El Ejército en el Indo-Pacífico
Relevante, pero no es un cable trampa
Mayor John Q. Bolton, Ejército de EUA
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Dos artículos recientes de Military Review respaldan la utilidad de las fuerzas terrestres en el Indo-Pacífico, específicamente en lo que respecta a Taiwán (Capitán Walker Mills, «Deterring the Dragon», septiembre-octubre de 2020, y Brian J. Dunn, «Expulsarlos al mar», Segundo Trimestre de 2021). Mientras que Dunn aboga por un elemento de tamaño de un cuerpo de ejército destinado a desplegarse en Taiwán para disuadir un ataque chino, Mills recomienda basar las tropas estadounidenses en Taiwán para demostrar el compromiso de EUA. Aunque es evidente que el poder militar terrestre tiene un papel que desempeñar en la región, un cable trampa taiwanés es una sugerencia imprudente que socavaría la capacidad y la flexibilidad militar de EUA, a la vez que avivaría las tensiones sin obtener ninguna ventaja. En el presente artículo, se consideran las capacidades únicas que el poder terrestre aporta al Indo-Pacífico, a la vez que advierte del peligro de sobrestimar las capacidades de China o de responder precipitadamente a su crecimiento.
(Nota: Para simplificar, en lo sucesivo se denominará a la República de China como Taiwán y a la República Popular de China como China).
La utilidad del poder militar terrestre en el Indo-Pacífico y la necesidad de opciones conjuntas
Se ha escrito mucho sobre la vuelta a la competición entre grandes potencias, pero el Ejército debe considerar que su principal deber es proporcionar un espectro de opciones flexibles, coherentes, asequibles y viables a los responsables políticos. La estrategia consiste fundamentalmente en adecuar los medios a los fines, pero los fines pueden variar en una región, lo que requiere medios diferentes. Una era de competencia entre grandes potencias no implica que vaya a predominar una guerra entre grandes potencias. Incluso durante los cuarenta años de la Guerra Fría, los planificadores norteamericanos y soviéticos diseñaron fuerzas y doctrinas para contrarrestar al otro, pero las fuerzas de cada Estado se emplearon predominantemente en conflictos de bajo nivel, a menudo trabajando con o contra fuerzas proxy. Para no convertirnos en los «instrumentos de nuestra propia perdición», la fuerza conjunta debe desarrollar herramientas en todo el espectro de conflicto durante el diseño de la fuerza, despliegue y entrenamiento1. Las plataformas de armas, unidades y planes no pueden existir únicamente para los conflictos a gran escala mientras esperamos que funcionen en el extremo inferior; la fuerza debe proporcionar a los responsables políticos opciones a lo largo del espectro de conflicto que van desde disuadir a un adversario hasta obligarlo a cumplir nuestra voluntad (véase la figura 1)2.
A pesar de que la Estrategia de Seguridad Nacional de 2017 pedía aumentar las capacidades de Estados Unidos en la región, un informe de la Escuela Superior de Guerra del Ejército de 2020 afirmaba que la fuerza conjunta estaba «fuera de posición» en el Indo-Pacífico3. La falta de un «camino común conjunto» y una postura de fuerza mal adaptada al ambiente «hipercompetitivo» de la región hacen que la fuerza conjunta no pueda responder hábilmente a las amenazas y condiciones regionales en desarrollo4. Estas deficiencias (tanto conceptuales como estructurales) se ponen de manifiesto en el desarrollo por parte de China de capacidades de antiacceso/negación de área apuntaladas por la construcción ilegal de islas y también por el creciente uso por parte de China de técnicas de «zona gris», como animar a los pescadores chinos a pescar ilegalmente en las zonas económicas de otros Estados. Con la primera, China inhibe la libertad de maniobra de EUA, mientras que la segunda explota las demarcaciones cognitivas occidentales entre la guerra y la paz.
Dado el alcance marítimo y la enorme escala del Indo-Pacífico, los dominios naval y aéreo parecerían predominantes. Y aunque las plataformas aéreas y navales pueden realizar la mayor parte de los movimientos, y potencialmente de los combates, las fuerzas terrestres conservan su utilidad simplemente porque las personas residen en tierra, ocupando solo temporalmente el aire o el mar. Además, las capacidades terrestres frecuentemente son más fáciles de ocultar, más baratas de emplear y más resistentes5. Los sistemas que van desde la Defensa Aérea Terminal de Gran Altura hasta la Defensa Aérea de Corto Alcance y el sistema de misiles tipo Aegis basado en tierra demuestran estas características6.
