 de septiembre de 2017.
  2. Joint Publication 3-0, Joint Operations (Washington, DC: U.S. Government Publishing Office, 17 de enero de 2017, con la incorporación del Cambio 1, 22 de octubre de 2018).
  3. Ritchel Mendiola, «Duterte Rejects Reported U.S. Plan to Return to Subic», Asian Journal (website), 29 de julio de 2020, accedido 12 de marzo de 2021, https://www.asianjournal.com/philippines/metro-manila/duterte-rejects-reported-us-plan-to-return-to-subic/.
  4. Robert M. Gates, «The Overmilitarization of American Foreign Policy: The United States Must Recover the Full Range of Its Power», Foreign Affairs 99, nro. 4 (julio-agosto de 2020): 121–32.
  5. Jennifer H. Svan, «Troops Living Deployment-Style in Poland as U.S. Military Ramps up Presence in Region», Stars and Stripes (sitio web), 29 de agosto de 2019, accedido 12 de marzo de 2021, https://www.stripes.com/news/europe/troops-living-deployment-style-in-poland-as-us-military-ramps-up-presence-in-region-1.596399.
  6. En 2018, la administración de Trump renombró la Junta de Gobernadores de Radiodifusión como la Agencia de Estados Unidos para los Medios Globales.
  7. Alan L. Heil Jr., recuento oral por el autor, 6 de noviembre de 2008.
  8. Audit of Global Engagement Center Federal Assistance Award Management and Monitoring (Washington, DC: Office of the Inspector General, U.S. Department of State, abril de 2020), accedido 12 de marzo de 2021, https://www.stateoig.gov/system/files/aud-mero-20-26-.pdf.
  9. Transmisión de RT America News, observado en vivo por el autor, 17 de enero de 2017.
  10. Ryan Pickrell, «Chinese Foreign Ministry Spokesman Pushes Coronavirus Conspiracy Theory that the U.S. Army ‘Brought the Epidemic to Wuhan’», Business Insider (sitio web), 14 de marzo de 2020, accedido 23 de marzo de 2021, https://www.businessinsider.com/chinese-official-says-us-army-maybe-brought-coronavirus-to-wuhan-2020-3.
  11. Nicholas J. Cull, The Decline and Fall of the United States Information Agency: American Public Diplomacy, 1989-2001 (New York: Palgrave MacMillan, 2012), 11.
  12. «Mike Pompeo doubles down on unproven theory that COVID-19 originated from a Chinese lab», Twitter, 4 de mayo de 2020, accedido 12 de marzo de 2021, https://twitter.com/i/events/1257047441292922880?lang=en.
  13. Donald M. Bishop, «Disinformation Challenges in a Pandemic», The Foreign Service Journal 97, nro. 6 (julio-agosto de 2020): 39, accedido 12 de marzo de 2021, https://www.afsa.org/sites/default/files/fsj-2020-07-08-july-august.pdf.
  14. Jeff Kao y Mia Shuang Li, «How China Built a Twitter Propaganda Machine Then Let It Loose on Coronavirus», ProPublica, 26 de marzo de 2020, accedido 23 de marzo de 2021, https://www.propublica.org/article/how-china-built-a-twitter-propaganda-machine-then-let-it-loose-on-coronavirus.
  15. Bret Schafer, «Disinformation and Election 2020», Council on Foreign Relations Local Journalists Initiative, 6 de agosto de 2020, accedido 12 de marzo de 2021, https://www.cfr.org/conference-calls/disinformation-and-election-2020.
  16. Gregory M. Tomlin, «The Joint Force Needs a Global Engagement Cycle», Joint Force Quarterly 97 (2o trimestre, abril de 2020), accedido 12 de marzo de 2021, https://ndupress.ndu.edu/Media/News/News-Article-View/Article/2106514/the-joint-force-needs-a-global-engagement-cycle/.
  17. Jian Wang, «Rethinking Public Diplomacy for a Post-Pandemic World», The Foreign Service Journal 97, nro. 6 (julio-agosto de 2020): 42–43.
  18. Juan Pablo Cardenal et al., Sharp Power: Rising Authoritarian Influence (Washington, DC: National Endowment for Democracy, 2017), 6, accedido 12 de marzo de 2021, https://www.ned.org/sharp-power-rising-authoritarian-influence-forum-report/.

 

El teniente coronel Gregory M. Tomlin, PhD, comanda el 1er Batallón, 37a Artillería de Campo, 7a División de Infantería, en la Base Conjunta Lewis-McChord, Washington. Además de servir en posiciones de apoyo de fuegos en la 1a y 2a División de Infantería y la 1a División Blindada, ha sido jefe de la Sección de Doctrina y Política de Selección de Objetivos del Estado Mayor Conjunto en el Pentágono, planificador estratégico del Octavo Ejército en Seúl y profesor adjunto de Historia en West Point. Es doctor en Historia por la Universidad George Washington y autor de Murrow’s Cold War: Public Diplomacy for the Kennedy Administration.

 

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