El poder terrestre tiene características únicas que van más allá de la toma y mantenimiento del terreno. Puede funcionar como una «red» de funciones para todo el teatro de operaciones, incluyendo bases, operaciones portuarias y logística general, permitiendo el acceso y la longevidad de la fuerza conjunta (ver figura 2)7. Esta red se compone de unidades habilitadoras y de acuerdos de apoyo y áreas de concentración en el país anfitrión. En consecuencia, el Ejército debería seguir desarrollando el 1er Cuerpo de Ejército (con sede en la Base Conjunta Lewis-McChord) como su cuartel general operativo en el Indo-Pacífico, que, en colaboración con el Ejército del Pacífico y el Comando del Indo-Pacífico de EUA, puede llevar a cabo la recepción, concentración, traslado e integración de las fuerzas conjuntas y multinacionales en toda la región, mientras simultáneamente coordina los fuegos conjuntos para las fuerzas de tarea multidominio. El desarrollo de estas capacidades garantiza que los responsables políticos tengan opciones.
El poder terrestre también tiene su utilidad distintiva como medio de cooperación regional. Las brigadas de asistencia a las fuerzas de seguridad del ejército y fuerzas de operaciones especiales permiten aplicar el poder terrestre sin necesidad de recurrir a la guerra, trabajando con aliados y socios8. Las fuerzas del ejército pueden relacionarse mejor con las fuerzas asociadas y aliadas, dadas las similitudes fundamentales entre las fuerzas terrestres, a diferencia de las fuerzas navales y aéreas centradas en plataformas móviles. Dado que «7 de los 10 ejércitos más grandes del mundo están en el teatro de operaciones del Pacífico, y 22 de los 27 países de la región tienen un oficial del ejército como jefe de defensa» (muchos de los cuales asistieron a la Escuela de Comando y Estado Mayor del Ejército de EUA), el Ejército está bien preparado para «comunicarse» con los actores regionales con su cuadro de oficiales del área extranjera9.
El marco del programa Vías del Pacífico (Pacific Pathways) del Ejército significa que el poder terrestre de EUA está «al oeste de la línea de fecha internacional diez meses al año» y se compromete con múltiples ejércitos regionales como Singapur, Tailandia, Australia y Palau10. El Pacific Pathways fortalece la interoperabilidad y las relaciones de un modo que no lo hacen las visitas a los puertos o las delegaciones de altos mandos. Sin embargo, la utilidad del poder terrestre no permite una mala estrategia. Colocar fuerzas estadounidenses en Taiwán supondría una escalada innecesaria de las tensiones con China por una muestra de apoyo puramente simbólica, que palidece en comparación con el apoyo real, como la venta de armas a Taiwán por valor de casi 2000 millones de dólares por año11. Hacerlo supondría una escalada innecesaria de la competencia predominante en la zona gris, lo que obligaría a China a considerar activamente a Taiwán como «perdido» y, a continuación, a intensificar potencialmente sus planes de ataque a Taiwán o a otros lugares. Con este desafío en mente, pasamos a hablar de China y del Ejército Popular de Liberación (EPL).
Una evaluación del Ejército Popular de Liberación
No debemos confundir el poderío económico de China con un dominio militar asegurado, ni suponer que la República Popular de China (RPC) ha sido bendecida con una previsión excepcional. Las pruebas no apoyan estas afirmaciones. China ha cometido errores estratégicos durante la última generación, desde enemistarse con sus vecinos del sudeste asiático hasta no formar una coalición antiamericana eficaz. Podríamos asumir que la RPC esta repitiendo los errores de Estados Unidos a principios de la Guerra Fría sobre los misiles, aviones y avances tecnológicos soviéticos cuando, de hecho, Estados Unidos llevaba la delantera en casi todas las mediciones, siempre cualitativamente y a menudo cuantitativamente hasta la década de 197012. Al examinar China, vemos un patrón de grandes planes, a menudo desastrosos, desde el Gran salto adelante y la Gran guerra contra los gorriones de 1950 hasta la moderna Iniciativa del Cinturón y la Ruta de Seda (que aún no ha dado los frutos prometidos por el presidente de la RPC, Xi Jinping)13.
Capacidades de EUA y China
Volviendo a las fuerzas armadas de China, un informe de 2017 de la Corporación RAND, así como el informe anual del Departamento de Defensa sobre el poder de China, demuestran que, aunque las capacidades del EPL han mejorado ciertamente, China sigue teniendo, en el mejor de los casos, una paridad regional con las fuerzas norteamericanas y taiwanesas (véase la figura 3)14. Esto no significa que las fuerzas del EPL no son formidables, pero la última gran lucha del EPL fue una invasión limitada de Vietnam en 1979 (China perdió), mientras que su última operación anfibia fue en la década de 1950 contra los nacionalistas que huían de la isla de Hainan15. Si miramos más atrás, excluyendo 1979, ningún soldado del EPL ha luchado en más de una escaramuza fronteriza desde la Guerra de Corea. No debemos confundir modernización con capacidad o experiencia, ni cantidad con calidad.
Mills señala que China ha declarado que la devolución de Taiwán a la RPC es de «interés central» y que una operación a través del estrecho es el «objetivo estratégico de mayor prioridad del EPL»16. Pero los norteamericanos a menudo no entienden que el EPL es un componente del Partido Comunista de China (PCCh), lo que significa que la ideología es predominante, y estas declaraciones deben tomarse en su contexto como propaganda tanto como doctrina.
Aun así, cuando se considera que las fuerzas armadas de China están centradas en invadir Taiwán, hay que recordar que el ejército de Taiwán está enteramente dedicado a defender la isla. Taiwán no es una simple isla simbólica. Para los taiwaneses, una invasión es una cuestión de vida o muerte literal, no de política de poder. Los militares taiwaneses no son un rival fácil, ni siquiera cuando se les compara con su némesis continental. Descartar las capacidades taiwanesas (o el amor a la libertad) es incorrecto en el mejor de los casos y, en el peor, refleja las actitudes paternalistas que anteriormente estropearon la relación de Estados Unidos con Vietnam del Sur17. Según el Instituto Naval de EUA, si bien el ejército de Taiwán es pequeño comparado con el EPL, sus fuerzas en servicio activo son comparables al Ejército de EUA, con unos trescientos mil efectivos18. Como porcentaje de veintitrés millones de ciudadanos, esto representa probablemente la tasa de movilización más alta del mundo. Además, la capacidad de movilización de la reserva de Taiwán es capaz de armar a cientos de miles de isleños19. Las fuerzas armadas de Taiwán están bien equipadas tras décadas de compra de material bélico de EUA. Como resultado, las fuerzas taiwanesas constituyen una fuerte defensa contra la invasión de un EPL mejorado, pero aún en vías de desarrollo.
Imaginando una invasión de Taiwán por parte de China
Aunque las previsiones varían, ninguna asume que el EPL, incluso con dominio operacional, derrotaría fácilmente a Taiwán. Para ocupar Taiwán, China necesitaría primero establecer el dominio aéreo y marítimo contra sistemas similares (o mejores) antes de desplegar una fuerza suficiente para establecer un punto de apoyo y luego ocupar la isla. Teniendo en cuenta que Taiwán cuenta con aproximadamente 120 000 efectivos del ejército y la armada en activo, la proporción histórica de ataque a defensa de 3:1 significa que casi 300 000 efectivos del EPL tendrían que luchar en tierra a través de medios aerotransportados, de asalto aéreo, de transporte aéreo y anfibios. Es poco probable que el EPL pueda preparar una fuerza tan enorme sin detección, lo que aumentaría aún más la respuesta de Taiwán (y de Estados Unidos, Japón y Australia). Las estimaciones coinciden en que el EPL necesitaría al menos treinta días para comenzar a trasladar el equipo y el personal a los puertos y aeródromos de embarque, lo que daría a los taiwaneses tiempo para movilizar sus más de un millón de reservas20. La geografía de Taiwán también favorece la defensa. Con solo tres o cuatro meses de buen tiempo al año y solo trece playas occidentales donde pueden desembarcarse grandes fuerzas anfibias, las fuerzas del EPL trasportadas a Taiwán por vía aérea se encontrarían rápidamente aisladas, especialmente teniendo en cuenta las minas, los puentes destructibles y otros impedimentos construidos a lo largo de la costa de Taiwán21.
Carl von Clausewitz advirtió que «la guerra es algo más que una suma aritmética»22. Taiwán, que está ferozmente comprometido con su independencia, no sería simplemente abrumado por tropas del EPL en tierra. Las tropas del EPL verían anuladas sus ventajas de vehículos blindados, poder aéreo y alta tecnología por el denso ambiente urbano de Taiwán. La doctrina histórica recomienda al menos veinte tropas por cada mil civiles para controlar una insurgencia23. Aplicando este criterio, China necesitaría mantener aproximadamente 460 000 soldados en Taiwán durante años después de una invasión. Tanto el total de las fuerzas de ataque como el de las fuerzas de ocupación superan los efectivos del EPL en las regiones adyacentes a Taiwán, y estas últimas representan aproximadamente el 50 % del total de las fuerzas terrestres chinas24. Como referencia, esta fuerza es casi tres veces superior a la que Estados Unidos mantenía en Iraq en el momento álgido de esa guerra25.
Como muestra este breve análisis, una invasión sigue siendo improbable, a pesar de la retórica alarmista, debido a que el clima, accidentes y azar agravan las ya enormes dificultades. Parece más probable que una isla de veintitrés millones de taiwaneses amantes de la libertad, con una armada eficaz y aviones de combate de cuarta generación proporcionados por Estados Unidos, pueda repeler a una fuerza que no ha librado una guerra desde una invasión limitada en 1979 y que no ha ganado una batalla contra un rival con capacidades similares en casi tres siglos. Como mínimo, los taiwaneses podrían demorar al EPL mientras Estados Unidos y otras potencias occidentales movilizan fuerzas y promulgan sanciones económicas punitivas; cabe imaginar que incluso una invasión exitosa del EPL se convertiría en una ocupación disputada. Esta «úlcera taiwanesa» limitaría las opciones de la RPC a medio y largo plazo.
Una isla de veintitrés millones de taiwaneses amantes de la libertad, con una armada eficaz y aviones de combate de cuarta generación proporcionados pueda repeler a una fuerza que no ha librado una guerra desde una invasión limitada en 1979 y que no ha ganado una batalla contra un rival con capacidades similares en casi tres siglos.
Por qué basar las tropas en Taiwán es una mala idea
La presencia de tropas de EUA en Taiwán crearía un riesgo moral inaceptable, protegiendo las vidas taiwanesas a costa de vidas norteamericanas y la flexibilidad geoestratégica. Mills presume demasiado sobre el efecto disuasorio de las posibles fuerzas de EUA en Taiwán. Mills cita a Thomas Schelling para señalar que «no puede contraerse un compromiso genuino» únicamente a través de promesas, pero no tiene en cuenta el consejo de Schelling de que las mejores estrategias limitan las opciones de un adversario mientras se preservan las propias; las tropas de EUA en Taiwán harían lo contrario26. Las fuerzas de EUA son una consideración secundaria para el cálculo de China en lo que es principalmente una decisión política (atacar Taiwán). Además, cualquier fuerza estadounidense que no sea una brigada blindada sería insuficiente desde el punto de vista táctico y operacional para afectar seriamente las decisiones de la RPC, pero se convertiría en el centro de atención de Estados Unidos, dificultando su capacidad de apoyar a Taiwán. En efecto, la presencia de tropas en la isla paralizaría la política de EUA. Al igual que la guarnición aislada de Douglas MacArthur en las Filipinas en 1942, esta fuerza no disuadiría a una gran potencia que hubiera decidido luchar una guerra, pero limitaría la respuesta de Estados Unidos.
Schelling también advirtió que la disuasión depende de «comunicar nuestras propias intenciones»27. Dado que Estados Unidos se ha comprometido a proporcionar a Taiwán una defensa creíble durante dos generaciones, el despliegue de tropas a la isla es una escalada (y también un cambio importante en la política) sin beneficios. Las tropas de EUA en Taiwán elevarían marginalmente el umbral de acción china, pero atarían las manos de los responsables políticos y mandos militares norteamericanos. Tan peligroso como no apreciar a un enemigo es comprometerse ingenuamente con fines inalcanzables. La presencia de tropas de EUA en la isla demostraría explícitamente que Taiwán está perdido para la RPC. Un comportamiento bien establecido de «aversión a la pérdida» significa que la presencia de tropas extranjeras en la isla, en lugar de disuadir, aumentaría las posibilidades de guerra28. La disuasión presupone un adversario racional que entiende las acciones de EUA como una intención, una presunción asombrosa de la capacidad norteamericana para transmitir la intención estratégica. Pero dado el enfoque ideológico de la RPC en la recuperación de Taiwán, la racionalidad no debería esperarse en este ámbito.
El conflicto en un espectro requiere la utilización de todos los elementos de poder, no solo los militares y, sin duda alguna, no las tropas de EUA utilizadas como «cable trampa». Pero si las tropas no disuaden a China, ¿qué lo hará? En pocas palabras: todo lo demás. Estados Unidos dispone de otros instrumentos de la diplomacia y elementos del poder nacional para disuadir y, en caso necesario, doblegar a China. Por ejemplo, un tercio del petróleo de China procede de Oriente Medio o África a través de las rutas marítimas que Estados Unidos y sus aliados podrían controlar29. Además, el poder económico de Estados Unidos permite imponer sanciones específicas contra la «fusión militar-civil» de China30. En la competencia con China, los aliados y socios son primordiales y una importante ventaja para Estados Unidos. Pero en el momento en que un soldado o integrante del Cuerpo de Infantería de Marina de EUA uniformado llegue a Taiwán, otros Estados tendrán que elegir entre Estados Unidos y China, lo que reducirá las ventajas asimétricas de Estados Unidos al obligar a sus aliados y socios a elegir entre Estados Unidos y la RPC, en ausencia de cualquier acción incitadora de la RPC. Cuarenta años de ambigüedad estratégica han servido a Estados Unidos; colocar tropas en Taiwán anularía esa flexibilidad.
Conclusión y recomendaciones
Una invasión china de Taiwán no es un mero ejercicio teórico. La independencia de la isla ha sido una piedra en el zapato para el PCCh desde 1949. La independencia de Taiwán es un recordatorio del «Siglo de humillación» de China desde 1849 hasta 1949, cuando las potencias occidentales, la rebelión interna y la guerra civil destruyeron el Estado chino. El PCCh, y Xi especialmente, utilizan esta historia y la retórica nacionalista casi xenófoba—«勿忘国耻» (Jamás olviden la humillación nacional) es una frase común en la propaganda del PCCh — como medio para fomentar la unidad y excusar el abusivo tecno-autoritarismo del partido31. Como ejemplo de esta inclinación nacionalista, en mayo de 2020, China eliminó el término «pacífico» de su promesa de retomar la isla.
Sin embargo, el objetivo principal de China es mantener la tranquilidad interna32. No debemos percibir, por nuestro propio narcisismo, que China es un actor diabólico empeñado en suplantar a Estados Unidos. China está actuando como cabría esperar de una potencia creciente e insegura —ejerciendo al azar su poder (económico y militar) para establecer un dominio regional con éxito en algunos ámbitos y fracaso en otros— de forma muy parecida a Estados Unidos de finales del siglo XIX33. Esto no significa que Estados Unidos debería ignorar o acceder a las acciones chinas, solo que las acciones de China no son sorprendentes, ni sus intentos de desafiar el orden existente para desarrollar sus propias instituciones.
De hecho, a medida que China crece, garantizar la tranquilidad interna (o al menos la aquiescencia) será cada vez más importante, ya que la emergente clase media china se resiente de las restricciones del PCCh. El uso del nacionalismo chino por parte de Xi puede verse mejor como un medio para sofocar la disidencia interna que para lograr el dominio mundial.
Sobrestimar la amenaza de la RPC con respecto a Taiwán y el Indo-Pacífico en general refleja una falta de imaginación y un cálculo inexacto sobre la fuerza de Estados Unidos en la región. Debemos recordar que la mayoría de los desarrollos militares de China son defensivos, diseñados para inhibir la libertad de maniobra de Estados Unidos. Estas herramientas chinas requieren una respuesta deliberada por parte de la fuerza conjunta, no simplemente desplegar tropas en peligro. El concepto de basar las tropas en Taiwán cae en la clásica trampa norteamericana de ver el conflicto como algo binario, con claras distinciones entre la guerra y la paz. La lógica de Mills es sencilla: dado que no podemos detener a China en todas partes, deberíamos moldear el conflicto a nuestro gusto, mediante el despliegue de tropas en Taiwán. Pero hacerlo beneficia más a China que a Estados Unidos porque corresponde con la narrativa imperialista que defiende el PCCh, mientras limita las opciones de Estados Unidos.
Estados Unidos cuenta con una plétora de herramientas, que van desde la presión económica y las sanciones hasta un ejército capaz y desplegado en posiciones avanzadas, mientras que China tiene dos: la coerción financiera y las amenazas militares. Entre aliados (China tiene a Corea del Norte) y socios (China tiene pocos) e influencia global, Estados Unidos sigue siendo fuerte. No debemos descartar el poder y el atractivo de los ideales de EUA que, incluso cuando están empañados, siguen atrayendo a la gente de todo el mundo. Los dirigentes chinos están «obsesionados por el poder y atracción» de estos ideales norteamericanos para el pueblo chino34. En 1947, George Kennan predijo que el sistema soviético se derrumbaría ya que «[llevaba] dentro las semillas de su propia decadencia»35. Al igual que ocurre con la China moderna, se trata de una apariencia de fuerza basada en una coerción, manipulación y control insostenibles.
La Estrategia de Seguridad Nacional de 2017 aboga por el empleo de elementos de poder informativo y económico para contrarrestar a China36. Para complicar las opciones políticas, las tropas en Taiwán harían explícita la ambigüedad. En lugar de ayudar a Estados Unidos a recuperar la iniciativa en el Indo-Pacífico, situar un contingente aislado en un lugar vulnerable limitaría las opciones norteamericanas y daría crédito a las afirmaciones chinas de que Estados Unidos se esfuerza por alcanzar la hegemonía, al tiempo que obstaculizaría la defensa de Taiwán a nivel operacional. Como resultado, Estados Unidos tendría que alinear un importante poder de combate para responder a casi cualquier amenaza contra Taiwán. Este poder se repartiría y, por lo tanto, no estaría disponible para otros esfuerzos de expansión de la influencia de Estados Unidos y fomentar cualquier ventaja competitiva en la región. La fuerza conjunta debe proporcionar conjuntos de fuerzas flexibles y de rápido despliegue para ofrecer a los responsables políticos una gama de opciones para responder a lo largo del espectro de escalada. Aunque la lógica del posicionamiento avanzado de tropas tiene sentido, hacerlo en Taiwán es demasiado ambicioso porque no hay instalaciones y plataformas de proyección de poder necesarias para ser útil37. En su lugar, la fuerza conjunta debería considerar la posibilidad de basar una unidad del tamaño de una brigada en Guam, Okinawa o Japón. Esta fuerza tendría los efectos disuasorios que reclama Mills, a la vez que sería utilizable en todo el Indo-Pacífico.
Para el Ejército, Taiwán representa un escenario en el que la potencia terrestre puede no ser predominante pero sí esencial. El Ejército del Pacífico y el Cuerpo I de Estados Unidos tendrán que llevar fuerzas conjuntas y multinacionales a la región en caso de conflicto en Taiwán. El concepto de «red» moderniza y regionaliza las operaciones de apoyo en el teatro de operaciones realizadas por el Ejército durante la Guerra del Golfo, así como en Iraq y Afganistán. Además, siguen siendo esenciales las capacidades operacionales del Ejército, como el empleo aerotransportado desde el territorio continental de Estados Unidos o Alaska hasta el Indo-Pacífico, el asalto aéreo táctico y el movimiento aéreo.
Dicho esto, el Ejército debe invertir en sus capacidades indopacíficas. Aunque las unidades se han alineado regionalmente con un ejercicio específico de Pacific Pathways, el sistema de personal no aprovecha eficazmente la experiencia regional. No existen consideraciones lingüísticas o de asociación regional en el sistema de asignaciones, a pesar del «pivote hacia el Indo-Pacífico» de casi una década. Dada la importancia de la región, es necesaria una formación especializada, especialmente en materia de idiomas.
El Ejército debe seguir mejorando sus vínculos con los socios conjuntos y regionales en todo el Indo-Pacífico. Si bien la iniciativa Pacific Pathways es un buen comienzo, el Ejército debe prepararse para la competencia a lo largo de un espectro de conflicto. El entrenamiento para la acción decisiva ha ayudado a guiar este concepto, pero la naturaleza del Indo-Pacífico, con múltiples Estados, idiomas e intereses en competencia, crea un lugar complicado para su empleo. Por ello, el Ejército debería crear una Universidad del Pacífico bajo los auspicios del Ejército de Estados Unidos en el Pacífico para preparar mejor a los líderes del Ejército para operar en la región. Al proporcionar «la red» para empoderar la fuerza conjunta, así como las capacidades de poder terrestre como la Defensa Aérea Terminal de Gran Altura y las opciones de bases con la capacidad de supervivencia, el Ejército sigue siendo un actor clave en el Indo-Pacífico. Tiene una capacidad única para reforzar las ventajas asimétricas que Estados Unidos posee frente a China.
El autor desea agradecer al mayor Frank Kuzminski por sus contribuciones al presente artículo.
Notas
- William Westmoreland, citado en Larry Summers,On Strategy: A Critical Analysis of the Vietnam War (Nueva York: Presidio Press, 2009), 182; John Bolton, «The High Cost of High-Priced Aircraft», Small Wars Journal, 26 de octubre de 2015, accedido 8 de enero de 2021, http://smallwarsjournal.com/jrnl/art/the-high-cost-of-high-price-aircraft.
- John R. Deni, «Strategic Landpower in the Indo-Asia-Pacific», Parameters 43, nro. 3 (otoño de 2013): 81; Frank Kuzminski (Mayor, Ejército de EUA), en discusiones con el autor, 17 de enero de 2021.
- The White House, National Security Strategy of the United States of America (Washington, DC: The White House, December 2017), 28; Nathan Freier y col., «The US Is Out of Position in the Indo-Pacific Region», Defense One, 19 de julio de 2020, accedido 8 de enero de 2021, https://www.defenseone.com/ideas/2020/07/us-out-position-indo-pacific-region/166964.
- Nathan Freier, John Schaus y William Braun, «An Army Transformed: USINDOPACOM Hypercompetition and US Army Theater Design», Strategic Studies Institute Report (Carlisle, PA: Army War College Press, julio de 2020), xiii, 1.
- Ibid., 84–88.
- Deni, «Strategic Landpower in the Indo-Asia-Pacific», 80.
- Freier y col., «The US Is Out of Position», 61.
- Robert Brown, Blake Lackey y Brian Forester, «Competing with China for a Free and Open Indo-Pacific», Military Review 99, nro. 5 (septiembre-octubre de 2019): 38.
- Deni, «Strategic Landpower in the Indo-Asia-Pacific», 82.
- John Bolton, «Pacific Pathways: Building the Kind of Leaders the Army Needs», Aviation Digest 7, nro. 4 (octubre-diciembre de 2019): 23–25; Brown, Lackey y Forester, «Competing with China for a Free and Open Indo-Pacific».
- A. Trevor Thrall y Jordan Cohen, «Time to Rethink Arms Sales to Taiwan», Defense One, 2 de noviembre de 2020, accedido 8 de enero de 2021, https://www.defenseone.com/ideas/2020/11/time-rethink-arms-sales-taiwan/169702; Carlos Santamaria y Gabriella Turrisi, «The Graphic Truth: As US Arms Taiwan, China Arms Itself», GZERO, 15 de octubre de 2020, accedido 8 de enero de 2021, https://www.gzeromedia.com/the-graphic-truth-as-us-arms-taiwan-china-arms-itself.
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- Greer, «Taiwan Can Win a War with China»; Brian J. Dunn, «Expulsarlos al mar», Military Review tomo 76, nro. 2 (Segundo Trimestre de 2021): 51-63.
- Ibid.; OSD, Military and Security Developments Involving the PRC, 163–168.
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- Carl von Clausewitz, citado en Summers, On Strategy, 182.
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- Ibid.
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El mayor John Q. Bolton, del Ejército de EUA, es candidato al doctorado en la Escuela de Estudios Internacionales Avanzados de la Universidad Johns Hopkins, estudiando la política exterior de EUA. Habla mandarín y es egresado del Programa de Becarios del Arte de la Guerra de la Escuela de Comando y Estado Mayor del Ejército de EUA, y licenciado en Historia Militar e Ingeniería Mecánica. Ha desempeñado varios puestos de mando y estado mayor, incluyendo el de oficial de aviación a cargo de la parte tailandesa del ejercicio Pacific Pathways 19-01, y se ha desplegado en múltiples ocasiones. Es un aviador de AH-64D/E con casi dos mil horas de vuelo, incluidas más de ochocientas en combate.
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